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04 may 2011

El robot más humano del año

Por: Tommaso Koch

WalleEl 6 de septiembre de 2009 el profesor de psicología Alan Garnham se sentó delante de un ordenador, entró en un chat y empezó a teclear.

- "Hola, ¿cómo estás?", fueron las primeras palabras que escribió.

- "Hola, ¿cómo estás tú?", respondió su interlocutor.

- "Estoy bien, pero ¿tú?", insistió Garnham.

- "La verdad es que no puedo decir nada con certeza. Para ser honesto, estoy bastante molesto con ciertas cosas", apareció en su pantalla.

- "¿De qué puedes hablar?", intentó entablar una conversación el profesor.

- "De nada en absoluto, salvo de los climas húmedos", fue la respuesta, algo borde y peculiar, desde el otro lado del chat.

Hasta aquí, todo normal. Lo sorprendente es que el interlocutor de Garnham fuera el robot Do Much-More. Al final de ese día la máquina ganó la 19ª edición del premio Loebner al robot más humano del año. Desde el pasado lunes, 2 de mayo, y hasta el 6 de junio es posible pedir participar en la 21ª edición de este premio, que tendrá lugar el 19 de octubre en la universidad de Exter, en Reino Unido. Cada uno de los seleccionados recibirá 250 dólares (algo más de 168 euros).

 

El premio Loebner nació en 1990, cuando el sociólogo estadounidense Hugo Gene Loebner decidió crear un concurso para galardonar al robot cuyo pensamiento fuera más parecido al humano. Desde entonces en cada edición una serie de jueces chatean a ciegas durante cinco minutos con el mismo número de hombres y robots (seleccionados de entre todas las candidaturas que recibe la organización). Al final de la conversación el juez tiene que adivinar si su interlocutor era humano o mecánico y valorar su humanidad. El robot galardonado se hace con 4.000 dólares (unos 2.700 euros) y una medalla.

Alan Turing
"Empecé a trabajar con programas de conversación en 1994. En 1997 quería poner a prueba nuestros productos así que participé en el Loebner y lo gané", cuenta David Levy, creador de Do Much-More. "Volví a concursar en 2009 para ver cómo funcionaban nuestros chatbots (robots que conversan) comparados con los mejores". A la defensiva, Levy se niega a ofrecer información sobre el funcionamiento de su robot y afirma que explicar cómo hacer que una máquina piense "supondría una respuesta demasiado larga".

Explicar el origen del premio Loebner en cambio es más fácil. Se basa en un test que inventó el matemático británico Alan Turing (en la foto de arriba) en 1950. En un artículo titulado Computing Machinery and Intelligence, Turing quiso contestar a una de las preguntas que obsesiona a ingenieros y matemáticos de todo el planeta: ¿Las máquinas pueden pensar? Turing respondió positivamente y profetizó que en el año 2000 los robots sabrían confundir al 30% de los jueces en una conversación breve. Once años después las previsiones de Turing siguen sin cumplirse, aunque por un pelo.

En 2008 el robot Elbot, de Fred Roberts (en la imagen de abajo), se quedó a un solo voto de engañar al 30% de los árbitros. Pese a agredir a un juez que tan solo le había saludado ("Espera un segundo, ¿me estás diciendo que un saludo amistoso es por fuerza positivo?", soltó la máquina), la coherencia y sensatez de las respuestas de Elbot confundieron a programadores, hombres de negocios y estudiantes que componían el jurado.

ElbotIncluso cuando los robots ofrecen respuestas que difícilmente se le ocurrirían a un ser humano —"es tan apacible como un ornitorrinco jugando con un pudín de patatas", escribió en una charla Do Much-More— su rareza contribuye a aumentar las dudas de los jueces. Mientras que muchos seres humanos acaban preocupándose demasiado del desarrollo de la conversación y de resultar creíbles, las máquinas simplemente siguen adelante. El periodista Bryan Christian, quien participó en el concurso en 2009, describió en un reportaje en la revista The Atlantic la sensación de agobio que sentía a medida que el tiempo se le acababa y no conseguía dar un vuelco a sus chats anodinos y previsibles. Todo lo contrario que los robots. "Pensé que era humano por sus respuestas raras y divertidas", le contó a Christian un estudiante de Harvard que hizo de juez y fue engañado por uno de los robots.

Levy resume así la singularidad de ciertas respuestas: "Quizás sea posible construir máquinas que piensen igual o incluso mejor que nosotros, aunque probablemente lo harían de otra forma distinta a la nuestra". A su robot todavía le queda mucho camino por recorrer, aunque, a juzgar por las respuestas de Levy, sí parece capaz de emocionarse: "No le he preguntado por cuando ganó el premio. Se hubiera sentido muy incómodo…".

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Hay 7 Comentarios

Les recomiendo leer a Roger Penrose y su visión de la inteligencia artificial.

Cool! Author the best! Thank you!

La cibernetica no necesita tanto de "cacharros" para eso ya existen los humanos robotizados, los veo todos los dias, les hablo todos los dias, y como Do-Much-More, no paran de trabajar como automatas

Muerto en la bañera me dejas.

Nada nuevo bajo el sol. Recuerdo jugar con el DR Abuse alla por el 98 seguro que todavia te lo puedes bajar por alli.

dije LINIA?
QUISE DECIR LENIA

YA QUE ESTA COMUNICAO, PROFE:
USTED CONOCE LAS SARDINAS SELINIA?

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El consumo pop y sus efectos secundarios. Un repaso indiscriminado a lo más ingenioso, llamativo, ridículo o aburrido de la industria del entretenimiento poniendo el acento en lo peculiar, pero sin renunciar a lo olvidable.

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