Cinco razones por las que somos especiales (sin acudir a la chispa divina)

Por: | 08 de diciembre de 2013

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Póster promocional del film El Planeta de los Simios: el Origen. 20th Century Fox

A menudo me he preguntado por los caprichos de la evolución. ¿Somos los seres humanos especiales? La excelente investigación que vienen desarrollando los paleoantropólogos españoles continúa sorprendiéndonos. En especial, el fantástico trabajo llevado a cabo por algunos de ellos–cito aquí a Jose María Bermúdez de Castro, Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell, Ignacio Martínez y Ana Gracia– veteranos expertos del yacimiento de Atapuerca, quienes han publicado un magnífico trabajo en Nature en el que dan fe del ADN más antiguo extraído con éxito de un fósil humano. 

El objeto de deseo es un fémur de una antigüedad de 400.000 años, y este equipo de españoles, junto con uno de los mayores expertos del mundo en ADN fósil, Svante Pääbo, han logrado reescribir en parte el misterio de nuestros orígenes.

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El fémur del que se extrajo el ADN. Fotografía de Javier Trueba/Madrid Scientific Films proporcionada por la revista Nature.

 

El fémur procede de La Sima de los Huesos, un rincón húmedo y claustrofóbico al fondo de un agujero de una cueva que tuve la fortuna de visitar junto con espeleólogos del grupo Edelweiss hace ya muchos años. 

Los científicos españoles ya han desenterrado restos de más de 24 individuos, cuyas publicaciones han dado la vuelta al mundo. Se cree que pertenecían a tempranas especies de neandertales –que vivieron en Europa hasta hace 30.000 años–o quizá a una especie de homínido, Homo heidelbergensis,  quizá la especie de la que derivarían los neandertales europeos por un lado y los modernos humanos en África por el otro.

Pero el ADN en cuestión, más que arrojar luz, ha complicado este esquema. Su análisis sugiere que estos “abuelos” de los neandertales estaban emparentados con unos homínidos procedentes de Siberia, los denisovanos, conocidos por escasos fragmentos fósiles, un grupo muy misterioso que vivían a miles de kilómetros de distancia, y lo que es más extraño, cientos de miles de años más tarde, en Asia. 

“No es lo que yo esperaba, lo que nadie esperaba”, comentó en Nature Chris Stringer, uno de los mayores expertos en Neandertales.

“El hallazgo abre más interrogantes de los que responde”, ha dicho Pääbo. En efecto, quizá los individuos de la Sima de los Huesos podrían representar una población que vivió a lo largo de Eurasia y que dio lugar a los neandertales por un lado y los denisovanos por el otro. 

Y, para hacer la cosa aún más fascinante, resulta que este ADN analizado sólo se hereda por parte de la madre, no del padre, el llamado ADN mitocondrial, que se encuentra en las mitocondrias, unos diminutos orgánulos de las células encargados de usar el oxígeno para quemar los nutrientes. Si respiramos es gracias en última instancia a las mitocondrias. Pero Pääbo espera rescatar ADN del núcleo de las células óseas de este fémur, una labor increíble y compleja, dentro de un año, que dará una visión más completa de esta genealogía.

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Ilustración de Homo Heidelbergensis. Javier Trueba/Madrid Scientific Films proporcionada por Nature.

 

Los críticos pueden argumentar que la evolución no es caprichosa. Pero hay ciertos componentes del azar en la fascinante historia del ser humano que desconocemos. 

Por ejemplo, nuestra historia se remonta mucho más atrás en el tiempo, cuando los primeros mamíferos –del tamaño de un ratón– tenían ya algunas características de primates y convivían con los dinosaurios antes de la famosa extinción causada probablemente por la caída de un meteorito.

¿Qué hubiera sucedido si ese pedazo de roca cósmica hubiera rozado la Tierra, en vez de caer en el Golfo de México y arrasar con gran parte de la vida terrestre? 

Las diferentes formas de dinosaurios dominaron la Tierra durante 160 millones de años, hasta la caída del dichoso meteorito (en contraposición, los primeros homínidos africanos bípedos tienen una antigüedad de unos cinco millones de años y marcan el comienzo de la línea que llevaría mucho después hasta los seres humanos actuales). 

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Imagen promocional del film Dinosaur. Walt Disney Pictures. 

De no ser por el meteorito, que barrió la competencia, los diminutos mamíferos quizá se las habrían arreglado en sus escondrijos, y los dinosaurios hubieran continuado durante bastantes millones de años, dado su imponente éxito.

O no. En realidad, nadie lo sabe.

El paleontólogo Dale Russell publicó hace años una especulación interesante sobre el tema. En el periodo Cretácico existió un grupo de dinosaurios llamado troodontidos, bípedos, que tenían un cerebro relativamente más grande que el de sus primos mayores. Russell, uno de los mayores conocedores de estos grupos peculiares de dinosaurios, se atrevió a ir un paso más adelante. Con ayuda de un artista realizó una reconstrucción de un troodontido hipotético, mostrando su aspecto en el caso de que la evolución hubiera favorecido dinosaurios con cerebros cada vez más grandes.

El resultado, el Troodon sapiens, es una criatura bípeda, sin dientes, con grandes ojos y visión binocular, con pies de cuatro dedos, uñas en vez de garras. E inteligente. Desgraciadamente, se asemeja demasiado a la imagen que la cultura popular ha acuñado de los extraterrestres (con el añadido de que no existe ninguna evidencia ni prueba científica de la existencia de extraterrestres hasta el momento).

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El Troodon sapiens (izquierda) del que se derivaría el troodontido, en la escultura realizada por Dale Russell. Museo Nacional de Naturaleza en Canadá.

La función de la ciencia no es especular, sino hacerse preguntas y contestarlas. Pero a veces los científicos dan un paso adelante que es mal interpretado por una mayoría fanática, creyente en los OVNIS y fenómenos paranormales. Teclead “dinosauroide”: aparecen decenas de enlaces en internet que hablan de misterios paranormales, enigmas sin resolver, y todo tipo de estupideces varias, ¡dando algunos por hecho de que el Troodon sapiens fue real! 

Por ello si preguntas a cualquier paleoantropólogo por este tema, huirá de él como alma que lleva el diablo, y te obligará a apagar la grabadora.

Al público le gusta hacer preguntas del tipo ¿qué hubiera sucedido sí...? Carl Sagan, en Los Dragones del Edén, especulaba con la posibilidad de un futuro en el que los dinosaurios no se hubieran extinguido, entre otras consideraciones sobre la inteligencia humana. Es un libro magnífico, muy recomendable.

También nos queda el cine. Hay interesantes lecturas antropológicas en ficciones como El Planeta de los Simios (la manera en la que proyectamos nuestros deseos y frustraciones en una sociedad habitada por simios inteligentes que sin embargo no alcanza los niveles de crueldad del ser humano). 

El film estrenado en 2011, El Planeta de los Simios. El Origen, narra de manera convincente cómo los seres humanos fuimos sustituidos por primates inteligentes (con la ayuda de un virus que diezma la humanidad, terapias génicas desafortunadas y unas cuantas mutaciones afortunadas en los gorilas y chimpancés).

Pero no he respondido aún a la pregunta que nos hacíamos al principio. ¿Somos especiales? Conozco la opinión de uno de los científicos que han participado en este magnífico trabajo de Nature, ya que le hice la pregunta hace bastante tiempo: su respuesta fue no

Y sospecho que no está en minoría. La contestación mayoritaria de la comunidad científica sería más o menos ésta: al igual que las alas, los ultrasonidos de los murciélagos o la larguísima lengua de los camaleones, los seres humanos hemos desarrollado el instrumento de la inteligencia como una herramienta de supervivencia. 

En algún momento de la evolución la inteligencia –que se resume en una mayor capacidad para planificar eventos– resultó un rasgo favorecido por las circunstancias, hace quizá cinco o seis millones de años en África. Somos inteligentes, sí, pero no especiales.

Somos exitosos. De entre el grupo de los primates, somos los más numerosos. En el mundo hay unos 150.000 gorilas de llanura y unos 100.000 chimpancés (las cifras pueden variar un poco a la baja o al alza). La población de seres humanos alcanza 7.000 millones. 

Somos los animales relativamente más grandes y más numerosos del planeta, uniendo ambas cosas a la vez (evidentemente, hay muchísimos grupos animales, artrópodos, insectos, roedores  y microorganismos como bacterias que nos superan ampliamente en número, pero no tienen nuestro tamaño. Somos gigantes en comparación).

Los científicos tienen probablemente miedo a afirmar que los seres humanos somos especiales por las connotaciones religiosas que eso conlleva. Los institutos en el mundo dedicados a divulgar el creacionismo bajo disfraces como El diseño Inteligente deslizan casi siempre que la evolución no es casual, que tanto cerebro e inteligencia no puede ser cosa del azar, y que detrás del hombre se adivina la huella de un creador, un diseñador, un relojero. Que no está ni mucho menos ciego, que no crea con los ojos cerrados, sino que lo hace a propósito.

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Una escena del film El Planeta de los Simios. El origen.  20th Century Fox.

 

Las cuestiones trascendentales o de fe no tienen cabida en la ciencia, y en este blog defendemos la ciencia como el que más. Pero si quieren mi respuesta, efectivamente, creo que el ser humano es un animal bastante especial. Y voy a dar mis razones.

–Han existido miles de millones de especies sobre el planeta desde que surgió la vida, pero sólo una ha logrado llegar a la Luna, fabricando instrumentos para ello.

–El ser humano es la única especie que estudia otras especies, y que dedica recursos y tecnología para descifrar el pasado fósil del resto de las especies, hasta el punto de luchar para resolver problemas aparentemente insolubles, como es el origen de la vida.

-El ser humano es la única especie viva que ha logrado averiguar y descifrar el 99,99 por ciento de la historia del Universo. El resto de los organismos –que nosotros sepamos–no tienen preocupaciones ni son conscientes de ese problema.

-El ser humano es la única especie que tiene la capacidad para alterar el clima global del planeta en un tiempo ridículamente corto, poco más de un siglo, en comparación con los 4.500 millones de historia de la Tierra.

–El ser humano es también el único animal que es muy capaz de destruir y alterar el medio ambiente del planeta de una manera irreversible, gracias al inimaginable poder de destrucción de las armas atómicas que aún descansan en sus silos, listas para ser activadas y disparadas.

Esto no significa que exista alguna chispa divina detrás de todo esto, ni que seamos el producto de un plan maestro. Si observamos los dos últimos puntos, vemos de manera preocupante que aparece la posibilidad de que sea nuestra propia inteligencia el talón de Aquiles que nos conduzca finalmente a la extinción. Pero, si me apuran, prefiero quedarme con las tres primeras razones.

Hay 5 Comentarios

La Vida es el gran misterio de la existencia. ¿Por qué y para qué se vive? Nadie tiene la respuesta porque nadie puede alcanzar la verdad absoluta. La evolución equivale a un eterno venir a ser, donde no hay un primero ni un último. Se podría afirmar que siempre se está en el comienzo. Todos tenemos algo en común y también algo diferente. O sea, se oscila infinitamente entre la plenitud del Uno y la vaciedad del Cero, entre el Ser y el No-ser.
Luego, habría que remitirse al misterio de la Conciencia, lo referente al conocimiento. La semejanza con animales y plantas es un verdadero prodigio natural. Ante tanta barahunda de ideas creo muy conveniente beber un zumo de naranja y comer un trocito de chocolate.

Efectivamente los cinco aspectos expuestos no concluyen en que haya una chispa dicvina detrás o un plan universal, aunque tampoco lo desmienten.
La chispa divina está ahí y el plan inteligente también está ahí para que cuando una persona lo constate. El método precisa disponer de una claridad de mente fuera de lo común, y descubrirlo a través de las experiencias propias. Nadie puede negarlo ni abanderarlo, solo tiene sentido aquello que detectamos mediante una investigación propia ¡en sí mismo!.
En esta época algunos topamos con la realidad innegable de que existe un saber del corazón. Y una intuición que reconoce la verdad profundamente, más allá de las apariencias. Respeto sin emitir juicios preconcebidos.

Efectivamente!, todos somos especiales por unas razones u otras. hay mucho que descubrir en este mundo!.

Saludos!

Un reciente estudio detallado del DNA de numerosos organismos publicado en la prestigiosa revista Nature INIA pone de manifiesto inesperados vínculos de parentesco entre varias especies animales. Sorprendentemente, el Responsable de Política Científica, del que se pensaba que estaba más emparentado con la ameba, ha resultado ser un pariente próximo del berberecho. Hay que felicitar a los agraciados por la promoción taxonómica.

Animales con cierto grado de inteligencia sobre la faz de la tierra hay bastantes, y dentro del agua también, pero están faltos de un repertorio de variantes que les permitan independizarse del medio.
Despegarse, y colonizar otros nichos de vida.
Los delfines, los elefantes, o los simios tienen una cierta categoría, son gregarios, se rigen por normas jerárquicas, pero se han quedado parados en su evolución.
No avanzan, ni siquiera los chimpancés que tienen manos similares y pies, disponen más allá.
La chispa, siendo iguales en lo básico con el resto, solo se dio en la raza humana.
Y eso da que pensar un poco, a lo largo de miles de años no se perdieron, sino que prosperaron en una selección natural permanente que se fue afinando.
Como en los coches, el ser humano fue mejorando poco a poco, en el diseño con los cambios de las necesidades, el chasis, el motor, el consumo, la potencia, la carga, la velocidad, la autonomía.
Y resulta raro que otros similares sigan pastando en el campo como hace muchos miles de años.
Quietos, o en la recámara, esperando el posible fallo, si se llega a dar.
Que a veces ocurre, un fallo y al garete.
Mirando hacia atrás, vemos una evolución con diferentes estadios, y luego una historia ancestral, que no acabamos de comprender referida en el tiempo a un origen.
De unos primeros padres con dos hijos uno bueno y otro malo, que seguro que habría más gente.
Para poder casarse y formar familias con rebaños de animales y propiedades.
Una laguna sin explicación, porque falta el sitio, donde estaba la tierra prometida, el llamado paraíso.
Porque aquí no estaba, este mundo era o una selva, o un congelador lleno de fieras salvajes.

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Planeta Prohibido

Sobre el blog

Un poquito de ciencia impertinente. 2.000 caracteres para divertirse y aprender tomando como hilo conductor los fascinantes hallazgos de la ciencia. Pero además hay atrevimiento. Especulación. La ciencia que tiene sentido del humor. La versión siglo 21 de Robby el robot, el autómata más famoso de la ciencia ficción,El Planeta Prohibido, que era incapaz de herir a los humanos. Nuestro Robby rescata en sus brazos mecánicos a la chica, pero a veces tiene más mala leche queTerminator. En El Planeta Prohibido (PB), una civilización extraterrestre llamada Krell es un millón de veces más avanzada que la humanidad, pero se extinguió en un solo día. Es celuloide, ciencia ficción, claro, pero quizá el conocimiento no baste para salvarnos. Y sin embargo, ¿tenemos algo mejor?

Sobre el autor

(Madrid, 1963) (Madrid, 1963) es periodista y escritor, se licenció en ciencias biológicas y es Master de Periodismo de Investigación por la Universidad Complutense. Autor de cuatro novelas (La Sombra del Chamán, Kraken, Proyecto Lázaro y Los Hijos del Cielo), le encanta mezclar la ciencia con el suspense, el thriller y la historia, en cócteles prohibidos. Fue coguionista de la serie científica de RTVE 2.Mil, ha colaborado para la BBC, escrito para Scientific American y New Scientist, Muy Interesante, y fue jefe de ciencia de La Razón. En El País Semanal se asoma al mundo de la ciencia. Luis habla también en RNE, en el programa A Hombros de Gigantes, sobre ciencia y cine.

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