'House of Cards', ese culebrón con política

Por: | 15 de marzo de 2016

Underwood

Si nos enganchamos a House of Cards no es por cómo refleja la política estadounidense. Eso es lo que nos quieren hacer creer. Es lo que House of Cards vende con su halo de profundidad y su factura impecable. En realidad a lo que nos hemos enganchado es al culebrón que subyace y que nos empuja a ver un capítulo tras otro. Si House of Cards es tan maratoneable es por la ansiedad por conocer el futuro de los Underwood, cuál será el siguiente giro loco de la historia y hasta qué cotas de maldad podrá llegar esta pareja.

Según pasan las temporadas, House of Cards ha decidido dejar de engañarse a sí misma y empezar a apostar abiertamente por su lado más culebronesco. No es algo necesariamente malo. De hecho, esta serie cuando mejor funciona es cuando más se deja llevar por esa vertiente. La cuarta temporada (que Movistar+ ha puesto a disposición de los espectadores completa para que se la racionen —o no, muchos la han devorado en un fin de semana o en dos, como mucho—) la recordaremos por varios momentos. Como ese capítulo cuatro (no diremos de forma explícita qué ocurre para los que todavía no han llegado ahí). O como ese desayuno varios capítulos después. O por un final, un nuevo golpe en la mesa de Underwood. De las temporadas anteriores también lo que recordamos son los WTF, las muertes, los tríos, los momentos en los que Shonda Rhimes parece tomar el control de la historia y colar ideas preparadas para Scandal en la serie de Netflix.

Houseofcards

Por eso, tanto en la tercera entrega como, de forma más evidente aún, en la cuarta, House of Cards se ha rendido al culebrón, con una Claire Underwood en un plan tan desatado o más que su marido, sacando las uñas para lograr escalar posiciones y aprovechando la gran oportunidad que ve ante sí. Mientras, a Frank le persiguen los fantasmas del pasado, que amenazan con dar al traste con su ambición por aferrarse al Despacho Oval. Demasiados esqueletos en los armarios (o muertos en su conciencia, mejor dicho).

En una serie en la que, de vez en cuando, hay bajas notables, tiene que haber incorporaciones. En la cuarta temporada, las más notables han sido la madre de Claire, una fantástica Ellen Burstyn para una mujer fría y dura como la roca que no se corta al echar en cara a su hija sus errores; Neve Campbell, protagonista de Scream que trata de redirigir su carrera apareciendo en series de calidad como esta, Mad Men o Manhattan, y Joel Kinnaman, el Holder de The Killing, interpretando aquí al rival de Underwood por el Partido Republicano, un hombre que conoce la importancia de las redes sociales y de Internet y que, junto a su mujer y sus dos hijos, representa la perfecta familia estadounidense.

¿Y ahora, qué? ¿Le queda recorrido a House of Cards? Si la duda ya se planteaba una vez que Frank había llegado a la Casa Blanca, ahora, dos años después, está más justificada todavía. Y más cuando Beau Willimon, máximo responsable de la serie durante estas cuatro temporadas, abandona el barco. ¿Qué será de House of Cards? ¿Tiene sentido continuar? Quizá la maldad de los Underwood no tenga límites, pero House of Cards sí debería tenerlos, y quizá, solo quizá, ha llegado el momento de no alargar más de lo necesario la historia.

Hay 9 Comentarios

@Dani. ¿Borgen realista? Dejé de ver la primera temporada de esa serie cuando la protagonista, secretaria general del partido político en cuestión, va en persona con su número dos por la noche a una cita secreta, debajo de un puente o similar, a verse con el presidente o ya no recuerdo bien qué alto cargo del partido del gobierno. ¿Se imagina a Pablo Iglesias o Rivera, conduciendo su propio coche para verse anónimamente en un suburbio de Madrid con Mariano Rajoy?. Borgen me aburrió soberanamente hasta que la abandoné. House of Cards, ni si quiera tengo que creermela. Simplemente nos emociona y entretiene en cada capitulo. Misión cumplida

La cuarta temporada ha sido la mejor en su conjunto. Ha sido la más apegada a la realidad, la que se ha sentido más conectada con los problemas de nuestro mundo de hoy en día. A mitad de temporada pega un giro argumental tan bestia que parece tratarse de una nueva temporada, y la verdad que descoloca bastante, pero los capítulos finales son magníficos, y el alegato final es una denuncia sin sutilezas de aquello que Noam Chomsky denominaba la cultura del miedo, la utilización política del terrorismo.

me habla muy bien de esta serie, prometo ponerme con ella! :))))

A mi me parece una muy buena serie, y esta cuarta temporada pinta muy bien.

Justamente nosotros nos hemos planteado que pueda tener algo que ver con el carácter de Underwood. En línea con eso estamos realizando un estudio: https://docs.google.com/a/alumnos.uc3m.es/forms/d/1ocOvsRRPIYbl3tGekTc8uP4Q4-jecGGXBCc15Gl4GlM/viewform?c=0&w=1

Comparar House of Cards con Borgen es como comparar a Beckham con Messi. Un bonito envoltorio de 60 millones de € por temporada vacío de contenido contra la posibilista producción danesa, que, con 1000 veces menos presupuesto, se ha convertido por derecho propio en la mejor serie de política de la historia, realista, ni tan ideal como El Ala Oeste de la Casa Blanca, ni tan cínica y culebronesca como House of Cards. Lo único que diferencia la serie de Shonda Rhimes (perdón, Beaw Willimon) de los seriales venezolanos es el presupuesto. Lo que sí es una maravilla es la pieza musical de apertura, con mucho, lo mejor de la serie.

Sin duda esta cuarta temporada es más sobre el matrimonio Underwood que sobre política, aún así es una muy buena temporada con grandes momentos a destacar.
www.seriesruy.blogspot.com

Yo creo que también debería ir pensando en terminar. Y, si su inspiración ha sido la homóloga británica, también podrían inspirarse en el final, no?

House of Cards, inspirada en la mini-serie de la BBC de 1990 del mismo nombre (recomiendada), ha sido el mejor thriller político que jamás se ha hecho. Increíblemente, a mcuhas veces supera a Borgen. Pero hay que saber parar, Ahora todos copian Borgen y House of Cards. La última inspiración es la mini-serie "El Marido de la Política" cooperación de BBC y ARTE y que se da ahora mismo por ARTE. Pero nada se iguala a Borgen, a las dos primeras temporadas de la House Cards americana y a toda la House of Cards thacheriana que hizo la BBC en 1990

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