Compactar toda la información de un día para un programa de radio es un desafío tan grande como abordar la realidad de un país desde un blog. Por suerte, no tenemos mas pretensión que la de contar historias, en este caso, bien argentinas.
Maria O'Donnell. Periodista, licenciada en Ciencia Política, trabajó en dos diarios a lo largo de 15 años, fue corresponsal en Washington, y publicó dos libros políticos de actualidad (El Aparato y Propaganda K) Conduce La Vuelta por las tardes en Radio Continental.
Lun. | Mar. | Mie. | Jue. | Vie. | Sáb. | Dom. |
---|---|---|---|---|---|---|
1 | 2 | 3 | 4 | |||
5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 |
12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 |
19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 |
26 | 27 | 28 | 29 | 30 | 31 |
A la nena de 11 años le dolía abdomen y tenía nauseas; tras descartar otras posibilidades más previsibles a tan temprana edad, en un hospital público de la provincia de Entre Ríos le detectaron un embarazo. La nena, confundida, dijo que deseaba volver a tener el cuerpo de antes; su mamá y su padrastro, intentaron que abortara legalmente. Pero ni los médicos ni los tribunales facilitaron el trámite. Todo lo contrario, lo complicaron hasta que los adultos a cargo desistieron: el embarazo, que transita la semana número 12, seguirá su curso.
El gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, partió de vacaciones con sus dos hijas adolescentes a las bellas playas de Panamá y en lugar de viajar en un avión de línea, se transportó en la aeronave que sustenta con fondos públicos de su provincia, una de las más pobres del país. Todas las excusas que Coqui (como se apoda el gobernador) ha intentado brindar desde que fue descubierto se desvanecen como la trama de una telenovela de la tarde.
Una buena noticia -que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no padece el cáncer de tiroides que le habían diagnosticado- trajo alivio, pero también se prestó a las más variadas interpretaciones y preguntas, vinculadas todas ellas al anuncio original, que ahora sabemos errado.
Antes de la operación, que tuvo lugar el miércoles 4 de enero, un reconocido endocrinólogo me había advertido que cualquier diagnóstico que sonara terminante podía resultar precipitado, ya que las conclusiones firmes en estos casos sólo provienen de "la anatomía patológica después de la cirugía". Por tal razón, el doctor Marcos Abalovich, presidente de la sociedad latinoamericana de su especialidad, se mostraba sorprendido porque el comunicado original de la presidencia establecía en forma contundente que Cristina Kirchner no tenía metástasis de ningún tipo. Pero no mencionó la otra alternativa.
Aunque son infrecuentes, ahora nos informan que existen los así llamados "falsos positivos": casos en los que el estudio de las células que se extraen en una biopsia lleva a un patólogo o a un citólogo a concluir en forma equivocada que hay presencia de células cancerígenas, en un porcentaje que oscila entre el 2 y el 4 por ciento. Con este "nuevo" diagnóstico, y tras el alta médica, la Presidenta dejó el sábado 7 de enero, las instalaciones del Hospital Austral, donde había sido intervenida. Partió como había llegado, en helicóptero.
Una pregunta sería entonces ¿por qué el parte médico inicial (que anunció el hallazgo mediante una biopsia de un carcinoma papilar) omitió mencionar, aún como probabilidad lejana, el escenario más optimista?. Cuesta demasiado creer, como parecen sugerir algunos titulares, que el diagnóstico se haya comunicado especulando con una maniobra para sensibilizar a la opinión pública.
Entrevisté en la radio al doctor Jorge Carrascosa, director del instituto Diagnóstico Maipú, la clínica privada en la que se realizó la biopsia de la presidenta. Según Carracosa, el de Cristina Fernández de Kirchner es el primer falso positivo de la historia de la clínica, que tiene más de 35 años de trayectoria. Puede ocurrir, me dijo, y ocurrió justo con la presidenta. Le pregunté si los resultados, tal como los redactaban en la clínica, contenían alguna advertencia sobre los "falsos positivos", que en otro de disciplinas equivale al "margen de error", como para que el paciente sepa que no es infalible. Me respondió que, como los estudios son evaluados por especialistas, la aclaración resulta innecesaria. Tal vez, en ese aspecto, el caso de Cristina Kirchner no fuese igual a otros y hubiese merecido otra consideración; pero no es problema de Carrascosa, mucho menos de la paciente que vendría a ser la primera damnificada; pareciera sí responsabilidad del jefe de la Unidad Médica Presidencial, Luis Buonomo, a cargo de la redacción de los comunicados.
"Operación tiroides", tituló Perfil su edición dominical. Son hipótesis que desafían un poco el sentido común: por lo general, las figuras públicas tienden a minimizar o a subestimar la gravedad de una enfermedad ante la opinión pública. Es cierto, sin embargo, que la victimización es una estrategia política que puede ser eficaz, y el abordaje de la muerte temprana de Néstor Kirchner desde el discurso oficial lo presenta muchas veces como un mártir que dio la vida una causa política. Pero no es equiparable al manejo de la información acerca de la salud de la presidenta en ejercicio de su mandato.
Cuando le tocó hablar de su enfermedad, Cristina Krichner dijo que después del tratamiento se postularía para presidir la convención de presidentes que han sobrevivido al cáncer, y lo hizo sin omitir la palabra cáncer, que suele generar espanto. Pero la información que llegaba del Gobierno enfatizaba que se trataba de la forma más benigna de cáncer para la mujer, con los mejores pronósticos de recuperación. De manera inusual, el vocero presidencial Alfredo Scoccimarro había dado una cantidad de datos que parecían precisos sobre el diagnóstico y el tratamiento (aunque a la luz de los hechos ya no sean tan precisos), y la comunicación fue elogiada por medios y opositores, algo también inusual. En particular, resultó destacable que Cristina Kirchner optara por delegar el poder en su vicepresidente, Amado Bodou, para evitar incertidumbre institucional.
El vocero de la presidenta, leyendo un parte médico.
Ante el giro inesperado, el diario La Nacion, encabezó con un titular neutro: La presidenta no tiene cáncer. Sin alentar ninguna sospecha y sin repartir culpas entre los médicos, la crónica central relata que el cambio de diagnóstico le fue comunicado a la paciente días después de su operación y que la noticia le había producido una gran emoción a ella y a sus hijos, Máximo y Florencia.
El diario Clarín parece sugerir impericia por parte del equipo médico que intervino: "La presidenta fue operada por un cáncer que no tuvo". Sin embargo, en la edición del periódico (al igual que los demás medios) queda asentado con el testimonio de diversos especialistas que, por lo que se sabe de la historia clínica de la Cristina Fernández, igual estaría indicada la extracción de la tiroides, para prevenir el riesgo de que los tumores benignos viren a maligno. De aquí en más, Cristina Kirchner, que no tiene cáncer ni tampoco tiroides, deberá tomar de por vida un medicamento que suple las funciones del órgano extirpado.
Aunque inicialmente había solicitado una licencia de 20 días, como ahora ya no tendrá que tomar el yodo radioactivo que se indica para eliminar todo rastro en operaciones de cáncer de tiroides, podría retomar antes su agenda de trabajo. Es evidente que alguien minimizó la posibilidad de un examen inicial equivocado, sean los médicos o los voceros del Gobierno, o tal vez faltó que prevaleciera la opinión de un endocrinólogo experimentado (se ha difundido el nombre del cirujano y también el de los patólogos que atendieron a Cristina Kirchner, pero el especialista en tiroides no ha figurado, al menos en los partes médicos). Por suerte, ya no es importante. Mejor así.
EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal