
Este es un pastel de la pintora Zinaida Serebriakova (Ucrania, 1884 – París, 1967). Se trata del jovencísimo Georgi Melitonovich Balanchivadze como Baco en uno de los muy habituales ballets de tema mitológico de su maestro e inspirador, el coreógrafo Mijail Fokin; luego Diaghilev rebautizaría a Georgi como George Balanchine. Hace unos meses, Silvia Sánchez Ureña en su blog habló también de esta pintora, felizmente recuperada para el mercado del arte internacional y de la que ha habido exposiciones recientes en Moscú, Roma y San Petersburgo; en nuestro medio, sigue siendo injustamente una perfecta desconocida; el ballet como temática sólo ocupa un segmento temprano de su extensa obra. Pero detrás de sus trazos decididos, de su figuración límpida y de una manera especial de ver el color, hay una historia trágica. Zinaida estaba emparentada con los Benois, pertenecía a una larga saga de artistas, músicos y arquitectos que se extiende hasta el actor Peter Ustinov (que exhibía orgulloso este parentesco y atesoraba obras suyas). Fue discípula de Repin y la técnica del retrato la adquirió de Osip Braz (famoso por su retrato de Chéjov), que en 1924 también cayó en desgracia, fue expulsado de su puesto en el Museo Hermitage, arrestado y mandado varios años a un campo de internamiento (huyó a Francia en 1928 cuando ya la persecución contra los judíos era una evidencia). Zinaida siempre mencionaba a Braz como su gran mentor, aunque lo que la definió plásticamente fueron sus dos primeros viajes a Italia y París a principios de siglo XX, donde conoció a Fortunato Depero y a Getrude Stein; las dos mujeres llegaron a la capital francesa el mismo año y se hicieron amigas. Después de enviudar y quedarse con cuatro hijos, sola y sin recursos, Serebriakova se trasladó a Petrogrado al apartamento de uno de sus abuelos, que los bolcheviques la obligaron a compartir con artistas, actores y bailarines en el apogeo de la colectivización. Zinaida logró colocar a su hija mayor, Tatiana, en la Academia Coreográfica (antigua Escuela Imperial) con la ayuda de Agripina Vaganova, a la que también retrató no ya bailando, sino sentada señorialmente como profesora de ballet en 1920, el año en que la famosa pedagoga empezó oficialmente a dar clases de nivel elemental. Fue en ese mismo 1920 que el Teatro Mariinski le encargaba a Zinaida pinturas al pastel con retratos y escenas de danza. “Balanchivadze como Baco” está fechado en ese productivo y agitado año. Los que siguieron, también fueron difíciles. En 1924 Zinaida acepta un encargo para pintar unos murales en París y se separó de sus hijos. Luego recuperó a dos, pero no volvió a ver a Tatiana hasta 36 años después, cuando la prometedora chiquilla había dejado la danza y hecho carrera como escenógrafa teatral. Con toda probabilidad este “Baco” pertenece a la escena de bacanal orgiástica del ballet “Eros”, que Fokin puso en 1919 en el Teatro Mariinski sobre la Serenata para cuerdas de Chaicovski, partitura que editó a placer y de acuerdo a las necesidades del baile suprimiendo algunos fragmentos. Cuando Balanchine llega a Nueva York en 1934 y tiene que hacer a toda prisa un primer ballet en una semana, crea “Serenade”, un primer boceto de abstracción usando la misma música editada por Fokin unos años atrás, y de hecho, con referencias claras a “Eros”, como la figura del ángel, la muerte y el claro de luna. Hoy los cuadros de Zinaida Serebriakova cuelgan orgullosos de nuevo en todos los museos y los ballets de Balanchine se bailan también en todos los teatros de Rusia. Seguiré este hilo con dos temas “balanchinianos” que se discuten: las bailarinas decorativas frente a las bailarinas acrobáticas y de dónde proviene de verdad el “Estilo Balanchine”, una apasionante génesis de nueva materia coréutica. Todo empezó a gestarse en ese 1920, cuando hacía de Baco.
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