Leo para interpretar, para explicar, para escribirlo inmediatamente, para anotármelo.
Pero la glosa ha de ser humilde y apegada a la palabra ajena. En el
doble sentido de la expresión: ha de estar cerca de lo que el autor escribió
y ha de mostrar apego por lo descubierto. ¿Por qué razón? Para evitar
las conjeturas dementes o soberbias, propias de un lector sabelotodo.
El autor dejó algo dicho y eso que queda me concierne directamente: me
hace recordar cosas que ignoraba saber y cosas nuevas que me cambiarán,
que me producirán efectos. Por eso leo para interpretarme, para
explicarme por afinidad o por contraste, sabiendo a la vez que me
altero, que me trastorno: que todo esto traerá consecuencias.
Aumenta el enigma, aquello que no conozco o no conozco bien. Ignoro los
efectos de esta lectura. Y el resultado es una y otra vez la conjetura
sin fin.
¿Derrota tras derrota hasta la lectura última? Yo sé
que nunca llegaré al estadio de aquel personaje de Julio Cortázar: de él
se decía que tenía todos los libros leídos.
Yo aún estoy releyendo.
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Ilustración: Justo Serna por Víctor Serna
Hay 1 Comentarios
Pues yo leo porque aprendo mucho. Me encanta leer y mi sitio preferido es este: http://xurl.es/9oxqz
Publicado por: Sofi | 28/08/2013 13:31:14