Elisabetta Terabust (Mis retratos del verano: 1)

Por: | 21 de julio de 2013

Terabust.elisabetta Ayer sábado 20 en el festival Mittelfest de Gorizia hubo un espectáculo bajo el lema “Retrato de un mito: Elisabetta Terabust”, allí en ese confín adriático tenía que haber estado presente, pero la ubicuidad del crítico, esa especie de metempsicosis pitagórica, no me está dada… todavía, aunque alguna vez me la han atribuido. Le tengo mucho cariño a esta bailarina, sus recuerdos escénicos se me agolpan, secuencias deliciosas de cuando la he visto en tantos roles diferentes; uno de sus grandes valores artísticos es su capacidad cambiante, prismática, su adaptación estilística. Me hubiera gustado estar ayer en Gorizia, para haber paseado con ella por el barrio antiguo y disfrutar de la danza de quienes la homenajeaban con toda justicia. En la gala bailaron primeros artistas del New York City Ballet, el Staatballett de Berlín, el Teatro de la Ópera de Roma, el tristemente desaparecido MaggioDanza de Florencia y algunos artistas más que se unieron en torno a esta mujer dinámica y fuerte que es con toda seguridad la última de una saga histórica de grandes figuras de la danza clásica italiana, un tipo de artista grande que hoy no se produce y que nos parece, con razón, algo de otro tiempo. Además Elisabetta ha recorrido (como si se tratara de un Via Crucis, todos los entes líricos importantes de Italia, como bailarina y como directora: Roma (1990-92); La Scala de Milán (1993 – 1997 y 2007); MaggioDanza (2000 -2002); San Carlo de Nápoles (2002-2003). Elisabetta Terabust (Varese, 1946) tuvo una carrera internacional brillante y que le permitió tocar muchos tipos de ballet, desde Millos a Roland Petit, amén de todo el repertorio romántico-académico. Ya en 1973 estaba en el London Festival Ballet de entonces. En España la vimos bailar poco, salvo por algunas visitas esporádicas a los festivales veraniegos. En mi época italiana, la perseguí, era de mis preferidas. Me acuerdo perfectamente cuando vi por primera vez “Steptext” de William Forsythe, que el coreógrafo creara prácticamente sobre ella y en aquellos tiempos, era espléndida también en “Sphinx” de Tetley con Aterballetto. También me acuerdo del estreno de “Cascanueces” en el Teatro Municipal de Piacenza (si la memoria no me falla, con Derivianko) en el mundo hipermágico creado por Luzzati y reglado por Amodio. Lo importante es que Elisabeta convertía en arte la función de bailar un ballet, sea el que sea, y doy fe de ello desde su personal Giselle a “La Sylphide”; de su Julieta a su Cenicienta. Años después, la volví a ver con Peter Schaufuss (¡hacían una pareja especial e intensa!) en una combinación feliz de “Festival de las Flores de Genzano” y “Napoli”, entonces recordé que ella, en su juventud, había estudiado con Bruhn y bailado con él. El mundo de Internet me regaló hace poco un filme en blanco y negro de Terabust bailando Cascanueces pas de deux con Bortoluzzi (una lección de buen gusto en pareja). Es la ruta de los grandes. Y me gusta siempre hablar de esa Escuela Italiana de ballet que muchos dan por perdida en el tiempo, disuelta en el eclecticismo efectista del presente, y me resisto a que eso sea así. En tal caso, Elisabetta Terabust es una muestra fehaciente de una tradición orgullosa y de un tesón más que respetable.

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Por Pies

Sobre el blog

Un espacio para la reflexión y la crítica de la danza y el ballet. Su historia y avatar en el mundo global, los cambios estéticos y los nombres propios en una escena universal y dinámica. Ballet clásico, moderno y contemporáneo; danza actual y teatro-danza; ballet flamenco y danza española; festivales, teatros y compañías, diseños, música y tendencias; los grandes coreógrafos junto al talento emergente. La DANZA es una y así debe glosarse y ser estudiada desde todos sus ángulos, como verdadera materia de cultura.

Sobre el autor

Roger Salas

es el crítico de danza y ballet del periódico EL PAÍS desde hace 28 años, con una breve pausa cuando participó en la aventura de la revista "EL GLOBO"; nació en Holguín (Cuba) en 1950, estudió piano y presume de autodidacta. Emigró a Europa en 1982 y ha publicado dos libros de cuentos, una novela y varios ensayos sobre ballet, ciencia coréutica y danza española. Roger cree, como dijera Maya Plisetskaia un día, que "la danza salvará al mundo".

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