Carlos Floriano
Por Justo Serna
Impecablemente vestido de acuerdo con la moda de hace veinte años, Carlos Floriano se asfixia, se ahoga dentro de esa camisa de cuello bien ceñido. En esta fotografía de la Agencia EFE luce una corbata de color metalizado: con motitas. Las motitas son un gran invento: disimulan muy bien los lamparones. Y él tiene muchas faltas y manchas verbales. Vamos, que expele ideología de encargo.
Floriano es un señor con arrugas faciales propias de rústico. A mucha honra, dirá. Él se las ha trabajado penando. De hecho laborea de sol a sol haciendo faenas viles y mecánicas: perora, justifica, imagina, expresa, siente e incluso miente.
Siente. Siente como un portavoz. Ejerce de tal: y los portavoces tienden a tener huecos, grandes oquedades. ¿Para qué, por qué? Para que resuenen bien la palabra ajena y el discurso vicario. ¿Está vacío, pues? No lo creo: debe de tener su corazón y un cerebro que rige sus movimientos automáticos. No vemos ese cerebro, claro, pero sólo porque lo tapa su envidiable cabellera. En efecto, siempre tiene el pelo a punto de desbordarse: disfruta de ondas, de rayas bien marcadas, de melenitas aireadas que producen repelo. Repelús, en castizo.
Todo en Floriano es así. Sobrante, ondeante. Como sus labios gruesos, quizá sensuales y húmedos, increíblemente carnosos, casi befos. Cada vez que habla me pongo a cubierto. Temo los balines y los proyectiles que lanza. Está en una guerra de posiciones ni él mismo se las cree. Se le notan la desidia verbal, la torpeza ociosa, esas analogías, esas consejas mal traídas.
Fue joven y presidió las Nuevas Generaciones de Extremadura, su patria chica. De ahí, de ese cargo que le venía grande, saca la vestimenta informal que ahora se pone los fines de semana cuando está en campaña. Aparenta ser un colega más, un joven algo machucho que se hace acompañar, entre otros, de Esteban González Pons y de Dolores de Cospedal.
Entonces parecen un trío de personas mayores disfrazadas de colegas campechanos y rebeldes, de pijos bien planchados. Por eso, porque ya es un valor adulto del Partido, fue senador en su momento: senador, que es el empleo político que se le da a quien pierde elecciones (en Extremadura, en su caso) o a quien ya está amortizado. Ustedes perdonen.
Floriano estudió derecho y es doctor y profesor. Ojito... Pero todas esas condiciones, todas esas prendas, las disimula muy bien. Siempre habla torcido, con desgana, con poco fuelle, sin mucho convencimiento y escasa retórica. O ríe de manera como un lacayo que celebra las ocurrencias del jefe. En eso se parece a Mariano Rajoy. Me refiero en el plebeyismo.
Es un hombre de provincias que triunfó en Madrid a base de permanecer callado y a base de largar lo que menos le podía perjudicar. Es también un hombre corriente (normalito, vaya) muy lejos de lo que él se cree: un campeón. Se estudia los guiones y, si no los recuerda, hace el papelón. Si lo pienso bien, cuando los recuerda, también da grima y sopor.
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Carlos Floriano Corrales
Vicesecretario General de Organización y Electoral
Por Félix Vidal
Este fin de semana arranca a orillas del río Pisuerga el gran cónclave del Partido Popular. Valladolid, la ciudad que fue cuna de la reconquista de España por parte de los aznaristas, con el apoyo logístico de las huestes de Burgos, en el año 87 del siglo pasado, acogerá en su seno a una amplia representación de dirigentes y cargos públicos populares que escenificarán un amplio debate sobre las más candentes cuestiones del momento político, si exceptuamos la Ley del Aborto, el conflicto catalán y con la ausencia justificada por motivos de agenda o baja en el banquillo del algunos habituales como José María Aznar, Jaime Mayor Oreja o Alejo Vidal-Cuadras (antes Aleix), todo ello, como ustedes saben es “Vox” Populi.
Este encuentro o Convención Nacional, como les gusta llamar en el más puro estilo americano (será por lo del Tea Party) constituye el pistoletazo de salida para un período de dos años plagado de citas electorales, Europeas, Locales, Autonómicas y Generales. A tal efecto y como mensaje dominante vuelve el conocido “España va bien”, la macroeconomía se recupera. ¿Seguro?, la Macro irá bien pero los microperjudicados aumentan día a día en las calles. Será que todavía no percibimos los efectos positivos de la recuperación, que los brotes verdes, eso, están demasiado verdes y no podemos catarlos. Y para coordinar esta primera cita con el electorado de cara a elegir nuestros representantes en el Parlamento Europeo el dedo de Mariano se ha fijado en un ilustre genovés, diputado por Extremadura para más señas, Don Carlos Floriano, Vicesecretario de Organización y Electoral, verso suelto del PP, suelto por lo imprevisible de sus pintorescas declaraciones cuando actúa como portavoz del PP. Es decir, cuando su jefa de filas Mari Loli Cospedal (observen que le quitado el “de”) le ordena salir al ruedo. Entre otras lindezas utilizadas para explicar las bondades de la recuperación de la economía española, indicó que, si bien la banca española recibió una ayuda financiera, a ningún españolito de a pie se le quitó dinero de la cartilla, como en Chipre por ejemplo. Desconozco qué cara pusieron los preferentistas de Bankia y Novacaixagalicia.
Lo que no ha sido confirmado hasta el momento es la posible asistencia de Paco Marhuenda que, según las malas lenguas, aspira a moverle el sillón a Floriano. Decisión complicada para Mariano, agravada con la situación creada por la puesta en libertad de Pedro J. Ramírez, al que Miguel A. Aguilar llamaba cariñosamente “Pedro el del Bombo”. Porque, en una cara a cara, Floriano no le dura dos asaltos a Pedro J.