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02 noviembre, 2007 - 19:32 - EL PAÍS

Querer comprender, querer

por JUAN CRUZ, adjunto al director

Durante unos días, antes del 21 de octubre e inmediatamente después, algunos colegas –José Manuel Calvo, Berna G. Harbour, Lydia Aguirre—escribieron en este blog sus impresiones sobre el acontecimiento más importante que ha protagonizado EL PAÍS como medio de comunicación desde que se puso en marcha como periódico, hace 31 años. El cambio operado en su diseño, efectuado, como ha dicho Javier Moreno, el director, por responsabilidad, para poner en las manos de nuevas generaciones de lectores, un diario que se basa en su esencia y que quiere ser el mismo “pero mejorado”, es, interna y externamente, lo más importante que nos ha pasado desde aquel 4 de mayo de 1976. Al menos lo es para algunos de nosotros.

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22 octubre, 2007 - 10:28 - EL PAÍS

¿Qué os parece el nuevo EL PAÍS?

por LYDIA AGUIRRE, directora de ELPAIS.com

Hola a todos. El domingo estrenamos el nuevo diseño en la edición impresa y muchas novedades en ELPAIS.com. Como habréis podido observar, se trata de mucho más que de cambiar la maqueta. El diseño se hace más moderno y dinámico, sí, pero el cambio consiste fundamentalmente en cambiar la manera en que afrontamos y contamos a nuestros lectores la compleja realidad que nos rodea.

Apostamos por lo mejor que tenemos (la información exclusiva, el análisis crítico de los temas que más interesan a nuestros lectores, las entrevistas a fondo...) y dejamos apartada la rutina y el periodismo de declaraciones, del que nunca fuimos fans en cualquier caso. También damos un paso importantísimo en la interacción entre la edición impresa y la digital.

El domingo pudisteis ver cómo ELPAIS.com enriquecía los contenidos del periódico incorporando todo tipo de elementos multimedia. El maravilloso tema Definitivo Poeta en Nueva York, de Jesús Ruiz Mantilla, contaba con un amplio despliegue en la edición digital que incluía una fotogalería con más imágenes de documentos y dibujos inéditos de García Lorca. Además permitía a los lectores escuchar al propio poeta, que consideraba la música como un elemento esencial de la educación, tocando una pieza de piano. Para ello trabajaron mano a mano Moeh, entusiasta redactor de ELPAIS.com que se entregó a la tarea en cuerpo y alma, y el propio Mantilla.

Lo mismo hicieron otros muchos, tanto del papel como del digital. Y eso nos permitió incorporar en ELPAIS.com otras muchas cosas como las galerías de imágenes de EL PAÍS SEMANAL y del maravilloso tema sobre la fuga del fuerte de San Cristóbal o el video que demostraba que el lince sigue correteando por los campos de Castilla-La Mancha.

En cuanto a ELPAIS.com, ya habréis visto en nuestra portada los enlaces a algunas de las novedades que ponemos en marcha estos días. Estrenamos ELPAIS.tv, que emitirá permanentemente tres canales informativos (noticias, deportes, ocio), una página de videos muchísimo más atractiva, una edición global que será la puerta hacia el exterior de ELPAIS.com, más información local (incluídos el tiempo el tráfico y la agenda de ocio), mejoramos los A Fondo y los boletines, y además te permitimos 'diseñar' tu propia portada modificando desde la tipografía hasta la cabecera.

Habrá mucho más. Algunas cosas serán un bombazo, otras se quedarán en menos de lo que soñábamos y alguna que otra se demostrará un completo bluf. Siempre ocurre. Lo que sabemos a ciencia cierta es que no vamos a pararnos aquí.

El domingo no llegamos a la meta, sino que echamos a andar por un nuevo camino que afrontamos con ilusión, con ganas y con la tranquilidad que te da saber que cuentas con los mejores profesionales. También contamos con vosotros y con las ideas que podáis aportarnos para ser cada día un poco mejores. Podéis empezar de inmediato. Nos encantaría saber qué os parece el nuevo periódico. Gracias a todos por estar ahí y hasta siempre

20 octubre, 2007 - 10:48 - EL PAÍS

El último ejemplar de EL PAIS tal como lo conocemos

por JUAN CRUZ, adjunto al director

Decía esta mañana Eduardo Sotillos en ´A vivir que son dos días´, el programa de radio de la Ser, que había que ir al quiosco a comprar el ejemplar de EL PAIS de hoy para conservarlo como la reliquia de una etapa. Angels Barceló, que dirige el programa, explicó que muchas veces nos quedamos con el primer ejemplar de un diario que sale, y que esta vez también tendremos que conservar el último número, antes de esta nueva etapa, que comienza mañana.

Mi amigo Fernando Delgado suele decir que yo soy un vaticanista, alguien que siempre ha tomado el periódico en el que trabaja como si fuera un dogma de fe. La verdad es que siempre me he sentido en EL PAIS como cuando vine de Tenerife, de paso para Londres, a incoporarme. Asocio algunos momentos muy felices de mi vida a mi trabajo en EL PAIS; ha habido momentos de zozobra, cómo no, días que quedan en mi memoria (y en alguno de mis libros) como momentos especialmente duros para mi, personal y profesionalmente. Pero ya son más de treinta años trabajando ahí, y es lógico que en una vida tan larga haya de todo.

Ahora estoy escribiendo un libro en el que me parece que van a aparecer algunas de estas experiencias; me parece: uno no sabe nunca qué van a decir los libros hasta que los escribe, los libros se van escribiendo. Y sí: hoy es el último ejemplar de una etapa distinta; yo creo que los lectores de siempre no se van a sentir defraudados, ni traicionados: EL PAIS sigue siendo el periódico que a lo largo de estas tres décadas ha tratado siempre de llevar el rigor de lo que se escribe con el rigor de su diseño. Crecen las fotos, cambia el enfoque (las miradas, se dice en la Redacción) de las historias, pero EL PAIS es EL PAIS, no hay que llamarse a engaño. A mi me lo parece, pero ustedes a partir de mañana ya dirán lo que les parece el principio de esta nueva etapa. Por cierto, lo que cambia más es Babelia, me parece, y cambia a mucho mejor. Al frente el director ha puesto a Guillermo Altares, a quien conozco desde que él era un niño. Tiene una mirada diversa, abierta, es un gran periodista hecho en escenarios internacionales, en agencias de noticias, siempre estuvo rodeado de libros y de escritores, pero jamás ha sido un libresco ni un mitómano ni un contemplador arbitrario de la vida que van haciendo los libros. Y Babelia, por lo que yo he podido ver, es una apuesta muy periodística y muy atrevida en un universo donde hacen falta, me parece, apuestas contundentes para que los lectores se adentren en los libros con entusiasmo y con información.

Bueno, esperemos. A mañana y al sábado. Mientras tanto, guarden el ejemplar de hoy, como dice Sotillos. Yo voy a buscarlo ahora, con Rita, la perra, que Eva nos ha dejado anoche. Está por aquí. No le gustan los yogures.

19 octubre, 2007 - 08:37 - EL PAÍS

Una mirada más abierta

por BERNA G. HARBOUR, subdirectora

Hola lectores. Sólo un par de cosas quería comentaros. O tres: A los que temen el cambio: tranquilos. Los mismos profesionales, especialistas, corresponsales, los mismos criterios, columnistas, los mismos principios que han hecho fuerte a EL PAÍS serán los que desde el día 21 nos cuenten la actualidad que merece estar en un periódico. EL PAÍS crece, pero EL PAÍS es EL PAÍS. A los que quieren el cambio: disfrutad. El periódico intenta hacerse más vivo, más interesante, más abierto. A los que quisieran mucho más: lo siento mucho.

A lo largo de estos meses hemos puesto todo patas arriba, hemos dicho tantas locuras que alguien llegó a bromear con una interesante sugerencia para mejorar el periódico: fusilar a los subdirectores al amanecer para que esto mejorara de verdad. ¡Nuestro gran Enric! Lástima que nadie le hiciera caso, lo digo de verdad.

Pero las locuras se han quedado atrás, también las tonterías, las exageraciones: El periódico no se ha vuelto loco y seguirá fiel a sí mismo, también en la sobriedad, en la elegancia, o al menos eso intentaremos.

Entre todos, redactores, corresponsales, fotógrafos, diseñadores, colaboradores, intentaremos ofrecer un relato coherente de nuestra sociedad. Pondremos muy alto el listón de la exigencia a nuestro estado de bienestar, que debe corresponder a la potencia económica del país.

Intentaremos ofrecer una mirada más abierta de esas noticias que parecen cerradas, buscando ángulos para el debate y la controversia. Intentaremos introducir más personajes que, entre todos, dibujen ese espejo que buscamos de la sociedad. Y lo dicho: siempre quedará la opción de fusilarnos al amanecer. Abrazos

18 octubre, 2007 - 09:18 - EL PAÍS

La tilde de EL PAIS

por JUAN CRUZ, adjunto al director

Elpaislogo

Anoche viajé a Londres, con mi hija, que me va a ayudar en la traducción de una conversación importante para mí, y con Bernardo Pérez, uno de los fotógrafos que vive la aventura de EL PAIS desde la primera hora. Cuando nació EL PAIS mi hija tenía tres años y hablaba inglés, porque creció en ese idioma. Se acostumbró a cambiar de casa, porque entonces su padre se cambiaba de domicilio cada vez que le daba la ventolera, de modo que vivió al norte de Londres, al sur, en el este, en el oeste, siempre cerca de las oficinas desde la que este ex corresponsal enviaba sus crónicas.

Cuando salió EL PAIS yo estaba en Fleet Street, acababa de enviar una crónica desde Reuters, que era nuestra oficina entonces, y esperé en una esquina, en Bouvery Street, a que Julián Martínez, ahora compañero nuestro, desde hace años, me trajera un ejemplar del periódico, recién salido, pero con un día de retraso. Sobrio, aquel ejemplar estaba roto por las puntas, porque Julián lo había usado en el avión, para leer o para envolver, porque ya habían pasado veinticuatro horas, y aunque en ese instante el ejemplar se convertía en una reliquia para mí, a esa hora del día siguiente el papel prensa servía para lo que sirven los periódicos al día siguiente.

Han pasado más de treinta años, y anoche, después de haber aterrizado en el aeropuerto más chico de la Europa rica, el City de Londres, pasé por Fleet Street, unos días antes de que aquella mancheta que Julián me trajo como Alberti recibía el mapa de España en el exilio, y rememoré el aire de Londres, el momento que vivíamos, los olores de la corresponsalía que yo empezaba a ejercer, la vida entera.

Ahora escribo en Internet, con unas notas puedo pergeñar un artículo para el periódico, que llegaría instantáneamente a los sistemas de producción en la Redacción, si tuviera un problema económico o de cualquier carácter Josefa Gutiérrez tendría un sistema de ayuda como no hay otro en el mundo, y todo eso que ahora parece que también existió entonces es novedoso, la vida es tan distinta; en aquel tiempo José María Aranaz, que fue la primera persona que entró en EL PAIS -el segundo fue Camilo Valdecantos- después de los que lo fundaron, me trajo el primer salario, porque la Administración no sabía como hacerlo a través de las engorrosas transferencias de entonces, yo debía caminar con una radio al hombro de un lado para otro porque no había otro modo de saber las noticias y la de EL PAIS era una corresponsalía errante.

Recuerdo que un compañero de La Vanguardia, al que había ido a visitar, me dijo: "Lo tienes mal, chaval; yo descuelgo el teléfono y digo que soy de La Vanguardia y no hay Dios que no me conozca. Pero, ¿tú quién eres? ¿Quién sabe qué es EL PAIS?" Tenía razón, claro, en aquel instante. Han pasado los años y, modestia aparte, EL PAIS ya abre puertas y ventanas, y ahora, y esto es lo que rememoré anoche también con Walter Oppenheimer, el corresponsal de EL PAIS ahora, va a abordar un cambio que hace, por ejemplo, que aquella mancheta sea ahora, además, una mancheta con tilde.

Como si a EL PAIS los años le hubieran puesto un copete ortográfico, un apóstrofe, que diría su director-fundador, Juan Luis Cebrián, la tilde de la cabecera está dando que hablar casi tanto como el cambio propiamente dicho. Cambiar un periódico requiere unas agallas que, se lo decía el otro día a algunos actores de esta renovación, sólo se tienen de vez en cuando. Requiere tener los arrestos suficientes para considerar que algo que ya está bien hecho -como ciertos días, que decía Jorge Guillén- sea aún mejor, por fuera y por dentro, pero sobre todo por dentro.

Goyo Rodríguez, que es el nuevo responsable de toda la zona cultural del periódico, le decía ayer a unas personas que nos fueron a visitar, que lo que cambia es la mirada, y tiene razón: la mirada cambia, pero para que cambie la mirada tiene que cambiar hasta el traje de faena. Uno no mira lo mismo vestido que desnudo. Y en la nueva vestimenta está la tilde, que ustedes van a ver el mismo domingo.

Pero, ¿cómo es?, me preguntaba anoche Walter. Yo le dije algo que había escuchado por la mañana, en una reunión: "Es como la ceja de un redactor jefe" ¿De qué redactor-jefe?, me preguntó él. Ah, espera y mira, le dije, y seguimos cenando en un ambiente en el que yo no dije nada pero me mataba la nostalgia. Por la mañana, mi hija, que durmió en mi habitación, me dijo, sin saber de qué estaba escribiendo yo, mientras ella sorbía un zumo de naranja: "¿Te acuerdas? De niña yo leía mientras comía naranjas". Londres huele igual y el domingo tendremos tilde. También.

17 octubre, 2007 - 15:28 - EL PAÍS

El 'Herald Tribune' del mundo hispano

El director de EL PAÍS, Javier Moreno, recibió ayer en la sede del periódico a corresponsales de agencias españolas y extranjeras para hablarles del cambio en el diario a partir del día 21.

La agencia France Presse (AFP) titula así la información redactada tras la charla mantenida con Moreno: “EL PAÍS cambia de fórmula para convertirse en el ‘Herald Tribune’ del mundo hispano’. AFP señala, además, que EL PAÍS es el diario español “de referencia”.

Por su parte, la agencia Reuters asegura: “EL PAÍS se renueva mientras aumenta la competencia”. En su información indica que EL PAÍS es “una Biblia para la nueva izquierda surgida en la Transición española”.

Por último, la agencia EFE señala: “Javier Moreno, director de EL PAÍS, decidido a un cambio de rumbo del diario”.

Esta agencia recoge en su información, entre otras, estas declaraciones de Moreno: “No afrontamos este cambio queriendo vender más, sino ofrecer un mejor producto que tenga más en cuenta a lectores jóvenes que se están incorporando a la sociedad y con los que necesitamos conectar para los próximos 10 ó 15 años, sin que nos interese de manera prioritaria vender más ahora".

16 octubre, 2007 - 07:50 - EL PAÍS

Una energía nueva

por JUAN CRUZ, adjunto al director

A la gente que hace años se le hubiera ocurrido que era posible cambiar EL PAÍS lo habrían expulsado de la sala por loco o por maniático. Y ahí está, cambiando. Lo que más me ha emocionado del cambio que estos días se está gestando en Miguel Yuste (“Algo más que una calle”, tituló el crítico musical Enrique Franco, en los albores del diario) es que lo están haciendo veteranos y modernos, chicos que se hicieron en la escuela de los primeros años de la democracia y gente que aprendió a leer y a escribir aun en el franquismo.

Esas dos culturas están generando una nueva energía, y lo están haciendo porque han considerado, juntos, que llegó el tiempo de acometer la locura de que EL PAÍS se parezca a sí mismo siendo mejor, mejorando con el paso de los tiempos. Seguro que este cambio, que es una energía que se siente entre los que hacen el periódico en cada uno de sus niveles, dejará muchas melancolías en el camino, como todo cambio que se precie, pero lo que estoy observando, y mi atalaya es tan solo la veteranía, y ésta no es un grado, es que a medida que se acerca se hace más preciso, más necesario. Como si una fuerza antigua lo estuviera empujando; es decir, una fuerza reciente, la de este periódico.

Decía Lampedusa que las cosas debían cambiar para que siguieran igual; esa ley que no obedece a la física no va a probarse verdadera en este caso. EL PAÍS está abordando un cambio cultural, no de la cultura de los libros o de las artes, sino de la cultura de los seres humanos: se están mezclando edades, tiempos y sensibilidades, y sería muy extraño que de esa rara energía que se está consiguiendo no surja un nuevo modelo de periódico, en el que ocurra lo que Anthony Burgess decía que sucedía en torno a la obra de William Shakespeare: aquí viene todo el mundo, here comes everybody.

Este periódico ha sido crucificado a lo largo de las décadas como gubernamental (cuando el director se sentaba en el banquillo acusado por el Gobierno), sectario (por sectarios verdaderamente dichos), y ha arrostrado como ha podido los epítetos que acompañan al término arrogante. Ha sido de todo, y en una historia de más de treinta años si no hay de todo es que no hay de nada, pero lo cierto es que ahora que ha pasado el tiempo y uno mira hacia atrás con la improbable serenidad con que los periodistas miramos la historia pasada, debo decir que la contemplo con orgullo y con melancolía, que son dos factores de una sola moneda, la moneda en la que más creo, la moneda del periodismo, una facultad que si se ejerce con honestidad evapora el cinismo.

¿Cómo se verá el cambio? Empieza el domingo, aunque empezó antes. En una reunión del director con colaboradores de siempre, Javier Moreno dijo ayer algo que dice en las reuniones, siempre: “El cambio no se hace y se acabó. El cambio empezó ya”. El domingo verán ustedes, imagino, el epicentro del cambio; después verán el cambio entero, pero cada día. Será el resultado de esa energía que uno ve hirviendo.

15 octubre, 2007 - 07:30 - EL PAÍS

Aquí estamos...

por JOSÉ MANUEL CALVO, subdirector de EL PAÍS

Muy buenas, a estas alturas ya sabéis que EL PAÍS de papel —y ELPAIS.com, pero a esto ya estáis más acostumbrados, porque no para de evolucionar— cambia dentro de unos días, exactamente el próximo domingo.

¿Por qué cambia, si el periódico está bastante bien? ¿Y en qué cambia?

Al porqué respondió ayer el director, Javier Moreno, en el suplemento especial de Domingo: básicamente, por responsabilidad, con los lectores y con la sociedad. Los periódicos que están vivos necesitan latir al ritmo de la sociedad en la que viven y del mundo en el que están. Eso es lo que hizo EL PAÍS hace 31 años y pico y eso es lo que está haciendo ahora.

¿En qué cambia? Por fuera, ya lo veréis el domingo, pero no esperéis una revolución. Por dos razones: primera, porque los buenos periódicos —y nosotros creemos que EL PAÍS no está nada mal— no hacen transformaciones radicales, no dan saltos mortales. Parten de lo que son y evolucionan para mejorar.

Y segunda razón: porque EL PAÍS ya ha cambiado bastante en los últimos meses, y seguro que os habéis dado cuenta: hay más titulares a cuatro columnas en la primera página, hay más informaciones tituladas a cinco columnas abriendo las secciones, hay un lenguaje gráfico más decidido, hay un uso de espacios blancos más atrevido... Hay más flexibilidad, más soltura (no siempre, pero ya sabéis que estas cosas implican algo de caos, de improvisación, y eso no siempre es malo; más bien tenemos que acostumbrarnos a vivir y trabajar experimentando, probando).

Y también ha habido, ya desde hace meses, un intento de contar las cosas de otra manera, de ir más allá de declaraciones y puras informaciones, de dar contexto y sentido a lo que se cuenta, de sorprender, de salir de lo previsible...

Esto nos lleva al otro cambio, que es más complicado: el cambio por dentro, que es exactamente eso a lo que me estaba refiriendo. El cambio que tiene que ver con el periodismo, con la necesidad de que los lectores encuentren en un medio noticias exclusivas o puntos de vista exclusivos que no puedan encontrar e ningún otro sitio... Que compartáis —los que seáis lectores en papel y online— una manera de ver las cosas.

Mirar lo que pasa a nuestro alrededor de una forma específica es difícil, porque eso no puede querer decir que se renuncia al intento de objetividad ni que se olvidan los principios que han hecho grande a este periódico y a los diarios de calidad: el equilibrio, la independencia, la seriedad, el rigor. Al final del día, como dicen los estadounidenses, si un diario de este tipo no tiene credibilidad, no tiene nada.

Bueno, en los próximos días de esta cuenta atrás os vamos a contar más detalles: cómo ha sido todo (un lío), cuándo empezó (hace siglos, pero en realidad hace meses), quién ha participado (cantidad de gente), qué tratamos de conseguir con cada uno de los cambios (esto puede ser más aburrido, pero trataremos de hacer un esfuerzo), etc.

¡Hasta la próxima!

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