Técnica del ballet y estilos de danza

Por: | 09 de febrero de 2013

Balanchine1La confusión terminológica en ballet es habitual. Una vez superado el barbarismo acerca del “neoclasicismo balanchiniano”, ahora se ha hecho popular lo de las supuestas nuevas “técnicas”, obviamente, susceptibles de ser enseñadas. La técnica del ballet es una, evolucionada a lo largo de 300 años, y no es si no en el siglo XX cuando con propiedad aparecen otras técnicas con entidad propia, por citar dos muy célebres ligadas a la danza fundacional moderna: Martha Graham y Lester Horton. Merce Cunningham también, en un largo proceso que partió de lo coreográfico y del estilo, generó también su propia técnica, una ejercitación metódica que arriba a un vocabulario susceptible de ser usado en la creación (Merce empezó estudiando ballet). Pero hablar de “técnica Balanchine” o “técnica Forsythe” no deja de ser un triste disparate. Tanto George Balanchine como William Fossythe usan a placer la técnica del ballet académico (donde se formaron) y con ella escriben, dibujan el material coréutico, y consiguientemente a la calidad, llega la probabilidad estilística propia. La confusión es dramática porque genera una zona oscura y relega algo importante: el ESTILO. Incluso, dentro del propio corpus balanchiniano encontramos diferentes micro-estilos, maneras particulares de afrontar la lectura coreográfica de un título o de una etapa. No tiene el mismo estilo Agon (1957) que El hijo pródigo (1929); pero entre Agon, Concerto barocco (1941), Violin Concerto (1972) y Los cuatro temperamentos (1946), sí hay una conexión estrecha en la manera, en el rigor de la ejecución y en detalles de desarrollo espacial, aún sobre músicas tan distantes como Stravisnki, Hindemith y Bach. A Balanchine le horrorizaba que se hablara de “nueva técnica”, y elementos muy suyos como la cadera empujada rítmicamente hacia delante (herencia sanguínea del jazz); los hombros fuera del eje axial hacia atrás o las muñecas quebradas con el acento musical, todo eso que ha pasado a ser identitario del estilo, en tiempos no tan remotos a la ortodoxia del ballet le parecía un horror, un sinsentido que arruinaría las bases de continuidad de la tradición, de la que se supone Balanchine era el último y más brillante vástago.

¿Pero qué ha ocurrido realmente? Pues que se ha producido una incorporación líquida y natural, a través del estilo, de esos elementos, que hoy son cifras fijas y consustanciales a las obras donde se fijaron y a la vez, sirven para ser santo y seña (es decir: el estilo) de su creador. Es apasionante ir a la genética estilística de Balanchine (en su juventud aún Balanchivadze). En Petrogrado recibió de Kazan Goleizovski  muy temprano una enseñanza vital que lo influenció para siempre: “buena música, la forma humana ligeramente vestida y el despliegue acrobático dentro de la lacería armónica”. Cuando Balanchine oyó este sermón por primera vez no había cumplido 20 años y más de medio siglo después, en Nueva York, la seguía aplicando a pie juntilla. A William Forsythe (Nueva York, 1949) también le pone de los nervios que le digan “continuador de Balanchine”, o “nuevo Balanchine”. Es que ellos, grandes artistas de la creación coréutica, saben donde están perfectamente, lo que se traen entre manos, dónde apuntar y de dónde se proceden.

Hay 3 Comentarios

Roger, qué maravilla de artículo. Mil gracias.

Me gusta , pero por favor , es informacion muy interesante pero a causa de las complicaciones con las que escribes, se pierde en el camino parte de esta infornacion. A veces si se escribe sin complicaciones los articulos gustan mas. Por cierto , cuando se va a continuar con el tema de las zapatillas de punta ??

Muy importante la distinción que introduce entre técnica y estilo... Ha prosperado tanto la idea de técnica Balanchine, que me alegra leer sobre este asunto.

Gracias.

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Por Pies

Sobre el blog

Un espacio para la reflexión y la crítica de la danza y el ballet. Su historia y avatar en el mundo global, los cambios estéticos y los nombres propios en una escena universal y dinámica. Ballet clásico, moderno y contemporáneo; danza actual y teatro-danza; ballet flamenco y danza española; festivales, teatros y compañías, diseños, música y tendencias; los grandes coreógrafos junto al talento emergente. La DANZA es una y así debe glosarse y ser estudiada desde todos sus ángulos, como verdadera materia de cultura.

Sobre el autor

Roger Salas

es el crítico de danza y ballet del periódico EL PAÍS desde hace 28 años, con una breve pausa cuando participó en la aventura de la revista "EL GLOBO"; nació en Holguín (Cuba) en 1950, estudió piano y presume de autodidacta. Emigró a Europa en 1982 y ha publicado dos libros de cuentos, una novela y varios ensayos sobre ballet, ciencia coréutica y danza española. Roger cree, como dijera Maya Plisetskaia un día, que "la danza salvará al mundo".

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