Unas semanas atrás, contactamos con el periodista musical inglés Simon Reynolds, uno de los mejores de su generación, para un reportaje sobre la preeminencia de lo retro en el panorama cultural pop actual. El motivo era el lanzamiento de Retromania: Pop culture’s addicton to its own past, su último libro. En él analiza cómo el pop dejó de mirar hacia delante en el siglo XXI y cómo el reciclaje y la nostalgia se adueñan de las distintas disciplinas culturales. Desde los sonidos añejos a la ropa o tecnología vintage. ¿Porqué la cultura vive enganchada a su pasado?
Como nos cupieron apenas un par de declaraciones suyas en el reportaje, y el hombre nos regaló respuestas por valor de 20.000 caracteres, hemos decidido, en homenaje a su libro, reciclar su entrevista y colgarla en este blog. Dios le bendiga.
¿Por qué crees que parece haber una presión mayor sobre el pop para crear siempre algo nuevo, que escenifique un progreso constante, cuando nadie parece pedirle a Tom Ford, Martin Amis o Martin Scorsese que se reinventen con cada obra?
Probablemente, esto se debe al legado de los sesenta. Fue un periodo de increíble aceleración, cada año poseía un sentimiento distinto. Lo que mejor lo ejemplifica es la carrera de los Beatles, los pasos de gigante que dieron álbum tras álbum. Durante esa década, la obsesión por lo moderno se introdujo en el discurso que buscaba intelectualizar el rock, y creó el ideal del progreso constante, de artistas siempre en movimiento. Irónicamente, a finales de los sesenta, en campos como la arquitectura y la crítica de arte, la noción del posmodernismo empezó a formularse. Justo el momento en el que el progreso, como ideología posbeatle, era el concepto dominante en el rock. Por otra parte, creo que las películas poseen un sistema propio para evaluar la originalidad. Depende más de la visión del director que de la innovación. En el séptimo arte, esta lógica innovadora se halla en el cine experimental más marginal o en los avances tecnológicos del cine más masivo. En cambio, en la música, la ideología de la modernidad se hallaba en pleno corazón del rock más popular, y alcanzó a los artistas más exitosos de la historia. Desde Pink Floyd hasta The Police, pasando por Kate Bush o Peter Gabriel. En cuanto a la moda, en Retromania escribo un capítulo en el que hablo del pico de modernidad que alcanza esta industria a mediados de los sesenta. Lo que sucede es que la moda no se mueve tanto por ideales, se encuentra en un punto medio entre el arte y el negocio, así que su aproximación se acerca más al concepto de lo que funciona y al rédito que conceden las ideas. Eso significa que, a diferencia del rock, no le encuentra pegas al reciclaje. Además, posee una orientación más práctica. Lo realmente vanguardista de la moda no se lo puede poner casi nadie. Existe solo como un gesto sensacionalista que se exhibe sobre la pasarela.
The Horrors, en la época de su lanzamiento.
En el libro colocas las primeras tendencias revivalísticas en la era pop a finales de los sesenta. ¿En qué se diferencia la obsesión actual con el pasado de la que se empezó a desarrollar entonces?
Las bandas retro jamás fueron figuras centrales en el discurso del rock hasta la década de los noventa, cuando la banda más grande del Reino Unido, Oasis, era una descarada copia del pasado. En la siguiente década, la cosa se desmadró, en parte porque hay mucha historia del rock (¡cinco décadas de material!) de la que empaparse. Hay mucho para mezclar y el progreso se convierte en saltar de un género a otro en cada canción, o de una década a otra en cada disco. La carrera de The Horrors [en la imagen superior] es un claro ejemplo de eso. Además, gracias a Internet, el pasado es más accesible que nunca, con el intercambio de archivos, Wikipedia, YouTube y un millón de blogs que ofrecen ese conocimiento sobre la historia del rock. Así, las bandas que se formaron durante la pasada década llegaban saturadas de influencias e información.
¿Suena lo creado hace tres años más viejo que lo editado hace treinta?
No sé si estoy muy de acuerdo con eso. Creo que, hasta la pasada década, el sonido de cada año poseía un sello especial. En 1969, ciertas aproximaciones psicodélicas sonaban muy de 1967. En los noventa, con la veloz evolución del tecno y lo rave, los temas sonaban viejos casi en semanas, lo que hacía que los dj’s no pudieran pincharlos, ya que no poseían el tempo correcto, o la producción del momento. En la pasada década, el sello que asocia una música a un momento desapareció, ya que se embarulló todo. Si alguien me pone hoy un tema de 2002 y otro de 2009, no estoy seguro de poder decirte cuál es el más viejo de los dos. En cambio, las diferencias entre un corte de 1962 y uno de 1969, o incluso entre uno de 1992 y 1999, son muy claras.
¿Nos hemos abocado, de alguna manera, al concepto de música atemporal con el problema que conlleva que muchos vean en eso una cualidad?
Lo de la atemporalidad es algo que exploro en el libro, en el sentido de que ya no puedes detectar la época en que fue concebida en una canción. El ejemplo crónico de esto es algo como Adele, que no es del todo música de los sesenta, ya que la producción es extremadamente satinada, pero realmente en lo más visible de su tema Rolling in the deep (la textura de su voz, la estructura del tema, los coros) se hallan infinidad de guiños a los sesenta. Existe una clara vocación por no sonar moderno, por ser atemporal. Lo encuentras en todos los estratos del pop actual. Desde bandas estilo Pitchfork, como Tame Impala, que suenan como los Beatles de Paperback writer/Rain, hasta productores de posdubstep editando cortes que replica el house italiano de los años noventa.
Se dice que, en la moda, los revivals siempre funcionaran porque siempre encontrarán una parte del público que jamás haya vestido esa ropa. ¿Es ese concepto traducible al mundo del pop?
Alguien que estaba en desacuerdo con Retromania dijo: "Todo lo que jamás has escuchado es nuevo por definición". Piensa en ello. Me parece un solipsismo aterrador, del que no ve más lejos que su ombligo. Cuando escuché por primera vez Astral Weeks, Younger than yesterday o Forever changes, fueron revelaciones, porque antes no había escuchado música de los sesenta como ésa. Pero si en aquel momento hubiera formado un grupo similar a los Byrds o Love y, Dios me libre, hubiera grabado un disco y se lo hubiera mandado a la prensa, sería perfectamente legítimo que el periodista me despachara diciendo "esto ya se ha hecho antes". Incluso si alguien jamás ha escuchado a los Beatles y empieza a confeccionar una música como la suya, me parece justo decirle al tipo que "esto que haces ya se hizo tres o cuatro décadas atrás". Tal vez sea nuevo para el artista, pero no es nuevo para mí. Solo para los más ignorantes, claro. Bien, pues así es el 95% de la música que se hace hoy en día.
Lo mejor de la actualidad es algo que mastica el pasado, siendo consciente de ello y disfrutándolo, siendo honesto, mezclando elementos dispares, recuperando movimientos olvidados o descubriendo lo más ignoto. Pero esto, por muy divertido que sea, no juega en la misma liga que Tomorrow never knows, de los Beatles, Computer world,de Kraftwerk, Low, de David Bowie, Remain in light,de Talking Heads, o incluso cualquier producción de hip hop, house, tecno o jungle de la década de los noventa.
¿Es la nostalgia pop mala por definición? En el libro se presentan argumentos tanto para ser cruel como para ser condescendiente con este sentimiento.
Hay momentos en el devenir de la cultura en los que la nostalgia puede ser radical. El punk nació de la nostalgia, del sentimiento de que las cosas habían salido mal. En un principio fue un intento de volver atrás en el tiempo hasta llegar de nuevo a la casilla de salida. Por supuesto, no se quedó en eso, se volvió radical y se expandió en una amplia variedad de nuevas aventuras, como el post punk, la música industrial, el anarcopunk y una docena más de aproximaciones que fueron mucho más allá de la música. Hay que recordar que los primeros en celebrar el punk fueron una panda de críticos nostálgicos, editores de fanzines y bandas que querían tocar música de los cincuenta y los sesenta. Muchos de los movimientos más radicales de la historia se han sustentado en la idea de una era dorada perdida.
¿Existe el peligro real de quedarnos sin pasado que saquear?
Creo que el reciclaje del pasado puede alargarse mucho más, ya que existe mucha gente indagando en la era anterior al rock e incluso en el legado musical de países fuera de la órbita occidental del pop. Existe una casi infinita posibilidad de combinar elementos musicales. Pero lo que estoy diciendo no es como par ponerse contento, ni siquiera para sentirse aliviado. Para nada. El hecho de que este tipo de presente que tenemos sea sostenible es preocupante. Nos debería hacer sentir avergonzados. En el libro trato de sembrar la semilla del descontento. ¡Esto no puede seguir así! La idea de quedarse sin pasado me asaltó cuando vi que se venía el revival de los noventa, algo, por otra parte, totalmente lógico e ineludible, a pesar de que me sigue dejando pasmado. Pronto llegará el revival de la pasada década y me fascina ver qué encuentran allí que sea digno de ser revivido.
¿Nos ha convertido el exceso de música en más resistentes y tolerantes a lo mediocre? ¿Necesitamos creer que de las 200 bandas que son celebradas esta semana, al menos, un par deben ser extraordinarias, aunque tampoco vamos a escuchar su disco más de tres veces, pues no hay tiempo?
Creo que nuestros sentidos están aturdidos. Debe haber grandes cualidades escondidas en algunos discos que se editan en la actualidad, pero nadie se da cuenta porque no es capaz de escucharlos las diez veces que serían necesarias para descubrir esos elementos. Creo que estamos tratando de procesar demasiada música.
¿Qué es lo que más te fascina del panorama actual?
Me fascinan elementos de Oneohtrix Point Never, Ariel Pink, Ghost Box, Dolphins Into The Future y James Ferraro. Se trata de artistas que trabajan con el pasado, pero de un modo que jamás imaginé y con resultados, en la mayoría de las ocasiones, bellos y emocionantes.
Pero también sufro una fascinación negativa con la actualidad. Podía decirse que Retromania nace de la desorientación provocada por la entrada en el siglo XXI y ver como Mumford & Sons, La Roux y Duffy venden millones de discos. La mayoría de la veces, lo que busco en la música es desorientación, que es lo que me dieron My Bloody Valentine, la primera música rave o el jungle. Lo que sucede es que la desorientación que me provocan la mayoría de las bandas actuales es de otro cariz. ¡Dios!, ¿estamos en 2011 y Mumford & Sons es la mejor banda británica desde Coldplay?
¿Cuál es tu relación actual con la tecnología? Como periodista, ¿no sientes que lo mismo que hace tu trabajo más fácil podría ser lo mismo que terminará dejándote sin empleo?
Me he lanzado con entusiasmo a la cultura digital y me considero uno de los primeros en, por ejemplo, tener una web. La colgué en 1996. Entonces, éramos muy pocos periodistas musicales los que poseíamos una. También empecé a bloguear pronto, y me volví loco con el invento. Hoy creo que acumulo 20 blogs. En cuanto a lo de descargar, tardé un poco más en meterme en eso, pero una vez dentro, también se me fue la chaveta. Así, no tengo fobia a lo digital ni soy sospechoso de ser un ludista, pero me he ido dando cuenta que este estilo de vida digital no es muy sano, en términos emocionales y psicológicos. Cada beneficio es superado con creces por una desventaja. Sin duda, Internet ha sido nefasta para la industria del papel y para la del disco. Hay pocas cosas más dañadas hoy que el periodismo musical, pues se halla justo en la intersección de dos de las industrias cuyos modelos de desarrollo han sido aniquilados. Ha nacido una generación convencida de que no es necesario pagar por los contenidos. No soy de esa generación, pero admito haber dejado de comprar revistas como hacía antaño debido a la infinidad de lecturas gratuitas que hay en la red. Y también me descargo música gratis, ya ves.
¿Está hoy el mundo de la música —desde los artistas hasta la prensa— solo centrada en los aspectos musicales?
Creo que el periodismo musical es un claro ejemplo de lo que pasa con la música y, sin duda, podría decirse que sólo trata de música. Todo se centra en las referencias y las coordenadas estéticas. Las bandas presentan un dossier con los elementos que han utilizado para fabricar su música, como hacen los financieros con sus informes bursátiles, y la prensa lo difunde.
la particularidad de la música popular (para seguir siendo popular) es que el progreso se basa en la retroalimentación del bagaje cultural y la propia mirada del artista. cualquier músico negro lleva sobre sí todo el blues, el soul o el gospel que se ha hecho. cualquier músico blanco lo copiará sobre su propia tradición. y así se avanza.
Publicado por: robert johnson | 25/07/2011 13:15:17
Bajaros de la parra que os haceis gayolas con cualquier tonteria, modernos-pena
Publicado por: Morrisey-Morridead | 19/07/2011 16:41:48
Entonces a este hombre le parece retro que los grupos de hoy quieran sonar como los de decadas anteriores pero no que los beatles quisieran sonar como los grupos de musica negra de finales de los 50, bowie a cabaret berlinés de los 30, kraftwerk y sus ritmos chamanísticos o talking heads y el afrobeat.
Publicado por: Paco | 18/07/2011 18:30:24
Gran entrevista! Lo de crear algo nuevo me parece casi imposible pero fusionar puede ser la opción mas accesible para el progreso musical. Y me pregunta es, ya que los músicos 'occidentales' de hoy en día no encuentran inspiración o algo fresco, ¿por qué los del "norte" piensan que la música del "sur" es un mierda? ?Hay algún miedo aterrador por investigar en la cultura músical andina? Hay muy pocos artistas como Gepe que combina lo andino con lo "moderno", es decir, lo occidental... Pero parece ser que alguien se ha dado cuenta, y esos son los Strokes, se ve un claro ejemplo en el single de su último disco, Machupipichu, en este tema se escucha el acordes de un color andino inconfundible. Esto es algo 'nuevo'!
Publicado por: Kon | 18/07/2011 18:04:36
Soy de los que piensan que en el pop y el rock está casi todo inventado.¿Retro? Que más da si te atrapa y lo escuchas con entusiasmo y pasión. Esto es lo importante, disfrutar cada surco de una canción.
Publicado por: mr_pleasant | 17/07/2011 17:31:42
Pues sí que vale ludista. ¡Mea culpa!
Publicado por: maderofuckzista | 17/07/2011 16:35:47
Ludita, no ludista.
Publicado por: maderofuckzista | 17/07/2011 16:14:26
Lo "nuevo" es difícilmente localizable en una industria que ha basado esa exploración en una tendencia al primitivismo. Lo nuevo existe, pero no es molón. El hard-bass, o la evolución que viene presentando la Cumbia Villera en Argentina son cosas nuevas, ahí las tenéis. Una estética nueva, un concepto nuevo, una emoción nueva. Buscar en las orillas del imperio para encontrar esos nuevos sonidos es lo que llevó al pop de los sesenta. Los ingleses, claro está, han agotado su mina de oro. Y digo bien, la música independiente es la principal exportación de la pérfida albión, y es de eso de lo que está hablando este tipo y no de otra cosa. La exigencia constante de lo "nuevo" forma parte de su concepto industrial. Es un engañabobos industrial para dominar los tiempos de comercialización. Desde luego, siento CERO culpabilidad respecto a una supuesta posición debil del lobby inglés, que lleva vendiendo mediocridad los últimos 15 años. Pero claro, yo soy uno de esos solipsistas que escucha a Mississippi John Hurt, y que se cree esa frase de Gaudí : "La Originalidad Consiste en Volver al Origen".
Publicado por: Lepetomane | 17/07/2011 11:53:08
Buena entrevista. ¡Felicidades!
Publicado por: david | 16/07/2011 22:58:14
Cuando emerja algo genuinamente nuevo lo notaremos inmediatamente y sin necesidad de consultar el manual. Estamos hablando de música pop, no de física cuántica.
Publicado por: Santero | 16/07/2011 20:12:12
La verdad es que estamos en una época en la que tenemos más música para escuchar de la que queremos o necesitamos, por eso la escucha de un disco, muchas veces (no siempre) se hace mal, e incluso sin pasión, que es lo más importante. Tener acesso a mucha música de pasadas décadas es bueno, porque escuchas la música que ha cimentado la mayor parte de lo que se hace ahora, por decirlo de alguna manera, es como oír una versión de una canción, y luego oír la original que no habías escuchado nunca antes, no tiene comparación.
Pero lo peor que tiene es que muchas veces, existe una visión bastante frívola e insustancial de artistas pasados, como si solo importase el decir que escuchas a "x" artista de los 60, aunque su música te aburra, eso abunda muchísimo en la calle, pero también en diferentes publicaciones musicales.
No me considero un entendido musical, pero es lo que veo en todas partes. Prefiero escuchar cuatro discos bien (y con criterio), a escuchar el triple de forma insulsa, no me importa perderme esas maravillas (efímeras la mayoría) con las que nos bombardean en muchas partes. ¿Está de moda el revival? Pero cuando ha dejado de estarlo...
Publicado por: Dudupeich | 16/07/2011 18:40:38
Es bastante divertido y surrealista leer cómo se acusa a Xavi Sancho de plagiar/homenajear a David Broc y a "los críticos de los noventa"
Publicado por: Rimbaud | 16/07/2011 16:38:05
No tengo ni pajolera idea de música // disclaimer //
Dicho esto, tengo que añadir que hay gente muy pedante, gente extremadamente pedante y luego están los críticos musicales, sobre todo los que dicen y/o escriben "en 1969, ciertas aproximaciones psicodélicas sonaban muy de 1967". Seriously, eso es "filar molt prim" que decimos los catalanes..
Y hablando de localismos y pasado reciente ¿lo de "dios le bendiga" es un velado homenaje a las críticas de Óscar Broc y similares en los 90, década en la que nuestra generación parece anclada y no tiene ánimos de soltar? Que está usted en un medio nacional desde años, hombre de dios, no me venga con tics "fanzineros" a estas alturas del campeonato!
Publicado por: cris | 16/07/2011 13:53:58
En ocasiones veo gente que habla de que lo retro vuelve, para demostrarte cuánto sabe de algo.
Lo retro siempre vuelve porque siempre nos subimos a hombros de gigantes, me cagon tó.
Publicado por: trollaco | 15/07/2011 23:21:30
Celebro que Reynolds, la persona menos sospechosa de nostalgia y abuelocebolletismo de la prensa británica, llame a las cosas por su nombre. No sé a qué nos dirigimos, pero el mundo de la música necesita un crash aún mayor que el financiero e industrial que estamos presenciando. Un cambio de parámetros estéticos, una nueva tabla de intenciones, empezar a valorar la vanguardia per se, aunque le falte cierto fundamento, qué mas da... Necesitamos volver a valorar la novedad, divertirnos con los que no asimilamos a la primera. Me entristece, por ejemplo, ver cómo se ríen de Björk por intentar empujar las fronteras (perdón si la expresión es un poco brit) con cada uno de sus lanzamientos -¿manifestaciones?-. ¿Alguien se ha puesto a escuchar su nuevo disco? Bueno, ya callo, que en la forma también sueno a abuelo cebolleta
Gracias por la entrevista, ha sido muy reveladora.
Publicado por: Rimbaud | 15/07/2011 19:31:56
Mola!
Publicado por: David | 15/07/2011 19:16:00
Buscamos en el pasado lisa y llanamente porque la música, desde hace ya unos años, ya no existe. El negocio discográfico la ha matado. Hasta que no surja una alternativa libre no volverá a nacer en las personas la necesidad artística de expresarse y comunicarse a través de la música. Y cuando digo música no quiero decir imagen/tendencias/etc etc etc
Publicado por: Jose Luis | 15/07/2011 19:01:20
SANCHO IS THE VERY BEST FOREVER!
Pedazo entrevista!
Publicado por: alfresquito | 15/07/2011 16:22:06
Sancho deja deja ya de masturbarte,parece mentira que hayan pasado ya veinte años desde que escribías los fanzines de la autonoma por que sigues con el onanismo cultureta barcelones
Publicado por: tono dominguez | 15/07/2011 15:49:53
"¡Dios!, ¿estamos en 2011 y Mumford & Sons es la mejor banda británica desde Coldplay?". Cuánta razón tiene el cabrón
Publicado por: Galápagos | 15/07/2011 13:56:17
Muy buena entrevista
Publicado por: Despedidas de soltera originales | 15/07/2011 13:42:11