Ver una película o una serie basada en una obra que guardas viva en la memoria es un reto complejo. Disfrutarlo como si la vieras por primera vez no es sencillo. Quieres sentirte como un espectador virgen, pero es imposible evitar el irrefrenable deseo de comparar y recordar. Cuando en 2001 apareció el cómic Alias de Brian Michael Bendis y Michael Gaydos pensamos que daría para una serie perfecta. Dialogaba como una serie, se estructuraba como una serie y tenía una antiheroína central digna de HBO. Por lo que es imposible evitar esa comparación al ver Jessica Jones. Y, aunque la producción de Netflix quizá no es la serie perfecta, logra jugar con la estructura convencional del género de superhéroes y superar sus limitaciones. Jessica Jones no las teme: habla de sexo, de violencia de género, la autoflagelación o el síndrome postraumático, y no rehuye su complejidad. Aunque claro, sabemos también que en este mundo conviven dioses nórdicos, hombres hormigas, mapaches parlantes y hasta un Hulk.