Mañana miércoles 18 de septiembre Adolfo Roval cumple 84 años y encarnará de nuevo el papel del Doctor Coppelius del ballet “Coppélia” en el debut del Ballet Nacional de Cuba en los Teatros del Canal de Madrid. Lo mires por donde lo mires, será una función llena de significados, desde lo coréutico a lo emocional. Las compañías serias de ballet sostienen y miman a sus figuras memoriales, son tesoros vivos, los que son capaces de encarnar estos papeles singulares donde hay que poner en juego mucha sabiduría teatral. Recordemos cómo eran Frederick Ashton y Robert Helpmann en las hermanastras de Cenicienta. Adolfo Roval se inscribe en esa tradición, hombre de ballet de toda la vida que lleva 61 años en la compañía cubana, a la que accedió en 1952. Cuando el maestro José Parés (gloria latinoamericana del ballet también entrenador de Víctor Ullate en Bruselas) dejó el rol del Doctor Coppelius en La Habana, Roval se ocupó de mantener la chispa y el estilo en la producción cubana de este clásico, una joya llena de referencias, materiales y codificaciones de la mejor tradición franco-rusa en un arco que va de Leon Fokin a Alicia Alonso; sin un buen Doctor no hay una buena Coppélia. Y puede decirse que Roval está en la génesis misma del ballet cubano, pues comenzó sus estudios en la Escuela Alicia Alonso (allí tuvo entre otros maestros a Fernando Alonso y a Alexandra Fedorova) y durante su estancia en Nueva York recibió las enseñanzas de Frederick Franklin (otro gran Coppelius) y Leon Danielian (a quien Fokine le enseñó “Carnaval” y Massine “Gaite Parisenne”): toda una cadena. Después de hacer su carrera de bailarín solista, el vínculo de Roval se mantuvo y se hizo, si se quiere, más firme, pues en la agrupación cubana ha sido de todo, desde “maitre” a "regisseur", desde divulgador a miembro del consejo artístico. Tan importante es el Doctor Coppelius en el ballet como en el cuento original “Der Sandmann” (“El hombre de arena”), de E. T. A. Hoffmann, el más famoso de los “Cuentos nocturnos” (en realidad un relato de formato epistolar) que llegó a fascinar al mismo Freud, que escribió un ensayo. Y en ese personaje memorial se resume todo un estilo del ballet a medio camino entre el romanticismo negro literario y el tardoromanticismo balletístico francés. Pero volvamos al maestro Roval y a su Doctor Coppelius, un rol que borda desde su primera salida a escena, lleno de matices, guiños y prestaciones dramáticas singulares, pues es sobre sus hombros que gira toda la acción argumental de la pieza. Como siempre ocurre o debe ocurrir en ballet, la verdadera transmisión es oral y se hace directamente de los mayores a los más jóvenes, de ensayo en ensayo, de generación en generación. Roval recibió de Parés, y desde hace décadas ha enseñado a otros artistas a encarnar a Coppelius con esa distinción que va del goticismo tenebroso a la obnubilación de quien al final cree en sus propios íncubos e invenciones. El Doctor Coppelius debe inspirar también ternura, y eso Roval lo consigue con su experiencia y su dominio, un dominio que también son las del tenaz fundador: primero fundó con su amigo José Parés el Teatro de la Danza de Puerto Rico (que alimentó conveniente la plantilla del ballet cubano en su renovación) y luego estuvo en la gesta fundacional de la segunda compañía cubana: el Ballet de Camagüey. A esto hay que sumar su memoria prodigiosa y su generosidad sin límites a quien se acerque a preguntarle, ya sea por una coreografía olvidada o por el detalle de algún hecho histórico. Sus clases de Historia de la Danza tienen toda esa materia dentro. No hay mejor manera de celebrar un cumpleaños. Esta fotografía se publica por cortesía del archivo del Museo Nacional de La Danza de La Habana.
Hay 4 Comentarios
Adolfo Roval, gran Maestro, gran Artista, y una gran persona,un saludo a esa gran figura.
Publicado por: Ignacio Sotolongo Rosell | 19/09/2013 5:32:46
Tengo el enorme placer de contar entre mis amigos a este grande maestro de la danza. A pesar de la diferencia generacional, escucharle es un acercamiento inmediato a aquello que no pude vivir directamente. Gracias Adolfo por permitirme conocer algo más de ese maravilloso mundo que le ha tocado a usted de cerca.
Publicado por: Magela | 18/09/2013 23:37:31
El arte une y la política desune. ¡Viva el arte¡ El artículo de Roger Salas es estupendo. En Cuba, el baile (son, danzón y mambo) ha sido siempre un alimento espiritual, para todos, amigos y enemigos, gracias a la influencia cultural de lo africano y lo español. Saludos a sus grandes danzantes, en especial, del ballet que tuvo y tiene su máxima expresión artística en la música del ruso Tchaikovsky.
Publicado por: RAMÓN | 18/09/2013 11:57:13
Un generoso gesto del periodista que apludo porque honor a quien honor merece.
Publicado por: MAYDA BUSTAMANTE | 17/09/2013 15:12:17