El PP hace sus deberes

Por: Josep Torrent | 17 may 2014

Sin prisa, pero sin pausas, la derecha que nos gobierna va cumpliendo sus deberes. No es ninguna casualidad que en la ciudad de Valencia los centros con más demanda para escolarizar a los niños sean concertados. O que de los 19 de la Comunidad Valenciana que tienen más predicamento entre los padres apenas figuren cuatro colegios públicos. Este deterioro de la enseñanza pública no ocurre porqué si, ni es una casualidad. Es el resultado de años y años de degradación de la escuela pública llevada a cabo por la consejería de Educación desde que llegó el PP y es coherente con la ideología de los populares, tan dispuestos siempre a sembrar dudas sobre la eficacia de lo público y a glorificar la iniciativa privada. La propia consejera de Educación, María José Català, no ha dudado en pregonar las maravillas de la enseñanza concertada, cuando se supone que debe defender la pública porque, no en vano, los profesores de ésta son sus empleados. Pero no. Prefiere publicitar la competencia. Una competencia, la de la privada-concertada, que a saber dónde estaría si no fuera por el dinero que aportamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos. Así son los liberales de nuestro país. Los más intervencionistas del mundo.

Un valor escaso

Por: Josep Torrent | 02 may 2014

En medio del lodazal en que algunos cargos del PP convierten la política –como esos aforados que dimiten con el único objetivo de aplazar momentáneamente su presencia ante los jueces- hechos que en cualquier otro lugar son habituales, aquí resultan sorprendentes y estimulantes. Tal vez haya quien los considere cuestiones menores, sin apenas importancia; pero que, entre tanta disciplina burriciega, unos miembros del Consell Valencià de Cultura, elegidos a propuesta del PP, decidan tener una opinión libre y manifestarla, aún a sabiendas de que no va a sentar nada bien a los señoritos que decidieron colocarlos en esa institución, es una noticia relevante, indicativa de que hay personas que, más allá de su ideología, mantienen convicciones democráticas y que las exhiben sin complejos. Desgraciadamente, estamos más acostumbrados a manifestaciones chulescas y autoritarias, como las protagonizadas por el alcalde de Cullera, que a expresiones democráticas. Por eso es importante subrayar que personas como Ricard Bellveser o Ramón de Soto, decidieron apoyar sendas propuestas en defensa de las industrias culturales y de la enseñanza del valenciano. Lo hicieron contra la opinión oficial y mayoritaria de los electos a propuesta del PP. Y eso, que no debería ser noticia, lo es por infrecuente. Especialmente en la Comunidad Valenciana donde la independencia es un valor muy, muy escaso.

La pesadilla

Por: Josep Torrent | 19 abr 2014

La gestión del PP empieza a convertirse en una auténtica pesadilla para los valencianos. ¿Exagero? Es probable; pero no hay semana en la que no nos desayunemos con alguna de sus calamidades.  Durante mucho tiempo fuimos descubriendo con horror y espanto hasta qué punto el expresidente Francisco Camps y sus megalomanías habían arruinado las finanzas autonómicas y destrozado la poca o mucha autoestima de la Comunidad Valenciana, convertida en icono de la corrupción española por más que no fuera la única ni la mayor en latrocinios.

CiscarFabra

La llegada de Alberto Fabra a la presidencia hizo pensar que una nueva etapa se había instalado en la Generalitat. Nos equivocamos. Ahora ya sabemos que estamos ante un presidente lampedusiano que apuesta por cambiar alguna cosa para que todo siga igual. El Gobierno valenciano ha regalado más de 14 millones y medio de euros a unos supuestos empresarios que, supuestamente, se encargaban de organizar la Fórmula 1 en el circuito urbano de Valencia. Así, cualquiera es empresario. No arriesgas un euro y, si hay pérdidas, que las paguen los contribuyentes. ¿Será eso la cultura del esfuerzo? No creo. Con nuestro dinero pagamos las pérdidas de los querendones del PP y Fabra, y Ciscar, destruyen lo que sí hemos pagado con nuestro dinero: Canal 9, por ejemplo. Ahora quieren sembrar de sal los estudios de Burjassot para que no quede memoria de uno de los mayores desatinos cometidos por gobierno alguno. Y para mayor vergüenza pagarán los despidos de 1.700 trabajadores con las ayudas destinadas a la economía productiva. Difícilmente se encontrará mejor imagen de cómo gestiona el PP la economía. Echa a la calle a cerca de dos mil empleados de una empresa pública y paga sus indemnizaciones con el dinero destinado a la creación de empleo. Y el tripartito es la hidra de las siete cabezas para estos genios que, dicen, son los únicos capaces de acabar con la crisis económica. Para cuándo el despertar de esta pesadilla.

Foto: José Ciscar y Alberto Fabra en sus escaños en las Cortes Valencianas. Detrás de ellos Rafael Maluenda, Ricardo Costa y Jorge Bellver / JOSÉ JORDÁN 

Un presidente desinformado

Por: Josep Torrent | 07 abr 2014

Los últimos datos del paro (bienvenidos sean) y la visita de Mariano Rajoy ha dado algo de aire a los populares en la Comunidad Valenciana que languidecen en las Cortes Valencianas a la espera de que las urnas les marquen el camino a seguir. Mientras esperan la sentencia, las sesiones de control al presidente se han convertido en un diálogo de besugos en los que la oposición pregunta por la corrupción, por ejemplo, y la respuesta es: “¡sardinas traigo!”. Este erial parlamentario es el escenario donde los actores repiten latiguillos, frases hechas o cuentos para embaucar a niños. En la última sesión de control, los socialistas estaban crecidos con el informe de la Agencia Tributaria sobre la financiación ilegal del PP y al presidente Fabra echó mano del “y tu más”. “Yo no he sido condenado por financiación ilegal y el PSOE sí, muchas veces”, dijo Fabra. Pues no. El PSOE, aunque así conste en las leyendas políticas, nunca fue condenado por financiación ilegal. Lo fueron dos militantes del PSC, pero no el PSOE.

Otra leyenda que el presidente valenciano gusta de relatar cada vez que puede, tiene que ver con la financiación autonómica, auténtico dogal para las cuentas públicas y para la recuperación económica. Fabra siempre acaba por echar las culpas a los socialistas, responsables del actual modelo. ¿Es eso correcto? Sí y no. La verdad del cuento es que gobernando Rodríguez Zapatero se aprobó el actual modelo de financiación que, aún siendo muy perjudicial para los intereses de los valencianos, es un poco menos malo que el aprobado anteriormente por el Ejecutivo de José María Aznar e inspirado -¡quién lo diría!- por el expresidente de la Generalitat valenciana, Eduardo Zaplana. El PP nunca votó contra el modelo socialista, se abstuvo. Para más información el exconsejero de Hacienda Gerardo Camps.

  ¿Nos merecemos los valencianos un presidente que no nos mienta? Por descontado. Pero no creo que Alberto Fabra sea un mentiroso, sencillamente está desinformado. Si no, no recurriría a argumentos tan chapuceros y tan fácilmente desmontables.

Una buena noticia y otras no tanto

Por: Josep Torrent | 01 mar 2014

Una buena noticia. La agencia de calificación Moody’s ha mejorado la nota de la deuda de la Comunidad Valenciana que es algo más fiable para los mercados. Este cambio positivo, dice Moody’s, tiene poco o nada que ver con la gestión del Consell. La agencia justifica el cambio por la mejora de las variables macroeconómicas de España. Pero no es razonable cargar únicamente contra el Gobierno valenciano cuando las cosas van mal y regatearle todos los méritos si algo va bien.

Una mala noticia. Euroestat ha difundido los datos del PIB per cápita de las regiones de la Unión Europea correspondientes a 2011. La Comunidad Valenciana es la séptima más pobre de España a 15 puntos de la media europea y a 11 de la española. Los datos negativos se acumulan: Deuda disparada, renta per cápita por debajo de la media, índice de paro por encima, crece la desigualdad…

Mientras tanto, el Consell sigue tocando violón con las señas de identidad. Seguro que esas encuestas que pagan todos los ciudadanos y cuyos datos solo conocen unos pocos dicen que los valencianos no quieren ser catalanes en una proporción muy similar a la de los mejicanos, colombianos o argentinos que se niegan a ser españoles. En esas anda  Alberto Fabra y sus consejeros. Del paro se habla poco o no se habla. Y de la corrupción, de la que sí se habla, según a quien afecte se dice una cosa o la contraria. El Ejecutivo de Fabra cada día se parece más al camarote de los hermanos Marx.

Delirante, ridículo, extravagante

Por: Josep Torrent | 14 feb 2014

Camps

Francisco Camps en el Saló de Corts de Presidencia de la Generalitat/ Carles Francesc

El profesor de la Facultad de Derecho de la Universitat de València, Andrés Boix, ha calificado de “delirante, ridículo y extravagante” el dictamen del Consell Jurídic Consultiu (CJC) sobre la definición de valenciano que recoge el Diccionari Normatiu Valencià que, tras 12 años de trabajo, ha dado a conocer la Acadèmia Valenciana de la Llengua. ¿Exagera el profesor? En absoluto. Si alguien se toma la molestia de leer sus reflexiones,  hallará irónicas reflexiones sobre un dictamen que en el mejor de los casos es confuso, difuso y abstruso; pero en ningún caso jurídico. La consejería de Educación, por órdenes superiores, se encomendó al Consell Jurídic en un vano intento de encontrar algo de sensatez. Pero este organismo hace tiempo que renegó de su independencia. Su sometimiento a los dicterios del expresidente Francisco Camps han llegado a ser tan escandalosos que su antigua sede, en la calle Pascual y Genís de Valencia, fue el escenario donde amigos (entre ellos el presidente del CJC y la actual delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León) y familiares de Camps brindaron por su exculpación en el conocido caso de los trajes que le había costado el cargo. Brindaron el día antes de que se conociera el fallo del jurado. Alguien ya se lo había contado, violentado todas las normas jurídicas habidas y por haber, cosa que no pareció importar demasiado a quienes ahora se muestran tan estrictos, reduccionistas y excluyentes a la hora de analizar el Estatut y la Acadèmia. Pero qué se puede esperar de quien desde antes de dejar la Presidencia de la Generalitat ya se comportaba de forma delirante, ridícula y extravagante. Y qué se puede esperar de sus amigos.

Por si tienen interés en el texto de Andrés Boix, pasen y lean http://blogs.elpais.com/no-se-trata-de-hacer-leer/2014/02/el-consell-bananer-consultiu-valenciano-y-sus-extravagancias.html

La memoria presidencial

Por: Josep Torrent | 08 feb 2014

La memoria de algunos presidentes de la Generalitat es selectiva. Como la de la mayoría de los humanos, cabe decir. Pero en el caso de los políticos la capacidad de olvido para según qué cosas resulta ser extremadamente sospechosa. Hemos conocido el contenido de las declaraciones del expresidente Francisco Camps sobre los contratos que su administración había firmado con el yerno del Rey, Iñaki Urdangarin. Camps apenas recordaba nada. De las 64 preguntas que le planteó el juez Castro contestó “no” o “no lo recuerdo” a 41. Su amnesia era total. Aquellos contratos eran cosa de funcionarios y de los servicios jurídicos a los que dejaba “libertad absoluta” para decidir. Tal desinterés por los actos de su Gobierno contrasta con la atención que prestaba a la organización de los actos de su partido. En su declaración ante el juez José Flors en 2009, el expresidente aseguró que siempre le gustaba “supervisar el ingenio, la innovación, los atriles, la iluminación, para dar un ritmo de modernidad a lo que eran actos de partido”. La conclusión es obvia: a Camps le interesaba mucho su partido, el PP; pero no tanto lo que ocurría en su Gobierno. Al fin y al cabo, el dinero que iba a parar al bolsillo de Urdangarin no era suyo, pagaban otros. Pagábamos los valencianos.

Los mismos que, creyentes o no, pagaron el indecente despilfarro que las instituciones hicieron durante la visita del Papa a Valencia para presidir el V Encuentro Mundial de las familias. 2.65 millones costó la instalación de 7.000 urinarios y 3,5 la compra de 390.000 mochilas. Un despropósito que, en su momento, solo escandalizó a unos pocos que, rápidamente, fueron tachados de antivalencianos y que hoy es una piedra de escándalo más en la ya cargada mochila del PP de la Comunidad Valenciana. Seguramente, Camps tampoco supo nada de lo que pasaba ante sus propias narices. Y si lo supo entonces, seguro que hoy lo ha olvidado. ¡Esa memoria!

Un cacique en la plaza de toros

Por: Josep Torrent | 18 ene 2014

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Carlos Fabra en la plaza de tors de Castellón. Foto Àngel Sánchez

 

La Diputación de Castellón, cuando Carlos Fabra la señoreaba, organizaba una corrida de la Beneficencia con el misericordioso objetivo de recaudar fondos para los más necesitados. La iniciativa no dejaba de ser una casposa manera de practicar la caridad tal como la entienden algunos sectores sociales, pero quién podía estar en contra. Pues hubo quien. Ximo Puig, ahora líder de los socialistas y entonces portavoz de su partido en la corporación provincial, denunció el sinsentido de gastarse 170.000 euros en una corrida de toros para recaudar apenas 68.000. Propuso que se dieran los 170.000 euros a la beneficencia y devolvió las entradas del festejo que tenía que abonar el Ayuntamiento de Morella. Carlos Fabra le ‘castigó’ retirándoles los fondos que le correspondían a la capital de Els Ports. Para escarmentar a Puig, fastidió a todos los vecinos de Morella.

Los morellanos le deben muy poco a Carlos Fabra. Durante años sufrieron una persecución política por votar libre y democráticamente a un alcalde socialista. Un desplante insoportable para un cacique capaz de plantarse con pose torera en el centro de la plaza de Castellón, como si fuera el mismísimo Cúchares. Pero en Fabra había mucho de artificio y escasa valentía. Poderoso con los débiles y débil con los poderosos. No hay más que recordar la adulación con la que trataba a la familia de José María Aznar cuando veraneaba en Oropesa y el acoso, teñido de rencor, al que sometía a sus adversarios políticos en la oposición.

Fabra ha vuelto a chocar con la Justicia que lo ha vuelto a imputar. El despotismo con el que trataba a los municipios que no comulgaban con sus ruedas de molino, devolviendo las entradas de la corrida de toros y negándose a pagarlas, se ha vuelto en su contra. La práctica de suprimirles subvenciones públicas puede ser constitutiva de un delito de prevaricación y deberá responder por ello ante los tribunales. Pero, con independencia de lo que decidan los jueces, es un escándalo que el cacique de Castellón se organizara un festejo taurino para su mayor gloria a costa de los más necesitados.

 

 

El cielo sobre nuestras cabezas

Por: Josep Torrent | 28 dic 2013

El cielo, pese a lo que se temían los protagonistas de Astérix y Obelix, no se ha desplomado sobre nuestras cabezas en este aciago 2013, pero si un pedazo de trencadís de esa faraónica obra que encargara el Consell valenciano del PP a Santiago Calatrava en sus tiempos de vino y rosas. El insigne arquitecto empieza ya a ser más famoso por las demandas que le interponen los clientes para los que trabaja que por sus edificios. A Calatrava, que primero se alineó con las filas socialistas para mudarse a las del PP en cuanto vio el color del dinero, le han llevado a los tribunales en Venecia, Bilbao, Oviedo, La Rioja y Nueva York, que se sepa.  Y ahora le amenaza la Generalitat que tan graciosamente pagó todas sus ocurrencias.

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Se cae a cachos el Palau de les Arts, pese a que ha costado un ojo de la cara. Se cae como si fuera una metáfora de la Comunidad Valenciana que, perdida la fachada de trencadís que disimulaba la mala calidad de los materiales con que estaba hecha y la pésima profesionalidad de quienes la construyeron, se nos presenta ahora en toda su artificiosidad. Detrás de la máscara nunca hubo otra cosa que humo y ruido. Se nos dijo a los valencianos que íbamos a ser la vanguardia de la modernidad y la envidia de las naciones y en qué hemos quedado.  Hasta en la Agenda de la Fábrica de Moneda y Timbre, se recoge una pintada en la que se lee: “La corrupción, como la paella, en ningún sitio se hace como en Valencia”.

No es verdad que en la Comunidad Valenciana se guise mejor la corrupción. Hay otros sitios, por ahí, como a 350 kilómetros al oeste de Valencia, donde se cocina mejor en cantidad y en calidad. Pero en política la percepción es más importante que la realidad. En este 2013 que rematamos como podemos, se nos cae a trozos el Palau de les Arts; pero tenemos la sensación de que lo que realmente ha caído sobre nuestras cabezas es el universo estrellado. Eso sí, con diseño de Santiago Calatrava.

 

Santiago Calatrava durante una de sus visitas a la Ciudad de las Artes en Valencia. Foto. Carles Francesc

Otra moción que apesta

Por: Josep Torrent | 20 dic 2013

Pepa Ferrando
¿Por qué será que la mayor parte de las mociones de censura que se presentan en los ayuntamientos apestan?  ¿Por qué será que los concejales de los grupos minoritarios (por no hablar de los tránsfugas) que apoyan la remoción de alcaldías nunca exigen gestionar áreas como educación, cultura, servicios sociales o deportes? ¿Por qué será que siempre, siempre -salvo las excepciones de rigor- los ediles que dicen sacrificarse por la gobernabilidad de sus municipios reclaman para si la gestión de urbanismo o infraestructuras? ¿Casualidad? No parece. Hubo un tiempo en que el área más codiciada por los partidos minoritarios, necesarios para conformar mayorías estables, era la concejalía de Hacienda. La razón: quien maneja el presupuesto, maneja el poder.  Cristóbal Montoro, como todos los ministros y consejeros de Hacienda,  sabe mucho de esto.

Pero no en los ayuntamientos. Especialmente los que se encuentran en la franja litoral donde la ordenación urbana ha sido una mina de ingresos y de corrupción. Que los concejales del Centro Liberal Renovador de Orihuela, que no son centristas, ni liberales, ni renovadores, hayan reclamado la gestión de las áreas de urbanismo, infraestructuras y costas para apoyar la moción de censura del PP no es casualidad. Como tampoco lo es que rechacen la gestión directa de la recogida de basuras y liciten el servicio. Obedece a una lógica política indecente que  viene practicándose en la Comunidad Valenciana desde hace muchos lustros. Política a la que no es ajeno el Partido Popular, capaz de lo peor con tal de recuperar la alcaldía de la capital de La Vega Baja, donde toda corrupción ha tenido su asiento.

Algo huele a podrido en Orihuela. Y no solo son las basuras. Alberto Fabra y Serafín Castellano sabrán lo que se hacen.

Foto: Pepa Ferrando, candidata del PP a la alcaldía de Orihuela. / David Rodríguez

Sobre el autor

Josep Torrent

es periodista, delegado de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Casado, con una hija y un nieto. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Valencia y Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Sobre el blog

La Comunidad Valenciana no es solo corrupción, ni tampoco fallas, sol, playa y paella, aunque el tópico la reduzca a eso. Este blog hablará de los tópicos, como no puede ser de otra manera. Pero también aspira a contar otras cosas.

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