Lucha de titanes: Mozart contra Beethoven (en el cine)

Por: | 31 de enero de 2014

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Un impresionante Ed Harris, como Beethoven, en una escena del film. Sidney Kimme Entertaintment/MGM. 

 

En el universo de la música brillan con similar potencia dos genios en apariencia contrapuestos, Ludwig Van Beethoven y Wolfgang Amadeus Mozart. A veces suelo toparme con preguntas sobre quién fue mejor o más genial.

Particularmente me quedo con esta metáfora geográfica. Beethoven componía una música que vibraba y rugía desde las interioridades de la tierra, una música terrenal de singular potencia que se elevaba hasta alcanzar majestuosamente la bóveda celeste. Y allí, Mozart hilaba la melodía de los ángeles, una música celestial inalcanzable para el resto, que descendía y se posaba con suavidad hasta acariciar los sentidos de los mortales con los pies en tierra.

El cine ha sabido emocionarnos reviviendo la vida de estos dos monstruos musicales. En Amadeus, una de las mejores obras de Milos Forman, Tom Hulce nos presenta a un Mozart frívolo, mujeriego y superficial que se divertía en las tabernas mientras ridiculizaba a Antonio Salieri, el músico oficial de la corte de José II de Habsburgo, encarnado aquí por el inconmensurable F. Murray Abraham

 

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Tom Hulce en Amadeus.  Warner Bros.

 

Amadeus gira en torno a la envidia que Mozart despertaba en Salieri. Mozart es el niño prodigio que parece que no se da cuenta de los estragos que ocasiona su talento, alguien que va alimentando el resentimiento y la envidia de Salieri hasta el punto de que éste último interviene indirectamente en la muerte del joven. 

Forman nos presenta a un Salieri que asiste a Mozart en su lecho de muerte, mientras éste le pide ayuda para componer un réquiem que pasará a la historia. Es la oportunidad para formar parte, al menos por unas horas, de una música divina que Dios le ha negado, antes de caer en manos de la locura. 

 

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 F. Murray Abraham como Salieri (en el centro). Warner Bros.

 

En el film, Salieri siempre quiso que su música inmortal sobreviviera a su propia desaparición física, pero descubrirá que su talento no es suficiente para cumplir su sueño. Es Mozart quien le ha ganado. Su cuerpo ya se descompone en una fosa común enterrada en un día lluvioso y gris, pero poco importa a un desconsolado Salieri.

En Copying Beethoven, descubrimos a un formidable Ed Harris dando vida al genio, cuyo trágico destino sería quedarse sordo, aislándose para siempre del mundo. Su única conexión es una mujer de veintitrés años, Anna Holtz, interpretada con delicadeza por la bellísima Diane Kruger

En la película, Holtz se permite incluso corregir una nota en la partitura de la Novena Sinfonía, la Coral. En la secuencia más impresionante de la película, ella funciona como la conexión que une a un Beethoven sordo al resto de la orquesta, al público, mientras dirige la que sería su última obra. 

El Beethoven de Ed Harris consideraba inferiores a las mujeres, siempre estaba hosco y de mal humor, y mostraba su arrogancia con todo el mundo. Su única debilidad fue su sobrino, Karl Van Beethoven, el “hijo que nunca tuvo”. Y ese joven le engaña, le pide dinero, se burla a sus espaldas y le niega todo cariño.

 

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La sorprendente transformación de Ed Harris, de lo mejor del film. Sidney Kimme Entertaintment/MGM

 

Amadeus fue un éxito de crítica y taquilla –casi 52 millones de dólares sólo en EE UU) y arrasó en la ceremonia de los Oscar en 1985 (ocho en total, incluyendo a Murray Abraham y Milos Forman). En cambio, Coyping Beethoven, de la directora Agnieszka Holland, apenas recaudó 384.000 dólares en territorio americano y un total mundial de seis millones de dólares, con críticas diversas, entre las que no faltan las despectivas como “tediosa” e “irritante”.

Lo cierto es que, a mi juicio, no hay tanta diferencia de calidad entre las dos cintas. Y si bien Amadeus mereció todos los premios y el reconocimiento, Copying Beethoven es una historia excelente que no tuvo el favor de la crítica, pero tiene mi devoción bien ganada: quizá por el atrevimiento de Holland y su guionista Stephen Rivele a la hora de crear el personaje de la copista Anna Holtz, una mujer joven y atractiva que pone el contrapunto al propio Beethoven.

Holtz nunca existió. En realidad, se sabe que Beethoven usaba estudiantes de música como copistas para que transcribieran la música que él imaginaba en su mente, pero que no podía escuchar. 

La escena del estreno de la Novena Sinfonía es en parte una ficción, con Diane Kruger conectando con Beethoven en cada instante de la actuación de la orquesta, lo que  irrita a los puristas. La relación de un genio como Beethoven con un personaje inexistente es un pivote frágil y peligroso –aunque valiente, hay que admitirlo– a la hora de hacer creíble una película de ficción y no un documental sobre una personalidad que trasciende los límites del tiempo.

Copying Beethoven fue casi una producción independiente, pero creo que poco a poco irá ganando adeptos y logrará situarse en el lugar que merece.

 

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 Diane Kruger y Ed Harris, en una escena de la película. Sidney Kimme Entertaintment/MGM

 

Beethoven ya sufría sordera desde que compuso la Tercera Sinfonía, lo que le impedía dirigir los ensayos, nos dice el musicólogo y experto Javier Guerrero, de la Facultad de Geografía de la Universidad Complutense. El personaje hosco que vemos en el film de Agnieszka no es más que el producto de una enfermedad en un hombre atormentado, avergonzado por no tener el oído que todo el mundo le suponía a un músico de su categoría. 

El propio Beethoven lo expresaría así, en un documento esencial, el Testamento de Heiligenstadt, dedicado a sus hermanos Carl y Johann, del que reproducimos un fragmento:

Perdonadme, pues, si vivo apartado de vosotros; doblemente me duele mi desgracia puesto que no se me comprende. No me están permitidas ni la distracción en la vida social, ni las conversaciones apacibles, ni las efusiones mutuas. Sólo me puedo acercar a la gente si existe una imperiosa necesidad. Como un desterrado debo vivir. En cuanto me acerco a una tertulia se apodera de mí la ansiedad terrible de que alguien vaya a descubrir mi estado”.

Circulan rumores y leyendas que hablan de la admiración que Mozart sintió cuando un joven Beethoven acudió como un alumno que era todo un niño prodigio, pero lo cierto es que no hay documentos que lo prueben. 

Los padres de Beethoven enviaron a su hijo desde su hogar en Bonn para que estudiara con Mozart, alrededor del año 1787; en un momento en el que el genial músico estaba enfrascado en la creación de una de sus operas más importantes, Don Giovanni. 

Mozart atravesaba además un momento personal difícil por la muerte de su padre, una persona sabia que entendía a la perfección el alcance del talento de su hijo al que apoyó incansablemente en su carrera, al que impartió una educación sistemática. 

Pero Beethoven no tuvo tanta suerte, pese a su talento. Su padre era un alcohólico lleno de problemas que no pudo proporcionarle esa formación que todo niño prodigio hubiera deseado. Es bastante probable que Mozart, en un momento muy complicado de su vida, no le prestara apenas atención al que sería poco después considerado como su sucesor en Viena.

 

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Un formidable F. Murray Abraham interpreta a un envejecido Salieri. Warner Bros. 

 

La película Amadeus esta basada en una obra de teatro, escrita por el dramaturgo Peter Levin Shaffer en 1979. El público suele aceptar más fácilmente una obra de teatro llevada al cine que un guión arriesgado como el de Copying Beethoven –que no es otra cosa que la visión del genio a través de los ojos de una mujer ficticia que estuvo con él hasta el momento de morir. 

Puede que esa diferencia explique en parte su monumental éxito (es un film impresionante, aunque a veces las escenas musicales duren un poco más de lo aconsejable). Pero lo cierto es que muchas de las cosas que se vierten en el film son pura invención. 

De ahí el mérito de Forman. El latiguillo que acompaña al título en español de la película, “todo lo que has oído es verdad”, no es más que un intento exitoso de convencernos de la gran mentira creada por el autor de Alguien Voló sobre el Nido del Cuco. En comparación, casi nos parece piadosa la invención de Anna Holtz que nos presenta Holland: el retrato de Beethoven a través de Kruger es lo suficientemente conmovedor y realista como para ajustarse a lo que se sabía del genio. 

En cambio, el retrato de Antonio Salieri que nos presenta Forman es absolutamente falso. No hablamos de un músico torpe, resentido, mediocre y envidioso. El Museo de Viena dedicado a Mozart acaba de lanzar una campaña para desmentir este bulo. El director del museo, Gerard Vitek, quiere mostrar al público cual fue la verdadera personalidad de Salieri: alguien con un gran talento musical, nacido en el norte de Italia, que con sólo 15 años empezó a ganarse los favores de la corte imperial en Viena.

Salieri era un hombre de excelente humor, muy generoso y con mucho talento. Adoraba a sus pupilos, entre los que se encontraban Franz Schubert y...el propio Beethoven

Mozart escribió cosas muy positivas sobre Salieri. Fue el padre de Mozart, Leopold, quien veía en el músico italiano un rival para su hijo –en realidad todos los músicos con talento eran rivales para él. 

En el film de Forman, se nos sugiere que Salieri concibió un plan diabólico para causar la muerte de Mozart en 1791,  aunque no de manera directa ni explícita. Tal carácter diabólico esta basado en rumores que circularon en Viena en 1824, un año antes de la muerte de Salieri, que sugerían que el músico italiano había envenenado con arsénico al joven genio.

No hay ninguna evidencia ni prueba. Y desde luego Salieri no enloqueció por la envidia. Sufrió de senilidad en los últimos años de su existencia. Son bulos muy efectivos y creíbles, transmitidos por el hábil film de Forman y que aún resuenan en la red. Además, el mismo día en que se enterró a Mozart el tiempo meteorológico fue soleado y excelente. Hay registros de ello, en contraposición con el lluvioso gris que nos presenta este formidable director de cine.

Lo cierto es que Constance, la mujer de Mozart, envío a su hijo a Salieri para entrenar su educación musical el mismo año de la muerte de su marido, explica Ingrid Fuchs, la conservadora de la exhibición del museo vienés, según recoge Reuters

Es la prueba de que la relación entre ambos fue tan buena que haría trizas el argumento de Amadeus. “Creo que esto echa abajo cualquier especulación. Ninguna madre enviaría a su hijo para que fuera educado por el presunto envenenador de su padre. Es un testimonio definitivo”.

 

Hay 3 Comentarios

Yo he visto las dos películas y a cada cual es mejor ,tanto a nivel interpretativo, como musical, aunque a decir verdad, me quedo con el Beethoven que Ed Harris interpreta de manera extraordinaria. Es increíble lo bien caracterizado que está, además de que borda su papel, cuando dirige a la orquesta en la novena sinfonía, está que se sale. Es una pena que todavía no hayan dado un Oscar a este actor, porque es maravilloso.

Lo que inspira a los músicos es un misterio, que cada quien lo interpreta a u manera, la música es algo maravilloso, sin ella no podríamos vivir bien, nos da equilibrio o a veces lo contrario.
Los dos músicos eran geniales, y desafortunadamente, como muchos otros genios, mueren demasiado pronto, o son víctima de alguna enfermedad.

Una cosa es el arte y otra cosa es la ética. Nadie, en este mundo, es perfecto. Cuando pienso en los grandes compositores (Mozart, Beethoven, Verdi, Tchaikovski, etc.) solo me interesan sus creaciones artísticas, no sus vidas privadas. Algo muy distinto ocurre con la política donde la ética es fundamental.

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Planeta Prohibido

Sobre el blog

Un poquito de ciencia impertinente. 2.000 caracteres para divertirse y aprender tomando como hilo conductor los fascinantes hallazgos de la ciencia. Pero además hay atrevimiento. Especulación. La ciencia que tiene sentido del humor. La versión siglo 21 de Robby el robot, el autómata más famoso de la ciencia ficción,El Planeta Prohibido, que era incapaz de herir a los humanos. Nuestro Robby rescata en sus brazos mecánicos a la chica, pero a veces tiene más mala leche queTerminator. En El Planeta Prohibido (PB), una civilización extraterrestre llamada Krell es un millón de veces más avanzada que la humanidad, pero se extinguió en un solo día. Es celuloide, ciencia ficción, claro, pero quizá el conocimiento no baste para salvarnos. Y sin embargo, ¿tenemos algo mejor?

Sobre el autor

(Madrid, 1963) (Madrid, 1963) es periodista y escritor, se licenció en ciencias biológicas y es Master de Periodismo de Investigación por la Universidad Complutense. Autor de cuatro novelas (La Sombra del Chamán, Kraken, Proyecto Lázaro y Los Hijos del Cielo), le encanta mezclar la ciencia con el suspense, el thriller y la historia, en cócteles prohibidos. Fue coguionista de la serie científica de RTVE 2.Mil, ha colaborado para la BBC, escrito para Scientific American y New Scientist, Muy Interesante, y fue jefe de ciencia de La Razón. En El País Semanal se asoma al mundo de la ciencia. Luis habla también en RNE, en el programa A Hombros de Gigantes, sobre ciencia y cine.

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