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08 jul 2010

Quinquis para la eternidad

Por: Inés Muñoz Martínez-Mora

COLEGAS 2

A mí el fenómeno quinqui no me rozó ni de lejos. En mi época, la estrella de la delincuencia era Antonio Anglés, no El Vaquilla. Mi mirada a la quinqui-explotation no es generacional. En eso coincide con la que le dirige la exposición Quinquis de los 80 que llega ahora a la Casa Encendida de Madrid.

Precisamente ayer un compañero de trabajo me contaba que él había conocido al bello José Luis Manzano “al final de su existencia”. Esto fue en 1992, cuando el actor ya no llevaba pantalones pitillo sino chándal y hacía una última aparición pública en Interviú. “Me arrepiento de haber conocido el mundo de las drogas”, declaraba desde la cárcel de Yeserías. Poco después moría de sobredosis. No en un descampado como supone la especulación sino en casa (¿y los brazos?) de su valedor, Eloy de la Iglesia. Había hecho el inevitable tránsito de bandolero juvenil a miembro de la generación perdida; de la leyenda dorada a la negra. Por aquel entonces yo tenía 10 años. El año del estreno de Perros Callejeros, 1977, ni siquiera había nacido. Y no soy de barrio. Los quinquis y las historias de quinquis me llegaron, tal y como plantea esta muestra, ya convertidos en mitos. Unos mitos de los que, a título personal, lo que más me interesa es su potencial erótico. Por eso mis quinquis para la eternidad son los ragazzos di vita que sacaba Eloy de la Iglesia, siempre más sensible a la poética de la exclusión social que los otros dos directores de referencia del género, Jose Antonio de la Loma e Ignacio F. Iquino. En Navajeros no pasan ni dos minutos de metraje y ya tenemos a Manzano saliendo desnudo de la ducha. Y en El Pico, el chute se nos presenta como ejercicio de estilo gracias a Urko, uno de los secundarios más hermosos que ha dado el cine español. Para que luego venga la moda y diga que fue ella la inventora del heroin chic.

Por su parte, José Antonio de la Loma también acabó inyectándoles una dosis de sex appeal a sus perros callejeros, para de paso explorar sus posibilidades de exportación. En la segunda entrega de la saga, el director decidió elevar la fotogenia del reparto incorporando al catalán Bernard Seray. El actor y modelo prestó su semblanza de guiri a El Vaquilla, que queda así reconvertido en un rubísimo galán de marcada taleguilla.

 

Pero es en las postrimerías del género cuando la figura del quinqui alcanza su máximo grado de refinamiento. En De tripas corazón (1985), Julio Sánchez Valdés consigue lo improbable: que demos por plausible la condición de icono sexual del nunca lo suficientemente reivindicado Pirri. En esta película, y a pesar de sus pocas carnes y menos dientes, su belleza deja de ser convulsa para ser objetiva.

El año pasado, Rafael Vetusto se preguntaba en el periódico Diagonal qué habrían pensado los propios quinquis al verse convertidos en pieza de museo. ¿Habrían atracado a los visitantes de la muestra tal y como hacían con los espectadores que iban a ver las películas que ellos mismos protagonizaban? “Nunca lo sabremos porque están todos muertos. Los chavales de barrio, y los de la pantalla, están todos muertos. Y son, en este sentido, museizables”, concluía.

Como señalan Mery y Amanda Cuesta, comisarias de la exposición, “los quinquis devinieron en mito estando en activo”. El fenómeno fue un todo trenzado con tres cuerdas: cine, prensa y calle. En esto comparte naturaleza con el imaginario narco mejicano, que tan bien conjuga los dos planos de existencia. Realidad y ficción se mezclan en las andanzas de estos traficantes de droga que los narco-corridos y narco-películas redondean al alza.

Navajeros

Primero fue la Movida, luego el Destape y ahora los quinquis. Se cierra el círculo de la Transición. Esto de hacer arqueología de nuestra historia reciente está durando más que Cuéntame.

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Hay 15 Comentarios

Guayarmina, Inés habla del orden de los revivals, que no coincide necesariamente con el orden cronológico de los diversos fenómenos culturales que cita. Efectivamente, primero vino el revival de la Movida (que aún colea y esperemos que muera pronto), después el del destape (a raíz del estreno de "Los años desnudos", y ahora llega el del cine quillo.

Guayarmina, Inés habla del orden de los revivals, que no coincide necesariamente con el orden cronológico de los diversos fenómenos culturales que cita. Efectivamente, primero vino el revival de la Movida (que aún colea y esperemos que muera pronto), después el del destape (a raíz del estreno de "Los años desnudos", y ahora llega el del cine quillo.

¿Anglés estrella de la delincuencia? Un niño de barrio de 7 años en el 78, como yo, hubiera sabido etiquetar de forma diferente a un navajero de un violador asesino.

Alberto Cifuentes,
Ahora sí que sí está bien linkeado. Efectivamente, en Nodo50 daban por co-autor a Kiko Amat, cuando en la fuente original (Diagonal), se ve que no lo es.
Gracias de nuevo

Alberto Cifuentes,
Ahora sí que sí está bien linkeado. Efectivamente, en Nodo50 daban por co-autor a Kiko Amat, cuando en la fuente original (Diagonal), se ve que no lo es.
Gracias de nuevo

Ralphie

Bien dicho. Ese falso romanticismon no lo entenderé en la vida

"Primero fue la Movida, luego el Destape y ahora los quinquis": No sé si los mencionas por el orden en que los has ido descubriendo, entonces no digo nada, pero si es por orden cronológico, sólo comentarte que primero fue el Destape en los años 70, cuando tú no habías nacido, y posteriormente en los 80 fueron la Movida y los quinquis.

No quiero ser pesado, pero tengo delante el Diagonal, y el artículo que citas es "Yo no fui un quinqui adolescente" de R. Vetusto. El error viene aparentemente porque no has consultado (ni enlazado) la fuente original. En la página de nodo50 está mal indicado el autor. El artículo de Amat es sobre rumba catalana y no tiene nada que ver con lo que citas.

nEfectivamente hay otro texto al lado, escrito por K. Amat, que no tiene nada que ver.

Vamos, una cuadrilla para admirar. Así nos va.

Estos tíos eran tan delincuentes como criminales, lo dice uno que era pequeño en uno de aquellos barrios por entonces. No tenían contemplaciones ni con los niños pequeños. También resultaba obvio que no lo hacían por necesidad, ya que algunos éramos más pobres que ellos y también nos robaban y amenazaban. Están muy bien muertos, siento ser tan duro, pero no merecen ninguna compasión. Eso sí, la exposición es magnífica (se pudo ver el año pasado en Barcelona), ya que no intenta canonizarlos, sino que se dedica a hacer un retrato bastante certero del entorno en el que se movían esos indeseables.

Alberto Cifuentes,
Ya he incluido a Rafael Vetusto en la mención al artículo (lo co-.escrinió con Kiko Amat) y puesto el link directo!
Gracias

Creo que la autora del artículo debería indicar correctamente las fuentes que utiliza, es decir, el diario Diagonal. Además el autor del artículo citado no es Kiko Amat sino el ínclito R. Vetusto.

Creo que la autora del artículo debería indicar correctamente las fuentes que utiliza, es decir, el diario Diagonal. Además el autor del artículo citado no es Kiko Amat sino el ínclito R. Vetusto.

Al autor del texto:

Antonio Anglés cuando saltó a la fama no lo hizo por ser un delincuente, sino por ser un criminal. La diferencia es bastante grande

Inés, te quiero mucho.

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