Guillermo vive en un tiovivo invisible. En las turbulencias que rigen los picos y valles tras el Brexit, la Eurocopa, el último atentado del ISIS o de los lobos solitarios que lo imitan. En las tendencias que marcan las grandes audiencias y aquellas más de nicho, pero igualmente importantes. Entre el lector que viene y va y el que se queda para siempre.
Guillermo Castellanos de Armas (Madrid, 1987) es el responsable de audiencia y analítica digital de EL PAÍS. ¿Qué significa esto? "Me encargo de recoger toda la información de los usuarios dentro del site. Luego analizamos cómo lo estamos haciendo y decidimos cómo mejorar la experiencia del usuario. Si acceden más con el móvil o no. Preocuparnos por las apps o cómo se le presenta al lector la información en el móvil”. Es decir, uno de los roles clave en la transformación digital de tu periódico.
Cada año, cuando las grandes firmas de la consultoría —los McKinsey, Accenture o Gartner— analizan cómo deciden los CEOS de las grandes empresas, una palabra predomina: gut, es decir, entraña, es decir, por instinto. Para Castellanos ese tipo de decisión ya no tiene sentido, porque ahora hay unos datos que te dicen cómo lo estás haciendo. En el contexto de un periódico, esto significa que un redactor puede saber exáctamente cómo están respondiendo sus lectores al contenido. "Antes, el único feedback que tenía un periodista de su trabajo era si el artículo se publicaba o no. Y cuánto ocupaba en página. La transformación digital tiene un choque muy fuerte en el dato porque podemos ver y decidir en base al dato".
Esto quiere decir que tu periódico depende de ti, lector. En base al contenido que lees y a cuánto tiempo lo lees, reflexionamos, ampliamos y estructuramos nuestra información. Aunque sin renunciar a la esencia que hemos mantenido cuarenta años. "Por mucho que arrasen los vídeos de gatitos, EL PAÍS no va a jerarquizar la información de su portada en base a eso, sino siempre en función del valor periodístico de la información".
Castellanos vive su trabajo diario entre tres herramientas: Omniture, Comscore y Visual Revenue (Outbrain). Con ese trío, este analista puede detectar los flujos estadísticos de nuestra web y observar también cómo está el mundo periodístico, qué contenidos triunfan en los medios principales de todo el planeta. El objetivo está claro: "Nos preocupa mucho que la gente que es fiel disminuya. Esto nos mantiene alerta, porque si detectamos que sucede indica que estamos fallando en cosas". Lo que está claro es que EL PAÍS ya es un periódico que reacciona ante la demanda de sus lectores. "Sea para profundizar más en un tema o volver a promocionarlo por redes, hoy ya adaptamos nuestros contenidos en función de los datos que recibimos".
RETRATO EN SIETE TRAZOS
Pregunta. ¿Cómo llegaste a El PAÍS?
Respuesta. Estudié Comunicación Audiovisual y ADE [Administración y dirección de empresas] en la Universidad Carlos III. Salté con una beca a Cinco Días. Intentaba aprender de todo lo que era posible. Había una cosa muy nueva, la analítica. Y a mí me gusta mucho, mucho muchísimo la estadística y siempre me ha encantado Internet, los ordenadores y los videojuegos. Hubo una oportunidad de entrar en EL PAÍS y este es ya mi sexto año.
P. ¿Algo que te diera miedo de pequeño?
R. El muñeco diabólico. Vi un anuncio en Telemadrid y se me quedó grabado.
P. ¿Un vicio inconfesable?
R. Juego demasiado a videojuegos.
P. ¿Comida favorita?
R. El sushi, concretamente el shashimi.
P. ¿Y la bebida?
R. Nestea.
P. ¿Algo que te cabree?
R. Antes la impuntualidad, pero eso lo superé… Llegar tarde, no la impuntualidad de los demás, pero sí llegar tarde yo.
P. ¿Algo que te haga reír?
R. Cualquier cosa en realidad. Es fácil.
P. ¿Un sueño por cumplir?
R. Me gustaría vivir una etapa en el extranjero, conocer otra cultura. No me gustaría ir a cosas como muy europeas. Me gustaría cambiar de continente. América, África, Oceanía. Cualquier cosa que no tenga nada que ver con lo que digo.