“A veces me caigo en el sofá con la sensación de no poder más, de querer tirar la toalla y darme por vencido. Cierro los ojos y todo me da vueltas, me estalla la cabeza, las piernas, … Me siento como un corredor de una carrera que no tiene fin, como si estuviera nadando y tuviera la línea de horizonte delante, detrás y a los lados, … “ (me comentaba un padre en apuros).