La relación entre los gobernantes de la Nación y de la provincia de Buenos Aires, la más poblada del país, ha estado marcada por la necesidad mutua y por la desconfianza entre sus autoridades a lo largo de casi todo el período democrático que inauguró a fines de 1983.
La dinámica compleja del vínculo refleja la existencia simultánea de fuerzas que tienden hacia el conflicto y hacia la conciliación, porque conviven la competencia y la imposibilidad de separar los destinos, aún cuando el Poder Ejecutivo Nacional y la gobernación tengan el mismo color político.
La tensión, que suele estar latente, se hizo demasiado evidente en las últimas semanas en la tensa convivencia entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador Daniel Scioli.
La Nación no quiso o no pudo cubrir todo el auxilio financiero que demandaba Scioli para pagar los aguinaldos de julio (aportó 1000 millones de los 2700 que pedía) y el gobernador anunció entonces un plan de pagos en cuatro cuotas, disparando un previsible conflicto con los gremios estatales.
Más allá de las coyunturas, y de las motivaciones de los protagonistas, la tensión creciente es resultado de una serie de reformas introducidas desde la transición democrática a esta parte, tanto en la Constitución como en las leyes que establecen los criterios para el reparto de fondos provenientes de la recaudación de impuestos federales que son "coparticipables" (es decir, aquellos que la Nación está obligada a girar según criterios preestablecidos que impiden la discrecionalidad).
La provincia de Buenos Aires es terreno a conquistar para cualquier candidato con aspiraciones presidenciales o para cualquier mandatario preocupado por la gobernabilidad. Lo es mucho más desde que en 1994 la reforma de la Constitución eliminó el sistema de elección indirecta, que a través del colegio electoral moderaba el peso de los distritos más poblados, para pasar a un sistema que toma a todo el país como un único distrito.
De ahí que muchos aliados del gobernador especulen con que Scioli haya visto los fondos retaceados como represalia por su sinceramiento público, al decir que aspira a ser presidente en el año 2015, y en respuesta a lo que él percibía como un embate en su contra liderado por el vicegobernador Gabriel Mariotto con la dirección de la Casa Rosada.
Habitan la provincia más de 15 millones y medio de personas, un número que representa el 38.9 por ciento del total de la población del país, según cifras del último censo; y el fenómeno de la concentración es aún más acentuado si tenemos en cuenta que el 60 por ciento de los bonaerenses reside en el conurbano, el populoso el anillo que rodea a la ciudad de Buenos Aires, cuyos intendentes son grandes electores. Dicho de otra manera, casi cuatro de cada diez votantes, son bonaerenses.
Al mismo tiempo, a largo de este período la provincia aumentó su dependencia de los fondos que le gira la Nación. En 1988 resignó participación en los fondos que le correspondían en el reparto de la coparticipación: del 28.5 por ciento que tenía asignado, pasó a percibir el 21.5 por ciento. Según funcionarios del Scioli, el retroceso por otros pactos fiscales ha significado un descenso cercano al 20 por ciento, mientras que ubican el aporte de la provincia a la recaudación nacional en un 37 por ciento. Modificar el criterio para el reparto no resulta un objetivo alcanzable desde que quedó establecido que cualquier modificación debe contar con la aprobación de las legislaturas de todas las provincias afectadas.
Medido por habitante, en el año 2011, recibió el equivalente de 1.763 pesos, el monto más bajo de todas las provincias, sólo superado por la ciudad de Buenos Aires, que tiene aún un régimen de semi autonomía por ser sede del gobierno federal (el monto corresponde a datos elaborados por la ONG Chequeado.com en base a cifras del Ministerio de Economía de la Nación).
Cuando Carlos Menem quiso asegurar su poder territorial, Eduardo Duhalde, su entonces vicepresidente le impuso en 1991 una condición para ir como candidato a gobernador en Buenos Aires: cierta autonomía financiera, que se tradujo en el Fondo de Reparación Histórica del Conurbano, que destinaba el 10 por ciento de la recaudación del impuesto a las ganancias para compensar aquellos puntos perdidos de la coparticipación.
Pero luego se impuso un tope (650 millones de pesos), a partir del cual el excedente se repartía con otras provincias. Al quedar congelado en el tiempo el tope, otros distritos, como Córdoba y Santa Fé, pasaron a percibir por dicho concepto más fondos que Buenos Aires.
En este contexto, las cuentas vuelven a los protagonistas cada vez más interdependientes entre sí, aún cuando es necesario introducir también en el análisis la forma y la eficiencia para recaudar fondos propios, y cómo asigna los gastos cada gobernador. Vendría ahí a tallar la discusión sobre las cualidades, o los defectos, de Scioli como administrador.
Pero, más allá de la coyuntura, me interesa resaltar que es evidente que los grados de autonomía se han ido achicando. Porque en todo caso, Scioli y otros que lo precedieron llegaron donde llegaron por el dedo presidencial: han sido beneficiarios de la relación de fuerzas de la cual no pueden renegar.
No por nada, el grado de injerencia del presidente de turno en la elección del candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires ha sido creciente. Menem eligió a Duhalde; Duhalde eligió a Carlos Ruckauf, después quedó Felipe Solá; y Néstor y Cristina Kirchner, eligieron luego a Scioli. Tanto Ruckauf como Scioli eran dirigentes del peronismo de la ciudad de Buenos Aires, pero las necesidades electorales los convirtieron en gobernadores de la provincia de Buenos Aires.
Algunos conversos al kirchnerismo, como Julián Domínguez, titular de la Cámara de Diputados y hombre del interior de la provincia, despiertan ahora a la realidad del origen porteño de Scioli y señalan que sólo un bonaerense de pura cepa podrá solucionar los problemas del distrito (curioso, porque Domínguez fue un discípulo de Ruckauf, fue su jefe de campaña, su ministro de Obras Públicas y nunca objetó que viniera de la ciudad de Buenos Aires) Pero el problema parece bastante más complejo de solucionar que el planteo oportunista de Domínguez.
Hay 7 Comentarios
Scioli desembarco en la politica en pleno fervor de la politica peronista/menemista de la decada del noventa y respondio a la jefatura que tenia el peronismo en ese momento que coincidia con la jefatura del estado,Menem. Nada distinto hizo luego bajo la direccion de Nestor Kirchner y Cristina Kircher, es decir a sido, hasta ahora, un kirchnerista abnegado. Pero en la iglesia kirchnerista la manifestacion de devocion y sumision puede ser condicion necesaria pero nunca suficiente para ser ungido con los favores de la transferencia del poder presidencial.
Sera intervenida la provincia? y en tal caso quedaria comprometido todo el ejecutivo provincial, tanto Scioli como Mariotto? O es posible que lo desplacen solo al gobernador y quede el vice? O enviara Cristina Kirchner una interventor temporario para organizar nuevas elecciones en la provincia? y en tal caso, estando Scioli en el llano, abandonara sus pretensiones politicas o se lanzara a una candidatura presidencial alternativa a la que designe Cristina Kirchner? Como consideras estas alternativas, Maria?.
Publicado por: Una provincia en aprietos | 14/07/2012 17:41:23
"La relación entre los gobernantes de la Nación y de la provincia de Buenos Aires, la más poblada del país, ha estado marcada por la necesidad mutua y por la desconfianza entre sus autoridades a lo largo de casi todo el período democrático que inauguró a fines de 1983". No se si sera por pereza mental, o por alguna otra razón que yo ignoro, que se acude a generalizaciones, como las que contiene este párrafo, del mismo modo que la consabida frase de referirse a "los políticos" cuando se pretende descalificar a alguien, en lugar de tener la valentía y la nobleza de espíritu, para referirse a estos con su nombre y apellido, y además indicar el nombre de la Fuerza Política a la que el mismo pertenece. Con comentarios de esta naturaleza, cualquier persona desprevenida podría llegar a creer que a partir de 1983, solamente los peronistas, de distinto pelaje y color, gobernaron la Nación y también la Provincia de Buenos Aires.
Publicado por: marlaw | 10/07/2012 21:06:56
Cristina Kirchner exhibe desde hace muchos años un encono indomable y extremo contra Daniel Scioli, que permite entrever causas más personales que la lucha política. Uno no puede dejar de pensar en el odio de madame de Stael contra Napoleón, el hombre que se había atrevido a desdeñar sus encantos.
Publicado por: Daniel Pérez | 10/07/2012 14:18:05
Gracias Ziella por la corrección! Esto no me excusa pero el corrector automático lo modificó y no me di cuenta...
Publicado por: odonnell maria | 09/07/2012 14:31:39
A la autora:
En el último párrafo: "sólo un bonaerense de pura sepa".
Vale que los argentinos seseamos, pero no debería decir "de pura cepa"?
Publicado por: ziella | 09/07/2012 12:19:38
En el último párrafo: "sólo un bonaerense de pura sepa". Vale que los argentinos seseamos, pero no debería decir "de pura cepa"?
Publicado por: ziella | 09/07/2012 12:17:55
Scioli es un gran estratega que fuerza las acciones del gobierno dejando a CFK en evidencia.. Su conferencia de prensa fue magistral, demostró que no rehuye al periodismo y que no confronta, La prueba está que la imagen positiva de CFK bajó mucho más que la de Scioli y lo que es peor que la presidente tiene un muy alto porcentaje de imagen negativa, mientras que la imagen negativa de Scioli es muy baja.
Publicado por: SusanaBarth | 09/07/2012 6:17:36