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28 jul 2010

'Malviviendo': triunfar en Internet con 40 euros

Por: Tommaso Koch

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Una mujer anciana se acerca a un cubo de basura y coge una caja coloreada. Otra, también mayor, la insulta: “¡Qué vergüenza! ¡A su edad buscando en la basura!”, le grita. La primera le hace caso omiso y se acerca al periodista. Sonríe, desvelando su único diente, y muestra orgullosa su conquista: “¿A que es preciosa?”.

La escena es real y ocurre en Montequinto, periferia de Sevilla. Sin embargo, podría pasar en el barrio de los Banderilleros, lugar imaginario donde se desarrolla la serie fenómeno de Internet Malviviendo, que ha recibido 8.826.974 de visitas hasta la fecha y en estos días está protagonizando, con varios homenajes, el Festival de Cine Chico de La Palma. En realidad, “es un barrio como aquellos en los que nos criamos”, cuenta el canario David Sainz, director, productor y actor de la serie. “La mayoría de la gente no vive en chabolazos de 25 habitaciones”.

Malviviendo es la historia de un grupo de chavales en un barrio sevillano de clase media baja que sobreviven como pueden”, resume Sainz. En los Banderilleros hay droga, prostitutas y mafiosos, “pero en el fondo los personajes principales son buena gente. La diferencia es que en un barrio marginal a veces a la gente no le queda otra que delinquir. Un hombre sin trabajo, con cuatro hijos y una mujer de 140 kilos, quizás atraca una gasolinera por necesidad. O quizás no y sea un cabrón que quiere comprar cocaína, pero, por lo menos hay que planteárselo”.

Arriba, el primer capítulo de 'Malviviendo': 'Me dicen Negro'.

Sainz, 26 años, nació en Las Palmas, como su personaje, el Negro, un gorrilla fumeta. En un curso de técnicas audiovisuales de la universidad de Sevilla conoció a Antonio Velázquez, sevillano de 25 años, y a “toda esa gente” que se convertiría en el equipo de Malviviendo. “Una vez terminado el curso”, continúa Sainz, “buscamos un trabajo en el sector, pero no lo había ni en Telepizza”. Así que decidieron colgar en Internet algo que pudieran ver las empresas para contratarlos. “La idea de Malviviendo surgió diciendo gilipolleces entre colegas, que es como nacen todas las grandes cosas. Al principio, aparte de los actores, éramos cuatro: Antonio, José Luís González [posproducción de sonido], Javi Lería [montaje] y yo”.

Talento y 40 euros de gasolina.

Cintas, una cámara, un ordenador. No hizo falta más. Bueno, sí: “No tenía un duro y mi padre me echó 40 euros de gasolina al coche para que fuera a buscar cosas por ahí. Le dije a David: ‘Vamos a grabar’. A la hora de comer, volvíamos a casa para ahorrar”, recuerda Velázquez, que en la serie es el Zurdo, un camello torpón. Todo en Malviviendo es artesano. Salvo algunos cameos como el de Antonio Dechent, apenas hay actores profesionales. Los cuatro protagonistas son Sainz, Velázquez y dos amigos: Carlos Medrano (el cleptómano narcoléptico Postilla) y Tomás Moreno (el ex soldado irascible en silla de ruedas Kaki).  Los demás, “colegas con cierto arte”. Ningún actor cobra.

En noviembre de 2008 colgaron el primer capítulo. Miles de visitas y de enlaces, también desde Sudamérica e Italia. Al cabo de un mes llegó el segundo “y ya dejamos de imponernos fechas”, admite Velázquez. “Queríamos rodar un capítulo cada mes, pero con el presupuesto que tenemos cada imprevisto te arruina. Basta que llueva y ya no podemos grabar”. Pese a que de 40 euros han pasado progresivamente a los 400 del último episodio de la temporada, Malviviendo nunca les ha dado de comer. “YouTube te da a lo mejor 50 euros por cientos de miles de visitas. Trabajamos descargando camiones para pagarnos la comida y el alquiler. Si acabamos la temporada es gracias a Adopta a Mateo”, explica Velázquez. Una iniciativa que permite ayudar a un yonqui de la serie a salir del túnel de la droga con donaciones voluntarias. En el fondo, una manera de pedir apoyo económico a los fans. Centenares de personas enviaron dinero, cubriendo al menos los gastos de rodaje de los capítulos posteriores.

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La esencia de Malviviendo

Diez episodios en la primera temporada. Hay un hilo conductor, pero en cada capítulo cambia el género (de acción estilo años ochenta a fuga carcelaria; de comedia romántica a terror). También cambia el arranque, que cada vez parodia a una serie diferente, entre ellas Lost y Prison Break. Aunque los creadores tienen clara la importancia de innovar y de seguir su propio camino: “Hacemos lo que queremos y solo nosotros podemos opinar sobre el guión”. Y es que la formula funciona, encontrar críticas negativas es una hazaña. Pero las hay: “Desde que colgamos el capítulo 3 ha habido gente que se ha quejado: ‘Habéis perdido la esencia’. Colgamos el cuarto y otra vez: ‘Habéis perdido la esencia’. Hay veces que me despierto por la noche y salgo a la calle a buscarla. ¡ESENCIA! ¡ESENCIA!”, cuenta Velázquez.

Pero la esencia de Malviviendo queda clara en todo momento. Es la de unos obsesos del cine y las series que persiguen con humildad el sueño de vivir de su oficio. Aunque las dificultades económicas contrastan con el fervor popular que desatan. En la celebración de la victoria del Mundial en Sevilla, por ejemplo, no pudieron permanecer más de cinco minutos en la Puerta de Jerez porque cientos de entusiastas los acorralaron. “Mi piso es tan pequeño que me tropiezo con mis compañeros, sigo sin ser nadie”, afirma Sainz. Esperan llegar al cine. Para cambiarlo. “El cine español es pasteloso, no entretiene. Hacen falta talentos jóvenes. Sabemos hacer un poco de todo, no solo Malviviendo. Nuestro sueño es morir con una estantería llena de películas nuestras”.

Otros dos elementos forman parte de la esencia de la serie. Por un lado, el humor negro, “típico de Andalucía y de Canarias. Nos reímos de todo, hasta el punto de que luego piensas: ‘Vaya burrada que he soltado’. Uno puede decirte joputa y parece que te está diciendo: ‘¿Qué, hermano, un café?”. El otro aspecto son los guiños autorreferenciales. El Zurdo, por ejemplo, lleva solo camisetas de fútbol, cada vez distintas. También los melones y el número 13 son constantes en la serie. Sainz lo confirma con orgullo: “Si la gente se pusiera a analizar a Malviviendo con la lupa, como con Lost, encontraría un montón de estas pequeñeces”.

Sainz y Velázquez, entrevistados por Andreu Buenafuente en La Sexta.

Una segunda temporada (eventual)

A medida que el éxito de Malviviendo aumentaba, cadenas de televisión y patrocinadores empezaron a mostrar interés. Recibieron varias ofertas. “La mayoría proponían cifras ridículas y solo querían follarse el guión. Las rechazamos”, explica Velázquez. En realidad, hace un año Canal Sur emitió los doce mini capítulos de otra serie que rodaron, El viaje de Peter McDowell, la historia de un inglés que se muda a Andalucía y descubre todo lo bueno (y lo malo) que eso conlleva. La serie formaba parte del programa del cómico Manolo Sánchez, “un tipo que tiene su arte, pero que pegó el pelotazo con 21 años y se le cruzaron los cables”, opinan. La experiencia, por usar un eufemismo, no les entusiasmó. Y para Malviviendo tienen otros planes. “Llegamos a la conclusión de que el medio natural de Malviviendo es Internet, como el de una rana es un pantano”, resume Velázquez. 

Lo que sí aceptarían es que les patrocinaran uno o pocos capítulos. Algo que ya hicieron con Mortal Topic, un cortometraje sobre hippies nazis que se proyectó, el pasado lunes, en el Festivalito de La Palma y que fue esponsorizado por Ron Barceló. De hecho, es la condición imprescindible para que haya una segunda temporada. “Queremos que sea algo más organizado, con fechas, y que el equipo básico pueda cobrar. No mucho, pero al menos el dinero para la comida, el alquiler y si acaso un café de vez en cuando”.

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El consumo pop y sus efectos secundarios. Un repaso indiscriminado a lo más ingenioso, llamativo, ridículo o aburrido de la industria del entretenimiento poniendo el acento en lo peculiar, pero sin renunciar a lo olvidable.

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