Mañana es el día del trabajo y me parecía de recibo reivindicar un derecho básico: ser feliz en el trabajo. Muchas son las personas que sienten tristeza el domingo por la tarde y expresan comentarios del tipo “qué rápido se me ha pasado el fin de semana, si es que lo bueno no dura nada”, “menuda lata otra vez toda la semana trabajando”, “estoy agobiadísimo con mi jefe, es inhumano, en cuanto pueda cambio de trabajo”. Es cierto que no tenerlo estresa más, pero mejorar la calidad de vida desde el punto psicológico del trabajador, sería un beneficio enorme para la persona y también para la empresa.
Cuando le preguntas a profesionales brillantes, del ámbito laboral que sea, fontaneros, abogados, médicos, costureros, enfermeros, te dirán que lograron ser buenos en lo suyo gracias a la pasión. Un ingrediente básico para disfrutar de lo que hacemos es sentir, estar apasionado. Los que asisten a mis conferencias me preguntan en ocasiones que cómo podemos saber qué nos apasiona. Y es que el peso de la responsabilidad y de la madurez nos transforman en personas serias, perdemos de vista las aficiones que teníamos de niños y nos sentimos maduros dedicando horas y horas a nuestras responsabilidades. ¿A qué podrías dedicarle todo el tiempo del mundo?, cuando tienes tiempo libre, ¿en qué te gusta invertirlo?, ¿hay alguna manera de combinar, aplicar y dedicarte profesionalmente a tu pasión o afición? Es muy complicado dedicarle ilusión, estar motivado e invertir tiempo en pensar en algo que no te gusta o que te deja indiferente.
El autor de la teoría de flujo, Csikszentmihalyi, concluyó que las personas somos plenamente eficaces cuando conseguimos el estado de flow durante la tarea que ejecutamos. Cuando te dedicas a algo que disfrutas, puedes llegar a experimentar esta sensación de “fluir” en la que todo sale rodado, en la que tienes atención plena y te sientes totalmente absorto en lo que haces. Te olvidas de las horas que llevas trabajando, del cansancio y no recuerdas si tienes hambre, porque tu nivel de concentración es máximo gracias a tu capacidad de disfrute. Esta sensación se relaciona con la mejora del rendimiento. Cuando fluyes elevas tu nivel de eficacia y eficiencia. Y fluir está estrechamente relacionado con divertirse y disfrutar de lo que haces.
Durante una experiencia de flow, el trabajador tiene la sensación de control, concentración, pierde la noción del tiempo y siente que todo sale fluye. Desaparecen los pensamientos negativos y son sustituidos por ideas que contribuyen al buen desarrollo del trabajo. Simplemente está en lo que está. Es muy difícil conseguir este estado de plenitud y de disfrute cuando te dedicas a una labor que no te gusta, que elegiste más por la conveniencia y las salidas y no por tu pasión por ella.
¿Dónde vas? ¡A jugar!
Siendo adultos nos encantaría poder pronunciar esta frase cada día. Así sería más divertido y fácil ir a trabajar. Todo aquello que se aprende jugando, se entiende, retiene y reproduce mejor. El juego nos permite participar en el desarrollo de un proyecto, elaborar ideas sin la presión de ser juzgado, ¡porque estás jugando! Cometer errores es más sencillo cuando uno juega, te conviertes en alguien más atrevido y creativo. Jugar facilita el aprendizaje creando un ambiente distendido, divertido y relajado. Tenemos infravalorado el juego y la diversión porque los asociamos a la conducta irresponsable y poco seria. Pero lo cierto es que las personas que disfrutan, juegan y se divierten en su trabajo, no están continuamente comprobando la hora de salida para marcharse corriendo a casa.
Tomarse parte del trabajo como un juego es hablar de retos, misterios que resolver, sana competitividad, idear, estrategia, querer ganar. El juego ha educado en valores desde la infancia. Pero a muchos empresarios la idea de pagar un salario por jugar y divertirse les parece mal. ¡Vienes a trabajar, esfuérzate y cumple, que para eso te pago! Eso es lo que yo llamo tirarse piedras contra el propio tejado. Debe ser que en Google pierden el tiempo y el dinero facilitando a sus trabajadores un ambiente lúdico en el que desarrollar ideas, que por cierto hasta ahora han sido bastante brillantes.
Ya sé que muchas personas no tienen la posibilidad de poner en práctica este disfrute. No pasa nada, siempre hay formas de cambiar el entorno.
1. Si no te gusta lo que haces, empieza a dedicar algo de tiempo a la formación de algo que sí te apasione. Poco a poco podrás ir preparándote para dar el salto. Las personas tenemos responsabilidades como la hipoteca, los hijos y otros temas que nos atan. No podemos pensar que ancha es Castilla y que a partir de ahora solo vamos a jugar, sería algo irresponsable. Pero sí podemos tratar de compaginar durante un tiempo el trabajo actual y una nueva formación o ir cogiendo experiencia en otra actividad.
2. Si no hubiera posibilidad alguna de poder cambiar de trabajo, busquemos la fórmula para convertir en algo más atractivo lo que ahora tienes. Trata de trabajar tu creatividad para salir de una zona confortable en la que ahora no estás a gusto.
3. Otras veces será muy complicado conseguirlo. Debemos aceptar que pasamos por momentos en nuestra vida en los que nos es difícil elegir. En estas situaciones no queda otra que aceptar lo que no depende de nosotros e invertir nuestro tiempo libre en enriquecernos y contemplar este trabajo o esta etapa de la vida como un trámite, algo pasajero que nos permite en este momento vivir. Aprovecha tu tiempo fuera del trabajo para realizar todo aquello que te place. Y que de alguna manera el trabajo sea el medio para poder ser feliz en otros momentos.
4. Como líder, permite que tus trabajadores sean unos “disfrutones” del trabajo. Ten complicidad con ellos, fórmate para tener un liderazgo positivo, orientado a las personas, a sus necesidades. La empatía y la buena comunicación mueven más que un grito.
5. Si eres empresario, ¿a qué esperas para cambiar el chip? Sal de tu zona confortable, lee, investiga la relación entre trabajo, eficacia y diversión. Y no tengas miedo, la gente que está a gusto contigo no “se desmadra” si les permites disfrutar de lo que hacen. Y si alguno no es capaz de comprender los límites, tendrás que hablar con él. Pero no cambies la metodología de trabajo por un trabajador que no se adapta a las reglas. Porque este también burlará el autoritarismo.
“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”, Confucio.