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Las Infantas

Por: | 07 de enero de 2014

InfantasCuando yo era muy chico, en los años sesenta del siglo XX, descubrí que en España había Infantas, muchachas con sangre real. Fue una sorpresa. Un extraño suceso.

Es como cuando descubres que, pese a las apariencias, las ballenas no son peces, sino mamíferos. ¿Mamíferos? ¿Quién lo diría? Esto último me lo reveló un historiador inglés. En lo de las Infantas no intervino un historiador, sino la historia.

Qué cosas: en España aún tenemos de eso, una Familia Real en la que sus miembros viven como mamíferos.  Como ballenas, no. A ver si saben comportarse, me decía yo siendo ya mayorcito. Son chicas de su tiempo, insistía, no Borbones en pelotas, como le tocó padecer a la España decimonónica: con Isabel II y su Corte de los milagros. No hay monjas de las llagas, no hay confesores estrambóticos…

Siendo jovencito, prácticamente de la misma generación que las Infantas Elena y Cristina, constaté que había muchachas de sangre azul que jamás reinarían porque su hermano menor se les adelantaba. Qué cosas: yo nunca tuve hermanas; pero sí que tuve un hermano que se me adelantó, tanto…, que se me murió deprisa y corriendo.

Tener como destino la condición de Infanta me parecía muy triste. Aún me sigue pareciendo algo extraño. Sabes que perteneces a una buena familia, de posibles. Con ropa de entre tiempo y abalorios. Sabes que puedes hacer valer tus tesoros intangibles. Sabes que puedes tener un buen matrimonio: no puedes, sino que estás obligada. Total, todo eso... ¿para qué? Felizmente no estamos en otros tiempos, y las muchachas Elena y Cristina son chicas modernas. Y rubísimas. Increíble.

Es decir, pudieron casarse con quienes quisieron, muy detenidamente elegidos. Pudieron estudiar algo, algo que diera relumbrón; pudieron tener un trabajo o trabajillos, recibir patrimonios y, en fin, llevar una vida más o menos regalada. ¿Sin rendir cuentas a nadie? Eso parecía: con retratarse para el ¡Hola! ya parecían cumplir con las obligaciones propias del Infantado. Una vida regalada, ya digo.

Aun así, siempre me pareció un esfuerzo baldío, una obligación que no conducía a nada. Porque, vamos a ver, las tareas encomendadas a las Infantas, ¿cuáles eran? ¿Lucir en la foto, molestar lo menos posible, aconsejar a su hermano menor, ser hijas-modelo, cuidar de sus futuros esposos? La labor de las muchachas no era muy lucida, admitámoslo, y cualquiera en su posición se perdería a las primeras de cambio. Yo, con una familia plebeya, me pierdo continuamente.

El cambio... Y el cambio en España ha sido muy notable. Los esposos de las Infantas, secundarios, irrelevantes, de poca hondura o hechura, han cumplido malamente sus papeles. Lejos de permanecer fuera de los focos, han estado en el centro de la actualidad, quitándoles protagonismo al Príncipe y a su Magna Esposa. No han renunciado a nada, como la juventud hedonista que dispone de numerario para sus lujos y pujos. ¿Como pijos?

Con tan escasas convicciones, con tan poco sacrificio y tan mal asesorada, la Familia Real acabará por arruinar el linaje, la dinastía y la España constitucional (que es algo más serio). Ah, los viejos buenos tiempos, cuando en Marivent se reunían los Borbones para el primer posado del verano (tras Ana Obregón). Ahora: de Mallorca sólo nos llegan pésimas noticias. Ah.

Empresas benéficas que no son tales, mariditos que son bravíos o visten con cortinas de raso como pijos de Serrano o vascos de tronío, ingresos que son escandalosamente abultados, con las carteras repletas. ¿Delitos? Qué dolor.

Como me enseñó Marisa Begué, Dios, llévame pronto.

Hay 2 Comentarios

"Los esposos de las Infantas, secundarios, irrelevantes, de poca hondura o hechura, han cumplido malamente sus papeles". Solo en cierto modo, porque no olvides, profesor, que los negocios de Urdangarín hicieron transparente, o pusieron de relieve, que la monarquía española, no solo vive a costa del pueblo que la mantiene, y que la mantiene opíparamente, sino que lo estafa. ¿Sabes de otra monarquía europea a esta altura, o mejor, bajura? Gracias y un saludo.

Es raro esto de las infantas. Yo sé que se llaman Elena y Cristina, pero nunca he conseguido aprender quién es cuál, ni siquiera ahora que la manos fea aparece día sí día también en los medios de comunicación como presunta choriza.

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Presente Continuo

Sobre el blog

Un historiador echa un vistazo al presente. Éstas no son las noticias de las nueve. Pero a las nueve o a las diez hay actualidad, un presente continuo que sólo se entiende cuando se escribe: cuando se escribe la historia.

Sobre el autor

Justo Serna

es catedrático de la Universidad de Valencia. Es especialista en historia contemporánea. Colabora habitualmente en prensa desde el año 2000 y ha escrito varios libros y ensayos. Es especialista en historia cultural y ha coeditado volúmenes de Antonio Gramsci, Carlo Ginzburg, Joan Fuster, etcétera. De ese etcétera se está ocupando ahora.

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