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El burgués

Por: | 09 de noviembre de 2013

JoseInocenciodeLlano¿Qué es y cómo es un burgués? Las representaciones gráficas de su figura son muy variadas.

Tenemos, por ejemplo, al señor con levita y chistera, de aspecto serio y bonancible, descansando quizá tras un día de mucho ajetreo. Esto es lo que nos muestra la carte de visite que José Inocencio de Llano White se hizo en París en 1844 en casa del fotógrafo A. Ken.


O tenemos, por ejemplo, al empresario también tocado con sombrero de copa y chaqué, pero ahora con dientes de tiburón que muerde un cigarro puro bien ostentoso. Se le ve permanentemente agraviado. Como si el mundo le debiera algo, alguna letra o pagaré sin cobrar. Éste es el caso de la caricatura que de él hizo Jaume Perich hacia 1970.


En ambos casos, al burgués se le ve sobriamente vestido, con una cierta elegancia impostada, con paños negros siempre funerarios y tristes. Es un varón que domina el mercado y la vida social.


Pero precisemos. Hagamos algo de historia recreativa. Insisto: ¿qué es un burgués?

En primer lugar, burgués designa al habitante del burgo, un espacio medieval: pequeños caseríos o villorrios diseminados que acaban por juntarse hasta constituir un dominio populoso. Identificamos -indebidamente- burgo con ciudad, pero en todo caso esa idea expresa bien el resultado: son lugares en los que se hacinan vecinos, espacios en donde la gente se mezcla o se cruza o se trata o se evita.

La ciudad que crece es el lugar del anonimato, de la concentración. "La urbe", indicaba José Ortega y Gasset, "no está hecha, como la cabaña o el domus, para cobijarse de la intemperie y engendrar, que son menesteres privados y familiares, sino para discutir sobre la cosa pública", un lugar cuyo eje es la plaza.

Planteado así, lo burgués es un logro admirable de la civilización: es el espacio plural en que los individuos que se creían idénticos se tropiezan con otros vecinos extraños con los que están forzados a dialogar.

Pero, en segundo lugar, más allá de esa acepción medieval, lo burgués remite al mundo moderno: al comercio, a la industria. En la ciudad no sólo hay vecinos distintos: hay, además, una clase particular de habitantes que fabrican, que establecen obradores en los que producen sus manufacturas, artificios de la imaginación humana que satisfacen necesidades materiales. Por ejemplo, los textiles. Es en el mercado de esa ciudad en donde se ofrecen dichos productos, aunque también en las ferias y en los otros mercados de diferentes urbes.

En los siglos modernos, el burgués industrioso y negociante fabrica, pero sobre todo comercia: deseoso de incrementar sus beneficios, emprende viajes para colocar mejor sus mercancías, para aumentar el número de sus clientes. Afronta todo tipo de dificultades y, valiéndose de medios de transporte menesterosos, se aventura. Hay muchos que prosperan y hay otros cuyo capital mengua, obligados como están a enfrentarse a sus competidores y a los arbitrios que les ponen esta o aquella ciudad.

El liberalismo y la industrialización mejoraron las condiciones del burgués: es más, son revoluciones cuya inspiración se debieron a los burgueses. De lo que se trataba era de establecer la propiedad absoluta de los bienes, de crear un mercado nacional, incluso internacional, sin obstáculos. Pero de lo que se trataba también era de acelerar la gran transformación técnica. Las máquinas fueron prodigios de esa civilización. Había que derribar todas las barreras que se opusieran al crecimiento.

La Europa burguesa, en pleno siglo XIX, era lo más parecido a una fábrica ruidosa, con artefactos e ingenios técnicos, con chimeneas humeantes; era lo más parecido a una feria populosa y ElburguesJaumePerichmultitudinaria, con mercaderes avispados; era lo más parecido a un mapa, con carreteras, con caminos, con raíles que surcaban el continente.

En el Manifiesto comunista (1848), Marx y Engels celebraron el potencial revolucionario de los burgueses, su capacidad para alterar los espacios, allá en donde la mercancía era símbolo y ganancia. Pero también denunciaron la explotación inhumana de los trabajadores.

Sorprenden el sentido mundano de estos mercaderes, su capacidad para adaptarse a circunstancias diversas y adversas, su cosmopolitismo: saben estar en el lugar adecuado en el momento oportuno. Estos burgueses fueron a su aire, procuraron beneficiarse y, desde luego, no siempre estuvieron a la altura de lo que de ellos se esperaba. No fueron pocos los que, una vez enriquecidos, abandonaron las actividades industriosas para vivir de rentas.

Los industriales y negociantes del Ochocientos procuraron establecer un lugar confortable para ellos, evitando a las clases peligrosas y deseando competir en una Europa de aranceles. El burgués no es alguien dotado de una misión que cumplir. Es un vecino que espera traficar, prosperar. Es incluso capaz de sacrificar lo mejor que ha recibido.

Cada vez quedan menos vecinos de esa clase. Las grandes corporaciones de economía financiera, de lucros invisibles, son los que ahora nos muestran sus dientes de tiburón. Son los nuevos burgueses.

No llevan chisteras ni visten regularmente de chaqué o levita. Se les distingue con mayor dificultad. Sus beneficios también son fruto de la explotación, pero ya no visitan las fábricas humeantes en las que se hacinan sus obreros. Las instalaciones están lejos: propiamente en el siglo XIX, con operarios también privados de derechos.

Ellos, mientras tanto, salen a la Bolsa, como quien acude al mercado o al teatro. Con sus mejores galas o con indumentaria informal, tocan la campanita para dar comienzo a la liza. A ver si hoy abaten una nueva pieza. Son unos logreros y unos teatreros: la liza empezó mucho tiempo atrás.

 

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Conferencia en el Centre Cultural OCTUBRE con motivo de “Ciutat Vella Oberta”.

Diariodeunburgues

 

 

JS, ‘Diario de un burgués’. La cultura, el arte y el progreso según José Inocencio de Llano White.”

 

 

 

Sábado, 9 de Noviembre a las 19:30 horas. 

 

 

 

Este libro, escrito con Anaclet Pons, es el que da origen a esta conferencia.

 


Hay 4 Comentarios

El juego de las palabras no parece tener fin... burgués viene de burgos y burgos significa ciudad. En la Edad Media existían los nobles, los siervos, los artesanos, los navegantes, los comerciantes, los maestros, y los vagabundos. ¿Quienes habitaban en las ciudades? La mayoría de sus habitantes eran los artesanos, los comerciantes y los maestros, tales eran los llamados "burgueses" que con el tiempo se convirtieron en la base social y política contra el pillaje de nobles y monarcas. Y como siempre ocurre, de esa fuente burguesa surgieron los poderosos del capital industrial y financiero, creando una nueva esclavitud sobre los nuevos siervos, llamados obreros, es decir, la mano de obra.

yo vivo rodeada de burgueses, y siempre se quedan mirándome y me admiran
http://www.lafoliemadrid.com

¿Por qué las mujeres les gustamos tanto a los burgueses?

Es muy difícil hablar de "burgués" en general, pero lo cierto es que son en general buenos inversores, sobre todo en el sector inmobiliario.
http://www.inverealestate.com

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Sobre el blog

Un historiador echa un vistazo al presente. Éstas no son las noticias de las nueve. Pero a las nueve o a las diez hay actualidad, un presente continuo que sólo se entiende cuando se escribe: cuando se escribe la historia.

Sobre el autor

Justo Serna

es catedrático de la Universidad de Valencia. Es especialista en historia contemporánea. Colabora habitualmente en prensa desde el año 2000 y ha escrito varios libros y ensayos. Es especialista en historia cultural y ha coeditado volúmenes de Antonio Gramsci, Carlo Ginzburg, Joan Fuster, etcétera. De ese etcétera se está ocupando ahora.

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