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Presente Continuo

Sobre el blog

Un historiador echa un vistazo al presente. Éstas no son las noticias de las nueve. Pero a las nueve o a las diez hay actualidad, un presente continuo que sólo se entiende cuando se escribe: cuando se escribe la historia.

Sobre el autor

Justo Serna

es catedrático de la Universidad de Valencia. Es especialista en historia contemporánea. Colabora habitualmente en prensa desde el año 2000 y ha escrito varios libros y ensayos. Es especialista en historia cultural y ha coeditado volúmenes de Antonio Gramsci, Carlo Ginzburg, Joan Fuster, etcétera. De ese etcétera se está ocupando ahora.

Eskup

El sueldo de Mickey Mouse

Por: | 30 de marzo de 2012

Uno. ¿Fue un éxito o un fracaso? ¿Hubo o no hubo huelga? Es más: ¿asistieron o no asistieron miles de personas a las manifestaciones del 29 de marzo? Hay un hartazgo y una oposición constatables que el Gobierno debería admitir. Ser roñoso con las cifras, tapar las evidencias o minimizar los datos no arregla nada.

WaltdisneyHay gente que no puede trabajar o que está ocupada en subempleos muy mal remunerados, que malvive o sobrevive con escasos ingresos. Desde luego es una situación de emergencia.

Pero hay también muchas personas que cobran un salario digno como empleados o un sueldo aceptable como funcionarios y que no tienen la culpa de lo que ocurre. Sus remuneraciones están gravadas con impuestos y con éstos se mantiene todo o casi todo: las pensiones, por ejemplo.

Yo, sin ir más lejos, soy funcionario: como un número importante de contribuyentes de cuyas nóminas se detrae un porcentaje. Con esa cantidad ayudamos a sostener el Estado, una parte de los gastos generales. Aunque quisiéramos no podríamos defraudar a Hacienda: sencillamente estamos fichados y todos nuestros movimientos se registran. Procuramos vivir honradamente: por ejemplo, somos muchos los que no nos hemos beneficiado con la especulación, con la burbuja inmobiliaria, con los negocios rápidos o fáciles.

Somos gentes que vivimos con austeridad. Austeridad: palabra-clave. En virtud de los ahorros que hay que hacer se nos congela el sueldo. A los trabajadores del sector privado se les amenaza con recortes, con restricciones y con condiciones laborales aún peores. ¿Alguien nos pidió opinión cuando había dinero sobrado, largueza presupuestaria, pingües ganancias?

El día 29 de marzo, yo pude hacer huelga porque el Estado no iba a tomar represalias. Sencillamente, pude hacer huelga porque me quitan sólo la parte proporcional de un día de paro. Pero sé de otras personas, incluso de muchas personas, que no pudieron hacer huelga porque sus empresas podrían adoptar medidas durísimas, muy graves...

Dos. Viernes 30 de marzo,Terra Mitica reabre sus puertas tras la temporada invernal. Como este blog, que el día 29 permaneció cerrado. En el parque de Benidorm estuve hace ya muchos años. Escribí un artículo con mis impresiones. Admito mi culpabilidad: me lo pase pipa, como me lo paso en los parques de atracciones (en PortAventura, por ejemplo). Ojalá el complejo de Benidorm funcione bien y sea rentable: que sus trabajadores tengan garantizados sus empleos.

Terra Mitica fue una idea --o una ocurrencia-- de Eduardo Zaplana siendo presidente de la Generalitat Valenciana. Le hicieron homenajes y rotularon carreteras con su nombre. No es de risa, pero la broma del parque nos ha costado mucho dinero, cantidades astronómicas que los restantes ciudadanos hemos pagado a través de la Generalitat o Bancaja. De momento es lo que hacemos: contribuir. El sr. Zaplana, mientras tanto, ya está a buen recaudo en una tierra ciertamente mítica: en Telefónica. Y su sucesor en el cargo público, José Luis Olivas, tiene una remuneración de Bankia que te deja helado.

Por su parte, Rodrigo Rato, el máximo dirigente de la entidad bankaria, cobra más que Mickey Mouse. Eso sí, pide contención salarial. O congelación de los sueldos. Desde luego, congelados están los empleados de Bancaja y congelados estamos los funcionarios: como Walt Disney que, según dice una leyenda urbana, está criogenizado.

Blog cerrado por huelga

Por: | 29 de marzo de 2012

Blogcerrado
Cerrado por huelga general

Los reyes del populismo

Por: | 25 de marzo de 2012

Hay en el mercado un volumen altamente recomendable, una obra que todo político en ciernes o Berlusconien sazón debería leer. Más aún, es un libro que cualquier elector debería consultar antes de depositar su voto. Se titula El show de Berlusconi (2012) en la edición española de Errata naturae.

El original italiano tiene un rótulo menos llamativo, pero más exacto: Il Re che ride. Simone Barillari es su autor, un estudioso literario, experto cultural.

¿Y por qué es recomendable dicha obra? Se recopilan todos los chistes de Berlusconi de los que se tiene constancia documental. El autor del libro los data indicando la fuente de la que los extrae.

Es una historia de Italia a través del esperpento: la historia de un país grande, de cultura antigua y honda, que eligió a Silvio Berlusconi como primer mandatario.

Berlusconi empezó su carrera como animador de fiestas, como contador de chistes, como cantante. Era lo que se dice un showman. Después, conforme fue prosperando con sus negocios, dejó el mundo del espectáculo para dedicarse al empresariado y finalmente a la política.

Bien mirado, no es así: Berlusconi nunca dejó el espectaculo y los chistes eran un recurso habitual de su discurso público y privado. Con ellos demostraba su agudeza --o eso creía-- y demostraba su habilidad dialéctica: eran un instrumento con el que atacaba a los adversarios o con el que hacía autobombo.

El autor del volumen reproduce la versión original --o más primitiva-- del chiste y luego glosa el sentido que Berlusconi le quiso dar y el contexto de la ocurrencia. Es un libro gracioso y repulsivo. Da risa y da mucha pena: uno descubre o confirma el perfil ordinario de Berlusconi, orgullosamente ordinario. Pero sobre todo uno descubre o confirma cómo funciona cierto lenguaje político: el del populismo.

¿Y qué es el populismo? Es la política de la demagogia. Es decirle al pueblo lo que supuestamente desea escuchar. Es hacerle gestos de campechanía, de cercanía. ¿Con qué objeto? Con el fin de que ese pueblo tome al político como un líder accesible y plebeyo, como un dirigente próximo. Parafraseemos.

Yo me presento ante vosotros tal cual soy: sin ambages, sin maquillajes, incluso zafio. Por eso simpatizo y bromeo. De hecho, soy como vosotros y mi cuna no es la de una gran señor, pues no soy hijo de potentado. Nadie me ha regalado nada: si tengo bienes o propiedades, es gracias a mi perseverancia y, quizá, a algo de inteligencia. No he venido a robaros, sino a enriqueceros. Si una persona como yo ha podido llegar a la más alta magistratura, ¿cómo no os va a servir mi ejemplo? Soy el espejo en el que miraros y soy el líder que necesitáis. Pienso como vosotros y lo que hago no tiene otro fin: vuestro beneficio.

Pude analizar la figura de Berlusconi tiempo atrás. Lo inquietante es que su ejemplo empieza a cundir... Pero el populismo no es sólo la falsa campechanía. Es también la dureza representada. Es la eficacia expeditiva. Es igualmente la autoridad impostada del líder suspicaz: soluciones fáciles para cuestiones abstrusas; salidas sencillas para problemas complicados. Y todo ello con puesta en escena patriótica.

SarkozyCada vez que veo en pantalla a Nicolas Sarkozy me acuerdo de ese otro rasgo del populismo. Repaso un libro del actual presidente francés. Lo leí hace tiempo y confirmo ahora, en plena campaña electoral y en plena conmoción, el diagnóstico.

El volumen de Sarkozy se titula La República, las religiones, la esperanza. La edición española contiene un prólogo de José María Aznar. No es casualidad. “La esperanza espiritual también necesita alimentarse con la escenificación”, decía Sarkozy. “El hombre necesita alimentar su imaginario con representación, teatralización y algo de folclore”, concluía.

No sé si Sarkozy sabe contar chistes; no sé si bromea con tanta desenvoltura como Berlusconi, pero comparte con él y con Aznar un narcisismo inflamado: a poco que te descuides se crecen o se coronan.

¿Hay más? No me tiren de la lengua. Ahora, ustedes pongan los nombres locales, los linajes de los reyes autonómicos.  

Francisco Camps. La entrevista

Por: | 21 de marzo de 2012

Uno. La estrategia de la araña. Una vez retirados, los políticos son objeto de interés público. A la gente le JordiEvole2009interesa saber qué fue de ellos, a qué dedican el tiempo libre. Se les entrevista en distintos medios para sacarles y sonsacarles. Los que salieron mal o precipitadamente suelen responder con prevención. A veces se les nota rencorosos.

Para que tal cosa no suceda un periodista avispado sabrá hacerse el humilde con el objeto de crear un clima agradable; y sabrá hacerle una envolvente con preguntas concéntricas: lo tendrá ya en su red de cercanía y de campechanía para finalmente hincarle el aguijón, para hacerle preguntas insólitas e incluso impertinentes.

El político podría no responder, pero el periodista ha creado ya tal estado de simpatía, que su silencio o desdén sólo empeorarían las cosas. Estoy imaginando a alguien, claro. Estoy pensando en Jordi Évole: en Salvados. No quiero suponer lo que podría ser una interviú suya con Francisco Camps

FranciscoCampsfotodeToniMateuparaTelva1Dos. La percha. Mientras tanto, me consuelo con toda entrevista que se le haga, por suave que sea. ¿Qué estará maquinando ahora el ex President? ¿Adónde le llevará la nave de su vida o del olvido? ¿Maquinará o remará, remontará? 

Leo en Telva una interviú muy apañada: vamos, que se la han apañado para que salga victorioso. Desde las fotografías, de Toni Mateu, hasta las preguntitas, que se le hacen para no molestar. Al hombre se le ve perchar en el barquet. Lo hace posando, claro. Como el Tío Paloma o Tonet, en Cañas y barro.

Telva es una revista de estilismo y moda. Un clásico pijo y, de siempre, muy conservador. La interviú sale en el número de abril de 2012. El hombre más buscado. Entrevista exclusiva con Francisco Camps, anuncia Telva en portada entre artículos sobre esmaltes, vestidos troquelados o detalles de look. Leo:

"¿Cuál ha sido su mayor pecado?

Ninguno"

¿Ninguno? Eso, justamente, es un pecado capital: el de soberbia. Un creyente no puede decir que no ha pecado o que no tiene una escala de pecados. Eso es ser vanidoso.

"¿No se arrepiente de nada?

No. ¡Pero si es que lo único que he hecho ha sido ganar elecciones y hacer que la Comunidad Valenciana se sintiera por primera vez en muchos años fuerte, próspera, digna, modesta, moderna y leal a España! Nos hemos situado como motor de este país. Durante el invierno nuclear del gobierno de Zapatero, Valencia alumbraba el camino del futuro de España".

¿El invierno nuclear del gobierno de Zapatero? Es estremecedor el párrafo recién reproducido. Camps sigue pecando de soberbia, pues el arrepentimiento de los pecados forma parte de las tareas del creyente. Algo habrá hecho mal, ¿no? Pero lo peor no es eso. Lo peor --como sabemos y ya pudimos comprobar-- es el mundo irreal en el que vive y nos ha hecho vivir en la Comunidad Valenciana. Hay oscuridad y hay luz, un mundo de tinieblas y un mundo de luminosidad. El bien y el mal, vaya. Su Gobierno alumbraba el camino a seguir: todo muy bíblico, ya ven. Pero faltan luces. Hay que decírselo: sr. Camps, luz, más luz.

 

FranciscoCampsporToniMateuparaTelva"¿Qué ha aprendido?

Mucho. Ahora me doy cuenta de que estoy más preparado que nunca para ser presidente de la Generalitat Valenciana o del Gobierno. Tras estos años en la primera línea de la política sé que todavía tengo más hechura. Mi recorrido ha sido un cursus honorum romano. Fui concejal del Ayuntamiento de Valencia y arreglé el tráfico en la ciudad. Y mire, aquí ya no existen los atascos. He sido consejero en el Gobierno Valenciano, Diputado Nacional, vicepresidente del Congreso, delegado del Gobierno, presidente de la Generalitat Valenciana... No he llegado a ministro pero he estado cerca. Empecé ordenando el tráfico y terminé dirigiendo todo el escenario, que es lo bonito, lo que a mí me gusta. Es que al final mi bagaje es impresionante... Ya, si a usted no hace falta que le pongan medallas. Porque voy con la verdad por delante y digo las cosas como son".

¿Por qué no se repone a Francisco Camps en la Presidencia de la Generalitat? Si su Gabinete alumbraba y si el portavoz del jurado de los trajes le declaró "no culpable", ¿por qué el Partido Popular no tiene una generosidad con él? La reposición en su cargo sería el final feliz de esta historia. Fue concejal del Ayuntamiento de Valencia y, según dice, arregló el tráfico en la ciudad. 

Justamente, ordenar el tráfico es la mejor preparación para ejercer un cargo de alta responsabilidad. Por eso dice claramente que "ahora me doy cuenta de que estoy más preparado que nunca para ser presidente de la Generalitat Valenciana o del Gobierno. Tras estos años en la primera línea de la política sé que todavía tengo más hechura".

Lean otra vez y no se salten la palabra clave: "estoy más preparado que nunca para ser presidente de la Generalitat Valenciana o del Gobierno". Del Gobierno.

Tres. Luz, más luz. El antiguo mandatario mira al horizonte de una Albufera en la que se siente cómodo. Los periodistas de Telva lo han llevado allí a hacerle una sesión de fotos para aprovechar la luz del lago. ¿Y qué se encuentran? A Camps, una persona con aspiraciones, un político en sazón, un postulante. Tiene experiencia, tiene demostrada su pericia en la regulación del tráfico. Su bagaje le permitiría llegar al empleo político más alto. ¿Quién se lo puede impedir? ¿Qué se lo puede impedir?

FranciscoCampsTelvaLa vida da muchas vueltas: como los coches que transitan por la ciudad cuyo tráfico él arregló. Presuntamente. El porvenir es largo: como espera Camps de su propio futuro. Pero los hechos son testarudos.

Algún día, cuando todo esto escampe, habrá que someterse a una terapia colectiva. A un examen de conciencia, que dicen los creyentes. Y habrá que pedir disculpas por la ostentación y el chalaneo. Al Partido Popular.

Y habrá que seguir exigiendo responsabilidades: a los valencianos, tan campechanos, tan dados a las paellas de hermandad.

Observen la instantánea de la barraca. En el pie de foto, los responsables de Telva escriben: "En el corazón de la Albufera valenciana disfrutamos de una espléndida paella con Francisco Camps". El hombre sonríe abierta, francamente. Se ha echado unos kilos encima y parece dispuesto a regresar. ¿A regresar? La imagen de la barraca es castiza y hasta entrañable, con esa evocación a Vicente Blasco Ibáñez. Pero es algo pretérito, literario, fantasioso. El mundo de Blasco ha acabado. Y la paella en la Albufera es algo turístico, poco más. La realidad está al otro lado: fuera de campo.


Hemeroteca del día:

Justo Serna, "Valium o Tripalium", El País, Comunidad Valenciana, 21 de marzo de 2012

Hemeroteca sobre Francisco Camps (2003-2011) en Los archivos de Justo Serna (aquí)

 

Combustible para Fallas

Por: | 16 de marzo de 2012

Columnismo fallero:

Uno. A favor del individualismo. ¿Es posible manifestarse contra las Fallas y no ser objeto de persecución? ¿Es posible deplorarlas y no suscitar escarnio u odios entre los conciudadanos? Hay personas Fallasque detestan su actual derrotero, que lamentan en lo que se han convertido, echando en falta aquellos tiempos en que la fiesta era efectivamente popular, una fiesta que satirizaba el poder y sus desarreglos; hay convecinos que añoran otra estética, más arriesgada y adulta, menos naïf y grosera; hay compatriotas que recuerdan la espontaneidad de las antiguas fiestas josefinas, aquellas en las que con cuatro apaños y avíos, con cuatro despojos y desechos, se despachaban críticas y sarcasmos..." Leer más en: El País, Comunidad Valenciana, 14 de marzo de 2001

Dos. Ardor fallero. "Las Fallas son una obligación y una repetición: bajo el pretexto de la vida peatonal acaban con la pacífica rutina andarina del caminante y con la excusa del ingenio reiteran, año tras año, la misma circunstancia ya vivida, ya vista, ya sabida. La juerga explosiva se adueña de las calles sin dar descanso al vecindario más necesitado; el rugido de las motocicletas petardea, sabedores todos de que hay licencia para el decibelio; el desenfreno y el estrépito de la pólvora y de las explosiones amenazan a quienes temen el estruendo y el fuego; y la alcaldesa y sus adláteres se suman con alegría expansiva y condescendiente al libertinaje municipal, alentando, jaleando, entregados con la furia propia de una campaña electoral. Y lo peor es que todo, absolutamente todo, resulta ser predecible..." Leer más en: El País, Comunidad Valenciana, 17 de marzo de 2003

Tres. Fiesta y devastación. "Las fiestas son frecuentemente una sátira en la que se invierten los valores, una burla contra los magnates del poder, una manifestación en la que se mezclan lo carnal y lo espiritual. Los viejos carnavales eran eso: un modo explícito de mudar el orden de las cosas, una forma reglamentada y estacional de cambiar las jerarquías, de provocar el caos y de embestir fantasiosamente contra quienes contaban. Cuando a los individuos les estaba prohibido vivir como tales y la expresión particular de los derechos no se concebía, los colectivismos satíricos tonificaban a los débiles dándoles solidaridad y argamasa..." Leer más en: El País, Comunidad Valenciana, 19 de marzo de 2004

Cuatro. Adiós a las Fallas. " Si las veladas dominicales fueran prolongadas durante meses, ¿qué se haría de la humanidad, emancipada del sudor, libre del peso de la primera maldición?», se preguntaba el filósofo Emil Cioran en su Breviario de podredumbre. «La sensación de la inmensidad del tiempo haría de cada segundo un intolerable suplicio, un pelotón de ejecución capital. En los corazones más llenos de poesía se instalarían un canibalismo estragado y una tristeza de hiena; los patíbulos y los verdugos languidecerían; las iglesias y los burdeles estallarían de suspiros. El universo transformado en tarde de domingo... es la definición del hastío y el fin de universo». Creo que Cioran se equivocaba. La eternidad no es esa tarde dominical inacabable en la que ocio nos lleva a cavilaciones indeseadas: lo más parecido al hastío es una verbena popular interminable, el botellón adueñándose de la ciudad, un petardeo incesante y nocturno, el estrépito que se inició muchos días atrás y que se extiende hasta la madrugada..." Leer más en: Levante-emv, 22 de marzo de 2006

Cinco. Sant Josep. "Cada vez que llegan las Fallas recuerdo una película regularcilla. Digo regularcilla porque no es más que un producto consumista, entretenido, sin pretensiones. Me refiero a Misión: imposible II, la secuela que filmó John Woo de aquella otra Misión: imposible que también protagonizara Tom Cruise. El segundo film contaba, además, con un secundario de lujo: Anthony Hopkins. ¿Recuerdan su aparición en pantalla? Al principio de la película hay una secuencia en la que participa. Se desarrolla en Sevilla, ciudad que fácilmente se presta a pintoresquismos cinematográficos y a tópicos de baratillo. Esa secuencia es voluntaria o involuntariamente cómica, no sé. El caso es que los guionistas fusionaron lo que no debían, cometiendo un híbrido simpatiquísimo o intolerable, una mixtura que provocó la protesta de los puristas y de los festeros sevillanos. ¿En qué consistía? En una mezcla de la Semana Santa con las Fallas..." Leer más en: El País, Comunidad Valenciana, 18 de marzo de 2009

Seis. Alarma fallera. "Si son ciertos los datos que circulan, unas cuatrocientas calles de Valencia están cortadas. Digo circulan y me doy cuenta de la incongruencia expresiva: llegado un determinado momento, en la ciudad no circula nada. Estamos en Fallas, justifica la alcaldesa, siempre tan expansiva. En teoría, esto es bueno: de la calzada se adueñan los peatones. Pero no es así, pues las carpas impiden el paso. No son los monumentos falleros lo que atasca, sino esos barracones: las carpas y los entoldados. O tal vez sí: tal vez la gente se frena cuando mira con asombro esas Fallas que se levantan en los cruces. ¿Pero qué miran? Perdónenme, pero para un monumento que sorprende, lo común es una imaginería previsible: la enésima caricatura del político local o esa señora oronda que se zampa a un caballero, siempre un petimetre..." Leer más en: El País, Comunidad Valenciana, 16 de marzo de 2011

Doña Rita Barberá

Por: | 15 de marzo de 2012

Uno. Es doloroso, sí. Decepcionante: que los trabajadores de la Empresa Municipal de Transportes Emt(EMT) de Valencia exijan a su alcaldesa el pago de lo adeudado es triste. Muy triste. ¿Es roñosa la munícipe, doña Rita Barberá? No puedo pensar que la alcaldesa sea una rácana.

Miércoles 14 de marzo. Estoy en el centro de Valencia haciendo unas gestiones. Por casualidad me sorprenden la concentración y la pitada de los trabajadores de la EMT. Pregunto a uno de los manifestantes. Me explica lo que se les adeuda y los trabajadores que no contratarán. Si es cierto que a los empleados se les debe lo que estaba prometido y establecido, si es cierto que menor número de personas harán el máximo de trabajo, entonces he de pensar que la alcaldesa actúa cicateramente. Que el Municipio recorta su aportación a la Empresa.

Dos. A doña Rita Barberá habría que pedirle que se recortase el sueldo, que se quitase el coche  RitaBarberaoficial, que se rebajase los extras, que se apañase con lo mínimo. Que diera ejemplo. Que apurara los gastos de Fallas. ¿Demagogia? Creo que los políticos deben obrar y cobrar bien, incluso generosamente: lo digo porque yo jamás me dedicaría a la gestión pública y, por tanto, de entrada reconozco el servicio que hacen quienes renuncian a su profesión para desempeñar tareas colectivas.

Pero a la vez me pregunto ciertas cosas. ¿Cuál es la profesión de doña Rita Barberá? ¿Periodista? No recuerdo cuándo le leí la última crónica. ¿Acaso en los ochenta, cuando remitía notas de prensa de Alianza Popular?

Tres. ¿Por qué doña Rita Barberá tiene un policía local a la entrada de su casa? Simpatizo con el agente que allí monta guardia: son horas y horas de tedio.

Pero no queda bien. Si es por seguridad, entonces es la PolicialocalPolicía Nacional la que debería garantizarla. No sé: o la Guardia Civil, que impone mucho.

Que la señora Barberá encargue la vigilancia de su domicilio a la policía urbana resulta poco edificante. Parece un acto de suficiencia: como tengo agentes a mi orden, pues que me protejan... No me responda, señora alcaldesa, con el ejemplo de otras ciudades: simplemente queda mal. Admítamelo.

¿Está sobrada la señora Barberá? No: supongo que no. Y las arcas municipales tampoco están rebosantes. De sobra lo sabemos. Pues eso: con las sobras estamos y así nos luce.

Cuatro. 8 de la mañana del jueves 15 de marzo, una densa niebla se extiende por la ciudad. Si fuéramos ValenciaennieblaporRafaVivescursis, diríamos que es una metáfora perfecta de lo que hay en este municipio: nubes que tapan la luminosidad, sombra ambiental. Así nos luce --añadiríamos--, pues el sol no puede arrojar luz a lo que hay. ¿Y qué es lo que hay? Una ciudad apagada, en declive...

Pero no, dejémonos de metáforas: las nieblas son reales y se van espesando hasta hacer de Valencia una ciudad literalmente borrosa, desenfocada. ¿Espectral? No empecemos...

La imagen me recuerda a otra que he retenido en la memoria y que felizmente Google conserva. Fue un par de años atrás. Cuando Rafa Vives fotografió para Las Provincias esa meteorología insólita.

No sé qué tiene que ver la niebla con doña Rita Barberá, que es el título de este post, pero mi lado sombrío acentúa el fenómeno. Hay días en que uno lo ve todo muy oscuro. O muy turbio.

¿Alguien se acuerda de Francisco Camps?

Por: | 13 de marzo de 2012

Uno. No hay nada que decir. No hay nada que añadir. Don Alberto Fabra, actual presidente de la Generalitat FranciscoCampsRitaBarberaporCarlesFrancescElPais17deenerode2010Valenciana, evita mencionar a su predecesor. Evita condenarlo, es cierto. Pero sus actuaciones y sus declaraciones son la antítesis o el negativo de lo que Francisco Camps hizo o pensó o fantaseó. Solo o en compañía de Rita Barberá.

Veo ahora la fotografía que les hizo Carles Francesc en 2010. Tiene mérito y tiene guasa. Lamento esa colusión o coalición. Caído Camps, ¿cuánto le queda a Barberá? Mucho, dirán los acérrimos. No sé. Me da pena que el final de la alcaldesa de Valencia dependa de un presupuesto menguante. Cinco mil millones menos. Lástima que no esté José Luis Rodríguez Zapatero. Si esto lo hace el socialista, lo lapidan. O lo laminan, no sé.

Dos. ¿Acierta Fabra? Es un dolor y es un clamor. Los actuales responsables del Partido Popular de la Comunidad Valenciana deberían hincarse de rodillas, humillar la cerviz y pedir perdón. O vender la Ciudad de las Artes y de las Ciencias. Ya sé que el continente no tiene comprador. Ya sé que el recinto se ve de lejos, cosa que impide su aprovechamiento material: la venta de tickets, vaya. Pero podría comercializarse como un parque temático. Con atracciones.

Se lo dije a un amigo y me afeó la ocurrencia. Nadie va a comprar lo que no tiene precio. O es carísimo. O lo que no divierte. Don Francisco Camps nos vendió el producto. El Umbracle, por ejemplo, es una metáfora perfecta de lo que nos pasa en Valencia. Forma parte del recinto de la Ciudad de Santiago Calatrava. ¿Qué hay? Pues eso: luz externa y unas sombras interiores.

Sombrío tengo el ánimo...

La derecha valenciana

Por: | 11 de marzo de 2012

Uno. La derecha valenciana es una, variada y condensada. Pero marcha toda ella bajo unas mismas siglas: las del Partido Popular de la Comunidad Valenciana. ¿Cuáles han sido los personajes esenciales Eduardozaplanade su historia reciente? Rita Barberá y Alfonso Rus, responderán algunos. Francisco Camps y Carlos Fabra, dirán otros. No, no, responderá un tercero: las figuras y los figuras de la derecha valenciana han sido Eduardo Zaplana y Rafael Blasco. No importa  decir ahora cuál es la solución correcta: esto no es un certamen.

Quizá más importante sea dar con el estilo de gobernar que compartieron, el propósito de expansión e intervención, el esquema de comportamiento: las reglas del político con recursos y en campaña permanente. Es fácil la respuesta: hay que llegar al poder y hay que ejercerlo sin prevenciones o dengue. El modelo triunfó.

Dos. Así, ejercer el poder ha significado avaricia y dominación, hegemonía y patronazgo. Por avaricia entiendo aquí voluntad de acaparar las instituciones. Por dominación entiendo control político. La hegemonía afirma y confirma ese dominio, lo justifica, lo racionaliza, haciéndolo inevitable y deseable. Finalmente, por patronazgo entiendo el establecimiento de una red de clientelas afines: gracias al gasto público aumenta el número de gentes que se sienten pagadas, favorecidas, enriquecidas por la función y por la inversión.

Por un lado, se alienta el orgullo comunitario que une lo valenciano y lo hortelano, la Autonomía y el partido, el Municipio y el territorio. Por otro, se favorece un individualismo desacomplejado que mezcla lo patriótico con el solar.  Son elementos contradictorios: para algunos o para muchos Silvioberlusconipolíticos del Partido Popular, la ostentación, la llaneza, la vanidad, el lucro y la picardía se convirtieron en las reglas de comportamiento.

Durante años, el público no las vio mal: esas normas del político en sazón parecían traer riqueza. Al igual que en Italia, Silvio Berlusconi se presentaba como el tipo avispado que sabía llevar sus negocios y que, por tanto, sabría llevar el país al modo de un capitán de empresa.

También aquí se nos llenó el terreno de pícaros con simpatía, de hombres que habrían sabido ascender y prosperar gracias a sus dotes campechanas y a sus recursos: gentes que encarnarían la sencillez, lo expeditivo, lo plebeyo, la contundencia expresiva y el provecho personal.

Demagogia y presupuestos generosos, derroche y desmesura estética: o, en otros términos, la derecha valenciana habría sabido mezclar durante años el capitalismo municipal con el comunitarismo emocional, el provecho con el sentimiento, el localismo con el victimismo. Para que ese mejunje ideológico funcionara había que tirar de presupuesto, había que gastar a manos llenas, había que prometer lo que no se tenía o lo que podía repartirse a crédito: ambición y despilfarro, según indica Adolf Beltran.

Tres. Ahora, ese modelo que tanto alentó Francisco Camps ha acabado. O, como le dice Alberto Fabra a Josep Torrent, "tenemos un problema. Nos hemos despertado del sueño tarde, con pesadillas y con AlbertoFabrasustituyeaCampmucho dolor de cabeza". La verdad, esta metáfora del dolor de cabeza parece aludir a la resaca: al exceso, a la falta de contención, a la esplendidez alocada.

O, al desvarío, como ya diagnosticó el propio Josep Torrent semanas atrás. ¿Y eso cómo se cura? Con austeridad: pero no entendida como mera política de recortes presupuestarios, sino  como eliminación del derroche, de la opulencia insolente.

¿Qué hacer? Como medida pedagógica deberían ir todos a la cárcel: todos ustedes. Deberían acudir a la antigua Cárcel Modelo para comprobar qué se está haciendo. Lo señalé hace dos años y la impresión de lujo es simplemente escandalosa:

Se rehabilita el complejo arquitectónico para reunir dependencias de la Administración autonómica y se construye... ostentosamente: en el patio se añaden ahora edificios gigantescos que no figuraban en la cárcel original, unas moles que tapan la antigua prisión, un conjunto histórico que deberíamos preservar.

Qué paradoja. Lo que en principio fue concebido para divisarlo todo con un simple golpe de vista, ahora ya no puede verse. La vieja cárcel queda oculta tras los nuevos pabellones. Padece asfixia arquitectónica. ¿Por culpa de quién? Por culpa de la Generalitat: por culpa de la arrogancia institucional y administrativa de unos pocos. Qué cruz.

Tómense la cárcel como ejemplo de la disipación. La derecha valenciana ha tapado la visión común de las cosas y durante años todo ha quedado oculto tras la pompa. Ha sido una asfixia y ahora, su actual representante, nos dice en la entrevista con Josep Torrent que las instituciones padecen ahogo. Más bien amenazan con ahogarnos.

Y con cegarnos. Los nuevos y ostentosos edificios que tapan la antigua Cárcel Modelo tienen unos inmensos ventanales. Al caer la tarde, el sol de poniente refleja en la fachada de vidrio y acero y ciega a los vecinos de enfrente, en la calle 9 d'Octubre. Justamente por eso están colocando una cubierta a dichos pabellones, algo que amortigüe tanto deslumbramiento.

Espero que así sea y espero que algún día la ciudadanía deje de deslumbrarse con la derecha valenciana, con esta derecha de pujos y de lujos edilicios.

Mercadona. ¿El modo de producción asiático?

Por: | 08 de marzo de 2012

Uno. "Yo soy hijo de porquero", dice Juan Roig. Es una declaración valiente. O retadora. Juan es uno de los vástagos del empresario valenciano que creó Cárnicas Roig. Entiendo que sienta orgullo. Yo, por mi JuanRoigporMonicaTorresparaElPaisparte, soy hijo de ATS: de prácticante, vaya. Como su padre, también el mío tocó carnes y epidermis. Y me siento orgulloso de su avance, de su mejora. Era un tipo muy abnegado.

Permítame, Juan, que me dirija a usted directamente. Ambos sabemos qué es el trabajo duro, lo que nuestros padres tuvieron que hacer para salir adelante en aquella posguerra inacabable del Franquismo. Era un régimen político mineral, con cerdos y con gente humanamente entregada. Muchos tenían las carnes abiertas: simplemente el general Franco dejó las heridas sin cicatrizar.

Mi padre no fue un tipo aguerrido: sencillamente se adaptó como pudo sobreviviendo --al igual que otros españoles-- a un sistema desastroso. ¿Recuerda qué política económica adoptó originariamente el General? Yo no la recuerdo: la aprendí en los libros, pues nací a finales de los cincuenta. ¿Y qué aprendí de lo anterior? Pues eso: el cierre del mercado, la supervivencia material, la sustitución de importaciones. Mucha gente modesta y emprendedora salió adelante sobreponiéndose a las restricciones de aquel Régimen. A base de esfuerzo: abriendo tiendas en las que se explotaban los mismos propietarios; fundando negocios que en los que el amo trabajaba de sol a sol.

Ahora, sr. Roig, usted postula la cultura del esfuerzo. Hay generaciones que saben de qué habla. El capitalismo tiene un mal que lo horada: el hedonismo. Vivir con lo puesto, vivir con lo corriente. vivir al día. Si tenemos satisfacciones, ¿para qué vamos a matarnos a trabajar? Daniel Bell lo diagnosticó hace años. Ah, la cultura del consumo trae esto: si nos vamos a morir, si no hay más allá, ¿para qué reprimirnos? ¿Recuerda el pasaje del Gran Inquisidor en Los hermanos Karamazov? Pues eso.

Pero el sistema capitalista tiene otro pequeño problema: los horarios laborales agotadores. Que la gente gaste su existencia matándose a trabajar es, quizá, muy rentable económicamente, pero --admítame-- destruye la familia. Destruye la cohesión social. Y destruye a la persona. Es probable que los emigrantes chinos que se han instalado en España tengan otra cultura del trabajo: sin desmayo y sin descanso. Pero eso se conoció aquí en tiempos de Charles Dickens (de quien por cierto se celebran doscientos años de su nacimiento).

BanderaespanolaDos. Hace meses lo escribí. Pérmítame reproducirlo:


Desde hace semanas vivo obsesionado. Leo y leo noticias que en principio no me conciernen. Suelen aparecer en los márgenes de los periódicos, en página par y en un rincón de la plana. Pero las capto de inmediato. ¿Acaso por un interés académico? No: por un interés histórico. Es China y es el cambio de hegemonía. Su ascensión parece imparable. Vaya descubrimiento, dirán.

Al repasar los periódicos, quedo imantado por toda información referida a dicho país: ¿país, continente, civilización? Quedo impresionado por la China popular y su crecimiento y me asombra  el despliegue de los chinos por el mundo: se adueñan pácíficamente de los bienes y los recursos de sus competidores. En muchos sitios, el espacio es ya propiedad de los orientales. El capitalismo amarillo se extiende y el crecimiento económico del país es inaudito. Como si estuviéramos en los albores de la industrialización. Imaginamos cuáles son los costes: explotación y polución medioambiental.

Fabrican de todo y eso que elaboran ya no es una simple copia. Ahora se atreven a producir bienes competitivos y atractivos, apoderándose así de  franjas decisivas del mercado. Quizá me equivoque, pero creo haber leído que uno de cada cuatro automóviles que se fabrican en el mundo es chino. Como creo haber leído que una de cuatro tiendas que abra Inditex en los próximos meses será en aquel territorio. Con los chinos, todo acaba en una cuestión de tamaño, de dimensiones, de índice…

Pero no sólo es lo que hacen o dejan hacer en su tierra. Es lo que hacen fueran de allí. Leo, por ejemplo, que en España hay ya inmensos polígonos de mercancías en manos de sus nuevos propietarios chinos: en esos locales almacenan los objetos de consumo que después serán distribuidos y vendidos en los bazares repartidos por las ciudades. Han aumentado las tiendas, a la vista está, y éstas se expanden ampliando los metros cuadrados de los establecimientos. ¿Cómo? Estos empresarios orientales están dispuestos a pagar altos alquileres o a comprar  los locales: los precios han bajado.

¿Y la financiación? Según declaraba el presidente de la Asociación Empresarial China de Valencia, por ejemplo, sus connacionales no acuden a los bancos: se prestan entre ellos, a través de las redes familiares, para acometer  así sus nuevos proyectos. ¿Cuáles? No sólo la instalación y ampliación de esos bazares. También la obtienen para la rehabilitación y mejora de cervecerías. Pasó el tiempo de restaurants de comida china. Ahora, los orientales hacen sepionet plancha, calamares romana, patatas bravas, un colorista menú de tapas y raciones. Aquí, en mi propio barrio [en Benimaclet, Valencia]: pestañeas y te pierdes un nuevo bar chino, un nuevo bar con el nombre de su antiguo negocio. ¿Cuáles? Toni, Toni2, Rioja, Rioja2, Bar del Jamón Paco. Etcétera.

Hay en Valencia una cervecería en la que quedo a tomar unas cañas con un par de amigos, amigos que frecuentan este blog. Lo regentan tres jóvenes chinos. Parecen trabajar de sol a sol.  Cuando pasas al lado del establecimiento ya está abierto y allí están cuando te retiras. Por la noche siguen los tres muchachos. En el salón-comedor tienen desplegada una incongruente bandera española. O al menos a mí me parece incongruente. Y disponen de dos inmensos plasmas en los que siempre siguen las incidencias futbolísticas del Barça o de la Roja. Los veo hacer aspavientos patrióticos.

El joven chino que habitualmente nos sirve –el que ejerce de jefe de camareros– es muy amable. Habla trabajosamente el castellano y siempre sonríe, siempre dice que sí con una leve interrogación y siempre atiende con prontitud. Nunca parece cansado y nunca parece odiar al cliente. Ignoramos cuáles son las condiciones de su contrato: si es parte empresarial o sólo laboral. ¿Quién está dispuesto a trabajar tantas horas? Su caso no es único y la obstinación de los chinos parece imbatible. Punto y seguido.

Tres. ¿Es eso lo que nos propone, sr. Roig? Entiendo que si trabajas muchas horas contratas menos personal y entonces todo es más rentable. Pero entiendo que no todo es trabajo y trabajo: al menos para un hombre de profundas convicciones como usted. El laboreo sin descanso no aumenta la cohesión familiar.

Permítame una pregunta impertinente: ¿cuándo tendrán sus empleados un fin de semana completo? Un trabajador de Mercadona no para en sábado. Al menos, no para todos los sábados. Lo que usted propone ahora es que tampoco descanse en domingo: como sucede en los bazares chinos.

IPadApple ha ordenado una auditoría para verificar las condiciones de trabajo de quienes fabrican el iPad. Yo tengo ese chisme y, la verdad, me gustaría saber en qué condiciones ha sido ensamblado, cuántas horas han empleado los trabajadores chinos. Lo veo borroso...

La empresa de la mazanita es muy cool y contracultural. Supongo que no aceptará el esclavismo: sus clientes, tampoco.

No sé si se dan cuenta los amos del capital. Los emprendedores actuales tienen un serio problema: no es el hedonismo, el de tanto trabajador que se sabe perecedero, sino la vuelta al sistema fabril del Ochocientos. O, aún más, el regreso al Modo de producción asiático, un sistema que imaginó Karl Marx para tipificar lo que sucedía en Oriente: trabajo masivo y agotador y redistribución centralizada, monopolio. El pensador alemán tenía cuatro datos, pero su fantasía daba para mucho. Era todo un vaticinio: ahora, hay gente que quiere plasmarlo en el mundo real. Estoy seguro de que Apple conseguirá aumentar su cuenta de resultados sin implantar el esclavismo. El monopolio del mercado con sus gadgets ya casi lo tiene.

Ah, se me olvidaba: aparte de tener un iPad, soy cliente habitual de Mercadona.

El estilo de Rita Barberá

Por: | 07 de marzo de 2012

Uno.  MarianoRajoyRitaBarberaFranciscoCampsEn 2009, en una fotografía para El País, Carles Francesc supo captar un momento. Los cursis lo calificarían de "mágico". Era, sin más, un instante de exaltación fallera. El episodio tenía lugar en el balcón del Ayuntamiento de Valencia durante una mascletà

Mariano Rajoy brincaba o al menos daba saltitos: supongo que coreado por un multitud afín. Francisco Camps saludaba muy sonriente al objetivo, sabedor de que la cámara te quiere o no te quiere. O ignorante de lo que el futuro le deparaba. ¿Y Rita Barberá? Rita Barberá ejercía el mando, el mando municipal. Se la veía seria, formal, educadísima, muy puesta en su papel, controlando el regocijo festero. ¿Es así? La experiencia me dice que no. En ese balcón, las expansiones de la primera munícipe son bien conocidas.

Dos. De eso, precisamente, hablo en un artículo en El País. Lo he titulado "La educación de la DuquedePierreMontManualdeEducacionalcaldesa". Le reprocho cosas, su estilo político, sus maneras. ¿Cuáles, concretamente? Entre otras, el habíto vulgarísimo de subirse al balcón municipal para vociferar. Ustedes juzgarán. Esto es lo que digo:

La alcaldesa de Valencia manifiesta su enfado. Los representantes falleros, también. Un grupo de ciudadanos, portadores de libros, se reúnen bajo el balcón del Ayuntamiento para protestar ruidosamente, para corear consignas políticas, incluso para denostar. A lo que parece, es muy grande el vocerío.

Me voy a poner fino: está feo, muy feo, gritar o hacer gestos groseros. Siempre que pasa algo así recuerdo un volumen que me regaló mi padre. Es el Manual de educación, civismo y cultura social. El autor parece de otra época: firma la obra presentándose como el Duque de Pierrefont. El ejemplar que conservo es de 1950 y allí se detallan las reglas básicas, las buenas maneras. Por supuesto, el tono es rancio y habla de un mundo desaparecido. Pero conviene echarle un vistazo.

El último capítulo se dedica a la etiqueta en la vía pública: es decir, a las normas que hay que seguir para comportarse. El duque es muy estricto en este sentido. Gritos y chillidos pueden molestar, incomodar, atormentar al ciudadano, al viandante. Es por eso por lo que debemos ser delicados y moderados en nuestras expansiones. Han de guardarse las formas evitando todo escándalo, insiste el duque. No se debe jalear. Tampoco se debe cantar o hablar a voces, “vicio padecido por muchas personas”.

La alcaldesa de Valencia lleva décadas cantando, gritando, alentando, hablando a voces. Menudo vicio. Lleva mucho tiempo incumpliendo esas normas que, seguro, le enseñaron cuando era jovencita. De hecho, en su infancia aún existían manuales de urbanidad y buenas costumbres. Perdonen que me repita, pero hace 10 años publiqué un artículo en este periódico en el que ya le afeaba sus maneras a doña Rita Barberá. ¿Qué cosas? Pues el hábito tosco, vulgarísimo, de subirse al balcón para vociferar a la muchachada o a la hinchada. Sigue haciéndolo. Se entrega con furia a la exaltación colectiva, al estrépito. Nuestra alcaldesa hace ademanes de regodeo, de alborozo, con gran énfasis. Cuando llegan las Fallas, la alcaldesa se asoma al balcón y jalea a los que allí se congregan. La vemos reír a mandíbula batiente haciendo gestos de mucho aspaviento. Chilla, bracea y aplaude ruidosamente a la masa, como un palmero a su jefe. Vaya unas maneras tan toscas. Son expresión de demagogia, de populismo. De falta de educación. ¿Y ahora exige freno?

Sin duda hay que guardar las formas, la etiqueta que doña Rita Barberá infringe en cuanto sale. Por eso, pido a los manifestantes, a quienes esgrimen libros bajo el palco, que lleven el Manual de educación. Es difícil encontrarlo, pero no desistan: aprovechen la Feria del Libro de Ocasión para buscarlo y regalárselo. Sería una buena obra. Ah, y dedicada: “Para Rita. Con mucho cariño, el Duque de Pierrefont”.

El País

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