Zombis, muertos vivientes, regresados, no-muertos, caminantes, infectados. Al igual que los superhéroes, los resucitados han tomado la pequeña pantalla. Un terreno pantanoso porque los referentes son tan potentes que es fácil salir escaldado. Es lo que le ocurre a Rabia, la nueva serie de Cuatro. En este caso no estamos ante zombis exactamente, pero es la imagen que viene a la mente cuando se ven los rabiosos que centran esta historia.
Desde casi el minuto uno (en una escena en la que uno no sabe si se está ante una parodia de una película de terror o si ya es parte de la serie...), Rabia intenta explotar el que será su punto fuerte: el trabajo de maquillaje y efectos especiales que transforma a los humanos en unos infectados que les vuelve sumamente agresivos e impredecibles. Las autoridades decidirán recluir a las personas susceptibles de desarrollar ese virus. Pero un grupo de desconocidos infectados consigue escaparse y esconderse en una cabaña, donde tendrán que mantenerse a salvo de las autoridades y, a la vez, resguardarse unos de otros.