Novena generación de una familia de osos polares nacidos en cautiverio, Winner había llegado procedente de Santiago de Chile. Al cabo de cuatro años de encierro solitario en el zoológico de Buenos Aires, murió en la madrugada de la Navidad, en una noche de mucho calor, con una sensación térmica que trepó los 44 grados, y bajo el sonido estrepitoso de los fuegos artificiales. Si la expectativa de vida de los osos polares criados en cautiverio es de 30 años, Winner falleció demasiado joven: alcanzó a cumplir 16 años.
Su muerte temprana disparó un debate sobre las condiciones en las que se encontraba alojado en el zoológico de Buenos Aires, concesionado a un grupo de ex ejecutivos del grupo mexicano Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE). El contrato firmado con la empresa denominada Zoo de Buenos Aires S.A. en el año 1997, venció en el 2011 y después de una prórroga, el gobierno de Mauricio Macri optó por una subasta pública al mejor postor. Volvió a ganar la empresa de los mexicanos, que prometió pagar un canon mensual de un millón de pesos al gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Legisladores opositores y organizaciones de defensa del medio ambiente y de los derechos de los animales objetaron la decisión de Macri de volcar el peso de la decisión hacia el grupo que ofreciera el mejor canon, porque la existencia misma de un zoológico en una zona de la ciudad que tiene altos niveles de polución sonora, por la concentración de colectivos en Plaza Italia, empieza a ser cuestionada. La renovación del contrato pasó por alto un detallado informe de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (AGCBA), difundido en el año 2009, que denunciaba numerosos incumplimientos por parte de la concesionaria en sus compromisos para mejorar el hábitat de los animales.
El informe se ocupaba, en particular, de resaltar que el agua del recinto del oso polar se encontraba a temperatura ambiente, cuando debieron haber colocado un sistema de refrigeración:
"Si bien las condiciones de habitabilidad de la colección se ven fuertemente limitadas por la disponibilidad espacial, algunos animales se alojan en espacios exiguos – lobos marinos, orangután, ocelote, gato montés– en recintos plausibles de mejoras y que, sumado a una baja tasa de nacimientos, refleja que las condiciones de tenencia de algunos individuos no son las más aceptables.
En el caso del Oso polar, el recinto no posee las condiciones de temperatura adecuadas para su vida. Estanque y hábitat carecen de climatización, una falencia que otros zoos – Londres, Barcelona - han solucionado con equipos acondicionadores e incluso con nieve artificial. El Zoo, en el caso ha incumplido con su propia propuesta plasmada en el PBCP, donde aseveraba que equiparía el recinto con aparatos de climatización. Si bien existieron proyectos para ello, hasta la fecha de cierre de las tareas de campo no se habían concretado."
Los osos polares nacidos en cautiverio después de varias generaciones se han adaptado a vivir alejados de los hielos del Artico, han adquirido una masa muscular y un pelaje que soporta mejor climas templados. Aún así, los estándares internacionales establecen que en ciudades que llegan a temperaturas tropicales, las piletas de los osos deben tener algún método para enfriar el agua.
El director de Bienestar Animal de la empresa Zoo de Buenos Aires S.A., Miguel Rivolta, atribuyó la muerte de Winner a "un cuadro de hipertermia, lo que sería un golpe de calor, que se puede dar por un factor ambiental, la temperatura, y otro interno, el carácter nervioso del oso, que además de puso inquieto por la pirotecnia". Aunque los fuegos artificiales son un clásico en la Navidad en el barrio, no le administraron sedantes porque "cuando hace mucho calor y están sedados no pueden regular bien la temperatura y son más los riesgos que los beneficios".
Winner -según Rivolta- era demasiado inquieto y resultó menos tolerante a vivir en las mismas condiciones que su antecesor, más sedentario, soportó durante 33 años. Rivolta habló de ambientes ventilados, pero no mencionó ningún sistema de refrigeración. Por ahora, la empresa no tiene planes de reemplazar a Winner, porque según el director de Bienestar Animal, son cada vez menos los zoológicos que alojan osos polares. En verdad, no es tan así.
Los osos polares podrían estar en peligro de extinción, ya que la población de entre 20 y 25 mil que vive en el Artico, sufre porque en su hábitat natural el hielo se derrite a raíz del calentamiento global. Un grupo de científicos y trabajadores de zoológicos en los Estados Unidos propusieron una solución algo radical: sugieren aumentar la población en zoológicos, en condiciones que permitan la reproducción, para garantizar la preservación de la diversidad de la población salvaje de osos. El zoológico de St Louis ya tiene un predio en el que invirtió 20 millones de dólares, con piletas de agua fría e imitaciones de hielo y de nieve.
Winner también padeció el calentamiento global, además de los incumplimientos de una empresa a la que nadie controló como debía, a pesar de los avisos de la auditoría. "Sufrió lo que sufren sus congéneres en su ambiente silvestre. Esto demuestra la profundidad de la problemática: podríamos tomarlo como un mensaje respecto del cambio climático", afirmó Carlos Fernández Balboa, fundador de Vida Silvestre.