La confusión terminológica en ballet es habitual. Una vez superado el barbarismo acerca del “neoclasicismo balanchiniano”, ahora se ha hecho popular lo de las supuestas nuevas “técnicas”, obviamente, susceptibles de ser enseñadas. La técnica del ballet es una, evolucionada a lo largo de 300 años, y no es si no en el siglo XX cuando con propiedad aparecen otras técnicas con entidad propia, por citar dos muy célebres ligadas a la danza fundacional moderna: Martha Graham y Lester Horton. Merce Cunningham también, en un largo proceso que partió de lo coreográfico y del estilo, generó también su propia técnica, una ejercitación metódica que arriba a un vocabulario susceptible de ser usado en la creación (Merce empezó estudiando ballet). Pero hablar de “técnica Balanchine” o “técnica Forsythe” no deja de ser un triste disparate. Tanto George Balanchine como William Fossythe usan a placer la técnica del ballet académico (donde se formaron) y con ella escriben, dibujan el material coréutico, y consiguientemente a la calidad, llega la probabilidad estilística propia. La confusión es dramática porque genera una zona oscura y relega algo importante: el ESTILO. Incluso, dentro del propio corpus balanchiniano encontramos diferentes micro-estilos, maneras particulares de afrontar la lectura coreográfica de un título o de una etapa. No tiene el mismo estilo Agon (1957) que El hijo pródigo (1929); pero entre Agon, Concerto barocco (1941), Violin Concerto (1972) y Los cuatro temperamentos (1946), sí hay una conexión estrecha en la manera, en el rigor de la ejecución y en detalles de desarrollo espacial, aún sobre músicas tan distantes como Stravisnki, Hindemith y Bach. A Balanchine le horrorizaba que se hablara de “nueva técnica”, y elementos muy suyos como la cadera empujada rítmicamente hacia delante (herencia sanguínea del jazz); los hombros fuera del eje axial hacia atrás o las muñecas quebradas con el acento musical, todo eso que ha pasado a ser identitario del estilo, en tiempos no tan remotos a la ortodoxia del ballet le parecía un horror, un sinsentido que arruinaría las bases de continuidad de la tradición, de la que se supone Balanchine era el último y más brillante vástago.
Hay 3 Comentarios
Roger, qué maravilla de artículo. Mil gracias.
Publicado por: Paloma | 10/02/2013 12:59:58
Me gusta , pero por favor , es informacion muy interesante pero a causa de las complicaciones con las que escribes, se pierde en el camino parte de esta infornacion. A veces si se escribe sin complicaciones los articulos gustan mas. Por cierto , cuando se va a continuar con el tema de las zapatillas de punta ??
Publicado por: Ballet Live ♡ | 09/02/2013 21:00:54
Muy importante la distinción que introduce entre técnica y estilo... Ha prosperado tanto la idea de técnica Balanchine, que me alegra leer sobre este asunto.
Gracias.
Publicado por: Carmen | 09/02/2013 18:25:58