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La ultraderecha francesa, qué valor

Por: | 25 de mayo de 2014

Oui-la-France.-Marine-Le-Pen-387x560Leo a media tarde en El País: "Las encuestas vaticinan el triunfo de la ultraderecha en Francia".

Este vaticinio, como la propia palabra indica, no es aún un resultado definitivo. Es decir, escribo a ciegas. A ciegas: aunque ya tuviera resultados definitivos, estaría escribiendo a tientas.

Francia se nos descubre inquieta con su condición, con su mismidad. El problema de la identidad, exageradamente tratado, produce monstruos. Francia lleva muchos años aguantando a sus emigrantes, qué dolor, qué dolor. Lleva mucho tiempo arrastrando su condición de antigua potencia colonial. Patéticamente. Y así les va. Lleva décadas o incluso más preguntándose qué nos pasa, qué somos, para dónde tiramos.

Hace veintitantos años, el país vecino vivía en fase de siniestrosis, de sinestrosis, de sinistrosis. Es otra manera de llamar a la hipocondría o es otro modo de designar la furia o el delirio razonables. ¿En qué consiste?

Cuando te accidentas, es posible que tiendas a exagerar una impotencia funcional. Esto es, te sientes una piltrafa (comparado con lo que antes eras) y por ello prolongas de manera anormal tu incapacidad. Sin duda padeces secuelas objetivables, pero a la vez las enriqueces con un dolor subjetivo.

Recuerden El enfermo imaginario, de Molière. Creo que así se diagnosticaba la patología, real e imaginaria, que Francia padecía por aquellas fechas: hace ventitantos años.

Frente a Estados Unidos siempre a la cabeza, frente a una Alemania emergente, frente a los tigres asiáticos, nuestros vecinos se dolían. Vivían una fase de malestar, un dolor inespecífico y difícilmente diagnosticable. Desde luego, Francia ya no era lo que había sido.

No sabemos en qué quedó aquella enfermedad pasajera. Si es que era pasajera. Veintintantos años después, tras una derecha encarnada en Jacques Chirac y Nicholas Sarkozy (corrupta o patética o ambas cosas a la vez), tras una izquierda evanescente y adúltera (es decir, que tontea con la derecha), los ultras parecen emerger. El honor y el horror.

El Gobierno catalán ha pedido el ingreso en la francofonía. Es una buena opción. El francés es una lengua de uso frecuente en Cataluña. Es o forma parte de sus mejores tradiciones. De todos modos, lo mejor habría sido pedir el ingreso en la psicofonía. El último..., que apague la luz, las luces, el iluminismo, la Ilustración.

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Pues ya puedes quitarte el antifaz y mirar de frente: han ganado con tanta fuerza como en Dinamarca, o los euroescépticos en Inglaterra. Y así se va escribiendo una historia tal vez no muy bella.

http://casaquerida.com/2014/05/25/dicen-que-aqui-si-podemos-hacerlo/

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Presente Continuo

Sobre el blog

Un historiador echa un vistazo al presente. Éstas no son las noticias de las nueve. Pero a las nueve o a las diez hay actualidad, un presente continuo que sólo se entiende cuando se escribe: cuando se escribe la historia.

Sobre el autor

Justo Serna

es catedrático de la Universidad de Valencia. Es especialista en historia contemporánea. Colabora habitualmente en prensa desde el año 2000 y ha escrito varios libros y ensayos. Es especialista en historia cultural y ha coeditado volúmenes de Antonio Gramsci, Carlo Ginzburg, Joan Fuster, etcétera. De ese etcétera se está ocupando ahora.

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