No buscamos ser perfectos, buscamos poder responsabilizarnos de nuestras obligaciones. Nos han educado e inculcado en temer que dar siempre nuestra mejor versión y dar todo lo que llevamos. Con que esté bien no es suficiente. Tiene que estar perfecto. El perfeccionismo, lejos de ser una virtud, puede ser una desgracia. Nos somete a la crítica personal constante y a la insatisfacción porque nunca encontramos que lo que hacemos y cómo lo hacemos esté lo suficientemente bien como para sentirnos satisfechos.
El camino a la perfección es el camino al calvario. Hoy en día, que se ha puesto tan de moda la palabra excelencia, todo el mundo trata de llegar a ella. La excelencia es tendencia. Ser excelente es ser superior y en muchas ocasiones conlleva un coste emocional, personal y profesional muy elevado. ¿Nos hemos parado a pensar la factura que nos está pasando este tipo de exigencias con nuestros hijos o con nosotros mismos? Todos son carne de cañón de futuras consultas psicológicas. Personas con baja autoestima, que no se quieren, que se critican, que se desprecian porque creen que no son los suficientemente buenos, que lo que hacen no está a la altura del trabajo y de la calidad de otros y que se pasan comparándose toda la vida y buscando cómo ser mejores. ¿Para qué? Para vivir agobiados, estresados, adictos al trabajo con tal de competir y superarnos cada día y mientras, la vida pasa, con sus imperfecciones.
Si te sientes identificado con esta descripción… ¡ojo si presentas alguno de estos síntomas! Es el momento del cambio.
1.Te criticas y te tratas mal cuando el resultado de lo que haces no es lo perfecto que te gustaría. Te hablas haciéndote sentir culpable, sin compasión, como si no merecieras un trato de respeto.
2.Piensas en términos dicotómicos, o está perfecto o está desastroso, no hay un término medio.
3.El elogio de otra persona te parece un cumplido que no terminas de creer. Piensas que elogiar es una forma de quedar bien pero no un reconocimiento sincero a tu trabajo.
4.Crees que los demás son mejores que tú, más inteligentes, más habilidad osos, más capaces, más perseverantes, más graciosos, más todo.
5.Pierdes tiempo de tanto revisar lo que haces para que al final nadie aprecie esa inversión de tiempo en el detalle final. Dejas de atender otros temas, te desorganizas y retrasas tareas por prestarle tiempo de más a lo que tiene que salir perfecto.
6.Tu nivel de autoestima está por los suelos. La valoración que tienes de ti es negativa y hace que sientas inseguro y débil.
7.Lo que te sale genial no lo aprecias o simplemente le das el trato de “es que así es como tendría que hacerlo todo”. Dejas de valorarlo porque crees que es tu obligación.
8.Te sientes frustrado continuamente. Inviertes mucho para, según tu criterio, recoger poco éxito.
9.Necesitas el reconocimiento de los demás a pesar de que no terminas de creerte lo bueno que dicen que eres.
10.Magnificas el error y lo conviertes en tu penitencia.
Tranquilo….no sufras. Puedes bajar tu nivel de exigencia y de perfeccionismo. No te aseguro bienestar a corto plazo. Ya sabes que cuando uno sale de la zona confortable se siente incómodo. Y sobre todo, respeto a este tema. El control, el trabajo duro, la exigencia, al final, consiguen que obtengamos éxito. Teenr que renunciar en parte a estos supuestos valores, hará que desconfíes. No te preocupes, cuando aprendes a trabajar a otro ritmo y con compasión, consigues fluir, divertirte y optimizar mucho tu trabajo. Seguirá siendo maravilloso.
Pon un horario a tu trabajo, no solo a la jornada laboral, sino a cada actividad. Calcula fríamente cuánto tendrías que dedicarle y limítate a ese horario. Si no acotas el tiempo, tu mente se dispersa, se entretiene con detalles que nadie va a valorar. Cumple por favor con el horario que te pongas.
Como está, está bien. Aprende esta frase y repítela como un mantra. Es cierto que todo lo que hacemos es susceptible de ser mejor. Pero si vives en esa dinámica, nunca, nada, estará bien.
Vete reforzando cada paso, cada avance de tu proyecto. Date ánimos verbales valorando los progresos. 2Esto es genial, me está quedando muy chulo, me gusta mi trabajo, qué gran idea he tenido respeto a esto”. Tu cerebro y tu trabajo necesitan ser elogiados. Solo así sabrán que van por el sendero correcto y tendrán ganas de seguir haciendo camino.
Sé tolerante con el error, forma parte de tu proyecto de vida. Te vas a equivocar cientos de cientos de veces. Cuanto antes aceptes que es lo normal, más sencillos será buscar soluciones.
Tu valor no depende de lo que demuestres a los demás en tus platos de cocina, en lo recogida que esté tu casa o en el informe que tienes que redactar. Tu valor está en tu calidad humana y como persona.
No necesitas demostrar nada a nadie. Los que te quieren te va a seguir queriendo igual, con tus aspectos brillantes y con tus momentos de bajón. No busques la aprobación, para ellos no la necesitas. Eres tú.
Trata de llevar una vida en equilibrio entre tu vida profesional, personal y social. Si metes todos los huevos en la misma cesta, tendrás mucho miedo a fallar en tu apuesta, date cuenta que solo tendrás esa.
No hagas más de lo que te piden. La empresa o tu trabajo no pueden dolerte más que a los propietarios. Y si sientas precedentes con el trabajo extra, con la idea de estar presente en la empresa, cuando quieras cumplir con tu horario, parecerá que fallas cuando llevas mucho tiempo dando de más. El compromiso no está en la cantidad de horas, sino en la eficacia y eficiencia.
"El perfeccionismo es la voz del opresor", Anne Lamott.
Hay 2 Comentarios
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Publicado por: wave executor | 15/08/2024 13:09:45
Lo has clavado, la guinda a menudo estropea el pastel. Si no "sufres" de ese inconformismo opresor es dificil de entender. Gracias por ponerle palabras.
Un saludo
Publicado por: La Bella Solera Co. | 23/06/2018 12:47:21