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Enanos subidos a espaldas de gigantes

Por: | 07 de junio de 2014

Sigo pensando en lo que José Luis Ibáñez nos proponía en un pasaje de su próximo libro, dedicado a la transición política en España. Empecemos por lo obvio. ¿Por qué se llama transición al período histórico que EPThompsonva de 1973 a 1982?

Porque se produce el paso de un régimen político a otro bien distinto, porque se da un cambio de fundamento constitucional y de instituciones entre uno y otro, y ello a partir de la legalidad del primero, que será sustituida por otra legalidad completamente diversa.

Las dos fechas son importantes: la primera data la muerte del almirante Carrero Blanco, como consecuencia de un atentado de ETA; la segunda data el triunfo del PSOE en las elecciones generales con mayoría absoluta. Carrero Blanco estaba destinado a continuar la obra ejecutiva, la obra política del Caudillo, aunque quien estaba pensado para sucederle en la máxima jefatura del Estado era el príncipe Juan Carlos (nombrado sucesor en las Cortes Generales de 1969). ¿Qué hay mientras tanto, entre 1973 y 1982?

En principio, lo que hay es un dictador decrépito que enferma de tromboflebitis, unas penas de muerte finalmente ejecutadas, una oposición internacional, una oposición interna de partidos ilegales, clandestinos. Hay una crisis económica que altera el bienestar social y que multiplica las huelgas, con un movimiento obrero potentemente organizado (Comisiones Obreras y, en menor medida, UGT). Hay también unas regiones históricas que reivindican su estatuto de autonomía e incluso su reconocimiento como naciones (o nacionalidades).

Hay una sociedad en cambio, con una moral más laxa, menos rígida o pacata. Hay una cultura que se abre, que se expande, que critica al Régimen, que produce películas, novelas, revistas, tebeos, libros en general que muestran vitalidad. A eso, Santos Juliá y José-Carlos Mainer lo llamaron el aprendizaje de la libertad.

Hay un terrorismo que sacude periódicamente a los españoles. Secuestros, masacres, extorsiones: ETA y los GRAPO y otros grupos afines esperan derribar con violencia  la dictadura y la institución que la continúa, generalmente con una meta totalitaria.

Por su parte, la ultraderecha se agrupa y reagrupa en sectores que en algún caso derivarán al terrorismo como forma de impedir todo acceso a la democracia. Fuerza Nueva es el inspirador remoto de la la derecha extrema, el catalizador legal de lo que son movimientos terroríficos. Aterradores. Y broncos, delictivos.

Los momentos clave de la transición son entre otros los que ahora se enumeran. Primero, el referéndum para la reforma política (1976), que supone la liquidación del Régimen franquista. Segundo, la legalización del Partido Comunista de España y con él de todas las organizaciones políticas a la izquierda del PSOE (Semana Santa de 1977), con la aceptación de la monarquía parlamentaria. Tercero, las elecciones generales del 15 junio de 1977, que supondrá el triunfo de UCD, el partido formado por antiguos franquistas reformistas y por liberales y monárquicos ajenos al Régimen, quedando en segundo lugar los socialistas.

Cuarto, los Pactos de la Moncloa (formalmente fueron dos, denominados Acuerdo sobre el programa de saneamiento y reforma de la economía y Acuerdo sobre el programa de actuación jurídica y política), unos acuerdos firmados en el Palacio de la Moncloa el 25 de octubre de 1977. Quinto, la aprobación de la Constitución (1978), que establece un marco de libertades, perfectamente equiparable a las democracias occidentales. Sexto, el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, que es la consumación de diversas intentonas involucionistas, antidemocráticas.

¿Les parece poca cosa? El joven Alberto Garzón, un representante de Izquierda Unida, dice cosas tremendas sin haber estado allí y sin saber exactamente qué se libraba. Me divierte la arrogancia de la juventud... Se atreve a juzgar con dureza lo que hicieron sus mayores: Santiago Carrillo, particulamente.

Ya lo dijo el historiador marxista E. P. Thompson en su libro Agenda para una historia radical (2000). Hay que evitar la arrogancia tan común del biógrafo sabelotodo y parlanchín, la jactancia de quien ha vivido después y se siente capaz de juzgar los errores y los empecinamientos de sus mayores. ¿Por qué? ¿Para salvarlos? No se trata de eso.

La de Thompson es una excelente lección que nuestro joven político no deberían desestimar. Ya lo afirmó el propio historiador al principio de La formación de la clase obrera (1963): no deberíamos tener como único criterio de evaluación histórica el que las acciones de un hombre se justifiquen o no a la luz de lo que ha ocurrido después. Es decir, el buen historiador es aquel que reconstruye en contexto y sabe que ese hecho, ese dato o esa conducta forman parte de una cadena de significados copresentes para el biografiado.

Yo recuerdo aquella sucesión de acontecimientos, en los que intervenía el Partido Comunista. Recuerdo que me compraba El País, un periódico de orden, muy institucional, muy poco exaltado. No me ha decepcionado: sigue siendo tan moderado como al principio (cuando personas conservadoras como José Ortega Sportorno o Jesús de Polanco regían sus destinos). Entonces, en un primera plana aparecía, por ejemplo, una foto de José María de Areilza. ¿Esperanza de la transición?

¿Por qué compraba un diario? Porque no lo regalaban. Punto número uno. Porque necesitaba una clave explicativa. Punto número dos. Recuerdo que yo marchaba a tientas: es decir, no sabía lo que era exactamente la democracia (jamás nos la habían explicado) y quería vivir bajo un régimen de partidos.

Hoy suena obvio. Decir partidos en 1976 resultaba incomodísimo y hasta peligroso. Hay que leer, por Dios. Alberto Garzón, Pablo Iglesias: no se trata sólo de escribir. Hay que hacerse una cultura general, un patrimonio de referencias que te hacen más pequeño y menos arrogante. Somos enanos subidos a espaldas de gigantes. Yo lo aprendí del historiador comunista inglés E. P. Thompson.

"Dicebat Bernardus Carnotensis nos esse quasi nanos, gigantium humeris incidentes, ut possimus plura eis et remotiora videre, non utique proprii visus acumine, aut eminentia corporis, sed quia in altum subvenimur et extollimur magnitudine gigantea".

 

Hay 4 Comentarios

"Enanos puestos sobre hombros de gigantes", esta es la descripcion del filosofo y monje del s. XII Bernardo de Chartres, de la relacion entre los discipulos y sus maestros. Bellas palabras sin duda.

Cita: John of Salisbury, Metalogicon, 1159.

Pensar que el procés democràtic està tancat és una error. La història continua...

La Historia, su estudio, la historiografía, es apasionante. Pero por eso mismo, hemos de aprender que los cambios que se produjeron en los años de la transición sucedieron porque la sociedad española los demandaba. Se puede describir el papel que los partidos políticos, los sindicatos, los ciudadanos, realizaron en estos años. Pero ello no nos puede llevar a la conclusión que la sociedad que se construyó entonces ha de ser inamovible. Del año 1973 o del 1982 hace más de 30 y 40 años. Hemos de vivir la realidad de ahora con los recuerdos de entonces ? Aprendamos de la Historia, no repitamos los errores, pero habrá que seguir adelante, adaptarnos a la sociedad actual y decirles a las generaciones jóvenes que el mundo les pertenece, que pueden y deben moldearla a su conveniencia. Y los que tenemos más de 60 años, acompañarles, apoyarles y desearles un futuro mejor. Cosa que en estos momentos, desgraciadamente, no tienen.

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Sobre el blog

Un historiador echa un vistazo al presente. Éstas no son las noticias de las nueve. Pero a las nueve o a las diez hay actualidad, un presente continuo que sólo se entiende cuando se escribe: cuando se escribe la historia.

Sobre el autor

Justo Serna

es catedrático de la Universidad de Valencia. Es especialista en historia contemporánea. Colabora habitualmente en prensa desde el año 2000 y ha escrito varios libros y ensayos. Es especialista en historia cultural y ha coeditado volúmenes de Antonio Gramsci, Carlo Ginzburg, Joan Fuster, etcétera. De ese etcétera se está ocupando ahora.

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