Alberto Fabra, actual
President de la Generalitat Valenciana, lo dijo ante sus
correligionarios: «Si hace falta acostarme con Montoro para mejorar la
financiación, lo haré». La frase, fruto de un calentón, de un subidón,
provocó estupor entre la ciudadanía. A
Fabra normalmente no se le escucha: habla flojito y parece muelle.
Untuoso. Luce templanza y una indumentaria sobria. Sus enemigos más
acérrimos los tenía dentro de su propio partido, en concreto entre los
seguidores de Rafael Blasco, todo un hombre: comandaba un convoy de
fieles sobrados de testosterona y de dossiers.
Pero vuelvo al
estupor de la ciudadanía, al escándalo por las palabras de Fabra. La
declaración del President se hacía fuera del matrimonio. Y eso está feo
para la moral católica que profesa Fabra. El diccionario de la RAE es
bien contundente: fornicar es "tener ayuntamiento o cópula carnal fuera
del matrimonio". Es decir, el episodio contemplado por Fabra era
propiamente una escena de fornicación. Por fornicar constantemente, el
Dios del Antiguo Testamento reprendía al pueblo elegido.
Imaginémoslos precisamente entre sábanas con sólo dos gotas de Chanel.
Fabra es una persona bien parecida, algo carnosa, pero bien parecida y
refinada. En cambio, Cristóbal Montoro parece un orco que persigue focas
y ballenas. Un villano, un tiburón. ¿Entonces? Todo esto, todo este
libramiento sexual se proclamaba en pos de una meta, una meta colectiva:
la mejora de la financiación autonómica. Sexo por dinero. Uy, madre.
Días después me he sentido aliviado al leer la noticia que nos da El
País el 24 de septiembre. Reproduzco el titular: "Fabra logra un
respiro de Montoro antes del debate de política general". La redacción
de dicho titular se presta a una simpática confusión. No sabemos si el
fiera Montoro paró (ya saben: cigarrillo, etcétera) y de ello Fabra
obtuvo un descanso, un respiro. O si el ministro de Hacienda rechazó su
ofrecimiento sexual para alivio del propio President.
Luego,
Joaquín Ferrandis, el redactor de la noticia lo aclara: "Cristóbal
Montoro le dio este lunes un respiro a Fabra al consentir que los
fotografiasen mientras el jefe del Consell le hacía entrega del informe
sobre la financiación autonómica elaborado por los expertos nombrados
por las Cortes Valencianas". Aha!, la fornicación sustituida por la
fotografía, la zoología, no sabemos si sicalíptica. Montoro, como las
'celebrities', admite retratarse con su novio accidental. O con el
animalico, la mascota.
A estas alturas del famoseo, yo ya me he
perdido. Y entiendo que el propio Fabra se haya perdido. Él es un chico
de provincias, alguien nacido y crecido entre sus iguales: las nuevas
generaciones de Alianza Popular. Es un muchacho que no ha salido de
Castellón de la Plana, ciudad de la que llegó a ser alcalde tras
desempeñar las concejalías de juventud y urbanismo. Repaso su currículum
e imagino al hombre dormitando, leyendo expedientes, el Marca y la
página de sucesos del diario local. Lo imagino callado, sin molestar,
acudiendo a Misa los domingos y fiestas de guardar. Él estaba como un
obispo, tan ricamente... ¿Y ahora? Ahora gobierna cómo puede y si es
preciso regenta el meublé, el meublé en que se ha convertido la
Comunidad Valenciana.
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La farsa valenciana es un libro sobre la corrupción, sobre el
clientelismo, sobre los usos y abusos del poder. Del poder local. O no
tanto: el caso valenciano es ejemplar y, gracias a los eventos,
universal. Por las páginas del libro desfilan personajes impensables,
una parada de monstruos. Encontrarán análisis y guasa, humor negro y
drama. Un triste ejemplo.
Hay 1 Comentarios
Jolín, esa expresión me ha recordado a la de Tony Soprano!!!
Publicado por: Leda | 24/09/2013 16:44:53