Maria O´Donnell

Sobre el autor

Maria O'Donnell. Periodista, licenciada en Ciencia Política, trabajó en dos diarios a lo largo de 15 años, fue corresponsal en Washington, y publicó dos libros políticos de actualidad (El Aparato y Propaganda K) Conduce La Vuelta por las tardes en Radio Continental.

La fecha señalada

Por: | 25 de septiembre de 2012

  Durante el fin de semana, en la tanda de los partidos de fútbol y de las carreras de autos, la Presidencia colocó una propaganda pensada para activar un reloj con una cuenta regresiva para el Grupo Clarín. 

   El aviso comienza así: "Queremos que marques un día importante en el calendario: el 7 de diciembre; o, como vamos a llamarlo desde ahora, el 7D. La D es diciembre, pero también podría ser de diversidad y de democracia".

    

   La diversidad -según el aviso que firma la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA)- llegará a los medios cuando el Grupo Clarín se achique para cumplir con el artículo 161 de la ley de medios sancionada hace tres años por el Congreso. El artículo obliga a los grupos de medios que exceden el número de licencias de televisión abierta, de cable y de radio permitidas por la ley a adecuarse al nuevo marco normativo. 

   El Grupo Clarín, el más importante en cantidad de medios y audiencia del país, presentó una medida cautelar ante la Justicia, para que quedara en suspenso la aplicación del artículo 161; al tiempo que promovió una demanda para cuestionar la constitucionalidad de la norma, de modo que la obligación de vender licencias no se le aplicara hasta que resolviera el planteo de fondo. Para adecuarse a la nueva normativa, el mayor desprendimiento sería de licencias de televisión por cable, de las empresas Cablevisión y Multicanal que le pertenecen.

   De manera adicional, surgen a partir de la nueva ley ciertas incompatibilidades para la convivencia entre otras divisiones del grupo, integrado por Canal 13 (uno de los canales de televisión abierta de mayor audiencia del país), y otros del interior del país; las señales de cable Todo Noticias (TN), líder en su segmento, Metro, Volver, Magazine, y TyC Sports (de deportes); Radio Mitre en AM, y la 100 en FM, y otras frecuencias provinciales. El diario Clarín, la compañía madre del grupo, y otros medios gráficos están fuera de discusión, porque la ley sólo regula medios audiovisuales.

   Durante el litigio en tribunales, Poder Ejecutivo buscó acotar los plazos judiciales y logró que la Corte Suprema de Justicia estableciera en un fallo del 22 de mayo que tres años resultaba un tiempo más que razonable para la vigencia de la medida cautelar, que había dejado todo en suspenso. El 7 de diciembre se cumplen los tres años. 

   ¿Qué pasará entonces?

   "Si el Grupo Clarín se sigue negando a cumplir con la ley, el Estado se verá obligado a llamar a concurso púbico para adjudicar aquellas licencias que excedan el máximo autorizado por ley, a nuevos titulares que deberán cumplir con todos los requisitos legales, como cualquier hijo de vecino", anticipa el Poder Ejecutivo en el aviso.

   El Grupo Clarín respondió con otra campaña publicitaria, en medios propios y ajenos, que le quita toda relevancia a la fecha del 7 de diciembre, porque afirma que nada cambiará el 8 de diciembre.

    

   El aviso recuerda que el juicio por la constitucionalidad del artículo 161 se encuentra aún en trámite y que, si de aquí a la fecha señalada, no se conociera sentencia de primera instancia para la cuestión de fondo, podría solicitar una prolongación de la medida cautelar; y si no la obtuviera, recién entonces empezaría a regir el plazo de un año que la ley concede para la adecuación.

  Para el análisis de cuestiones jurídicas bastante específicas y técnicas, en un contexto muy polarizado, resulta difícil encontrar opiniones que no comprometidas de antemano. Uno de los textos menos previsibles que leí fue escrito por Gustavo Arballo, abogado y autor del blog saberderecho.com. Arballo cita un párrafo del fallo de la Corte que él considera clave para evaluar si el año que concede la ley para la adecuación ya se ha consumido o no.

   "En consecuencia, a partir del 7 de diciembre de 2012 vence la suspensión del art. 161 de la ley 26.522 y se aplica a la actora. De ahí que estando su plazo para adecuarse a las disposiciones de la ley, vencido el 28 de diciembre de 2011, sea plenamente aplicable a la actora con todos sus efectos a partir de la fecha indicada."

   Arballo interpreta que, para la Corte, el plazo para la adecuación se agotó ya. Luego se pregunta qué puede pasar en la fecha señalada. 

   "Clarín podría en el interín (del 7D en adelante) plantear entonces una aclaratoria basándose en su teoría de que la Corte dijo otra cosa (no prosperará). O plantear una nueva cautelar (no prosperará porque la Corte no se va a mover de los 36 meses). O poner sobre la mesa un plan de adecuación muy genérico, al sólo efecto de no ser sancionado por la no presentación, aclarando que supedita su ejecución a lo que resulte del juicio donde demanda la inconstitucionalidad de algunos artículos de la ley.

   O hacer alguna otra cosa. No es sensato explorar todas las vicisitudes procesales posibles, cosa que compete a abogados del Grupo y a abogados del AFSCA. Mi sensación de fondo sobre el conflicto es que Clarín no va a ganar el juicio por la inconstitucionalidad de la ley (la sentencia de la Corte dio varias señales en este sentido) y que probablemente antes de que haya algo firme sobre eso el tema virará a una vertiente de litigación adaptativa que implicaría una suerte de adecuación "blue" con separación departamental del Grupo."

  Hasta aquí, un panorama acerca de la discusión sobre el 7 de diciembre y sus implicancias legales. Tema relevante, aunque es evidente que el debate de fondo gira alrededor de las consecuencias que la disputa entre el Gobierno y el Grupo Clarín tendrá sobre el futuro de los medios y de la libertad de expresión en la Argentina. 

   Así como el Gobierno promete que la aplicación de la ley resultará en un panorama más plural de medios, el Grupo Clarín y gran parte de la oposición plantean que si la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se sale con la suya, quedará afectado el estado de derecho.

   Otro debate, a mi gusto no menor, tiene que ver con los métodos que utiliza el Gobierno para aplicar la ley. El oficialismo ha impedido el ingreso de los representantes que por ley le corresponden a la oposición dentro del directorio del AFSCA y también obstruye el funcionamiento de la comisión bicameral del Congreso que debiera supervisar la aplicación de la norma. 

   Desde el AFSCA monopolizado por el oficialismo resolvieron que no le exigirían a ningún otro grupo de medios el cumplimiento del artículo 161 hasta que haga lo propio el Grupo Clarín, aún cuando los demás no hayan presentado medidas judiciales para dilatar plazos.

   Mientras tanto, el Gobierno sigue utilizando una cuenta cada vez más millonaria de publicidad oficial para financiar medios afines y para castigar a los que mantienen una línea independiente. Así, a lo largo de estos tres años, han proliferado medios para-estatales, todos encolumnados detrás del kirchnerismo.

   Los medios públicos siguen siendo mucho más gubernamentales que públicos, contrariando otros artículos de la norma; al sistema digital sólo entraron por la ventana (en teoría de manera experimental) los canales oficialistas; y quedaron afuera las organizaciones no gubernamentales o sin fines de lucro que debían acceder a las licencias vía una licitación que no se pudo concretar.

   Más allá de la pelea para que el Grupo Clarín se someta al artículo 161, la promesa de un sistema de medios más democrático y plural no ha sido más que eso: una promesa. Un slogan bonito, pero irreal.

Las cacerolas y las grietas

Por: | 15 de septiembre de 2012

   El cacerolazo del jueves por la noche ofreció a los medios de comunicación un material periodístico tan manipulable como la arcilla fresca: una marcha relevante que había sido convocada a través de las redes sociales, con un marcado sesgo opositor al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pero sin una bandera o una conducción clara.

   Con el control remoto en la mano, el recorrido por diferentes canales de televisión, y luego la lectura de los diarios, resultó un ejercicio interesante para pensar hasta qué punto los medios de comunicación se han transformado en un campo de batalla política.

   En Canal 7, el programa insignia de la propaganda del Gobierno -6,7,8- privó a sus televidentes de las imágenes que podría haber ofrecido en vivo con la manifestación que crecía en el centro de la ciudad, con réplicas de menor impacto en otros barrios porteños, en la zona norte del conurbano, y también en Córdoba, Rosario y Mendoza. "Las cacerolas son de Clarín y de nadie más. Puro veneno", sentenció la panelista Sandra Russo.

   Pero cierto desconcierto reinaba en el estudio de Canal 7. La convocatoria había desbordado las expectativas de sus propios organizadores, y la confusión se evidenció en los zócalos: en lugar de los títulos habituales, que suelen marcar la línea editorial de 6,7,8, el jueves sólo anunciaban los nombres de los panelistas.

   La idea de una marcha impulsada por el odio hacia la presidenta Kirchner, cultivado por un sector de la clase privilegiada de ingresos medios y altos, fue instalada por los medios más afines al Gobierno. La agencia oficial de noticias Télam distribuyó una foto que ilustraba muy bien ese recorte. 

 

Cacerola telam   La imagen de una señora bien de ceño fruncido fue utilizada en la crónica de Página 12 titulada: "El que no salta es negro y K". Dice el texto: 

    “La consigna, coreada por un centenar de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, prolijamente trajeados o en bermudas y musculosa, definía a la perfección el universo de manifestantes: ni negros ni kirchneristas (...)

    'Puta, chorra y montonera', gritaba hasta desgañitarse un grupo más exaltado que la mayoría de los participantes, mientras golpeaban los objetos que tuvieran a mano contra la reja que divide la plaza en dos desde hace una década.

    'Morite, yegua, morite', acotó, al borde de las lágrimas, Raquel, una señora adornada por muchas joyas y un regio bronceado, preocupada porque 'te prohíben viajar, te prohíben ahorrar, te prohíben gastar, te prohíben comprar dólares, no se entiende qué quieren que haga la gente'".

   Esa construcción -la de una marcha racista motorizada por preocupaciones burguesas de quienes sólo son capaces de reclamar por más libertad para comprar moneda extranjera y para viajar al exterior sin que nadie les pregunte de dónde vienen sus dólares- fue ilustrada con dos imágenes tomadas en una esquina emblemática de Barrio Norte, en Santa Fé y Callo. 

Cacerolas telam
    En una de las tomas asoman cruces católicas, el local de McDonald's, y también se dejan ver carteles en contra de la reforma de la Constitución para habilitar una nueva reelección, iniciativa que alienta un sector del oficialismo con la complicidad del resto del Gobierno.

   En el canal de noticias C5N, Eduardo Feinman, uno de los conductores más versátiles a la hora de responder a las operaciones políticas de quien solventa sus ingresos, debió compartir la pantalla con Artemio López, un encuestador empleado por el Gobierno que no hacía ningún esfuerzo por disimular su desprecio por la marcha. Feinman, que en otras circunstancias sería el calco perfecto del estereotipo del cacerolero armado por los medios kirchneristas de discurso más progresista, parecía resignado: el nuevo dueño de C5N es el empresario Cristóbal López, un hombre llegado desde el sur a la cúspide de los negocios con el poder.

   El zócalo y los títulos de los medios que querían acotar la protesta a su mínima expresión giraban alrededor de las restricciones al dólar; los canales que amplificaron la protesta, en cambio, remarcaron las banderas del rechazo a la reforma de la Constitución y el reclamo por la inflación y la inseguridad, dos temas que figuran al tope de las preocupaciones ciudadanas.

Pasto

    Canal 13, del Grupo Clarín, extendió el horario habitual de su noticiero central hasta que la marcha empezó a mermar en volumen. Sus periodistas enfatizaban el carácter pacífico, no partidario y espontáneo de la convocatoria, y el noticiero de radio Mitre, del mismo grupo, exageró al decir que "medio país" se había movilizado.

   Dadas las circunstancias -una polarización incipiente entre facciones con posiciones irreductibles- el Gobierno tomó el peor de los caminos. Refrendó su intolerancia a cualquier manifestación de oposición o crítica a la presidenta Fernández de Kirchner; y acotó la marcha a una manifestación de ricos que van de compras a Miami y que fueron incapaces de pisar el pasto de la Plaza de Mayo por temor a ensuciar sus mocasines (sin ironía alguna, son frases tomadas de las declaraciones del jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina).

    Algunos rasgos de la marcha, potenciados por la reacción posterior del Gobierno, me dejaron una sensación amarga: son síntomas de grietas irreparables que asoman entre distintos sectores de la sociedad.

El País

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