Maria O´Donnell

Sobre el autor

Maria O'Donnell. Periodista, licenciada en Ciencia Política, trabajó en dos diarios a lo largo de 15 años, fue corresponsal en Washington, y publicó dos libros políticos de actualidad (El Aparato y Propaganda K) Conduce La Vuelta por las tardes en Radio Continental.

Sentencias

Por: | 25 de noviembre de 2012

Dos mujeres de vidas muy diferentes se ubicaron en los últimos días en el banquillo de los acusados.

Una en el sur del país, la otra bien al norte.

Una de ellas, Susana Freydóz, una mujer de la alta sociedad, asesinó a su marido, Carlos Soria, entonces gobernador de Río Negro, en una finca familiar dedicada a la producción de frutas.

La otra, María Ovando, una mujer indigente y analfabeta, residente en un paraje de la provincia de Misiones, madre de una docena de hijos, se encuentra acusada por la muerte de Carolina, su nena de tres años.

 

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El juicio de Freydóz ya culminó. La condenaron a 18 años de prisión, culpable de "homicidio calificado por el vínculo y agravado por el uso de arma", pero no le dieron a pena máxima que había solicitado la fiscal de la causa. El tribunal entendió que el crimen había ocurrido en "circunstancias extraordinarias" que funcionaban como atenuantes.

A lo largo de juicio quedó demostrado que el matrimonio de Soria y de Freydóz, una pareja con cuatro hijos, se había transformado en un infierno de agresiones mutuas. Ella lo perseguía, le desconfiaba, lo destrataba en público, lo celaba de manera enfermiza y vivía como anestesiada de alcohol y pastillas; él la trataba de loca, no la deseaba, la ignoraba, y la alentaba a matarse cuando ella amenazaba con quitarse la vida. La única vez que Freydóz buscó ayuda de un psiquiatra, Soria le advirtió que no hablara demasiado, porque podía perjudicar su carrera política.

La noche del Año Nuevo, cuando corrían ya las primeras horas del 2012, discutieron delante de sus hijos, como siempre, y ella lo siguió hasta la habitación. Tomó el revólver que él tenía en su mesa de luz -y aunque a lo largo de juicio la defensa de Freydóz habló de forcejeos y de un disparo accidental- la evidencia demostró que ella fue la única que tuvo el arma en sus manos. Lo mató de un tiro en el rostro.

Freydóz nunca estuvo presa. Ni un día. Esperó el juicio internada en el pabellón de psiquiatría de un hospital público: el tribunal entendió que no había riesgo de fuga. Allí mismo se encuentra desde que se conoció la sentencia, que deja para otra instancia la determinación del lugar donde deberá cumplir la pena.

 

Ovando

 

 

 

 

 

 

 

El juicio oral contra Ovando comenzó la semana pasada, pero ella lleva ya más de un año y medio detenida en la cárcel de Villa Lanús, en la ciudad de Posadas, Misiones.

Con los testimonios que escuchó hasta ahora, el fiscal de la causa, Federico Rodríguez, consideró que ya "no hay ninguna duda": cometió abandono de persona y podría ser condenada en los próximos días a la pena máxima de 20 años de prisión.

Ovando, de 37 años, ha sido víctima de abusos y violencia de género desde que a los 13 años la obligaron a contraer matrimonio con un hombre que la duplicaba en edad. Con sus doce hijos, más los hijos de una de sus hijas, casi todos indocumentados, vivía en una casita con una única habitación, sin luz ni agua potable. Percibía una ayuda mínima del Estado, que alguna vez le alcanzó colchones, materiales para su vivienda y algún vale de comida; percibía un ingreso miserable por picar piedra en una cantera y convivía con Demetrio Ayala, que tenía como taferero un trabajo esporádico en la cosecha del tabaco.

Carolina, de 3 años, desapareció el 8 de marzo del 2011. La nena, desnutrida, como sus hermanos, tosía y gemía del dolor cuando Ovando, por sugerencia de su madre, partió con la beba en brazos con rumbo al hospital de Puerto Esperanza. Ovando regresó sola a su casa. Le preguntaron por la beba, y mintió.

Dijo que la había llevado al Paraguay a vivir con la familia parterna. A los 17 días, la policía encontró el cuerpito de Carolina semi enterrado a las orillas de un arroyo, en medio de un pajonal. Ovando amamantaba a su bebé de tres meses cuando la fueron a buscar por orden de un juez que decidió de librar de toda culpa y cargo al padrastro, y desde entonces Ayala desapareció de los lugares que solía frecuentar. Una versión indica que fueron los vecinos quienes denunciaron a Ovando, otra que fue su concubino.

En el juicio oral testificaron en contra de Ovando quienes debieron haberla asistido: el intendente de Colonia Delicia, Evert Vera y las trabajadoras sociales. Su madre y los vecinos también la culparon. Una vecina, María Epifanía Pereira, que vive en las mismas condiciones sociales de Ovando, dijo que la vio pasar con la beba en brazos; pero además quiso agregar que ella, madre de quince hijos, nunca dejó a los suyos sin asistencia médica y que todos crecieron sanitos.

El psiquiatra Oscar Krimer, el único que la defendió hasta ahora, habló de una vida de padecimientos y afirmó que Ovando padeció un shock tras la muerte de su hija que explica su comportamiento. Krimer destacó como ironía cruel que la partida de defunción haya sido el único documento que tuvo en su vida Carolina. El Estado llegó cuando ya estaba muerta y ahora tira todo el peso de la culpa sobre Ovando.

 

 

 

Actualización del 29 de noviembre: al final, Ovando fue absuelta. Cuando le llegó la absolución, había pasado ya 20 meses en la cárcel, sin contacto alguno con sus hijos. Con la ayuda de un grupo de mujeres que tomó su caso como un símbolo de la criminalización de la pobreza, Ovando se propone ahora recuperar a su familia. Un juzgado de menores le había entregado la custodia de los chicos a diferentes parientes de Ovando, y ella teme que no se los quieran devolver porque, con la publicidad del juicio, ahora sí cobran planes sociales.

La prédica de Correa

Por: | 18 de noviembre de 2012

Correa

 

  Desde Cádiz, España.

  Precedido por un despliegue de hombres de seguridad con cara de pocos amigos, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, llegó a la cita con su clásica camisa blanca bordada en colores y una amplia sonrisa.

   Se lo notaba cómodo en Cádiz, una península de calles angostas, protegida por antiguas murallas, el lugar elegido por España como sede de la última Cumbre Iberoamericana. El drama de los desahucios, los desalojos de quienes ya no pueden pagar sus hipotecas, se imponía por encima de cualquier tema de la agenda diplomática. Por la gran comunidad de migrantes ecuatorianos afectados, para Correa se trata de una problemática cercana -y desde su punto de vista- de fácil solución.

   Graduado en economía, con estudios en los Estados Unidos, respondió a la demanda periodística (estuvo entre los presidentes más solicitados de la cumbre) con un discurso que apela (para algunos) al más elemental sentido común y a la demagogia (para el oído de sus interlocutores españoles con poder de decisión).  

   La única salida -predicó a lo largo de una entrevista con la cadena SER- es que paguen la cuenta los bancos, castigo que tienen más que merecido por haber prestado de manera irresponsable.  

   Resulta absurdo -dijo- que alguien tome un crédito, que pierda la casa cuando ya no puede pagar (en un país con un desempleo del 25 por ciento) y que así y todo, siga en deuda con el banco cuando ya está en la calle. Así están funcionando las cosas en España. Durante los tiempos de la burbuja, cuando abundaban los compradores, las propiedades valían mucho más. Ahora los bancos toman las propiedades en parte de pago, las cotizan a su valor actual, y entonces siempre queda un resto por saldar.

   "Tenemos a la gente que necesita las casas sin casas, y a los bancos, que no necesitan casas, acumulando casas, ¿y qué riesgo corrieron los bancos?: ninguno; no tiene sentido", dijo Correa. Para que no le creyeran incapaz de aplicar en su casa aquello que predica en el exterior, señaló que la crisis de los desahucios lo había impulsado a introducir reformas en Ecuador para dotar al Estado de un mayor poder de regulación.

   Su propuestas sonaban extremas en España, donde con una timidez asombrosa, después de más de 170 mil desalojos, y un número equivalente en trámite, el gobierno conservador de Mariano Rajoy negoció con la banca un decreto que suspende las ejecuciones en situaciones excepcionales, tan excepcionales, que pocos califican para evitar el desalojo. 

   "Supone un primer paso, pero la situación sigue siendo muy grave", le reprochó Correa a Rajoy durante los debates de la cumbre. Los inmigrantes se ubican en la primera fila del problema, porque estuvieron entre los últimos en calificar para los créditos hipotecarios. Nunca antes habían accedido al sueño de vivienda propia, y los bancos les abrieron las puertas con políticas mucho más permisivas en cuanto a los requisitos de ingresos y garantías, cuando ya la burbuja estaba por explotar. 

   Muchos periodistas españoles escucharon las propuestas de Correa con incredulidad. La pelota solía regresar a su campo con el siguiente planteo: si España padece ya la desconfianza de "los mercados", y sufre el castigo de la prima de riesgo (que encarece su deuda y aleja las perspectivas de cumplimiento en los pagos), peor aún le iría si enfrenta a las entidades financieras. El presidente ecuatoriano respondió que tal razonamiento configura una extorsión más de los mercados financieros. 

   "Están aceptando el recetario que destruyó a América latina. La migración ecuatoriana a España fue producto de la crisis de la deuda. Quebraron 16 bancos y eso produjo dos millones de migrantes. No quiero dar sugerencias, porque nadie me las ha pedido, pero nosotros ya no le hacemos el más mínimo caso a la burocracia internacional. Al final del día, el tema es político; la cuestión es quién manda: si manda la banca internacional o mandan los ciudadanos", reseñó.

    Las preguntas abordaron también asuntos que lo ponían a la defensiva, como la consulta por el respeto a la libertad de prensa en su país, pero Correa se movía con soltura en el debate de los asuntos más urgentes para España.

 

El periodismo como bien público

Por: | 12 de noviembre de 2012

   Si la película Todos los hombres del Presidente (1976) representó la visión romántica del periodismo político -dos jóvenes reporteros en busca de la verdad, apoyados por la dueña del diario, sin medir costos-, The Insider (1999) ubicó a los gerentes de una cadena de televisión del lado de los villanos.

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    A Lowell Bergman, el productor de carne y hueso detrás del personaje de Al Pacino, el haber investigado a la industria del tabaco le significó perder un trabajo bien remunerado en el programa de mayor prestigio de la cadena CBS, 60 minutes. Conocí a Bergman hace pocos días, en su primer viaje a Buenos Aires, y conversamos sobre la relación entre el periodismo de investigación, el poder y las corporaciones.

   Lowell me contó que, tras leer el guión, Al Pacino le preguntó si nunca antes, a lo largo de su extensa carrera en 60 minutes, había confrontado la censura. Lowell le respondió que había tantas buenas historias que sí podía contar, gracias al presupuesto que manejaba en CBS, que con los años había aprendido, de manera más o menos consciente, a no meterse con aquellas pocas que le podían complicar la vida. Pagaba una matrícula cara de sus hijos en la universidad y después de todo, el suyo era uno de los mejores trabajos a los que podía aspirar en la televisión: productor ejecutivo del segmento de la máxima estrella del programa, Mike Wallace, una leyenda del periodismo norteamericano.

   El encuentro con un "arrepentido" lo desvió del camino más o menos cómodo que había transitado hasta entonces. Pudo obtener documentos para demostrar que los gerentes de una compañía de tabaco sabían la adicción y los daños que provoca la nicotina en los fumadores, y cómo habían mentido para ocultar la información. Mientras Bergman le explicaba estas cosas a Al Pacino, el productor de la película, Michael Mann, le aclaró que nada de eso se contaría en el guión, porque The Insider no sería un documental sino una superproducción de Hollywood.

   -Cuando salió la película, muchos colegas me decían que a ellos nunca los habían censurado, y yo les decía que entonces no habían intentado lo suficiente- recordó Bergman, mientras tomaba un café en el subsuelo de un hotel ubicado a pocas cuadras del Obelisco.

   - ¿Y cuáles son esas historias?

   - Las que son problemáticas para quien las investiga, y para quien las publica. Y son bastante obvias: en mi tiempo era la industria del tabaco, ahora podrían ser las tarjetas de crédito: ¿por qué me cobran por arriba de la tasa de interés vigente?; ¿no es eso usura?. Investigar a las grandes corporaciones multinacionales siempre trae problemas.

    Le conté que en Argentina los sectores de la economía con mayores ganancias de los últimos años son los bancos y las telefónicas, y que sin embargo muy pocas investigaciones se publican sobre bancos y telefónicas: sólo las organizaciones de defensa del consumidor se ocupan de las quejas de los usuarios.

   Bergman mencionó el caso de Carlos Slim, el magnate mexicano de las telecomunicaciones, dueño también de una de las empresas de telefonía celular más importantes del mercado argentino, y accionista del diario The New York Times. Para Bergman, la historias que han publicado hasta ahora sobre Slim en The New York Times dejan mucho que desear.

   - Si tomamos el ejemplo de las películas de Hollywood, ¿la enseñanza sería que es mucho más fácil investigar al poder político, aunque caiga el presidente de los Estados Unidos, que el poder de las grandes corporaciones?- le pregunté.

   - Es así, claro, aunque eso está cambiando ahora con Obama.

   Bergman me explicó que en Estados Unidos los periodistas tienen una protección legal mucho mayor cuando sus historias giran alrededor del poder político que cuando se exponen a los juicios millonarios que pueden entablar las corporaciones que se sienten afectadas por una investigación. Pero marcó como un gran retroceso el permiso que otorgó el presidente Barack Obama al procurador general para que los fiscales puedan citar a los periodistas e interrogarlos sobre sus fuentes de información cuando se trata de asuntos sensibles para la seguridad nacional. A eso se suma que las comunicaciones permiten rastrear los contactos entre los periodistas y sus fuentes, y las huellas resultan mucho más fáciles de seguir que las pistas más sutiles utilizadas en otros tiempos, como el diario que dejaba en la puerta de su casa Garganta Profunda cuando tenía novedades sobre el Watergate para los reporteros de The Washington Post.

   (Muy breve paréntesis local. En Argentina es difícil hacer ambas cosas: son pocos los medios que no dependen de manera directa o indirecta del dinero o el favor del Gobierno Nacional, y son muchos menos los interesados en cubrir temas delicados para las grandes corporaciones o para los principales avisadores de los diarios, como las cadenas de supermercados o electrodomésticos. La propaganda oficialista resuelve el problema de manera demasiado sencilla cuando acota la problemática de las corporaciones a los manejos empresariales del Grupo Clarín.)    

   Enterado del debate sobre la ley de medios, Bergman mostró interés en conocer la realidad local, e intenté darle un panorama de la coyuntura, hasta que la conversación volvió a girar sobre la comparación entre las dos películas:

   - El diario The Washington Post era considerado un enemigo por la administración Nixon. Era una guerra política y eso no está bien contado en la película. CBS es una corporación multinacional. Uno de los ejecutivos que testificó que el tabaco no era adictivo era hijo de uno de los ejecutivos de CBS: había intereses cruzados. Y no era una historia negativa sobre el tabaco, sino la historia de una corporación que se conducía de manera ilegal y tenía algo muy inusual: un ex ejecutivo dispuesto a hablar en público de la misma manera que se habla detrás de las paredes.

   El resto de la historia está contada en The Insider: Bergman ya había renunciado cuando The Wall Street Journal publicó la historia, y entonces lo tomaron de nuevo para que pusiera al aire su segmento en CBS, como para para mitigar el daño que significaba al prestigio de 60 minutes que se hiciera pública la censura. Al poco tiempo negoció su salida, ya definitiva, con un acuerdo que incluyó una cláusula de confidencialidad, que sin embargo no le impidió trabajar como asesor del guión de la película, que cayó como una bomba entre sus antiguos colegas.

   A Bergman nunca más le interesó trabajar dentro de una empresa. Eligió ser un outsider, alguien que no pertenece a los grandes medios. Profesor en la Universidad de California, y fundador del Center for Investigative Reporting (CIR), cree que el periodismo de investigación es un bien público que mejora la calidad de la democracia, pero que será siempre un pésimo negocio para los propietarios de los medios y que por lo tanto debe buscar fuentes alternativas de financiamiento, que le permitan funcionar con la lógica de una asociación sin fines de lucro.

Democracia boba, alternancia boba

Por: | 01 de noviembre de 2012

Conti

 

  Diana Conti preside la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados. Aunque la Constitución establece un límite de dos mandatos consecutivos para el ejercicio de la Presidencia, la diputada sigue soñando con una Cristina Fernández de Kirchner "eterna", como dijo alguna vez. Parte de conceptos bastante singulares sobre la democracia y la alternancia en el poder, que conocimos ayer con mayor profundidad.
  Mientras los diputados debatían en el recinto el proyecto que habilita el voto a partir de los 16 años (la sesión iba a terminar en un escándalo por la intervención otro integrante de la bancada oficialista, Andrés Larroque, quien atacó a la oposición con tanta virulencia que logró que desalojaran el recinto), Conti se puso al teléfono.
   Durante una entrevista en La Vuelta, el programa que conduzco en Radio Continental, Diego Schurman introdujo la pregunta por la re- reelección de la Presidenta, y después tuvimos el siguiente intercambio:
   
  - ¿Aún piensa en una re-reelección?

  - En mi idea, en mi sueños, en mis expectativas está eso, y está que no tengamos que ser obligados los electores a elegir por alguien que no concita interés alguno cuando hay una estadista dispuesta a seguir reviendo los destinos de la Nación; por sobre todo, después de muchos años de democracia boba… haber hecho con su marido muerto, nuestro querido Néstor Kirchner, que el pueblo esté sentado en la Casa Rosada.

   - El principio de alternancia es un principio de cualquier sistema democrático, y el que está gobernando siempre es más conocido que los demás...

   - La alternancia por la alternancia misma, boba y obligatoria es ridícula María.

   - ¿Cómo boba?

   - Y sí, porque si lo principal es la alternancia, y para alternar ponés a un inepto en la Casa Rosada, la democracia y el republicanismo también se perjudican. Aparte, la alternancia está dada por la posibilidad de que periódicamente el pueblo se exprese. Es el pueblo el que gobierna a través de sus representantes.

  - Claro, pero… 

  - La alternancia está dada por la periodicidad del voto.

  - No, la periodicidad del voto no es lo mismo que alternancia.

  - A ver… el día que vos estés sentada en la banca, a lo mejor yo hago una discusión política. Respeto tu opinión pero la mía es la que dije. Entrar un debate entre nosotras dos sería salir cada una de las incumbencias específicas que tenemos.

  - ¿Por qué? ¿Hay que estar sentada en una banca para debatir de política?

  - La democracia se debate en el Congreso Nacional.

   - ¿Solamente?

   - Noooo… también afuera. Pero yo en este momento estoy saliendo de la banca para hablar con vos y tengo una disposición a hacerlo, pero no puedo estar tres horas debatiendo con vos.

  - El programa dura dos horas no más

  - Dije lo que dije, y respeto que vos pienses otra cosa.

 

El País

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