Nino Bravo murió el 16 de abril de 1973. Hoy, 16 de abril de 2014, cuarenta y tantos años después, José Luis Ibáñez Salas le rinde homenaje. Se acuerda de él dedicándole un emocionado recuerdo. En su escrito, José Luis reproduce parte de un relato suyo.
En el cuento, que he podido leer entero, hay una evocación familiar. José Luis detalla un viaje por las carreteras de Cantabria. En el coche, una cassette con el vozarrón de Nino Bravo y haciéndole los coros los jovencitos que tararean las canciones del músico valenciano. El artista ya está muerto, pero los muchachos no dejan que se desvanezca. Cuando ellos, ya fatigados callan, Nino Bravo sigue sorprendiendo a su audiencia. Cuarenta y tantos años después, el cantante sigue ahí, sorprendiendo.
Luis Manuel Ferri fue un solista valenciano que triunfó a comienzos de los setenta. Por aquellas fechas alcanzó su cenit. Salía al escenario con los trajes a medida que le cosía el Sastre Roldán, de Bétera, y su público se rendía. Era una indumentaria ceñida, con los botones del chaleco siempre amenazantes. Era un ropa de colores pastel, muy característicos de aquel tiempo acaramelado.
Pero Nino no era un bombón. No era exactamente guapo. Era elegantón y con un toque moderno. Con una melena lacia propia de la juventud, el vocalista embravecía a sus miles de fans. El vozarrón provocaba desmayos y la piel de sus seguidores tiritaba. La emoción era muy grande. Nadie podía dar crédito al esfuerzo vocal y a la maestría tonal de aquel muchacho de Aielo de Malferit.
El nombre de su pueblo es raro. Ya lo era entonces. No he querido averiguar cómo se llaman los nacidos en dicha población. ¿Malferits? Suena a vejamen. Estoy seguro de que hay otras formas más nobles de designarlos. Nino Bravo empezó con otro nombre, con Luis Manuel Ferri, pero ese rótulo que se dio entre italiano y valenciano le llevó a la gloria.
Por entonces, los cantantes iban de ‘tournée’ por provincias. Se desplazaban con sus automóviles de gran lujo por carreteras secundarias, por tramos infernales. Siempre era una expectativa. Si la gloria les sonreía, los viajes no eran fastidiosos: servían, entre otras cosas, para confirmar el éxito que las emisoras radiaban y que la televisión emitía. Llegar a una población, a la plaza, a la discoteca, a la sala de fiestas era un acontecimiento. El pueblo se sentía importante al ser visitado por un artistazo.
Nino Bravo era un cantante de grandes éxitos. Quiero decir, un solista que empalmaba sus ‘hits’ con gran facilidad. Las canciones hablaban de afectos urgentes, de tierras que se amaban, de pasiones perdidas y quizá añoradas. Las letras arrebataban con poesía terminante; y la música, con mucho desgarro, servía para realzar al vocalista.
Un día murió, ese 16 de abril de 1973. El vehículo en el que viajaba se salió de la calzada dando varias vueltas de campana en una curva endemoniada. El resultado fue su fallecimiento, ya digo. Muchos quedamos conmocionados. Los valencianos sentimos un gran abatimiento. No era el primer cantante local que se mataba por esas condenadas carreteras.
A los pocos meses de su muerte, en la plaza de toros de Valencia tuvo lugar un concierto en homenaje a Nino Bravo. Numerosos artistas se sumaron al acto, cuyos beneficios iban destinados a la viuda y a su descendencia (si no recuerdo mal). Yo acudí con mi familia. Estábamos en la arena, pisando la tierra de las cogidas y las cornás. Estábamos en una fila muy distante del escenario. El sonido no era técnicamente perfecto, pero las emociones nos llegaban igual. Experimentábamos una consternación inexplicable o incurable, no sé. Todos nos arropábamos y todos nos sentíamos cerca de aquel artista que la fatalidad nos había arrebatado.
Lo curioso, lo más curioso, es que por aquellas fechas, en 1973, a mí no me gustaba Nino Bravo. Me parecía un cantante enfático, un vocalista de otro tiempo. Y sí, el tiempo todo lo cura: con el transcurso de los años he aprendido a apreciarlo. Hoy en día, a poco que me pinchen me pongo a cantar o tararear sus éxitos, sus grandes éxitos. Como José Luis Ibáñez Salas... En la calle, en el coche, en casa o incluso en un karaoke. Pero de esto, de esto último, no hay pruebas fotográficas ni testigos.
Hay 6 Comentarios
Estudie en Espana para esa epoca. Nino Bravo fue un cantante que impacto con su voz y canciones a todos, inclusive en el extranjero. Una perdida para el arte Espanol, que tuvo tan grandes exponentes durante esos anos.
Publicado por: Manuel Madera | 17/04/2014 13:35:23
Todo país que se precie tiene su cuota de grandes artistas desaparecidos antes de lo previstos por desgracias del azar humano, y que además hubieran sido leyendas aunque siguieran vivos. Nino Bravo era uno de ellos, sin duda.
http://casaquerida.com/2014/04/15/actores-nada-memorables/
Publicado por: Tinejo | 17/04/2014 8:15:45
Nino Bravo
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Hubo un tiempo, hacia los años 60 y 70 del Novecientos, en que Valencia era cuna de grandes cantantes melódicos. Varones de enérgica voz, como tenores improvisados. Valencia era la cuna, sí, y la tumba. Accidentes automovilísticos, desgracias mayores, nos arrebataron uno tras otro a los artistas prometedores o consagrados que daba la tierra. Fue un momento de absoluto desconcierto.
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Muchachos con escasa o nula formación musical, pero dueños de una potencia arrebatadora se aupaban a las listas de éxitos, al Hit Parade, convirtiéndose en estrellas de la canción viril.
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Corrían los años 70, concretamente, y las fiestas populares de barrios y localidades rivalizaban: no había mayor garantía que culminarlas con artistas, con solistas valencianos. ¿El más grande? Nino Bravo. Él no se llamaba así, claro. El suyo era un nombre artístico pensado para vender mejor el producto, como más italiano. En realidad, era un joven de Aielo de Malferit que se había puesto un rótulo propio de cantante cosmopolita.
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El Festival de San Remo, Mina, Rita Pavone, Domenico Modugno, etcétera, tenían por entonces mucho prestigio. Y todo lo italiano, salvo las películas de Trinidad, era sinónimo de refinamiento.
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Por aquellas fechas, yo estaba abandonando la infancia y Nino Bravo no era mi cantante preferido: tarareaba, eso sí, sus canciones porque a fuerza de radiarlas y de difundirlas por televisión acababas conociéndolas: Noelia, Un beso y una flor, Libre, América, etcétera.
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Yo no era fan de Nino Bravo, pero me sentía un privilegiado pues lo veía con frecuencia en Bétera, que era el lugar en donde un servidor vivía por entonces.
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Allí, a aquella población acudía el artista a encargarse los trajes, los ternos y las americanas. Llegaba con un coche de grandísimas dimensiones, en ocasiones un Dodge Dart. Su vehículo contrastaba con los turismos humildes que había estacionados. Bajaba saludando, repartiendo besos, firmando fotos.
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Vestía camisa y pantalones vaqueros, con un toque informal que no era el de sus conciertos. Los tejanos que llevaba eran, por supuesto, acampanados, con esa audacia estética de entonces. Y calzaba zapatos o botas con plataforma que le daban un aire temerario a su zancada. La media melena, siempre lacia, hacía más notable y prominente su nariz aguileña.
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Yo envidiaba sus coches, pero sobre todo uno: su BMW... Con un modelo de esta marca, recién adquirido, se mató el cantante en abril de 1973. Han pasado muchos años y yo soy más viejo de lo que él nunca pudo alcanzar. Lo pienso y me da un respingo.
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Nino Bravo jamás sobrepasó la treintena y yo dejé de ser joven hace varias décadas. Mentiría si dijera que ahora el cantante me atrae más que entonces. Me gusta lo justito. Pero aún tarareo sus canciones. A veces, incluso, en plena ensoñación, me veo luciendo lo que él tenía y yo no tengo: una cabellera lacia, una gran potencia canora y esa seducción melódica que a tantos encandilaba.
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Era un producto de la tierra, un joven apuesto de amabilidad contrastada. Y era un solista de gran registro. A lo que nos cuentan, vivió con moderación de chico formal. Sin embargo, murió deprisa, como otros cadáveres exquisitos de los primeros setenta: partió tras un viaje sin retorno. Sigue entre nosotros. En cassette, en vinilo, en el alma.
Publicado por: Justo Serna | 16/04/2014 21:12:10
Justo Serna El artículo que hoy me publicaba 'El Hype' sobre Nino Bravo es el primero y el último. He quitado los links y les dejo aquí además el texto entero que ya han retirado de la nueva revista. ¿Razones de este desencuentro? Me he sentido ignorado y enterrado en la revista cuando hoy se cumplen 41 años de la muerte de Nino Bravo. Si en un día relevante como hoy, hay que entrar en el buscador para encontrar el artículo sobre Nino Bravo con el que yo empezaba, entonces no vale la pena seguir. En el correo con la directora, he deslizado un 'joder', una expresión que manifestaba irritación. Al parecer, la directora ha quedado muy impresionada, muy afectada: no creía que un caballero pudiera expresarse así. Yo digo tacos, luego no soy un caballero.
Publicado por: Justo Serna | 16/04/2014 21:10:40
A mi por el contrario no había escuchado antes de el hasta la adolescencia, y cuando tuve la oportunidad de tener un disco de el me quede perplejo pues no podía creer lo excelente cantante que era Nino Bravo, menos entendía el porque no lo había escuchado antes, como a Camilo Sesto, otro grande indiscutible.
Es una tristeza que se nos haya marchado muy temprano y nos haya dejado poco para disfrutar de su música, aun así hay que reconocer que es uno de los mejores cantante que ha dado España, ya nadie canta así y si alguien lo hace lamentablemente hoy se muere de hambre, pues lo de hoy son los trillados "cantantes pubertos" que cantan como niñas o susurran mas cantar de verdad.
Publicado por: Pedro | 16/04/2014 20:41:56
Cuando empecé a escucharlo, era yo un niño, también me pareció el típico cantante patrio, nacido para dar gusto a mis padres, pero poco a poco me di cuenta de que era algo más. Ahora creo que ha sido uno de los más grandes.
Publicado por: vbm0 | 16/04/2014 19:38:23