
En época reciente del ballet moderno y contemporáneo hicieron su aparición las compañías de autor. Estos conjuntos, existentes en todos los géneros de danza, alimentan su repertorio en exclusiva (o casi) de la creación continua de su coreógrafo principal. A veces en esa figura coincide la del director artístico. Algunos conjuntos de ballets son más de autor que otros. Por centrarnos primero en Alemania, y por su diversidad estilística, citemos al Ballet de la Ópera de Wuppertal y Pina Bausch (Solingen, 1940 - Wuppertal, 2009) que lo dirigió desde 1972 hasta su muerte y el de William Forsythe (Nueva York, 1949), que dirigió el Ballet de Frankfurt desde 1983 a 2004. Un ejemplo notorio y algo diferente es John Neumeier (Milwaukee, Wisconsin, 1939) al frente del Ballet de Hamburgo desde 1973, y que en este 2013 hace su 40º aniversario al frente de esa casa. Recuerdo cuando en 1990 coincidí en el Teatro Bolshoi de Moscú con Neumeier; era una ocasión muy importante: el estreno en Moscú del ballet en tres actos “Peer Gynt”, del compositor Alfred Schnittke (1934-1998), que había hecho un esfuerzo titánico después de su primer infarto para terminar la partitura que había comenzado en 1985 y culminó a finales de 1987. Fue la última vez que vi a Schnittke; Neumeier lo sacó al escenario ayudándole a andar, el Bolshoi se puso en pie y unas mujeres vestidas de negro gritaban: “¡Has resucitado!”. Inolvidable.
Después de la función hablé con Neumeier y no sé muy bien cómo se tocó el tema de las jerarquías en el ballet, algo que él sí ha mantenido de acuerdo a la tradición, tal como había hecho en su periodo en Frankfurt antes de Forsythe entre 1969 y 1972. Neumeier hizo su primera coreografía entre 1965 y 1966, y tampoco le gusta hablar de ello mucho. El caso es que en los programas de mano y en los elencos de las compañías de autor progresivamente han desaparecido las categorías. Es un pretendido ejercicio de democratización (a mi parecer equivocado) de la plantilla. Eso sí, lo que siempre está encabezado por el coreógrafo-director frecuentemente en caracteres más destacados. Para esos directores, la plantilla es una masa actuante y homogénea. En el caso de Bausch sí tenía una justificación por el tratamiento coral propio de las obras, con los otros casos conocidos, sigo teniendo dudas y esos escalafones que se generaron en las casa de ópera y ballet a finales del siglo XVIII, creo mantienen su vigencia y su sentido. Son parte de la disciplina y de la pirámide social interna. Aquella noche del Bolshoi, Neumeier cedió todo el protagonismo a Schittke. Eso le honra. (continuará...)
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