PlenaMente

04 feb 2017

¿Cansado de pensar de más, de darle vueltas a todo?

Por: Patricia Ramírez

10 Consejos para pensar menos
Hay gente sencilla a nivel cognitivo y otra más compleja. Hay gente que piensa mucho y otra que no da vueltas a las cosas. ¿Pensar mucho es negativo? Si hablamos en términos de sufrimiento, seguramente aumenta la probabilidad. Pensar mucho, refiriéndonos con ello a darle vueltas a las preocupaciones una y otra vez, rumiar, querer controlar, anticiparnos, predecir o buscar soluciones de forma descontrolada, puede hacerte dudar y genera ansiedad. Por el contrario, un pensamiento relajado, que acepta la incertidumbre, que fluye, permite vivir con más serenidad.

Los motivos de por qué algunas personas piensan de más pueden ser diversos:

-Sentirse inseguros. Estas personas tratan de que no se les escape valorar todos los peligros, las alternativas o las posibles soluciones. Quieren dar en el clavo y no fallar. Y como no siempre la solución es evidente, piensan, repiensan y vuelven a pensar. Le dan tantas vueltas a la toma de decisiones, que lo que en un principio les parecía bien termina por generar dudas.

-Querer tener el control absoluto. El control nos da seguridad, pero la vida tiene su parte de incertidumbre y de misterio. Muchas son las situaciones que se escapan a lo que podemos controlar. Y cuando empiezas a pensar en todo lo que te preocupa pero no depende de ti, puedes terminar dándole vueltas a la pescadilla que se muerde la cola pero sin encontrar soluciones.

-Tener un trastorno obsesivo. Te lleva a querer razonarlo todo de forma incontrolada, le das vueltas a la ideas una y otra vez, tratas de comprobarlo todo y en muchos casos, terminas realizando rituales (como ordenar de forma excesiva, tocar madera) que reducen momentáneamente la ansiedad de lo que te preocupa, pero que al rato vuelve a resurgir.

-El cerebro multitarea. La idea de que eres más eficaz cuando abarcas varios temas a la vez te lleva a tener la mente en varios temas pero a no estar atento y concentrado con ninguno.

Estos diez consejos pueden ayudarte a calmar la mente:

Anota lo que tengas pendiente de hacer. No abuses de tu memoria. Con ello obligas a tu cerebro a que esté pendiente de información que se puede perder y que de ser así, te ocasionaría un trastorno. Cando haces listas o anotas las cosas, te relajas sabiendo que ya no se te va a olvidar la información.

Distánciate. Como explica Russ Harris en su libro La trampa de la felicidad, existen preocupaciones de las que no podemos ocuparnos porque su solución no depende de nosotros en ese momento. Así que prestar atención a esas preocupaciones hará que solo se repitan más y nos hagan sufrir. Trata de no hablar con esas ideas, da las gracias a tu mente y lleva tu atención al momento presente. Con una sola vez que practiques este ejercicio no será suficiente para que puedas coger el hábito de distanciarte de tus ideas. Lo ideal es convertirlo en una filosofía de vida.

Haz ejercicio. Cuando la cabeza empiece a centrifugar, ponte la ropa de deporte y sal a correr, a caminar o baila dónde estés. El ejercicio calma la mente y permite pensar con más serenidad.

Medita diariamente. La meditación te ayudará a trabajar tu atención, a poder estar presente en lo que haces sin dejar que la tormenta de pensamientos se apodere de ti. Los pensamientos no podemos evitarlos, pero si podemos aprender a no prestarles la atención que demandan.

Aprende a decidir con un margen de error. No pasa nada. La mayoría de las veces te puedes equivocar y no pasa nada. Entiendo que no tengas ese margen de error si eres el responsable en la NASA de lanzar el próximo cohete al espacio. Pero la mayoría de los que se agobian con su pensamiento se pierden tomando decisiones hasta con la ropa que van a ponerse, si llaman a Fulanito o no lo llaman o si van a tal evento o no lo hacen. Suelen ser decisiones banales que de equivocarte no suponen un gran riesgo en tu vida.

Tú no eres tus pensamientos, tú eres tus acciones. Si los pensamientos te invaden, piensa que en gran parte permanecen en tu mente gracias al valor que les das. Te hacen dudar, te dicen que no vales, que fallarás, te hablan del “y si…”y tú los escuchas como si fueran verdades absolutas. Y entonces sufres, razonas, haces juicios de valor, te defiendes de ti mismo. Cuando tengas pensamientos de este tipo, obsérvalos, deja de hablar con ellos y piensa que no te definen, no dicen nada de ti.

Anota lo que te preocupa. Ten a mano una lista de preocupaciones, de tal manera que le puedas dedicar diez minutos al día para pensar en ello. Pero no más, diez minutos. Lo que no puedes permitir es dedicarle esos diez minutos mientras estás comiendo y disfrutando, trabajando, estando con amigos. Tú decides cuando pensar en tus preocupaciones y el tiempo que les vas a regalar.

Pide otro punto de vista. Es bueno contar con la perspectiva de otras personas, nos pueden dar consejos, abrir los ojos o flexibilizar y relativizar la preocupación.

Busca distracciones. Cualquier actividad que atrape tu atención puede ser un buen sustituto de la tormenta que te tiene ahora enganchado: un juego en el móvil, ordenar cajones, hacer el menú de la semana, escribir, leer, ver la tele, salir a pasear.

Estate en el presente. Una tarea a la vez. Aprende a trabajar, relacionarte y disfrutar de tu tiempo de ocio estando en el aquí y en el ahora. Conéctate con el momento, con la mente, el cuerpo y los sentidos.

Pensar es genial. Permite tener control, anticipar, planificar. Pensar es un lujo, pero decide cuándo y cuánto te va a hacer sufrir.

01 feb 2017

¡Cómo levantarse de la cama a la primera!

Por: Patricia Ramírez

Levantarte a la primera
Hay personas que se ponen hasta tres alarmas por la mañana a intervalos de cinco minutos. Y ni por esas. Les cuesta muchísimo dar el primer paso: incorporar el tronco, bajar las piernas de la cama, coger un minimísimo impulso, y despegar el trasero del colchón. Este ejercicio, a priori tan sencillo, suele ser de máxima dificultad para los que odian madrugar. En cambio hay otro grupo de personas, en los que me incluyo, que escuchan la alarma del teléfono y pegan un respingo, como si les tiraran con una cuerda de lo alto de la cabeza. Dan un bote, se incorporan y luego, reaccionan, ¡ah, estoy de pie! Reconozco que, en este reparto, pertenezco al grupo de los suertudos. No sufrir por levantarte de la cama tiene muchas ventajas: dejas de postergar y aprovechas adecuadamente el tiempo, te levantas con mejor humor y no conviertes la experiencia de lunes a viernes en una tortura. A los del grupo de levantarnos a la primera los denominaré grupo muelle, porque parezca que rebotamos de la cama. No nos rechifla madrugar y seguramente desearíamos retozar un ratito más, pero hemos convertido levantarnos a la primera en un hábito.

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28 ene 2017

Todos los días pasa algo bueno

Por: Patricia Ramírez

Capacidad de atención limitada
Igual no te has dado cuenta de ello, pero todos los días pasa algo bueno. La exigencia, el perfeccionismo, el filtro y la visión en túnel o la baja autoestima, pueden llevarnos a estar más centrados en lo que hacemos mal o en lo que nos desagrada del entorno. Como nuestra capacidad de atención es limitada y selectiva, no siempre estamos pendientes de lo que ocurre alrededor. Pero todos los días pasa algo bueno.

Tener un problema, por muy grave que sea, no debería limitar nuestra capacidad de disfrutar de muchas otras cosas que ocurren en paralelo. Cuando observas la sonrisa de las caras de los niños enfermos de gravedad, internados meses en un hospital, puedes comprobar que siguen disfrutando con un juguete nuevo o con una visita del jugador de fútbol al que adoran. Tienen esa habilidad para seguir disfrutando de lo que les rodea a pesar del momento durísimo por el que atraviesan.

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Sueño
Tradicionalmente nos han aconsejado que una solución para combatir los problemas de sueño era contar ovejas. Grave error. Lejos de ayudarte a quedarte dormido, te adelanto que te activará a nivel cognitivo y será peor el remedio que la enfermedad.

El ritmo de vida que llevamos actualmente a través del que funcionamos con el cerebro multitarea, el trabajo, la familia, los compromisos sociales, compaginar todo con nuestro tiempo y la vida personal, obliga a tener en la cabeza una agenda constante que nos dicta qué tenemos pendiente, cuáles son nuestros problemas, qué requiere organización de la casa, quién recoge hoy en el colegio a los niños, visitar a los padres, quedar con los amigos, la agenda laboral, las visitas con los médicos, la práctica del deporte porque es sano, hacer yoga, pilates y un sinfín de quehaceres más. Desconectar la hiperconectividad no es nada sencillo.

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21 ene 2017

Madres que no quieren

Por: Patricia Ramírez

Madre
Parece increíble, ¿verdad? Madres que no quieren como imaginamos que deberían querer a sus hijos. Tenemos idealizado el amor maternal simbolizado a través de la ternura, la servicialidad o la protección. Una madre que educa en valores, que trata de potenciarte y sacar lo mejor de ti, que te valora, te hace sonreír y te da ese abrazo de oso cuando más lo necesitas. Nos imaginamos a la buena madre como aquella que prioriza a sus hijos antes que a ella.

No exagero si digo que un porcentaje altísimo de mis pacientes, de los que sufren ansiedad, tristeza, culpa, envidia, inseguridad, miedos o dependencia emocional, han tenido madres tóxicas. Son muchos hijos e hijas de madres que les han fallado, que han sentido envidias de sus vidas y de sus éxitos, que han querido controlarles, que opinan y juzgan lo que sus hijos deciden, con quien se emparejan, o que esperan que sus hijos no las defraude. Les exigen comportarse de forma  ejemplar y les obligan a cuidar el qué dirán sin saber qué necesitan sus hijos de verdad para ser felices. Madres exigentes, agresivas, con poca empatía y manipuladoras (de estas hay muchísimas). Sí, señores, hay malas madres. También padres. Y también malos hijos. Pero hoy toca las madres.

La mayoría de los pacientes que he atendido sienten un gran desconcierto pensando que lo suyo es un caso único. Se sienten incluso culpables, “qué he hecho yo para que no me quieran como otras madres quieren a sus hijos”, “por qué me trató con desprecio, por qué me hacía sentir ridículo, por qué no atendía mis necesidades”. No hay respuesta y tampoco solución. Es difícil hablar ahora con quien te hizo daño. No suelen reconocerlo ni pedir perdón. Ellas tienen una visión completamente distinta de la situación. Aceptar que no fueron madres que dieron a sus hijos seguridad, que no potenciaron su autoestima, que no les dieron amor, sería asumir un fracaso vital. Nadie está preparado para eso.

Es difícil aceptar incluso comentar con otras personas que tienes una madre que no te quiere. Va contra natura. A la gente que ha tenido una madre abnegada y adorable le cuesta entender esta situación.

¿Por qué ocurre? Normalmente este tipo de madres, hoy en día, de poder elegirlo, no lo serían. Hace veinte, treinta años, era impensable que una mujer que se casaba no quisiera ser madre. Esa opción no entraba en los planes. Todavía cuesta entender hoy a muchas mentes inflexibles y poco respetuosas que hay mujeres que deciden tener una vida sin hijos, así que imagínate hace años.  Así que como antes no había elección, tener hijos formaba parte de tu camino, de tu plan de vida. Supieras o no, tuvieras instinto o no, fueras responsable, equilibrada o no lo fueras, tenías hijos. En estos casos, ambas partes, madres e hijos, terminan siendo víctimas de esta imposición: una mujer que no desea la maternidad y unos hijos que terminan siendo educados en un mundo hostil e inseguro, un mundo en el que van configurando una personalidad llena de traumas, dolor e inseguridades. Muchas de estas mujeres han llegado a verbalizar a sus hijos que de tener la oportunidad de volver atrás en el pasado, no los hubieran tenido. Este es uno de los comentarios más dañinos que un hijo puede escuchar. En realidad no es un comentario contra nadie, no es que no quiera tener ese hijo en concreto, es que no hubiera deseado ese estilo de vida. Pero cada vez que una madre verbaliza estas palabras, lapida a sus hijos  y les transmite que no son deseados, que vales tan poco en su vida que de no existir, ella podría tener una vida plena y feliz si no te tuviera. Incluso los culpabilizan de no haber podido ejercer su profesión, de no haberse podido separar de su marido porque se sentían responsables de la familia. Los culpabilizan por no haber podido viajar más, y por tener una vida sacrificada y dura.

Los hijos y sobre todo las hijas, que son sobre las que más recae la rabia de estas mujeres, suelen buscar de pequeños el amor a toda costa. Desean ser queridos y con ello despliegan todo su amor, quieren llamar la atención, obedecen, tratan de hacer todo lo posible para ser merecedores del amor de sus madres. Pero a esta entrega les sigue la humillación, la comparación, la exigencia, la anulación como personas y la crítica dura. Hay madres que incluso tratan de seducir y sentirse atractivas con los novios de sus hijas. Mujeres que desean seguir siendo jóvenes, que envidian en sus hijas la independencia y libertad de la que ahora disfrutan y a la que ellas se vieron obligadas a renunciar, mujeres que quieren ser sus hijas en lugar de ser una fuente de inspiración para ellas.

Ante estas situaciones, como hija, solo puedes poner distancia. Es difícil que tu madre cambie, muy difícil. Así que tendrás que elegir el tipo de relación que te permita reconstruirte y ser feliz, con ella o sin ella.

Debes poner límites al control, no permitirle que se inmiscuya en tu vida, no permitir que te critique ni haga juicios de valor de lo que haces, lo que sientes y las decisiones que tomas. Poner límites es una clave. Poner distancia física y emocional es la otra. Decide la frecuencia con la que hablarás con ella, los temas de conversación que tendrás y qué no le vas a permitir cuando esté contigo.

No temas al conflicto. Que sea tu madre no te obliga a amarla, tampoco has recibido el ejemplo de amor de ella. Trata de proteger tu autoestima, tu valía, esa vida que ahora estás construyendo. No has podido elegir a tu madre, pero sí puedes elegir el tipo de vida que deseas tener ahora con ella. Tú eres más importante que tu madre. No se trata de que la dejes de lado, ni que la trates mal, ni que le devuelvas el dolor recibido. Ni mucho menos. De hecho, cuanto más compasivo seas, mejor. Tampoco te vuelvas loco intentando entenderla. Hay cosas que no tienen comprensión. Si lo decides, acéptala. Pero no te permitas que te cause más dolor. Se trata de que protejas tus emociones.

No tienes culpa de nada. Los niños son fácilmente manipulables. Buscan el amor y la protección de sus padres a toda costa, pero no siempre lo obtienen. A muchos os puede parecer duro este artículo. Seguramente es porque hayas tenido una madre que te ha querido. Es difícil de comprender que haya otro tipo de madres. Pero te aseguro que las hay.

18 ene 2017

¿Perfeccionismo? No, gracias

Por: Patricia Ramírez

Cómo combatir el perfeccionismo
No buscamos ser perfectos, buscamos poder responsabilizarnos de nuestras obligaciones. Nos han educado e inculcado en temer que dar siempre nuestra mejor versión y dar todo lo que llevamos. Con que esté bien no es suficiente. Tiene que estar perfecto. El perfeccionismo, lejos de ser una virtud, puede ser una desgracia. Nos somete a la crítica personal constante y a la insatisfacción porque nunca encontramos que lo que hacemos y cómo lo hacemos esté lo suficientemente bien como para sentirnos satisfechos.

El camino a la perfección es el camino al calvario. Hoy en día, que se ha puesto tan de moda la palabra excelencia, todo el mundo trata de llegar a ella. La excelencia es tendencia. Ser excelente es ser superior y en muchas ocasiones conlleva un coste emocional, personal y profesional muy elevado. ¿Nos hemos parado a pensar la factura que nos está pasando este tipo de exigencias con nuestros hijos o con nosotros mismos? Todos son carne de cañón de futuras consultas psicológicas. Personas con baja autoestima, que no se quieren, que se critican, que se desprecian porque creen que no son los suficientemente buenos, que lo que hacen no está a la altura del trabajo y de la calidad de otros y que se pasan comparándose toda la vida y buscando cómo ser mejores. ¿Para qué? Para vivir agobiados, estresados, adictos al trabajo con tal de competir y superarnos cada día y mientras, la vida pasa, con sus imperfecciones.

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14 ene 2017

La persona que quiero ser

Por: Patricia Ramírez

La persona que deseo ser
Con muchos de mis pacientes, dada la distancia que nos separa, trabajo las sesiones a través de Skype. Antes de cada sesión me suelen llegar por correo la tareas que les pido realizar, fruto de las herramientas que en cada sesión trato de transmitirles. De cara al año 2017, muchos de ellos tenían la tarea de describir “la persona que deseo ser”, no solo para 2017, sino como proyecto de vida.

No es un ejercicio sencillo. Implica un autoconocimiento muy profundo. Implica saber y reconocer que la vida que estás llevando no es la que desearías llevar si pudieras elegir. Elegir, esa es la clave. Elegir la vida que deseas así como la forma de comportarse. Así que cuando me llega una respuesta genial, me siento pletórica de ver cómo alguien con el que llevo meses trabajando, es capaz de definir de una forma tan bonita, clara y basada en valores, aquello que desea ser. Lejos de querer algo material o alguna frivolidad, hay personas que tienen muy claro dónde está la felicidad y la serenidad. Y cuando tienes esto claro, empezar a trabajar para lograrlo es bastante más sencillo.

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11 ene 2017

Aprende a ser mentalmente más flexible

Por: Patricia Ramírez

Mentalmente más flexible
¿Quiénes son las personas inflexibles? Aquellas a las que les cuesta cambiar de planes y son reacios al cambio. Les afecta seriamente y lo demuestran a través del enfado y de la rabia. También son inflexibles las personas que no escuchan, que repiten una y otra vez un argumento sin darse cuenta de que existen otros puntos de vista. Las que rechazan todo lo que no se vea desde su prisma.

Una de las dificultades que presentan las relaciones personales es la inflexibilidad, la rigidez, la cabezonería, el no bajarse del burro y no saber ceder. Y si a la rigidez la acompañas de orgullo, puede costar días y días de silencio entre dos personas. Con estas personas es harto complicada la convivencia salvo que pienses exactamente igual que ellos. 

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07 ene 2017

Fuerza de voluntad, la medida del éxito

Por: Patricia Ramírez

Fuerza de voluntad
El principal motivo por el que solemos flaquear cuando no conseguimos un objetivo es el de la fuerza de voluntad. Es la responsable de nuestros éxitos y en su defecto, de la mayoría de nuestros abandonos. La ausencia de fuerza de voluntad te deja en mal lugar, te deja como vago, poco disciplinado y perezoso.

Para entrenar la fuerza de voluntad tenemos que asociar que, retrasar el impulso inmediato relacionado con el placer tiene que conllevar un premio, tiene que traerte algo positivo. Si no, ¿para qué tener fuerza de voluntad? Nuestro comportamiento se guía por contingencias, es decir, por lo que sigue a lo que hacemos. Si gritas, te castigan; si te conduces a más velocidad, te quitan puntos y pagas una multa; si estudias, sacas buenas notas. A todo lo que hacemos le sigue una respuesta. Es importante que nuestro cerebro aprenda la relación: espero, retraso, luego consigo premio.

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04 ene 2017

Todos merecemos un feliz y sereno año 2017

Por: Patricia Ramírez

No todo es controlable
Y de repente, entras en el año nuevo. Un año al que le pides doce deseos con cada una de las uvas, al que le brindas con cava esperando que te traiga lo mejor de lo mejor, y al que, de inicio, deseas sacarle todo el jugo.

Es el momento de la ilusión. Separados, recién casados, desempleados de larga duración, gente mayor que ve el final de sus vidas cerca, los nuevos licenciados buscando su oportunidad laboral o el máster con el que acreditarse, los que salen fuera a conocer mundo, madres que se despiden de sus hijos y se quedan con el síndrome del nido vacío, los que no estudian y los que sí lo hacen, los que tienen suerte, los que la buscan, el jugador, el bebedor, el que quiere dejar de fumar, de comer o el que desea empezar a hacer deporte, el que odia su vida y la cambiaría por otra, el que desea enfermar y estar de baja un mes porque no puede más con el ritmo de vida que lleva, los quieren tener hijos y no pueden y los que sin querer se quedan embarazados y se desconciertan, los que no se creen que les haya llegado su momento y necesitan pellizcarse para ver que es real, los que sufren, sufren y siguen sufriendo, con motivo o sin él, los que alguna vez han pensado dejar de estar aquí y los que se aferran a la vida por encima de las expectativas de su enfermedad, los que luchan, los que se rinden, los que no confían en ellos, a veces, porque de verdad, se sienten sin motivos, los que se vienen arriba, los que luchan por sus ideales, los que respetan sus valores por encima de todo, los que se descuidan, los dependientes y los que despiertan a la vida queriendo aprender a hacer cosas solos, los que empiezan a correr, a pensar, a disfrutar, a vivir. Todos, personas, con ideales, con creencias, con fe o sin ella, con las ideas claras o confusas, los que se merecen todo y los que todavía tienen que hacer méritos para ellos, todos, todos, merecemos lo mejor de la vida.

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Sobre el blog

“Las personas felices lo son, no porque tengan más que los demás, sino porque centran su atención en lo importante”. La visión que tenemos del mundo, de nuestro entorno, condiciona nuestro bienestar y con ello la implicación, el compromiso y la actitud que tenemos con nosotros y con los demás. Hay personas que esperan el momento perfecto para dar un paso. Pero el momento perfecto está tan solicitado, que el día que aparezca, habrá que repartirlo entre demasiados. Con este blog te invito a entrenar tus emociones, tus pensamientos y tu actitud. Te invito a responsabilizarte de lo que ocurre alrededor para que no condicione tus decisiones. Tenemos un derecho maravilloso que es elegir. Elige tu modo de conducta, elige lo que quieras ser, elige cómo quieres vivir y sentir.

Sobre el autor

Patricia Ramírez

Licenciada en Psicología, Máster en psicología clínica y de la salud y doctorada en el Departamento de personalidad, evaluación y tratamiento psicológico de la Universidad de Granada, Patricia Ramírez es experta en psicología deportiva (campo en el que ha asesorado a equipos de fútbol como el Real Betis, el RCD Mallorca o el CB Granada) y trabajo en equipo. Colabora en varios medios de comunicación (TVE, El País semanal, Marca…).

Es autora de Así lideras, así compites (Conecta, 2015), ¿Por qué ellos sueñan con ser futbolistas y ellas princesas? (Espasa, 2014), Autoayúdate (Espasa, 2013), Entrénate para la vida (Espasa, 2012), Gestión y Control del Estrés, con Zoraida Rodríguez Vílchez (Conzepto, 2008).

http://www.patriciaramirezloeffler.com/

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