Serna & Lillo Asociados
Cincuenta años de la invasión británica
"...Hay cuatro fotografías de The Beatles tomadas por Bill Eppridge especialmente significativas. Datan de 1964 y recogen distintos momentos de la llegada del grupo a los Estados Unidos. Están a la venta en la Monroe Gallery of Photography. Todo lo que rodea al grupo aún es objeto de compraventa y sus precios suelen ser elevados, muy elevados. Un tesoro de carísima quincalla con aura.
Pero ese año, 1964, es un momento esencial de la Beatlemanía, esa afección y afición que por todas partes se extiende. Las instantáneas de Bill Eppridge podemos verlas, pero también podemos reconstruirlas mentalmente. En el fondo no son muy diferentes de las que por cientos, por miles, les hicieron en el momento de llegar a Nueva Yoyk.
En una de ellas distinguimos al grupo británico cuando ya ha descendido del avión y los muchachos se encuentran caminando por la terminal del John F. Kennedy. Van dispuestos a conceder su primera rueda de prensa norteamericana. Como ya es habitual, caminan sonrientes, expectantes, ante el grandioso recibimiento que se les ha dispensado. Su actitud es de simpatía y asombro. Como único equipaje de mano llevan un bolsa de Pan Am.
La rueda de prensa será chispeante, multitudinaria, con una sabia y sencilla puesta en escena en la que dicen y no dicen. Bromean para ser corteses y para responder sin comprometerse.
En la siguiente imagen distinguimos a John Lennon. En la fotografía lo vemos solo en el Hotel Plaza. Permanece serio y oculto tras unas gafas ahumadas, unas Wayfarer. Los lentes oscuros le dan un aspecto interesante, casi enigmático, pero quizá en esa pose hay algo más banal: Lennon tiene problemas de vista que él ha ocultado durante años para no ser el gafotas del rock. Es probable que esté agotado tras el viaje intercontinental, por lo que sus ojos irritados precisen un descanso. En la última instantánea vemos a Lennon nuevamente solo en el ferrocarril que les lleva de Nueva York a Washington. Se disponen a dar su segunda gran actuación y los éxitos son tumultuosos.
La fotografía recoge un momento de aislamiento, de recogimiento. Eso sí: con la actitud retadora que Lennon gasta, una actitud que le sale del alma, exactamente del alma. Él es un muchacho angustiado, rabioso, que arrastra un dolor, una carencia emocional: siendo chico fue abandonado por sus padres en brazos de su tía Mimí. Las relaciones serán tortuosas y los contactos ulteriores con la madre no llegaran a cerrar esa herida. Al menos eso es lo que de momento se sabe.
¿Su rabia la convierte en energía creativa? En la fotografía de Eppridge, Lennon mira por la ventanilla, fuma y permanece sentado de una manera informal, quizá excesiva y hasta rebelde: con los pies apoyados en la ventana. Ignoramos qué les espera, algo a la vez rutinario (el éxito, las muchedumbres, etcétera) e imprevisible: la pesadísima carga y los efectos que el triunfo provoca.
En 1964, las vidas de los cuatro Beatles se han convertido en un viaje trepidante, en un frenesí sin descanso. Suena cursi, ¿verdad? Trepidante, frenesí: las palabras no dan cuenta de las cosas y lo que estos muchachos disfrutan o padecen es casi inefable. George Harrison suele ser el taciturno del grupo; Ringo, siempre chistoso, parece aprovechar los dones de la popularidad; Paul, con su cara de buen chico, da siempre la mejor impresión.
¿Y John? No sabe qué espera. Viven rodeados de grouppies, de chicas que se les entregan, de placeres terrenales. Es un oneroso lastre muy bien llevado: siempre sonríen al público, siempre bromean, visten limpios, se les ve guapos y se sienten recompensados. Empezaron en Liverpool, luego tocaron en Hamburgo y luego su fama ya fue creciendo gracias a su buen hacer, a su inventiva y a sus asesores. Lo mejor estaba por llegar. Y lo peor..."
Serna & Lillo Asociados, Young Americans. La cultura del rock (1951-1965). Madrid, Punto de Vista Editores, 2014 (en prensa).