No ver. Dado que procuró achicar las pruebas, negar puede ser útil. Todo es falso salvo alguna cosa. Para que cuele, no podemos tachar cualquier hecho. Hay que dejar algo, alguna falta o infracción, para que sea creíble nuestra negativa. En las comedias americanas, este episodio ha sido frecuentísimo. ¿Por qué? ¿Para qué?
Para provocar el enredo, los sobreentendidos, los malentendidos y, por extensión, la broma que el espectador capta liberando tensiones. Negar lo evidente es una manera de sobrellevar el desliz, el error o la indignidad.
'No es lo que parece' es aquello que pretextaríamos si fuéramos pillados in fraganti. Es una respuesta infantil y, sin duda, demuestra poca madurez. Preferimos vivir en una mentira inverosímil a asumir la responsabilidad de nuestros actos. De verdad, cariño. Yo no quise. Fue el maldito cariñena que se apoderó de mí.
Dos. Ignacio Sanchez-Cuenca analiza estos hechos en relación con el Partido Popular. El resultado es un artículo hilarante. Tristemente hilarante. Resulta que todos los implicados niegan cualquier responsabilidad. Resulta que todos los presuntos culpables achacan sus males a una mano negra o a la perversidad de la oposición. Resulta que nada es lo que parece.
Pues qué bien. Yo también me miro al espejo y no me reconozco. Yo no soy ese que veo y no me imagino. Quiero pensar en un muchacho límpido y al reflejo me devuelve a un cincuentón con achaques. No es lo que parece, me digo. No es lo que parece...
De niño, yo también decía lo mismo cuando me pillaban sorbiendo del bote de leche condensada. No es lo que parece. ¿Y qué es lo que parece? Que te estás atocinando con ingresos excesivos, que estás engordando, que sólo era un pequeño sorbo, un traguito bien regado.
No sé si comparto todos los dicterios que Sánchez-Cuenca dedica al PP. Tal vez, sus dictámenes son durísimos y en el Partido Popular quedan atisbos de realidad, del principio de realidad. Pero convengo con él en que lo de los Populares es una suma de actos fallidos, una psicopatología que no arreglan el drama real ni la estupidez de las negaciones. No es eso, no es eso. De acuerdo, pues será lo otro, que no es mucho mejor. Tampoco.
Ay, señor, qué cruz. Otra vez más: llévame pronto.
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