Hay un pequeño escrito de Natalia Ginzburg que se titula 'Mi psicoanálisis'. Como casi todos lo suyos es un prodigio de exquisitez: observación práctica y finura, atención, compasión e ironía. He de hablar de Natalia
Ginzburg en unos días en una conferencia y por ello repaso sus obras.
La escritora mira, observa con detalle y contrasta lo que sabe o cree saber de sí misma. ¿Para qué cosa? Para averiguar su fondo, el fondo oscuro del alma, que decía Robert Musil. Y para sopesar a los demás con realismo y compasión. Para no volcar demasiadas expectativas, para no andar agrediendo.
El diálogo y no sólo la terapia ayudan a lograr ese estado. Si hablas con tus peores fantasmas, si sabes quiénes son, conseguirás enfrentarlos, hacerlos bien visibles. Eso ya lo sostuvo Sigmund Freud y sin duda el relato breve del psicoanálisis de Natalia Ginzburg nos podría ilustrar sobre lo que es la salud, la entereza, el coraje, el humor.
No hay manera de quererte a ti mismo si no es administrándote humor, alguna socarronería y admitiendo que eres mortal. Cuando hablas, cuando dialogas, debates y expones ante quien te escucha y también a tus propios fantasmas. Y a las habladurías que de ti dicen, a las especies que los más malintencionados hacen circular. Puede ser muy terapéutico, pues.
Las Primarias Abiertas de PSPV pueden ser también un proceso muy terapéutico, óptimo para debatir, discutir, para mostrar las metas, para exponer los logros venideros. Pero pueden ser también un tratamiento para abordar con los propios fantasmas de la organización. En primer lugar, para apartar a los fantasmones, esos que a pesar de ser espectros tienen existencia mineral. En segundo lugar, para averiguar qué males aquejan a la organización.
Podría ser una saludable exposición y autoanálisis. Corren bulos, se dicen cosas probablemente inciertas, se pierden energías que han de ser aprovechables cooperativamente. Noto ojeriza y distingo temores. ¿Es posible organizar uno o dos debates entre Toni Gaspar y Ximo Puig? ¿Quién teme exponer y exponerse? Un diálogo sin hooligans, un debate abierto en el que el partido socialista se abra en canal para fortalecerlo después, para vitaminarlo.
El autoanálisis nunca acaba, pero el diálogo sí. Natalia Ginzburg un día dejó de ir a su terapia, pero no por ello abandonó su propio examen. Un individuo o una organización que necesita una terapia no es necesariamente un cuerpo débil o desechable, inservible. Al contrario, de la terapia se sale vigoroso.
De un debate entre Gaspar y Puig, el PSPV no saldría enfermo, las patología ya están. Saldría reforzado, sin pasados que determinen el presente y sin deudas insoldables. En un debate así, ambos candidatos, que tienen cualidades, podrían exponerse ante la ciudadanía, ante aquellos que han de elegir. De un debate así, ambos candidatos saldrían con una fuerte impresión de victoria. El PSPV empieza a remontar sus propios obstáculos y los sectarismos, esos pesados lastres del alma socialista (si me permiten decirlo con expresión cursi)
Natalia Ginzburg, que había acabado precipitadamente su análisis, quiso un día saludar a su terapeuta. Habían pasado los años. Quería hablar, charlar e incluso debatir posiciones con el terapeuta, nada menos. Le tenía ganas... No pudo ser. El psicoanalista, el Dr. B., había muerto.
No esperen a morirse.
Hay 1 Comentarios
... quien no espera el fin del autoAnálisis ?
Publicado por: Carlos Justo | 02/03/2014 3:43:13