En el imaginario colectivo, asociamos festivales de música con gente más bien joven, guitarras eléctricas, cervezas calentorras en vasos de plástico y humo de hierbas. El mito Woodstock sigue haciendo estragos décadas más tarde. Pero hay otras posibilidades en este ancho mundo. Existen también festivales donde la gente paga hasta 250 euros por escuchar a su cantante favorito, la tela más habitual es el lino egipcio y en vez de tapas de tortilla de patatas, el personal bebe champagne francés con canapés de caviar ruso.
Todo ello condimentado con hoteles de quitar el hipo y coches de esos que los mortales sólo vemos en las revistas de la antesala del dentista. Un lugar donde es más fácil cruzarse a un VIP o a un patrocinador con un reloj de 10.000 euros que a un amante del rock alternativo con rastas y chanclas playeras.
Estamos hablando de la Riviera suiza, hogar de innumerables celebridades y millonarios que pasan aquí varios meses del año a fin de sustraer a la indeseada atención de los inspectores fiscales de sus países sumas de dinero que dan escalofríos a un pobre periodista. Y en esta lujosa costa a orillas del Lago Leman, un lugar se ha convertido en algo parecido a La Meca de todos los festivales musicales del mundo. Se trata del Montreux Jazz Festival.
Pero este año el invitado exclusivo, “único e irrepetible” como no se cansa de recordar Claude Nobs, fue Phil Collins. El entrañable baterista de Genesis se presentaba en Montreux con una propuesta que, quedó demostrado, le iba grande. El inglés se desgañitó durante dos horas intentado estar a la altura de los monumentos de la música negra americana. Del Motown al Rhythm & Blues pasando por el soul.
En la audiencia, 4000 personas confundidas y algo decepcionadas debieron meterse sus ganas de fiesta en los bolsillos. Pero lo curioso es que Collins cuenta en abundancia con eso que algunos cerebros del márketing llaman “capital simpatía” y es por ello que, incluso a los profesionales, les ha costado demolir un concierto que nunca hubiera debido existir. Como acertadamente comentó a este plumilla el responsable de la mayor agencia de noticias de Francia: “si digo la verdad en mi crónica, me siento culpable...y si digo que fue bueno, falto a mi ética periodística”. Más claro, agua.
Lo interesante del caso es que en la noche el domingo, otra “gran estrella” decidió medirse a un repertorio que igualmente le queda grande. En este caso, se trataba de la gran diva americana Jessye Norman, una soprano de color (negro) que vivió su momento de gloria al cantar La Marsellesa ante Miterrand en los años ochenta. Pues esta venerable dama tuvo la ocurrencia de medirse a los clásicos de Nina Simone, Gershwin, Duke Ellington y otros monstruos sagrados del jazz.
Y tras una larga inmersión musical se impone una visita al Harry’s Bar, antro noctámbulo por excelencia de Montreux. Un bar con solera, incrustado en los bajos del imponente Montreux Palace Hotel, donde es posible cenar caliente hasta las 4 de la mañana (sí señor...en Suiza) y puede uno codearse (literalmente) con Quincy Jones, Suzanne Vega, Herbie Hancock o la nueva diva pop suiza Sophie Hunger.
Montreux es mucho más que sólo música. Es un encuentro bullicioso en el pais del silencio.Una escapada a la contención suiza, en un espacio mágico. para hablar del festival también hay que dejarse llevar a los otros escenarios donde DJ´s y grupos menores (gratis) te permiten refrescar los oidos antes despues o durante la cena o seguir tomando botes de cerveza con un doner junto al lago, o que mas dá, basta con escuchar año tras año el Smoke on the water antes de los fuegos artificiales. Alguien dá mas?
Publicado por: mini io | 08/07/2010 9:58:38
El festival de Montreux es un reflejo de lo que está ocurriendo en estos últimos años en el mundo del Jazz. A pesar de que surgen nuevos talentos y nuevos estilos ya no se arriesga en las programaciones y se prefiere apostar por valores seguros y comerciales, como estrellas del pop o clásicos amortizados. Ultimamente se disfruta más en salas pequeñas y pequeños festivales que en los grandes eventos como Montreux.
Publicado por: Grijander | 07/07/2010 10:22:24
Montreux ya no es ni sombra de lo que era. De los nombres que figuran en la información me niego a comentar algo, a pesar de que Phil Collins es un tipo majete, pero de ahí a ser estrella en Montreux!!! Quincy Jones ya está algo mayor y nunca aportó nada interesante al universo del jazz, ¿y que decir del gran Herbie Hancock? sus dos o tres últimos albumes son facilmente olvidables, desde luego nada que ver con su época de los Headhunters.
¿Qu fue de festivales como aquel del 77 con Bob James, Billy Cobham, Benny Golson, Dexter Gordon, Hubert Laws, Maynard Ferguson, Steve Khan...? que dieron origen a vinilos memorables como aquel cuádruple Montreux Summit...
Publicado por: Jazzero | 07/07/2010 9:59:11
no podeis poner la letra mas pequeña por favor?
Publicado por: fifi | 07/07/2010 9:25:31
¿Demolir?
Publicado por: Nictor | 07/07/2010 8:05:24
Bueno, tampoco es para tanto. Hace escasamenete semana y media, yo y un monton de borregos como yo, pagamos 250 euros y mas por ver a Alonso triunfar en Valencia, asi que, visto asi, prefiero el concierto. Los artistas, normalmente, siempre ganan...
Publicado por: BosondeGibbs | 07/07/2010 6:40:37
Resulta desconcertante ver que en los últimos tiempos los programas de los festivales de jazz cuentan con de todo menos músicos de jazz....
Publicado por: Pietrek | 07/07/2010 6:21:09