Responder a la pregunta sobre cuál es el momento más importante de la historia de la humanidad abriría un debate bizantino e interminable. Depende, primero, de la visión que uno tenga de la humanidad y, por lo tanto, de lo que se considera importante o no. También del concepto que tengamos de la historia y de lo que significan las herencias y la continuidad entre los siglos. Es evidente que el momento más importante de la historia de la humanidad es el nacimiento de la especie Homo (un momento que duró muchísimo tiempo, por otro lado); pero también puede ser para un español la Guerra Civil o para la generación que ronda los 40 años la muerte de Franco. Sin embargo, hay una época crucial cuya influencia sigue llegando hasta a nosotros casi a diario. Se trata precisamente del periodo en el que transcurre la serie de la BBC Yo, Claudio, uno de los mejores productos televisivos de la historia (sobre eso, en cambio, no hay debate). La serie basada en dos novelas del escritor británico Robert Graves (1895-1985), Yo, Claudio (1934) y Claudio, el dios, y su esposa Mesalina (1935), relata el reinado de Augusto y la sucesión de emperadores que le siguieron a través de una autobiografía ficticia de uno de ellos, Claudio. Augusto fue el hombre que acabó definitivamente con la República Romana, que sentó las bases –jurídicas, militares, administrativas, morales– del Imperio y bajo cuyo mandato nació en Galilea el fundador de una nueva religión que fue crucificado bajo el reinado de su sucesor, su hijastro Tiberio.