PlenaMente

24 dic 2016

Especímenes de Navidad y cómo aprender a lidiar con ellos

Por: Patricia Ramírez

Especímenes navidad
Ojo, hoy es Navidad. Momento maravilloso pero también conflictivo. Cuñados, suegras, hermanos con los que no algunos no se hablan, amigos que insisten en que te hartes de copas con ellos al medio día porque “un día es un día”. El charlatán, el que solo habla de lo maravilloso que es él, el que siempre tiene un tema conflictivo del que hablar, el gracioso, el borracho, el que se calla todo por evitar el conflicto o el familiar manipulador que apela a las emociones de tu madre para que acudas a una cena que no te apetece en absoluto. Las cenas y comidas de Navidad dan para ver un amplio espectro de especímenes navideños. 

Veamos cómo manejarlos:

Yo, yo, yo y nadie como yo. Siempre hay un familiar de turno, al que no ves en todo el año y al que suele sonreírle la vida y si no le sonríe, ya la adorno él para presentarse como el hombre exitoso. Como no le basta con su suerte, tiene que hacer partícipes a todos de lo bien que le va, de sus ascensos, del nuevo coche que tienen en mente comprarse y todo lo suele airear sin un ánimo de humildad. Muchas veces, este espécimen, medio arrogante, medio insensible, medio maleducado, medio chulo, no se da cuenta de que a otros la vida no les sonríe de la misma manera, que no encuentran empleo, que sufren ansiedad o que se están separando. Ellos, que necesitan mostrar al mundo su prepotencia, son insensibles a los demás, a los que contemplan como mediocres y fracasados. Y la mayoría de las veces suelen soltar alguna estupidez del tipo “pues yo creo que quien se mueve, encuentra trabajo, aquí lo que vale es la actitud”. Y el pobre de turno que lleva una racha negativa de mil pares de narices tiene que tragarse el orgullo y la dignidad.

Consejo: No trate de razonar con quien no desea oír tus argumentos Lo mejor es dejar que acabe su verborrea o directamente dirigir tu mirada y cara a otros que tengan otro tema de conversación. No le elogies, es lo que está buscando, porque se pondrá más gordo que el pavo de Navidad.

El manipulador: “Anda hombre, qué te cuesta, hazlo por mamá”. Quiere a toda costa que la familia esté unida, porque eso le hace sentir bien a él y algunos más. Sus sentimientos y calidad de vida de esa cena o comida están por encima de quien no desea compartir la noche. Te hará muchos comentarios con el fin de que te apiades de los pobrecitos que se quedarán sin disfrutar de tu presencia o del qué dirán los yernos y nueras porque no estés en el encuentro familiar.

Consejo: Si de verdad has decidido, por tus motivos personales, no asistir a esta cena o comida, utiliza la técnica del disco rayado. Consiste en repetir tu negativa una vez tras otra, con el mismo tono de voz. No argumentes, no trates de convencer, porque seguro que tendrá un contraargumento para manipularte.

El victimista. “Y la pena que me da que…”. Siempre tiene una lamentación. O falta alguien que trabaja en la Conchinchina y no ha podido venir, o al hijo o la hija le toca en casa de sus consuegros. Siempre tiene una queja. En lugar de centrarse en los que sí están y disfrutar de ellos, su foco está en lo que le falta.

Consejo: No le hagas críticas del tipo “de verdad mamá, siempre tienes una queja”, ni tampoco le des la razón. No prestes atención a la queja, porque con ello refuerzas su conducta victimista. Pídele que disfrute del momento, que los que estáis ahí queréis pasarlo bien.

El imprudente. Este es muy peligroso cuando se bebe dos copas...y a veces hasta sin ellas. Delante de sus suegros es capaz de contar lo más íntimo de sus hijos, desde la que tiene novio hasta las habilidades de tigresa que tiene su mujer en la cama cuando la pone a cien. No tiene filtros y deja en evidencia a todo el que se tercie. Para él es muy gracioso tener esa confidencia y transparencia con la que poder hablar de todo, pero no repara en preguntar si para los demás también lo es. La familia suele sentir vergüenza ajena en estos momentos.

Consejo: Pídele directa y amablemente que por favor no siga hablando de un tema que pueda incomodarte o que creas que puede desencadenar en algo embarazoso. En cuanto antes lo cortes, mejor. No esperes “a ver por dónde sale” porque puede que lo pares tarde. Sé contundente, no agresivo, pero sí contundente: “ese tema es incómodo para mí, por favor no lo saques”. Incluso, si prevés que pueda ocurrir, avisa antes de llegar al lugar de la cena, pídele que no hable de según qué temas.

El oportunista. Deja para el momento, el de más tranquilidad, el tema que no tiene valentía de sacar en otra ocasión. “Ahora que los pillo a todos de buenas voy a soltar el bombazo”, así se siente protegido por el grupo y sabe que es más complicado que le contradigan, que se enfade alguien o cualquier otra consecuencia.

Consejo: Dile que hablarás con él del tema en otro momento, sin enfadarte, sin hacer juicios de valor.

El mudito. Siempre hay alguien que no tiene química con la familia, que se siente fuera de lugar, que no comparte los temas de conversación y que está deseando que de la hora para salir corriendo a un lugar seguro.

Consejo: sería genial poder incluirlo en el grupo y que se sintiera parte del mismo. Igual puedes hacerle más agradable el momento sacando algún tema del que se sienta cómodo hablando.

El conflictivo por naturaleza. Tiene que generar polémica porque sin ella no está en su salsa. Le encanta picar, sacar temas incómodos y chincha a quien es vulnerable. Le gusta ver perder los papeles a los demás. Y lo peor de todo es que suele rematar su faena con comentarios del tipo “pero no te piques que es Navidad, si estamos en familia, hay que aprender a hablar de todo”. Que es para mandarlo a tomar viento directamente. Les da por la religión, el fútbol, la política y todo tipo de temas que generen controversia.

Consejo: ignora. No te sacará de tus casillas si piensas que lo que dice no va contigo, que está tratando de jugar pero que tú has decidido no participar. Di para tus adentros “este juego no es mi juego” y trata de engancharte a otra conversación.

Hala, Feliz Navidad, en paz y harmonía (sí, también es correcto escribir armonía con H).

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Sobre el blog

“Las personas felices lo son, no porque tengan más que los demás, sino porque centran su atención en lo importante”. La visión que tenemos del mundo, de nuestro entorno, condiciona nuestro bienestar y con ello la implicación, el compromiso y la actitud que tenemos con nosotros y con los demás. Hay personas que esperan el momento perfecto para dar un paso. Pero el momento perfecto está tan solicitado, que el día que aparezca, habrá que repartirlo entre demasiados. Con este blog te invito a entrenar tus emociones, tus pensamientos y tu actitud. Te invito a responsabilizarte de lo que ocurre alrededor para que no condicione tus decisiones. Tenemos un derecho maravilloso que es elegir. Elige tu modo de conducta, elige lo que quieras ser, elige cómo quieres vivir y sentir.

Sobre el autor

Patricia Ramírez

Licenciada en Psicología, Máster en psicología clínica y de la salud y doctorada en el Departamento de personalidad, evaluación y tratamiento psicológico de la Universidad de Granada, Patricia Ramírez es experta en psicología deportiva (campo en el que ha asesorado a equipos de fútbol como el Real Betis, el RCD Mallorca o el CB Granada) y trabajo en equipo. Colabora en varios medios de comunicación (TVE, El País semanal, Marca…).

Es autora de Así lideras, así compites (Conecta, 2015), ¿Por qué ellos sueñan con ser futbolistas y ellas princesas? (Espasa, 2014), Autoayúdate (Espasa, 2013), Entrénate para la vida (Espasa, 2012), Gestión y Control del Estrés, con Zoraida Rodríguez Vílchez (Conzepto, 2008).

http://www.patriciaramirezloeffler.com/

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