¿Marqués? ¿Santiago Grisolía, marqués? Cabalgó cómodamente a lomos de los Gobiernos que desvalijaron la Comunidad Valenciana: los de Eduardo Zaplana Hernández-Soro y Francisco Camps. No quiero decir que los presidentes fueran los atracadores. Dios me libre. Quiero decir que bajo sus mandatos, todo se se arruinó, se quebró.
Se jodió, como tantas veces hemos hecho decir a Mario Vargas Llosa, tan liberal y a la vez tan auspiciado por socialistas y populares.Es decir, por las instituciones políticas del Estado ('el ogro filantrópico' según Octavio Paz).
Grisolía fue su avalista intelectual, el hombre de soporte y pedestal para la Comunidad Valenciana. Con voz hueca y grave daba su plácet a los maravillosos avances de la ciencia en la esfera local. Nos salíamos del mapa... Y, además, confería su sello académico, esa rúbrica. Qué bien se sentía... No había más que verlo. Y sí: yo lo vi por Valencia como un jubilado senatorial. Con sus trajes de color claro, preferentemente azules pastel. Como un pensionista rico de Los Angeles.
Se mantuvo impertérrito cuando todo se hundía, cuando la vergüenza a todos nos afectaba. Certificó los informes más marcianos sobre la Comunidad Valenciana con su marchamo científico. Pidió a Juan Cotino que no recortaran mucho en investigación. Las carcajadas aún resuenan.
Se mantuvo al frente de un Consejo igualmente marciano. No te jode. Hay mucho alienígena por estos pagos. Lo he comprobado: seres que vienen de lejos a enseñarnos lo que aquí hay que hacer.
¿Era preciso otorgarle título de marqués a Grisolía? Hay muy rango y mucho ringorrango en estos ennoblecimientos de chicha y nabo. Te elevas y te conceden diplomas, linajes y sucesiones. Para nada.
Ustedes me perdonarán. Creo que en el caso de Grisolía bastaba con un ennoblecimiento menor: algo así como Hidalgo del montón. O, perdónenme la maldad, bufón de tronío. Ya me gustaría alcanzar su tronío. A lo de bufón no aspiro.
Pero aquí, en el País Valenciano, hay mucho papanatismo. Un señor espigado, de aspecto anglosajón, con acento americano entreverado con el habla local, se nos presenta como un sabio. No lo dudo. Sus estudios le dieron celebridad. De eso hace décadas. Ha pasado mucho tiempo.
Mientras tanto coleguea con el Partido Popular, el mismo que nos ha arruinado. ¿Qué hacemos? ¿Batimos palmas? No. Le damos un título, el de científico honorario del Reino. Cotino aún se carcajea.
¿Y Franco qué piensa de todo esto?
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