Chloë Grace Morezt como Carrie. © 2012 Metro-Goldwyn-Mayer Pictures Inc. y Screen Gems, Inc.
Lo paranormal y el celuloide siempre se han llevado de maravilla. Los ejemplos transitan desde el terror de Drácula a la excelente La Zona Muerta, con el gran Christopher Walken encarnando a un humilde profesor que, tras varios años en coma por culpa de un accidente, despierta convertido en alguien capaz de ver el futuro.
El caso de Carrie, la magnífica historia escrita por un joven Stephen King, es quizá más singular. Esta adolescente, protagonizada por Chloë Grace Moretz en la última versión de la directora Kimberly Peirce, ha nacido con poderes telequinésicos; puede mover las cosas a distancia.
Su madre –la excelente actriz Julianne Moore– es una fanática religiosa que estuvo a punto de matar a su hija, y que vive con una obsesión por el pecado carnal que domina su vida.
Me recuerda un poco a esa obsesión sexual que se cernía sobre algunos monjes en la fabulosa película de Jean-Jacques Annaud, El Nombre de la Rosa.
Resulta muy curioso comprobar la percepción del público frente a lo religioso y a lo paranormal. En el filme de Annaud, el espectador se coloca rápidamente del lado de la razón y la deducción propia del detective –es decir, de Sean Connery en su papel de Guillermo de Baskerville– frente a la creencia en el maligno y la superchería que reina en la Iglesia de entonces. En esta película en la Edad Media, somos fervientes seguidores de Aristóteles frente a las creencias religiosas.
Sin embargo, en Carrie, no dudamos en tachar de loca obsesiva el comportamiento de Moore –esa madre que llega hasta inventarse los textos de las Biblias que pueblan su casa.
Desde el punto de vista cinematográfico, no creemos en la versión de Moore, quien considera que su hija está poseída por el diablo (a pesar de que hemos visto cosas parecidas en películas de posesiones). Pero sí en la pseudociencia, en la telequinesia, en el poder de mover cosas a distancia, en los poderes con los que ha nacido Carrie, que son cosas igual de fantásticas. Y absurdas.
Estos dos mundos –el fanatismo religioso y lo paranormal– conviven y luchan entre sí, logrando un juego estupendo. El choque entre la visión de la madre y la hija eleva indudablemente la calidad de este remake. La parte final de Carrie es de lo mejor de la película, aunque ya sabemos lo que va a suceder en esa fiesta de graduación colegial. Lo vimos en aquella película que en los años setenta catapultó a Brian de Palma y aumentó la fama del joven Stephen King.
Julianne Moore (izquierda) y Chloë Moretz como madre e hija. Metro-Goldwyn-Mayer Pictures and Screen Gems.
Probablemente hoy aceptamos a Carrie como una superhéroe incomprendida. Vivimos en una época en la que los superhéroes han saltado de los tebeos a la gran pantalla y han cobrado vida de una manera inimaginable gracias a los fabulosos efectos especiales.
Pero, en el mundo real, las creencias en cosas absurdas como la telequinesia son sólo la punta del iceberg de la credulidad de la humanidad en general. Echen un vistazo a las encuestas que se llevan realizando desde principios del siglo de las tabletas e internet en la primera superpotencia mundial (los datos proceden de la National Science Foundation y del Pew Research Institute de EE UU). Son datos que se pueden extrapolar, con todas diferencias, y matices, a muchos países occidentales, incluido el nuestro.
–El 60 por ciento piensa que hay personas que podrían tener algún tipo de poder psíquico (como Carrie).
-El 30 por ciento del público cree en la astrología (es decir, que la posición de los planetas y las estrellas tiene efectos palpables en la vida de la gente)
-El 50 por ciento cree en los fenómenos de percepción extrasensorial.
–Entre el 25 y el 50 por ciento de los encuestados en Estados Unidos cree firmemente en la existencia de fantasmas.
–Un tercio cree a pies juntillas que los extraterrestres han visitado la Tierra en algún momento de la historia.
Suelo contactar con expertos de muchas partes del mundo que se dedican a estudiar y denunciar el avance de las seudociencias. Nuestra plácida aceptación de lo paranormal necesita de una explicación urgente.
La seudociencia nos habla de los misterioso que es el mundo y por ello resulta muy tentadora. Simula respuestas a nuestras inquietudes, en temas básicos como la salud, la muerte, el dinero y las relaciones humanas. Y lo hace con una efectividad increíble. Pese a que toda simulación es una mentira que enmascara la realidad. Pero eso no parece importarnos demasiado.
D.J. Grothe, presidente de la Fundación Randi, me comentó en una ocasión la razón de la aceptación de las seudociencias en un reportaje para El País Semanal. “La gente cree básicamente en los ovnis porque les hace sentir menos solos en el Universo, en los sanadores divinos porque les dan esperanza de curación, o en los psíquicos que hablan con los muertos porque echan profundamente de menos a los seres queridos que han perdido”.
En mi opinión, es perfectamente lícito usar la pseudociencia en historias de ficción, en novelas y en el cine. Resulta muy divertido (y un poco repetitivo últimamente). Muchas de estas historias se han transformado en estereotipos. Pero cuando se traspasa esta barrera, cuando saltamos al mundo real, el asunto de las seudociencias puede resultar muy peligroso....para nuestro bolsillo.
Hay muchos casos, pero el de Peter Poppof es quizá el más alucinante. Poppof es un telepredicador que congregaba multitudes para sanar a los asistentes con sus propias manos, invocando el poder divino. Dios también le susurraba al oído las enfermedades, las direcciones de las casas y los nombres de aquellos que acudían a su espectáculo.
En 1986 Poppof ganaba más de cuatro millones de dólares al mes. Fue entonces cuando el mago James Randi le tendió una trampa, grabando una película que demostraba que este telepredicador llevaba en su oreja un dispositivo inalámbrico, y que era su mujer la que le transmitía los datos.
James Randi. Cortesía de James Randi Educational Foundation.
Poppof entraría en bancarrota poco después. Pero lejos de caer en el olvido, en este siglo ha resurgido con fuerza.
Poppof ha acumulado una fortuna de decenas de millones de dólares. Vende por correo botellitas de agua milagrosa y un folleto con instrucciones para que se produzca cualquier prodigio...mediante la oración.
Hay que rezar para que a uno se le cancelen todas las deudas...y esperar que el milagro de produzca a través del correo. En forma de cheques, transferencias, o cartas sobre deudas que han sido perdonadas.
Este telepredicador entrevista a testigos en sus programas de televisión afirmando que ellos han recibido “transferencias milagrosas supernaturales” por haber usado su agua milagrosa y seguido fielmente sus instrucciones.
La credulidad puede llegar a límites increíbles.
En mi adolescencia, aparte de todo tipo de comics, devoraba cualquier libro que tratara sobre OVNIS. Uno de mis mejores amigos del colegio, que compartía mis aficiones, me juró que había visto una nave espacial en Despeñaperros. No pudo sostener más de un mes su fantástica historia, y finalmente confesó que había mentido. Acepté aquello con bastante naturalidad...y una cierta decepción. Y empecé a cuestionar todo aquello que leía. Creo que había algo en el fondo de mi mente que me impulsaba a creer...lo que no podía ser posible. Empecé a ser consciente de ello.
Ahora estoy convencido de que la ciencia (y no la seudociencia) es la única que puede responder a interrogantes mucho más profundos, fascinantes e importantes. ¿Lograremos algún día viajar en el tiempo? ¿Tendremos la facultad de hacernos invisibles? ¿Seremos capaces de eliminar definitivamente la amenaza del holocausto atómico? ¿Qué tipo de energía usaremos dentro de doscientos años? ¿Podremos soñar con viajar a las estrellas?
Hay 3 Comentarios
Una apreciación muy interesante, Soren73. Todas esas películas que comentas son extraordinarias (en especial Misery me parece una obra maestra, junto con la obra de Kubrick) y pienso que efectivamente, King es un gran escritor, con un gran talento para tocar los miedos y las ansiedades de los lectores. Evidentemente, es imposible para cualquier escritor de talento hacer de cada novela una obra redonda, sobre todo cuando se publica tanto. Dos notas finales. Leer la estupenda entrevista a King que publica Miguel Mora en El País Semanal, y echad un vistazo a una obra suya que me parece superlativa, La Historia de Lisey.
Publicado por: Luis Miguel Ariza | 15/12/2013 20:49:13
Como dato anecdótico, La Zona Muerta también en origen es un relato de Stephen King.
Hace tiempo leí a alguien que decía que de los libros de Stephen King nunca salían buenas películas. Personalmente disiento de dicha apreciación puesto que, además, cada x tiempo leo un comentario de un crítico que habla de lo buena película que es "tal" o "cual". Por ejemplo, "El Resplandor" pero también "La Milla Verde", "Cadena Perpetua", "Misery", etc. Otra cosa distinta es que el director no haya sabido sacar la película o los guionistas no hayan sabido adaptarla al cine.
Publicado por: soren73 | 15/12/2013 20:39:52
De todas tus preguntas yo lo que preferiría es ser invisible. Sería alucinante y me permitiría espiar a mi vecina http://xurl.es/ch3vj o darle una paliza a mi jefe ;-)
Publicado por: Ricardo | 15/12/2013 15:49:38