EL PAÍS que hacemos

Sobre EL PAÍS

EL PAÍS es el líder de los medios en español y una referencia del periodismo en el ámbito hispanoamericano. Fundado en 1976, el periódico ha evolucionado con los tiempos y hoy ofrece a sus lectores información en todos los formatos posibles: de la web a las aplicaciones, pasando por las redes sociales o los contenidos audiovisuales. Con redacciones en Madrid, Barcelona, Washington, México y Sao Paulo y una extensa red de corresponsales, es un medio global en constante transformación.

EL PAÍS es arcoíris abstracto en ARCO

Por: | 24 de febrero de 2017

 


Pabellón 7 del IFEMA. ARCO, la gran feria de arte contemporáneo de España, sita en Madrid. Una gran pantalla muestra un fluctuante arcoíris de píxeles. Son estelas, las que dejan los vídeos más vistos de EL PAÍS y aquellos de plena actualidad. Es la obra que ha elaborado el artista Daniel Canogar para el stand de EL PAÍS. Es también la obra que se encontrarán los asistentes a la feria en su ticket de entrada. Un viaje a la abstracción desde lo más concreto y, a priori, menos abierto a la interpretación: las imágenes del día. El pulso (visual) de la actualidad en los 500 videos más vistos de EL PAÍS. Su título, Ripple, estela. Su puesta de largo coincidió con la visita de los reyes y el presidente de Argentina Mauricio Macri al evento, tal y como puedes ver en el video que acompaña esta noticia. 

"He estado pensando mucho en la abstracción. Como una forma de intentar representar una realidad que se está haciendo cada vez más difícil de captar. Tal vez, por el exceso. Vivimos en un mundo de información visual que por la cantidad de información nos ha anestesiado", explica Canogar desde el interior de su stand, un espacio en negro con la pantalla al frente y una herradura de futones, también negros, en los que acomodarse para observar en un silencio cómodo y apacible.  

El proceso técnico tras el arte de Ripple exigió de sucesivas iteraciones hasta encontrar el algoritmo que permitiera el efecto estético buscado. Canogar desarrolló el proyecto junto con el ingeniero Diego Mellado, con el que lleva trabajando desde hace ocho años. En él hay claves ocultas que ligan la obra a los orígenes del periodismo: "El traqueteo, ese movimiento en zigzag con el que van cayendo los videos, intenta emular al télex [sistema que permitía el envío de noticias a los teletipos]. Me gustaba ese guiño a la tecnología del periodismo del pasado conectado con el presente". Cada estela está formada por tres píxeles, los tres centrales a cada video que cae en esa lluvia infinita de actualidad.  

La meta de Ripple, para Canogar, está clara. Invitar a la reflexión. Y también ofrecer una herramienta para asir lo real, que se nos escurre entre los dedos en esta época tan cambiante. "El no poder interpretar la realidad lleva a la psicosis. Este tapiz para mí es un intento de crear un nuevo tipo de coherencia u orden en ese caos. Y es un orden abstracto, porque las herramientas del realismo no me sirven para esto", explica Canogar.  

"Esta obra refleja la transformación digital de la que el vídeo es el símbolo más evidente. Son los colores de la actualidad. La actualidad deja un rastro de colores, te cae encima en cascada y está en continuo cambio. Esa es la obra y eso es hoy un perfecto reflejo del periodismo", ha subrayado Antonio Caño, director de EL PAÍS. Los que quieran reflexionar, tomando asiento en un futón, tienen hasta el domingo 26 para visitar ARCO. 

La magia de Baloo inunda EL PAÍS

Por: | 17 de febrero de 2017

 


Hoy, la jungla ha invadido EL PAÍS. Animales parlanchines se han apoderado de la redacción. Los ha habido afables, como un tal Baloo, un oso con tendencia al bailoteo. Y temibles, como el gran tigre de bengala Shere Khan. Pero todos ellos tenían la misma voz, la de José Manuel Calvo, director adjunto de coordinación editorial de EL PAÍS. Por un día, Calvo fue cuentacuentos de excepción ante un público de excepción: unos sesenta niños, hijos de empleados de empleados de EL PAÍS. En el vídeo sobre este párrafo puedes ver un resumen de este día inédito en tu periódico. 

Hoy, día no lectivo en Madrid, Prisa ha apostado por la conciliación laboral de sus empleados, transformando la redacción en un lugar mágico donde (casi) todo era posible. Por ejemplo, ver convertido al director de comunicación de EL PAÍS, Pedro Zuazua, en "el primo europeo de Mickey Mouse", manoplas de cuatro dedos, orejas y nariz redonda incluidas. Hoy la gran pantalla que permite ver en tiempo real el flujo de las informaciones de EL PAÍS proyectaba fragmentos de El libro de la selva en su versión de clásico animado firmado por Disney. Y hoy fue día también de hadas y magas, las que deleitaron posteriormente a los niños en la sala de eventos de Miguel Yuste 40, sede de EL PAÍS, AS o Prisa Revistas. La diversión puede completarse en casa a partir de este domingo, con la nueva colección de Clásicos Disney que arranca EL PAÍS. El primero, Blancanieves y los siete enanitos.   

Belén Márquez, profesora de educación infantil e inglés, se encargó de transformarse en Peter Pan en una obra de teatro lúdica y muy abierta a la improvisación. Márquez —que cuenta con un blog en Facebook dedicado a la enseñanza titulado Yo aprendo y tú?— opina que este tipo de encuentro entre la diversión y el aprendizaje es la senda adecuada para la educación del futuro. "Las metodologías activas son una manera estupenda de que los peques aprendan jugando", indicó tras su papel en la obra de teatro.  Lucía Espla, actriz que también participó en la animación, apunta que este tipo de obra interactiva "ayuda a los niños a entender valores como la amistad y perseguir sus sueños". 

La maga de la mañana fue Miranda Antón Velasco. Maquilladora de profesión —con un MUA (academia de maquillaje) de la escuela y agencia MaryMakeUp, su trabajo puede visitarse en la cuenta de Instagram @miranda_make_up— en la escuela, Velasco transformó a los niños en la criatura o dibujo animado de su elección. "Utilizo pinturas hipoalergénicas que se mezclan con agua hasta que cogen una densidad suficiente para pegarse a la cara. Lo más difícil es captar la forma. La cara de Pluto, por poner un ejemplo, no es la cara de un niño, y hay que adaptarla al rostro". Eso y que los niños no se suelen quedar precisamente quietos, por buena que sea la maga que tienen delante.

El día terminó con zumos, sandwiches y una película inmortal donde las haya, El rey león. De Baloo a Simba y, a las dos, vuelta para casa. Con sesenta sonrisas. 

Así hacemos... tu crucigrama

Por: | 09 de febrero de 2017

11, vertical, segunda palabra. “Y, claro, el hijo de Dédalo”. Y, claro. Y-cla-ro. Í-C-A-R-O. Esta es una de las acepciones juguetonas, sinuosas, con las que deleitó ayer Mambrino, el crucigramista de EL PAÍS, a vosotros, lectores. Había muchas más muestras de ingenio cruzadas en ese rectángulo de 12x13 que ameniza la página de Gente Pasatiempos en su faldón inferior. Por ejemplo, “Entre el yeyuno y el ciego” (4, horizontal, tercera palabra). “Fans del adulterio” (11, horizontal, primera palabra). "El tiempo lo es" (6, horizontal, primera palabra). 

No se sabe si le robó o no el yelmo a aquel barbero de Cervantes (o rey morisco), pero está claro que el día a día José Luis Herencia Robles (Madrid, 1951) está lleno de magia. Una muy singular: la que habita en las palabras. Con su diccionario a mano, un volumen creado por él mismo en el que se entrecruza la erudición cultural y la lectura atenta e incansable de la actualidad, Herencia Roble, o Mambrino, para sus lectores, forja sus crucigramas con una misión que el resume en una palabra; una de las largas: "entretener". 

El día empieza para Mambrino a las nueve de la mañana. Dos horas frente al periódico del día, el de su vida, del que guarda cuatro ejemplares de su número uno, EL PAÍS. Lee con atención el diario al completo. Anota las palabras y detalles de la actualidad que le puedan venir al pelo. Nada sobra. "Cambia el presidente de un país o sus fronteras, y tienes que estar al tanto. Cambia la alineación de un equipo y también tienes que saberlo. Es necesario una suerte de esclavitud a la actualidad". Luego de la lectura, café con su esposa y a trabajar. Con ella comenta los crucigramas que va creando. El tiempo que dedica a cada fase de la creación de un crucigrama —composición del rectángulo de 12x13, creación de las definiciones y corrección— es variable. Mambrino calcula que si solo se dedicara a componerlos podría hacer hasta 10 al día. Pero claro, hay que definir y "pasar a limpio" también. "Tengo trabajo de sobra, que nunca me ha asustado trabajar y me encanta lo que hago. Pero más no quiero, que también hay que disfrutar de la vida". 

Mambrino no es un hombre de método. Para él, la profesión no se puede enseñar con un conjunto de reglas. Depende enteramente del duende, de las musas, del talento. "Eso se lo da Dios a cada crucigramista. Es la habilidad que tengas para hacerlo bien. Vamos, que yo no tengo abuela y sé que soy bueno haciéndolo. Pero hay mucha, mucha gente buenísima en este oficio". Aunque, evidentemente, hay pilares que sustentan un buen crucigrama. Un conocimiento profundo del castellano es una pata. Otra es la habilidad para cruzar palabras, es decir, para conseguir que una voz como "Frankenstein" genere por cada letra sendos cruces en vertical u horizontal con otras palabras. Y el estar al día. Tanto de la academia como a pie de calle. Y luego está el talento para la eufonía, el retruécano, la metáfora. Es decir, que la literatura, gran pasión de Mambrino, ayuda lo suyo.

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El gusto por las palabras le viene a Mambrino de familia. "Recuerdo que mi madre hacía crucigramas y verla resolviéndolos me generó la afición. Me enganché a los de EL PAÍS. Conseguía resolverlos solo utilizando las horizontales. Y de ahí a empezar a trabajar en los pasatiempos para revistas". La profesión de crucigramista tiene mucho de legado, de artesanía heredada del maestro al aprendiz. Mambrino sustituyó a Peco, su predecesor en EL PAÍS. Ahora, a sus 65 años, se inquieta por si habrá relevo. "Desgraciadamente, los pasatiempos los hacen las personas mayores. A los chicos de ahora, o no les interesa o no tienen la suficiente cultura. Creo que están en otro tipo de entretenimientos".  

Si tiene que quedarse con algo de su profesión, el porqué del oficio, este crucigramista —que también fue cineasta y autor de al menos 10 guiones cinematográficos que se quedaron a las puertas de ser carne de celuloide— apela a la diversión a través de las definiciones que propone al lector: "Anagramas, juegos de palabras, refranes... Hay que echarle imaginación y gracia. Tienes que buscar tu propia personalidad. Y debe costar también un cierto trabajo resolverlo". Aunque cuesta, a Mambrino le salen abuelas constantemente. "La verdad es que nunca me falta gente que me escriba. Casi siempre para bien". 

Periodismo en 'tuits' y fotogramas

Por: | 03 de febrero de 2017

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Alumnos de la escuela de EL PAÍS en el aula de video. / CARLOS ROSILLO

Objetivo, Twitter. Siendo precisos, los tuiteros. Captar la atención de esos ojos que vuelan de 140 en 140 caracteres. Y captarla no con un mero texto, sino con un video que funcione para la red social. A ello se enfrentaron los alumnos de la 31ª promoción del máster de la Escuela de Periodismo UAM - EL PAÍS. Carlos de Vega, subdirector de vídeo de EL PAÍS y principal coordinador de las clases audiovisuales de la escuela, propuso a los alumnos un desafío que debía asumir en horas el propio periódico: inventar formatos de video para esta red social. Fundada en 1986, la escuela pertenece a una fundación sin ánimo de lucro integrada a partes iguales por la Universidad Autónoma de Madrid y el diario EL PAÍS. Además de el postgrado de periodismo, la escuela imparte talleres temáticos relacionados con el periodismo

Dos horas para pensar que volaron muy pronto. Las restricciones que había que tener en cuenta eran múltiples. Para empezar, desde dónde hay que imaginarse que el internauta accede a Twitter. De Vega lo dejó claro: había que pensar en el móvil. Y pensar en el móvil llevaba a otra segunda conclusión, la imagen primaba más que el sonido, porque muchos internautas que navegan desde el smartphone lo hacen en silencio. Pero lo esencial era darle vueltas a los formatos. Es decir, modelos para pequeños programas de video adaptados a Twitter que pudieran tener continuidad en el tiempo. Episodios diarios, semanales o cuando la actualidad los demandara. 

"Puede ser un a favor en contra, donde luego se pueda votar. Un análisis cortito subtitulado con un a favor o en contra. O un encadenados: Imaginaros, arrancamos con una declaración de Donald Trump. Luego pasamos a otra declaración que rebate su información. Una tercera que nos da un dato sobre el tema... La idea es imaginar qué tipo de formatos se podrían crear que puedan ser interesantes para Twitter", explicó De Vega. EL PAÍS también se encontraba planteando una propuesta de tales formatos para la red social, por lo que el ejercicio enfrentó a los alumnos con un dilema real de la redacción. 

La dimensión audiovisual de la Escuela de Periodismo crece cada año. "Buscamos transmitir a los alumnos que estamos en un panorama totalmente incierto. Aparecen nuevos formatos y nuevas herramientas cada mes que cambian la forma en la que trabajamos. Pero esto no quita que busquemos la máxima de esta cabecera: la calidad". Video es ya una de los cimientos clave en los que se asienta el periodismo del futuro (y del presente) y la formación de los alumnos de la Escuela de Periodismo. "La gran ventaja con la que cuentan los estudiantes respecto a la redacción es que ellos tienen tiempo para pensar. Son 40 mentes, muy bien formadas en lo periodístico, que pueden imaginar nuevos formatos", subraya De Vega. 

Durante la corrección de esta práctica, se analizó tanto la meta principal, crear nuevos formatos, como el detalle de la ejecución de cada video. Carlos de Vega y Paula Casado, técnica de la sección de video de EL PAÍS, cuestionaron las decisiones concretas de cada alumno, tanto en si las elecciones estéticas y técnicas eran las adecuadas como si el rigor periodístico y la objetividad se había mantenido. Trump fue el protagonista de todos los videos, con su cuestionado veto migratorio como tema principal de las piezas. Debates, verdaderos o falso o sus famosos tuits se presentaron con recursos como la pantalla doble o los gráficos que cuestionaban las afirmaciones del presidente y su gabinete con datos contrastados. 

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Estudiantes de la Escuela de Periodismo de EL PAÍS editando una pieza. / CARLOS ROSILLO

El reto, según reconocieron los alumnos, no fue sencillo. "La creatividad ha sido lo más difícil, sin duda. Es algo que siempre se nos pide y es lo que más cuesta. Cuando entras a las nueve de la mañana, siempre piensas: 'Dios mío, qué me van a pedir inventar hoy' [risas]. A nivel técnico nunca hay problema porque nos ayudan y porque te buscas tus propios recursos. Si no sale de una manera, pruebas de otra. Pero pensar la idea es lo más complicado", explica Julia Molina Cabrera, alumna de esta 31ª Promoción. Eva Blanco Medina, también alumna del máster, reflexionaba así al finalizar la práctica: "Hoy he aprendido en qué consiste un formato. Al empezar la práctica, tenía un concepto de lo que significaba mucho más abstracto. Que bastaba con tener una idea, sin más. Pero me he dado cuenta de que plantear un formato es pensar en cómo se van a presentar los videos en todos los detalles. Los grafismos, las cortinillas... Es mucho más complejo de lo que parecía a priori."

El País

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