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Presente Continuo

Sobre el blog

Un historiador echa un vistazo al presente. Éstas no son las noticias de las nueve. Pero a las nueve o a las diez hay actualidad, un presente continuo que sólo se entiende cuando se escribe: cuando se escribe la historia.

Sobre el autor

Justo Serna

es catedrático de la Universidad de Valencia. Es especialista en historia contemporánea. Colabora habitualmente en prensa desde el año 2000 y ha escrito varios libros y ensayos. Es especialista en historia cultural y ha coeditado volúmenes de Antonio Gramsci, Carlo Ginzburg, Joan Fuster, etcétera. De ese etcétera se está ocupando ahora.

Eskup

Ximo Puig, Fran Sanz y quién más

Por: | 29 de mayo de 2013

XimoPuigEl Partido Socialista es una formación generalmente temida o despreciada por sus rivales. ¿Hay razones? Sin duda, el PSPV no siempre lo ha hecho bien. A veces, incluso, muy mal. Ha pecado de arrogancia, como si tuviera la hegemonía de la izquierda local. Y ha pecado de moderación: como si sólo dicha organización fuera un partido de orden.

Bueno, pues vamos a darle la vuelta al argumento y creo que Ximo Puig nos puede ayudar: la izquierda será hegemónica en la Comunidad Valenciana si hay un partido socialista fuerte, si hay otras formaciones con aspiraciones; una organización de Gobierno, una coalición para formar un Gabinete, será posible si dejan de lado las mezquindades.

Juntar en un debate a un militante crítico y a un secretario general no es un acto irrelevante. Hay muchas y poderosas razones para acudir a un evento de esta clase. No es una conmemoración nostálgica; no es una celebración de las gestas del grupo; no es una exaltación de lo propio. Es, por el contrario, un diálogo sutil, una discusión de altura y de hondura en el que un secretario general se mide con sus militantes más preparados.

Y Ximo Puig es un dirigente de sólida formación. Tiene, quizá, que soltar amarras, que ser osado frente a un aparato, frente a una estructura orgánica de armas tomar. Puig ha demostrado audacia aceptando este desafío que yo planteé semanas atrás. ¿Sabrá apoyarse en los ciudadanos, en los militantes? Los aparatos de los partidos son necesarios, qué duda cabe, pero no son la fuente de legitimidad. Y no pueden ser el oigen del poder.

Que lo piensen bien: Fran Sanz y Ximo Puig me deben convencer para que apoye a los socialistas. Yo no milito, yo no soy un voto cautivo ni soy un estómago agradecido. Necesito tener la convicción intelectual y moral de que el PSPV es uno de los instrumentos del cambio. Uno de los instrumentos. Los restantes partidos deberían empezar a organizar actos semejantes. De paso, una lectura o relectura de Antonio Gramsci y, en fin, de Tony Judt no vendrían mal. A todos les podrían beneficiar.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/04/27/valencia/1367090286_201570.html

Aznar y los jarrones chinos

Por: | 28 de mayo de 2013

Les reproduzco el artículo que publiqué el 3 de noviembre de 2006. Lo titulé "Los jarrones chinos". Si me hacen la caridad, échenle un vistazo.

JoseMariaAznar2013Antena3Cuando uno es presidente del Gobierno o tiene responsabilidades muy graves no se le piden sutilezas, demoras o complejidades. Lo que se le exige es que tome decisiones sensatas que no agraven el estado de las cosas, que no provoquen la enemistad irreductible de los adversarios institucionales, que no lleven el país a la ruina. Lo que se le demanda es eficacia, una capacidad para resolver problemas, no para crearlos. La valoración la darán las urnas: mientras tanto, los escrutinios son públicos pero mediáticos, algunos pronunciados con la esperanza de derribar al mandatario que toma decisiones. Ese político debe guiarse por la lógica de la responsabilidad, del acuerdo, del ajustado cálculo de necesidades. Hay unas preferencias pero los recursos no son inagotables, razón por la cual debe jerarquizar.

Como nos recordaba Giovanni Sartori, los derechos jurídicos son absolutos: no son negociables y son prerrogativas que se reconocen a todos los ciudadanos por principio. Pero los derechos materiales son relativos: dependen del presupuesto. Precisamente por eso, el presidente no debe ser manirroto, no debe gastar a manos llenas ni emprender aventuras espoleado por grandes principios. En política debe haber principios, por supuesto, una guía de decencia, pero no pueden ser la base de la gestión ordinaria: de lo contrario, el gobernante avanza intoxicado por sus propias convicciones, hace del Gobierno la base de un proselitismo militante. Estas ideas no son mías, por supuesto. Son tesis que compartimos muchos después de haber leído a Max Weber: sobre todo su obra El político y el científico. Son ideas de lo que es el realismo prudente en política. Pero Weber admitía los efectos movilizadores de las utopías. De éstas se han seguido algunos de los experimentos más nefastos del siglo XX, aunque del horizonte utópico, añadía Weber, viene el empeño menor de reemplazar las cosas que pueden ser cambiadas. Un equilibrio entre ese fondo idealista y la gestión prudente es, seguramente, la mejor estrategia del mandatario.

Cuando ese presidente del Gobierno deja la política, los electores esperan que se distancie, que deje de dar la murga, que cobre una buena pensión, que alcance mayor estatura humana y que ceda el quehacer y el combate ideológico para los que están en activo. Los votantes (en fin, yo mismo y otros como yo) esperan de un ex presidente ironía, algo de guasa y algo de ternura que administrarse a sí mismo para admitir la pequeñez de los tesones humanos. El estadista está más allá de la pendencia y, por tanto, ya no tiene necesidad de justificar cada día, de proclamar nada. Puede obrar con esa soltura que manifiesta quien ya no desea triunfar, pues ha conseguido algo muy notable. Es entonces cuando entre los antiguos mandatarios vemos aparecer (o reaparecer) figuras inéditas, insólitas, insospechadas: gentes como ustedes y como yo, con dudas, con incertidumbres o incluso con una agudeza que no siempre supieron o pudieron aplicar cuando eran mandatarios. Unos se dedican a conferenciar o a dictar cursos: como José María Aznar, pues supone que tiene una experiencia aprovechable y comunicable, y otros consumen su tiempo con empeños de artesano, como Felipe González, que a lo que nos cuentan parece aquel personaje de García Márquez: el coronel Aureliano Buendía elaborando pececitos de oro.

Se le atribuye precisamente a González una frase interesante, descriptiva. Según la metáfora que aventuró en cierta ocasión, los ex presidentes del Gobierno serían como los jarrones chinos en una casa pequeña: valiosos, pero incómodos. Esas piezas únicas estorban mucho en cualquier sitio que se colocan, cosa por la que todo el mundo piensa en cómo deshacerse del jarrón chino sin que nadie quiera asumir la descortesía que ese retiro supone. González parece aceptar un discreto segundo plano, de florero: seguramente influyen los largos años de Gobierno. No es el caso de Aznar: su voluntaria y meritoria decisión de retirarse parece haberle dejado insatisfecho y, por proselitismo, se empeña en difundir un credo combatiente y quejumbroso. Crea fundaciones, inaugura editoriales, interfiere en política, incluso en su propio partido, y se pone dijes de pensador: tal vez porque la derecha a la que pertenece dice encarnar el liberalismo; tal vez porque se sabe intelectual orgánico y militante en guerra pedagógica contra todo lo que se le opone. Pero el problema, en su caso, no es el credo: la verdadera cuestión está en el desaliño ideológico con que lo expresa. ¿Para cuándo reserva Aznar la sutileza, la demora o la complejidad de su jarrón chino?

Justo Serna, "Los jarrones chinos", Levante-Emv, 3 de noviembre de 2006

El militante crítico y leal...

Por: | 24 de mayo de 2013

RojoIdentifiquemos el acto: 30 de mayo a las 19:30 horas en la calle Blanquerías, Valencia. Hay tres personas sentadas a la mesa: en este caso, Fran Sanz, Ximo Puig y yo mismo. Se disponen a dialogar.

No puede decirse que los tres seamos exactamente amigos o íntimos. Somos gente que se conoce, personas de la esfera pública que hemos coincidido anteriormente y que ahora vamos a hablar en voz alta. Hay invitados, asistentes que han acudido para escuchar esas intervenciones. Hay cierta inquietud en la sala, incluso mucha expectativa. ¿De qué vamos a parlamentar?

Hay cosas propias. El Partido Socialista ha de remontar su declive. Necesitamos una oposición verosímil y radical, una alternativa sólida. No basta con el PSPV, pero esa oposición no es creíble sin el PSPV: no hay compromiso sin los socialistas; no hay izquierda sin los socialistas. Ahora bien, el PSPV debe descartar toda altanería. Necesitamos desalojar a quienes nos han avergonzado, a quienes hemos deplorado por su ufanía y por sus despilfarros. Necesitamos desalojar a quienes han hecho del cargo su fórmula de clientelismo.

La democracia interna es el primer escalón. No se trata de ejercer el asambleísmo. Se trata de practicar la transparencia y de reconocer el mérito. Un partido socialista no puede funcionar con la ley de hierro de la oligarquía, pero las organizaciones rivales no pueden pensarse como exclusivas o prístinas o incontaminadas.

El militante crítico y leal es aquel que no acepta el patriotismo de partido como lógica; es aquel que entrega a la organización su tiempo y su raciocinio, sin que eso le suponga clientelismo o esclavitud. El militante crítico y leal muestra y demuestra su entusiasmo, su empecinamiento. ¿Por qué razón? Por la razón; por el pesimismo de la voluntad y por el optimismo de la inteligencia: justamente al revés de lo que decía Antonio Gramsci.

El mandatario leal y crítico es aquel que no acepta el patriotismo de partido como lógica; es aquel que entrega a la organización su tiempo y su raciocinio, sin que eso le suponga organizar clientelismo o esclavitud. El dirigente crítico y leal muestra y demuestra su entusiasmo, su empecinamiento. ¿Por qué razón? Por la razón: por el optimismo de la voluntad y por el pesimismo de la inteligencia: justamente lo dicho por Antonio Gramsci.

Volvamos a la mesa, a la mesa de debate del día 30 de mayo a las 19:30 horas en Blanquerías. ¿Se lo van a perder?

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Música, mestre!

Por: | 20 de mayo de 2013

MusicaMestreElvira Asensi ha escrito un libro preciso, una obra que aclara muchos aspectos de la Valencia cultural, una historia no siempre conocida. El volumen se titula Música, mestre! (PUV, 2013). Observen: el título lleva ese signo de puntuación por razones bien fundadas.

Primero, porque eso es lo que despierta el libro: admiración por la búsqueda erudita, la pasión volcada, la vida que hay en un objeto aparentemente remoto. El subtítulo describe bien el asunto: Les bandes valencianes en el tombant del segle XIX. En algo tan distante ¿hay pasión y vida?

Elvira Asensi nació en Llíria. ¿Les digo más? Tu lugar de nacimiento no te obliga, no hay fatalidad que no puedas remontar. Si vienes al mundo en Llíria no estás forzado a hablar de música y de bandas. Pero admítanme que en este caso particular dicho hecho resulta determinante. En esa población hay un arte que se cultiva, hay una sociabilidad que se cuida, hay una cultura que se impone: la de las bandas vecinas, la de la rivalidad musical.

Estuve en el Tribunal de su Tesis doctoral, que dirigieron Pedro Ruiz y Vicente Galbis. Fue un honor y un placer. No crean que esto es siempre así. Hay trabajos académicos que son un tostón; hay tesis que son aburridísimas; hay investigaciones que son datos y desorden. No es el caso. Elvira Asensi se doctoró con capacidad y con soltura.

En el Tribunal había expertos de todas las áreas, excepto uno: yo mismo, que no soy especialista en casi nada, menos aún en materias tan elevadas como la música. Cuando leí su trabajo aprendí, aprendí muchísimo. ¿Ustedes imaginan? Lo bueno del estudio académico es averiguar lo que previamente desconocías.

Pero el tema no se impone. Por importante que sea el objeto, la autora ha de despertar el interés del lector y ha de transmitir una información sin aburrir. Elvira lo consigue sobradamente. Cuando, días atrás, leía el último libro de Ferran Torrent compartí con el autor una afirmación que suscribo enteramente. El novelista se refería a las Fallas

"-Fa temps que no hi vaig. Les multituds m'espanten. Ara, a mi les falles em semblen totes iguals. ¿Saps? Hi ha una cosa que m'emociona de les falles: les bandes de música. Per a mi, són l'expressió cultural més important dels valencians".

Yo no soy quién para decir algo así, pero sospecho que Ferran Torrent no está equivocado. En fin, un placer y una constatación: las bandas de música son lo más grande que ha producido la cultura local.

El miércoles 22 de mayo a las 19:30 en el Museu Valencià d'Etnologia (Beneficència) se presenta el libro de Elvira Asensi. Estarán Joan Seguí, Josep Francesc Almeria, Pedro Ruiz Torres y la propia autora. ¿Se lo van a perder?

Mònica Oltra según Ferran Torrent

Por: | 18 de mayo de 2013


FerranTorrentMonicaOltraSé de amigos que están indecisos de cara a las próximas elecciones. Hay incluso colegas que apuestan fuertemente por unos u otros. Con coraje o temeridad. Yo, que soy muy disciplinado, me leo la literatura que los candidatos producen. No, los programas electorales, sino esos volúmenes que los retratan.

 Acabo de zamparme el libro que Ferran Torrent dedica a Mònica Oltra. Caminaràs entre elefants (Columna, 2013) se titula. La diputada tiene suerte, mucha suerte: tiene alguien que le escriba, un escriba sutil e irónico que subraya sus espasmos e hiperactividad, su compromiso y su talante lejanamente comunista.

 Un volumen circunstancial, de política efímera, es un libro generalmente poco atractivo: a los pocos meses está caduco. Yo no lo creo. Leer a destiempo esos libros te da mucho juego. Por ejemplo, para La farsa valenciana (Foca, 2013), devoré Eduardo Lafarsavalenciana1Zaplana. Un liberal para el cambio en la Comunidad Valenciana, (Ed. B, 1995), de Rafa Marí. Imaginen cuánto provecho saqué de sus páginas y mis subrayados. Aún estoy regurgitando.

 Yo, ahora, he leído Caminaràs entre elefants, ya digo, y me dispongo a glosarlo. ¿Para qué? Para ver qué valor tiene el voto a Compromís o al PSPV. Admiro a Ferran Torrent: es un novelista eficaz, tenaz, capaz. Es un prosista de fuste. No entiendo por qué su editorial, Columna, dice que "és un del autors més importants de la literatura de gènere en la nostra llengua". Me parece un diagnóstico insultante. Es un autor importante; no es un escritor de género. Nada de lo que le he leído me ha parecido rutinario o esquemático. Que los escritores compongan libros de políticos resulta una tarea alimenticia y razonable. No les darán mucho rédito material, pero así demuestran sus adhesiones. Y sus evaluaciones.

El libro Caminaràs entre elefants es una aproximación a una figura política que ha despertado el interés de mucha gente. ¿Por qué razón? Por su imagen batalladora, por sus escurridizos combates con el Partido Popular de las Cortes Valencianas. Mònica Oltra es la parlamentaria que acude a las sesiones con camisetas reivindicativas o es la oradora que habla con dureza y radicalidad. Se gana a la gente joven, claro. Y se gana a quienes creen que la expresión rotunda es una virtud.

 En el libro de Ferran Torrent, el personaje aparece con mayor intimidad en distintos parajes propios (con la familia, en las Cortes) o ajenos (en el Gran Casino de Valencia): en situaciones ordinarias y en circunstancias que no son frecuentes. Aparece en la Ciudad de la Justicia o en un Restaurante de El Saler. Ferran Torrent la acompaña y graba; la acompaña y habla, interroga, dialoga. El escritor rehace después el material, lo ordena y el resultado es un libro entretenido, quizá algo superficial, incluso muy epidémico. Quiero decir: no se profundiza gran cosa en los interesantes temas que abordan. Seguramente porque Mònica Oltra siempre tiene prisa y seguramente porque no se quiere hurgar en lo que tal vez haga peligrar a la Coalició Compromís: la dualidad de liderazgos, las tensiones de las corrientes internas.

 El resultado es un retrato amable de Mònica Oltra, hiperactiva y sensible, hasta tierna; un retrato que traza un interlocutor, Ferran Torrent, que tiene su punto de desencanto, su escepticismo, incluso su sano cinismo.

 Aparte de lo escrito por Torrent, hay otros documentos de Oltra: intervenciones parlamentarias, por ejemplo. O algún capítulo dedicado a 'La corrupció segons Mònica Oltra', una síntesis apretada de los escándalos valencianos. Hay finalmente un documento que firma Enric Morera. Es seguramente el texto menos relevante del conjunto. ¿Por qué? Porque es una intervención electoral-electoralista que poco o nada tiene que ver con Oltra, a la que sólo nombra de pasada. ¿No era éste un libro dedicado a la parlamentaria de Compromís? ¿Por qué el otro líder de la coalición no dice nada de su compañera?

 Sin duda es un libro sencillito. Entretenido y aleccionador, como puede esperarse de las obras de Ferran Torrent. Pero no es un examen profundo, no es un retrato que ahonde en la psicología del personaje que aparece en sus páginas con prisas y atareada. Su apego a las Fallas y a la Ofrenda, cosas sobre lo que Torrent le pide explicaciones, se resuelve de una manera muy poco convincente: que si es la tradición, que si la vida fallera es vida comunitaria, que si nos gusta sentirnos juntos, etcétera.

 Creo que podría haberse extraído más enjundia del personaje: si el personaje se hubiera dejado y si el autor hubiera querido dedicarle más y más tiempo, más empeño. Ya sé que los libros son perecederos y que hay que ganarse los cuartos. Ya sé que la literatura circunstancial no tiene mucho recorrido económico y que su lapso de supervivencia es corto. Pero a mí me gusta leer para enterarme de lo que el personaje no quiere decir, aquello que le incomoda.

Sin frentismo, sin sectarismo: sólo de frente.

Por: | 15 de mayo de 2013

FranSanz¿Tiene remedio el Partido Socialista? La visión más pesimista nos hace ver una organización anquilosada, incapaz de superar sus vicios históricos. La visión más optimista nos presenta a un partido de masas, una institución de progreso que alienta a la ciudadanía. ¿Qué es lo que va a pasar?

Por un lado está el liderazgo, que hay que cambiar y reforzar (eso creo); por otro está la estructura orgánica, que hay que cambiar y mejorar (eso creo). Por una parte están el empuje, la fuerza, la renovación; por otro están las inercias, la ley de hierro de la oligarquía, el sistema electoral.

El Partido Socialista Obrero Español y el Partit Socialista del País Valencià necesitan que su fuerza se exprese, que sus militantes tengan voz, que sus simpatizantes sean atendidos y oídos. Eso esperamos de Fran Sanz, por ejemplo. Necesita que la organización no aplaste ni lamine. No es posible la izquierda sin el Partido Socialista; pero tampoco es posible con un Partido Socialista con freno y marcha atrás.

¿Otros partidos pueden sustituirlo? Por supuesto, tal eventualidad es posible, pero yo me tentaría las ropas: en 2014, sin el Partit Socialista no hay alternativa. Cómo nos gustaría trastocarlo todo, alterarlo todo. Sin embargo, en la Comunidad Valenciana no hay bipartidismo: hay un Partido Popular que en la derecha todo lo abraza, todo lo abarca; y hay una oposición fragmentada que ha de concebirse aliada y coaligada.

Yo no espero revolución alguna. No espero un temblor de tierra ni la llegada de un Zeus tonante. Deseo sólo que mis amigos, mis familiares y yo, quienes votamos al Partido Socialista, a Esquerra Unida o a Compromís, veamos la salida de este enredo (o de esta Farsa, que es como he titulado el libro que he publicado). Soy persona de orden. Precisamente por ello, estoy escandalizado con los embustes, los enjuagues y los enredos del Partido Popular de la Comunidad Valenciana. Llevan años así. ¿Es posible pedir perdón?

Mientras esperamos el acto de contrición, el Partido Socialista ha de quitarse los lastres, las rémoras. Y ha de apear a quienes sólo están para provecho personal. No son muchos, pero hacen daño. Por su parte, de Esquerra Unida y Compromís no espero tampoco gran cosa: me conformo con utopías menores, un País Valenciano habitable y moderado. Seguro que nos entendemos. Sin frentismo, sin sectarismo: sólo de frente.

'La nau dels antifranquistes'

Por: | 14 de mayo de 2013

ParlemSemanas atrás estuve visitando la exposición que ahora hay abierta en el Centre Cultural de La Nau, Memòria i vigència d'un compromís. Univesitaris. Es una muestra de la que se responsabiliza, entre otras personas, Mila Belinchón. Trata de la oposición al franquismo, de la resistencia al Régimen, un sistema institucional obsoleto y absoluto. Además de absurdo: nos hizo vivir rezagados varias décadas.

En los años sesenta, los jóvenes estallaban, se encabritaban: como los caballos policiales que transitaban por el Facultad de Filosofía y Letras de Madrid. Rellanos grandes, escaleras desahogadas... Había un mundo de represión y dolor.

Pero había también un porvenir de entusiasmo. Las cosas podían cambiar y además podian cantarse, relatarse, tararearse. Raimon actuaba en Madrid y los grises aporreaban con profesionalidad, rigor y saña: a algunos los tiraban por la ventana. O tiraban al aire sus disparos, ay.

La banda sonora que se escucha en la sala se debe a Luis Puig, nuestro melómano de guardia. Y a Manel Granell. La selección está hecha con rigor. Pero tiene canciones quizá excesivamente obvias. Es tan generoso Luis, que se le perdonan sus obsesiones musicales, que son las nuestras.

Pasé por el tunel de la Sala Acadèmia, en La Nau, un tunel del que Pepe Gimeno es en parte responsable. Se lo dije a Norberto Piqueras y se lo dije al Vicerrector, Antonio Ariño: al inicio, la Expo ahoga, con las paredes negras. Es como una cueva literalmente angosta. Y es que el franquismo era una caverna mal avenida, una estrechura. Era un mundo asfixiante. Poco a poco, el espacio de la Exposición se abre y los visitantes respiramos: como los pacientes españolitos.

Es una muestra ilustrativa, muy formativa. Quizá le falte algo de incorrección. Los trotskistas, los maoístas, los anarquistas, los desvariados aparecen como miembros de una multitud. No había tal muchedumbre. Las cosas iban lentas y los nacionalistas se revestían con andrajos izquierdistas.

De hecho, el franquismo hizo buenos a todos los opositores: hasta Rafael Calvo Serer, antiguo miembro del Opus Dei, tuvo mucho que decir en la Junta Democrática. Yo me sentía mal: era tan joven, pero tan joven, que pensaba haber lledado tarde a todo. A mí, de hecho, me hizo bueno el franquismo. Aunque nunca estuve en la vanguardia de la oposición (por Dios, era un adolescente), la omnipresencia del Régimen me sacó de la modorra.

La Exposición de La Nau, en la que veo la impronta de Mila Belinchón, es interesante, muy interesante. Está a un milímetro de caer en la autocomplacencia. Pero no: en aquel mundo era todo tan limitado, que es imposible agrandar lo que, de origen, era chiquitito.

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"La enseñanza de la juventud no es una mercancía"

Por: | 10 de mayo de 2013

Ayer leí una frase o un pasaje de Albert Einstein (o al menos una idea que se le atribuye). Lo descubrí en un muro de Facebook. Dice más o menos así: si creen que la educación es muy costosa, piensen en lo Profesor21cara que sale la ignorancia.

Sé que la frase no es literalmente así, pero se aproxima a esta reproducción que ahora les traigo. Y eso, francamente, es lo que pensamos tantos y tantos españoles. Vivir en la ignorancia es carísimo: la cultura no te hace necesariamente mejor, pero la incultura no te ayuda lo más mínimo.

Que la Escuela, que el Instituto, que la Universidad sean objeto de recortes y de miserabilismo dice mucho o muy poco del Gobierno central y de los autonómicos. Echar el cierre a los recursos, a los suministros, al sostenimiento de la educación es una manera de crear ciudadanos limitados, amputados. Es una obviedad lo que digo, pero hay que decirlo...

Deberíamos remontarnos a muchos años atrás para que otro Gobierno le diera clases y lecciones al ministro actual. El sr. Wert adopta un estilo retador y jocoso cuando dice pensar por nosotros y cuando dice pensar en el bien de la comunidad educativa: como si con su sorna y su mayoría absoluta pudiera burlarse de todos.

Se sabe y se cree amparado por Mariano Rajoy, pero el presidente del Gobierno puede dejarle caer tranquilamente. Si alguien debe salir lastimado de esta confrontación con la comunidad educativa, no será Rajoy; será su ministro. La sonrisa de Wert se va agriando cada vez más, como si fuera la de un sumiso al que se le tiene por amortizado. ¿Cuánto durará?

Pero abandonemos a su suerte al sr. Wert y vayámonos a otra época. Lean, lean literalmente el párrafo que abajo les reproduzco. Eran viejos tiempos, no mejores, aunque se respiraban otros aires:


“La enseñanza de la juventud no es una mercancía que puede dejarse entregada a la codicia de los especuladores, ni debe equipararse a las demás industrias en que domina sólo el interés privado. Hay en la educación un interés social, de que es guarda el Gobierno, obligado a velar por él cuando puede ser gravemente comprometido. No existe entre nosotros ley alguna que prescriba la libertad de enseñanza; y aun cuando existiera, debería, como en todas partes, sujetarse esta libertad a las condiciones que el bien público reclama, siendo preciso dar a los padres aquellas garantías que han menester cuando tratan de confiar a manos ajenas lo más precioso que tienen y precaverlo contra las brillantes promesas de la charlatanería, de que por desgracia se deja harto fácilmente seducir su credulidad y mal aconsejado cariño".

¿Quié dijo esto? Lo sostuvo y lo firmó en Madrid el 17 de septiembre de 1845 don Pedro José Pidal, ministro de la Gobernación de España.

Colofón: Sr. Wert, si cree que la educación es costosa, piense en lo cara que nos sale su ignorancia. Su propia ignorancia. Aunque, bien mirado, lo suyo no es desconocimiento, sino desfachatez, ese estilo retador de quien se sabe amparado. ¿Amparado, por quién?

Las barbas a remojar

Por: | 09 de mayo de 2013

ElBarbasDice Carlos Fauces que la política española parece una representación, una obra menor de Jardiel Poncela con chistes inacabables, incluso con inocentadas. Yo añadiría que vivimos un teatro propiamente absurdo, un teatro de lo inverosímil. Un amigo dramaturgo sabe mucho de eso y sabe de lo que hablo entre líneas.

Pero Jardiel tenía altura dramática y sus comedias eran creaciones de fuste. La política española, salvo raras y honrosas excepciones, parece estar encarnada por actores del montón con papeles ortopédicos. Hay momentos en que es una auténtica astracanada.

ChandalCuando compuse las piezas de La farsa valenciana (Foca, 2013), El Bigotes aún no era El Barbas. Ahora lo proclama con ostentación y mucho circo. No parece un tipo serio. Cualquiera diría que es un secundario salido de un sainete. Pero no: no salía de un sainete, sino del Juzgado, en donde a lo que nos cuentan se había negado a declarar.

La fotografía que le ha tomado Tania Castro no le hace justicia. O tal vez sí: las gafas de sol son caras y lamentables; la camisa, de color inapropiado, y la corbata preceptiva y de puntitos no ocultan la barriga que se desborda; el aspecto general es de limpieza pija y algo rancia. ¿Se rociará Varón Dandy, Brummel o Hugo Boss?

¿Cómo se vestirá cuando no va al Juzgado? ¿Con chándal? Está prenda es muy apreciada por las gentes que padecen estrés. Si lo recuerdan, el chándal tiene mucha importancia en Los Soprano. Los modelos que lucen Tony y sus compinches son de mucha fantasía y tactel. Cuando van de ordinario, pero mudados y limpios, llevan chándal. Cuando quieren aparentar respetabilidad llevan trajes caros y de buen corte. Eso sí, siempre cometiendo delitos...

Aquí, en Valencia, todo empezó por el textil. No me refiero al chándal, sino a los trajes. Nos estamos volviendo locos con tanto caso y tanto proceso. Acabaremos de público espectador en un frenopático. Lo malo es que también seremos internos, vistiendo de chándal y sudadera. Como en una serie de mafiosos. Pero sin fin, sin fundido en negro.

Yo no soy tonto

Por: | 08 de mayo de 2013

YonosoytontoLeo en El País que los expertos convocados por la Generalitat de Catalunya postulan una desfuncionarización. Es decir, prescindir de la mayoría de funcionarios. Esta comisión propone mantener únicamente a policías, inspectores o a “quienes otorgan licencias”. ¿Y el resto de actividades? Pues que se encarguen a personal laboral, esto es, contratos indefinidos pero no de por vida como los de los funcionarios.

Hace meses, muchos meses, predije que llegaríamos a esto. Amigos y compañeros me mostraron su escepticismo… Que no, que no, apostillaban. Que no llegaremos a esto. Ahora hay superexpertos que nos diagnostican y nos laminan. Supongo que ellos serán excelentes, gente finísima, superferolítica, que saben examinarnos y suspendernos. Si es preciso.

En todo esto hay un texto –un relato lo llama Alberto Núñez Feijóo– y hay un subtexto: el subtexto es lo que no se percibe a simple vista, lo que no se dice expresamente. La intención y el programa de las derechas españolas –y entre ellas la gloriosa y nacional Derecha Catalana que encarna CiU– tienen como fin último liquidar el Estado de Bienestar.

¿Bienestar? Eso es una excepción en la historia de la Humanidad, por Dios. Ya me lo dijo mi padre: al final volveremos a la cartilla de racionamiento: sin razonamiento alguno.

La idea del Experto catalán y, seguramente, español (malgré lui) es que sólo queden como funcionarios los encargados de la seguridad, las figuras de autoridad. Los que tiene las armas, los rifles, los fusiles de asalto… En fin.

Esto nos devuelve a los orígenes del liberalismo, a los tiempos de Thomas Hobbes, de John Locke. Ah, los viejos buenos tiempos, cuando el mundo era un repertorio de Monarquías Absolutas. Ahora, en España, no hay absolutismo. Hay tomadura de pelo. Volvemos…

Yo, de hecho, devuelvo. Mejor dicho, ahora vuelvo… Y vuelvo con estupor. Los expertos siempre dicen lo que los poderes institucionales desean escuchar. No hay contradicción entre lo que juzgamos y lo que deseamos. Es un estado de Nirvana… Así, “según los gurús indostánicos, en la fase superior de la meditación, el cuerpo humano, purgado de apetitos y anhelos, se abandona con deleite a una existencia etérea, horra de pasiones y achaques, atenta sólo al manso discurir de un tiempo sin fronteras, alado y leve…”. Juan Goytisolo dixit.

Espléndido. Mientras escribo esto –la derecha española y catalana hermanadas–, me entero de que “El Tribunal Constitucional suspende la declaración soberanista catalana”. Uy, qué dolor, qué pena. Ya tenemos razones para mostrar heridas y laceraciones. No nos quieren, no nos entienden. Mientras tanto, a los trabajadores y funcionarios catalanes, que les den…

El País

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