El cumpleaños de Loïe Fuller (I)

Por: | 22 de enero de 2014

Loie.Fuller Hoy 22 de enero es el verdadero cumpleaños de la actriz, bailarina y coreógrafa Loïe Fuller (y no el 15 de enero, como se aseguraba en algunos libros, diccionarios y enciclopedias). Nació tal día como hoy de 1862 en Fullersburg (hoy ese sitio algo inhóspito que cambió de nombre varias veces se llama Hinsdale y forma parte de Chicago y de ahí el apellido), Illinois, en una taberna de mala muerte durante una ola de frío polar que invadió Norteamérica ese año. Su padre trabajaba allí, era un buen violinista venido a menos y también bailarín ocasional, de origen latino (se llamaba Rubén, se dice podía ser cubano o mexicano) y su madre Delilah había estudiado canto y hecho modestos pinitos en la ópera antes de casarse. La niña Mary Louise, que pasó una infancia nómada, mostró aptitudes enseguida y a los 12 años ya estaba actuando en la entonces cercana Chicago. La chica autodidacta cambió de nombre artístico varias veces, leía música y tenía una memoria prodigiosa, se especializó en recitales y lecturas dramatizadas de textos de Shakespeare; esto le dio para vivir más de dos años hasta que la reclutan en la compañía itinerante de Felix A. Vicent para trabajar en “Alladin”, un espectáculo de cuadros de pantomima y magia donde ya había escenas de transformación tras telones de gasa y efectos de luz a base de bujías de calcio. Vicent se había mandado a fabricar unas “linternas mágicas” (que patentó infructuosamente y verdaderas precursoras de los actuales proyectores de diapositivas) y estas experiencias fueron decisivas en la asunción de su propia estética en el futuro. Loïe Fuller publicó libros propios, donde todo esto no está contado con exactitud. El primero fue editado en 1908 en París bajo el título “Quince años de mi vida” con un prefacio de Anatole France (en Francia fascinó a todos enseguida, desde Rodin a Mallarmé) y que en 1913 se editó en Chicago con algunos cambios e imágenes nuevas. Es cierta la frase suya: “Cuando una se está muriendo de hambre, a veces se olvida de ser estrictamente veraz”. En su vida hay tantas anécdotas, polémicas, malentendidos, aventuras y versiones contradictorias de los mismos hechos, que las biografías no siempre coinciden pero hay al menos cuatro o cinco textos imprescindibles, como los de Rally R. Sommer o el de M. E. Current de 1998. Margaret Haile Harris en su libro destaca la convivencia del mito, la mujer y la artista y surge la inevitable comparación con Isadora Duncan. La verdad es que el podio fundacional de la danza moderna tal como la entendemos hoy debía ser compartido en paridad por estas dos mujeres. Fuller llevó a una debutante Duncan en su compañía (sobre esto profundizaré en otra entrega sucesiva) y la enseñó a amar Grecia, las tanagras y al arte antiguo. Volviendo al asunto de las patentes, ya en 1894, exactamente el 17 de abril de ese año, la Fuller (siguiendo a Vicent) registró y patentó su baile y sus artilugios mediante detallados diagramas bajo el epígrafe “Garment for dancers” donde especificaba el largo de los velos, la forma y material de las largas varas con que prolongaba sus brazos y hasta dibujos planimétricos de las coreografías, casi una propia y primitiva coreología. Aunque son los estudiosos alemanes quienes han ido más lejos en estos análisis detallados sobre Loïe Fuller, acaso porque fue allí donde tuvo enseguida una legión de imitadoras (esto también pasó en Francia y en el Reino Unido). En su momento llegaremos a las giras y visitas de Loïe Fuller a España, pues ella y sus chicas pasearon su arte por Madrid, Murcia, Valencia, Barcelona y otras ciudades. Hasta un primitivo cineasta español la filmó a la manivela, ¡un día que se calzó zapatillas de punta!

Hay 1 Comentarios

Buen artículo y que en paz descanse.

Os dejo un microcuento mitológico donde Venus resucita en un pequeño pueblo pescador de Italia. Pinchen en mi nombre si les apetece leer.

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Por Pies

Sobre el blog

Un espacio para la reflexión y la crítica de la danza y el ballet. Su historia y avatar en el mundo global, los cambios estéticos y los nombres propios en una escena universal y dinámica. Ballet clásico, moderno y contemporáneo; danza actual y teatro-danza; ballet flamenco y danza española; festivales, teatros y compañías, diseños, música y tendencias; los grandes coreógrafos junto al talento emergente. La DANZA es una y así debe glosarse y ser estudiada desde todos sus ángulos, como verdadera materia de cultura.

Sobre el autor

Roger Salas

es el crítico de danza y ballet del periódico EL PAÍS desde hace 28 años, con una breve pausa cuando participó en la aventura de la revista "EL GLOBO"; nació en Holguín (Cuba) en 1950, estudió piano y presume de autodidacta. Emigró a Europa en 1982 y ha publicado dos libros de cuentos, una novela y varios ensayos sobre ballet, ciencia coréutica y danza española. Roger cree, como dijera Maya Plisetskaia un día, que "la danza salvará al mundo".

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