Blogs Comunidad Valenciana Ir a Comunidad Valenciana

Por qué leer a Baroja

Por: | 12 de junio de 2014

El convento de Monsant (1916, ahora reeditada por Caro-Raggio) pertenece a una serie de veintitantas novelas que Pío Baroja publicó a lo largo de muchos años.

CaroRaggioLas protagoniza Eugenio de Aviraneta. Dicho así, El convento de Monsant parece disuasorio.

¿Para qué voy a leer una novelita si no me voy a acabar todas Memorias de un hombre de acción, esa serie de la que forma parte. Y esto es un error. Fue habitual en Baroja agrupar sus obras en trilogías, etcétera, por la afinidad o por los personajes.

Pero sus novelas se pueden leer sueltas, por separado. Es lo que yo recomiendo precisamente: para hacernos una idea a tientas de lo que fue un edificio imponente. No se trata de ver toda una ciudad, sino de disfrutar de esta filigrana que hay en esta esquina, en este rincón.

No te pierdes nada si luego no completas la serie: lo que haces es ganar un placer con esta o con aquella obra. Es como en la ciudad, si acudes a las catacumbas de París pero no visitas la Torre Eiffel, ¿qué pierdes? Léanla, por Dios. Lean El convento de Monsant por ustedes: para disfrutar de lo lindo. Que yo haya firmado el prólogo es asunto muy secundario.

 

¿Qué imagen tenemos de Baroja? Pues de la de un hombre de tertulias y de librerías de viejo, la de un erudito conocedor y lector. ¿Acaso no fue ese su destino? No buscó otra cosa: tener un buen círculo de amigos y hallar piezas bibliográficas que le abrieran el mundo. ¿Desdeñó la acción, la aventura? En absoluto, sus obras son, entre otras cosas, eso mismo: un canto al individuo corajudo capaz de emprender las aventuras más temerarias.

Los literatos son, por lo común, gentes sedentarias, personas muy aferradas a sus gabinetes, a sus despachos, a sus escribanías. Es allí en donde imaginan geografías distantes, lugares remotos que ponen en riesgo a quienes se aventuran, a sus personajes. ¿Qué hace Baroja y qué hacen tantos y tantos escritores? Pues conjeturar con un mundo que les resulta ajeno, pero al que les agradaría pertenecer o incluso lo que hacen es verbalizar el miedo que esa geografía remota les produce.

Un hombre de acción es un individuo con coraje, alguien que dispone de virtudes, alguien que carece de las prevenciones usuales del hombre medio. El hombre de acción no se queda quieto, emprende todo tipo de aventuras por afán descubridor, por apetito económico o por el simple placer de viajar y conocer.

Baroja fue hombre de tertulia y de librerías de viejo, cierto. Pese a lo que pueda parecer, una figura de estas características no está tan lejos del hombre de acción: lo imagina, se imagina en su piel, se piensa en sus lances y avatares. Por otro lado, la tertulia es un núcleo de sociabilidad. Quienes a ella acuden traen noticias o chismorreos, especies que se cuentan, cosas que ellos mismos han visto, mentiras, exageraciones.

En realidad, los contertulios o los novelistas remiendan el mundo entre sorbo y sorbo de cafés, licores o tés. Dicho en otros términos, la tertulia es el lugar del descanso para el hombre de acción. Como tantas veces en Joseph Conrad, por ejemplo, la tertulia es la excusa para contar la novela que vamos a leer. Baroja, que fue un lector voraz de la literatura anglosajona, concibe sus diálogos en términos parecidos: los personajes habla y se cuentan cosas…

Se cuentan cosas porque han viajado. Baroja sobre todo fue un gran observador. Fue un fino analista de las conductas ajenas. Fue un estudioso de la especie humana (y lo digo en un sentido prácticamente darwinista). Baroja examina el entorno, sus condiciones naturales y las presenta en sus novelas con gran detalle y minuciosidad.

El convento de Monsant se desarrolla en la localidad mediterránea de Ondara, en la costa Elconventoalicantina. Está ambientada en los años veinte del Ochocientos. Pues bien, el narrador precisa con todo detalle esas condiciones naturales del territorio, del clima. ¿Para qué cosa? ¿Con qué fin? Con el propósito de hacernos una idea más o menos completa, enciclopédica y cabal de la localidad y de sus naturales. No es raro, no es infrecuente.

 Pensemos, por ejemplo, que Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne, tiene páginas y páginas dedicadas a describirnos la fauna y la flora abisales. En los libros de viajes, la geografía es un personaje más de las novelas, no sólo es el marco de la acción es un agente que limita, que entorpece o que facilita la temeridad de los hombres, sus peripecias.

Hombres. Hay en esta novela (y no es la única) un personaje quizá extravagante. Me refiero a J. H. Thompson. O como lo conoceremos en la obra: Juan Hipólito Thompson. Baroja gusta mucho de los sujetos pintorescos, algo peculiar que nos reclama, algo que se sale de la norma y nos interpela.

Como otros anglosajones, Juan Hipólito Thompson hizo lo que para entendernos llamaremos el Grand Tour: emprender un viaje al Sur, al Mediterráneo, desde Grecia a España, en donde arraigó. Es un hombre de gran iniciativa, propiamente un culo de mal asiento, un individuo que recorre, atraviesa la Península, por ejemplo, aprendiendo cosas, recordando cosas que ignoraba saber y confirmando cosas que sabía de antemano.

El inglés nacido libre marcha por el mundo sin grandes reparos, pero observa ese mismo mundo con las anteojeras inevitables de su tiempo. Y por ello ve a los españoles, a los nativos, como gentes sanguíneas, nobles, broncas. El contrapunto de Aviraneta es muy interesante al matizar lo que Thompson ve o cree estar viendo. En realidad, la costa mediterránea se llenó de comerciantes ingleses e irlandeses que hicieron fortuna con el tráfico mercantil.

Una y otra vez estamos hablando de hombres. ¿Acaso en esta novela no hay mujeres? Sí, por supuesto, de gran iniciativa, de inteligencia sutil, pero relegadas a un segundo plano, como la sociedad de entonces imponía. Llegados a este asunto, la pregunta inevitable es: ¿acaso Baroja era un misógino? Sobre este asunto no tengo gran cosa que decir. Se ha abundado suficientemente sobre la misoginia o presunta misoginia de Pío Baroja.

Si el ideal del yo es el individuo aguerrido, aventurero e incluso temerario, las mujeres representan lo doméstico y la racionalidad, las cuentas y el bienestar. A ese tipo de mujer, Baroja no solía prestarle mucha atención. Pero hay otras damas de inteligencia estratégica que Baroja subraya… No trato de salvar al escritor. En El convento de Monsant, hay mujeres de mucha enjundia que alivian la estolidez de los varones militares o civiles de Ondara.

En todo caso, en este punto, su actitud no sería muy distante de la de Schopenhauer o Nietzsche. Es decir, hay que reconocer un papel muy ancilar, muy secundario de la mujer en Baroja. Hay que reconocerlo: no me voy a poner a asear al muerto. Mientras tanto, damas y caballeros, olviden sus prejuicios y disfruten de una folletín de altura, de una novela de acción, de un relato de aventura. Hay reflexiones sobre el Ejército, la Iglesia y esta fatalidad de ser español.

----------

Para más abundamiento:

Francisco Fuster, Baroja y España. Un amor imposible. Madrid, Fórcola, 2014

Hay 1 Comentarios

Yo plantearía directamente no leerlo. Teniendo en cuenta que el trasunto de sus novelas suele ser fascinante es, de largo, el escritor más desaseado de la literatura española. Recuerda a las últimas películas de Buñuel en las que se la traía floja que se le colara el micrófono en el plano.

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

Presente Continuo

Sobre el blog

Un historiador echa un vistazo al presente. Éstas no son las noticias de las nueve. Pero a las nueve o a las diez hay actualidad, un presente continuo que sólo se entiende cuando se escribe: cuando se escribe la historia.

Sobre el autor

Justo Serna

es catedrático de la Universidad de Valencia. Es especialista en historia contemporánea. Colabora habitualmente en prensa desde el año 2000 y ha escrito varios libros y ensayos. Es especialista en historia cultural y ha coeditado volúmenes de Antonio Gramsci, Carlo Ginzburg, Joan Fuster, etcétera. De ese etcétera se está ocupando ahora.

Eskup

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal