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Joan Lerma y Pablo Iglesias

Por: | 30 de mayo de 2014

Cero. Los partidos políticos son maquinarias realmente curiosas. También el Movimiento nacional lo fue. También la agrupación llamada 'Podemos' lo es. Fíjense en las denominaciones. Los partidos parten.


Joan-lerma-7Uno. "Los partidos parten", decían los cerebros del franquismo. Como Jack 'El Destripador'. Si no recuerdo mal, era don Gonzalo Fernández de la Mora quien primero soltó esta ocurrencia en los años sesenta. Sin duda se inspiraba en Daniel Bell y en Raymond Aron, además del organicismo de la España carpetovetónica. Bell y Aron son dos conservadores muy interesantes. Fernández de la Mora es un ideólogo felizmente olvidado.

Él estaba en plena campa de difusión de 'El crepúsculo de las ideologías' (1965), uno de los libros cimeros del penúltimo franquismo, y claro le convenía subrayar el acierto del Régimen: no hay ideologías omnicomprensivas que se opongan, que estén en liza, en la España del Caudillo. Eso es cosa del pasado y de los totalitarismos. Ahora toca tecnocracia. Y toca bienestar. A Dios rogando y con los alicates trabajando.


Dos. Con Carlos Arias Navarro y el 'Espíritu del 12 de Febrero', hacia 1974, el Generalísimo facilitó una breve apertura. Permitió que Arias sacara adelante una ley de asocaciones. Ya no se llamaban partidos (que efectivamente parten), sino asociaciones, algo también organicista (por tanto nada político o participativo). Fue entonces cuando empezaron los asocaciones del tardofranquismo: Dispensa, Pipensa, Dispepsa,Arepsa, Colepsa, Afepsa, Supepsa, Catepsa, Trilepsa.

Manuel Fraga montó una asociación de estudios 'fraguianos'. Era una buena iniciativa. La redacción de sus escritos era tan confusa que se necesitó un grupo de hermeneutas haciendo dicha labor. Fraga hablaba atropelladamente, mal. Pero escribía peor. Qué cruz.

Quizá me equivoque con las denonimaciones (Dispensa, Pipensa, etcétera), incluso puede que me las invente (Colepsa, Afepsa, etcétera) para escándalo de periodistas del montón, pero su vida fue tan efímera que he decidido olvidarlas por el bien de la patria y de las aerofagias.


Tres. Después, tras la muerte del Caudillo, los partidos fueron reconocidos, hubo numerosísimas siglas, aparte de las clásicas. 'Sopa de letras' se  llamó a aquello. Los franquistas cabeceaban y rabiaban. El Movimiento unificaba. Ya no. Ahora había partidos que mostraban el conflicto, que lo encarnaban, que lo institucionalizaban.

Luego vinieron los aparatos, la estabilidad del sistema de partidos, la ley electoral, los esforzados dirigentes y militantes, los carotas que quisieron hacer carrera política sin pisar la calle. También nos vino Joan Lerma, que ya retirado, gobierna desde su velero la derrota del barco socialista valenciano. ¿Alguien cercano, que lo quiera con locura, puede decirle que se vaya a navegar, que nos deje en paz? No hay huevos, no hay nuevos, dice el rústico. Yo lo que creo es que Lerma es un valor, un puntal: ¡cómo está el PSPV!

De esa circunstancia, de los aparatos, nos viene el actual desconcierto. Hay dirigentes que se creen taumaturgos: pueden ungir a sus sucesores, como son los casos egregios de González, Aznar, Rubalcaba. Yo te bautizo en el nombre de Dios. Yo te nombro caballero. En fin, feudalismo interpestivo de los viejos. Y castrismo. Nombro a mi sucesor y yo, mientras, me calzo el chándal.


Cuatro. Luego, ante tamaña operación, aparecen los nuevos, los incontaminados, aquellos que no quieren pertenecer a la casta. Son los nuevos salvajes. Dos años y domesticados. Entre ellos un Pablo Iglesias que idolatró a José Luis Rodríguez Zapatero. Casta, sí; casta, no.

Pablo Iglesias con otros cuanto amigos (entre ellos Juan Carlos Monedero, ducho en el arte de la metáfora hueca) imaginaron una agrupación. Ya no son son movimiento, ya no son partido, ya no son asociación. Son algo más nuevo. Agrupación. Grupos, algo tribal.

Prensa-con-pablo-iglesias¿Sin redes, sin estructuras, sin cargos, sin empleos funcionariales, sin fontantería, sin aparato, sin desagües? Hay que dar un margen, dicen los afines. En efecto, así es. Demos tiempo a aquello que acabará siendo tan decepcionante como el resto. ¿O es que creen que Pablo Iglesias es mejor persona de lo que lo fue Fidel Castro? Ay, señor. Sin duda, toda convulsión ayuda: ¿ustedes se imaginan los sesenta sin el castrismo? Pues eso.


Cinco. Los partidos necesitan estar bien engrasados. Son estructuras de poder para ejercerlo interna y externamente. Para alcanzar puestos de responsabilidad y para llevar adelante planes y proyectos, no necesariamente programas. Si alguien se leyera el programa del PSOE de comienzos de la Transición se echaría las manos a la cabeza.

No se podían decir cosas más sensatas al lado de tremendas majaderías, utopismos gratuitos y declaraciones muy ostentosas que no llevaban a nada. En 'Podemos', el programa es espeluznante. Menos mal que casi nadie se lo ha leído. Esta literatura está concebida para incumplirla en parte o totalmente.

En circunstancias como las presentes, en plena fase poselectoral, nos vendría bien leer o releer un libro antiguo e imprescindible. Me refiero a la 'Teoría económica de la democracia', un volumen aparecido en Estados Unidos a finales de los años cincuenta. En dicha obra, Anthony Downs aplicaba un modelo de análisis electoral perspicaz y paradójico: analizaba al elector en términos económicos, concibiéndolo como un consumidor y pensando el espacio electoral como análogo al del mercado.

Según ese esquema, los partidos políticos procurarían distintas 'mercaderías' (sus promesas programáticas) y los ciudadanos se inclinarían por una u otra de acuerdo con la información y en virtud de sus preferencias. La conclusión a la que Downs llegaba era chocante: si los electores nos condujéramos después de haber calculado los costes y los beneficios que entraña el acto individual de votar, si nos guiáramos de acuerdo con la racionalidad económica, nos abstendríamos, dada la irrisoria capacidad que tiene la papeleta de cada cual.

Mi sufragio sólo tiene una influencia imperceptible y, por tanto, si lo pensara bien no debería hacer el esfuerzo de acudir al colegio electoral para ejercer mi derecho. Si a pesar de los costes voto, si a pesar del esfuerzo personal que significa comparecer ante la urna deposito mi lista, es porque obro irracionalmente ya que lo lógico sería conducirse como un 'free rider', confiando en que las papeletas de los demás supliesen mi abstencionismo.

Menos mal que somos 'tontos racionales' y acudimos a votar. En efecto, votamos uno a uno y lo hacemos porque esperamos la suma, pero también porque hay algo de satisfacción en el esfuerzo, en el hecho de desplazarse hasta la urna. Es decir, somos algo más que votantes-consumidores.

Seis. El partido socialista vuelve a enredarse para dar solución a sus problemas. Vuelve a enmarañarse con las artimañas de sus dirigentes y barones. Si queremos que partidos, asociaciones, agrupaciones, etcétera, funcionen sería conveniente que todos votaran (incluso los simpatizantes que pagamos nuestros eurillos). No hay que inventar la rueda. Es más sencillo.

Miren, en serio, les doy una última oportunidad: si el PSOE sale con bien de este enredo, les votaré. Si sale mal, votaré al partido pirata. O a Podemos..., si para entonces no se ha convertido en un proscenio de identidades en liza, yoes en conflicto, intereses en pugna: lo más probable. Ay, señor.

Si ya son eso, entonces pediré al Altísimo que me lleve. Que me lleve al velero de Joan Lerma.

Hay 5 Comentarios

Artículo pro psoe disfrazado de no sé qué...

i encara el preguntes que passa en Catalunya?

Amigo Justo ¿me podrías decir cuantos votantes del PSOE o PP se han leído su programa electoral?un 20%,un30%?,aun así para que sirve si luego no lo cumplen?dejad de poner palos en las ruedas y esto va para muchos periodistas que no sirven más que a la voz de su amo,dejad
que la Democracia sigua su curso.
Claro que Podemos tendrá que pactar con algún/os partidos e irá aprendiendo como manejarse en ese terreno pero no me discutirás que ha sido una necesidad en los tiempos que corremos

Claro que PODEMOS.
Si Nicolás Maduro sabe dirigir con acierto la economía venezolana sin caer en manos del imperialismo como no van a saber Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero dirigirnos hacia un mañana de leche y miel. Con Venezuela, Cuba, Irán y Corea del Norte haremos frente al capitalismo salvaje e imperialista.
Claro que PODEMOS.

Desde que tengo derecho al voto, jamás he votado al PP o al PSOE. Sé sobradamente que no son lo mismo, pero nunca me he sentido identificado con la forma de gobernar y de organizarse de esos grandes partidos. Veo a sus líderes políticos (a nivel nacional y autonómico) y los siento como a años luz: no comparto nada con ellos y no me ilusionan lo más mínimo sus discursos y proclamas. Ni siquiera en mi pueblo, donde el PSOE presentó como candidato a las últimas municipales a una persona capaz y competente que, tras perder en las urnas, fraguó un pacto contra natura con otros grupos de la oposición para desalojar del gobierno al PP local. Reconozco que, cuando se hicieron las primarias recientes en el PSPV, me sorprendió muy gratamente Toni Gaspar, a quien no tengo el gusto de conocer de nada. Hablaba como una persona de la calle y respondía a todas las preguntas sin miedo, con naturalidad. Ya en el plano nacional, el otro día escuché - y creo que tiene razón - a Enric Juliana decir que, cuando la gente está tan harta y no sabe a quien votar, vota a quien cree que más puede molestar al "establishment". El éxito de "Podemos" ha servido, entre otras cosas, para que la cúpula del PSOE se decida, por fin, a hacer algo. No era normal que alguien como Rubalcaba, que lleva en el partido desde antes de que mucho hubiésemos nacido, nos hablase de renovación y apertura pensando en que le íbamos a creer. El problema del PSOE - y me pongo en el lugar del afiliado o simpatizante - es que la alternativas reales son pocas y, al menos a mí, no me generan excesiva ilusión. No quiero prejuzgar a quien apenas conozco, pero si el futuro del socialismo español pasa por los nombres que estoy escuchando estos días, que no cuenten conmigo.

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Presente Continuo

Sobre el blog

Un historiador echa un vistazo al presente. Éstas no son las noticias de las nueve. Pero a las nueve o a las diez hay actualidad, un presente continuo que sólo se entiende cuando se escribe: cuando se escribe la historia.

Sobre el autor

Justo Serna

es catedrático de la Universidad de Valencia. Es especialista en historia contemporánea. Colabora habitualmente en prensa desde el año 2000 y ha escrito varios libros y ensayos. Es especialista en historia cultural y ha coeditado volúmenes de Antonio Gramsci, Carlo Ginzburg, Joan Fuster, etcétera. De ese etcétera se está ocupando ahora.

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