Tantos textos apócrifos circulan por internet que cuando lo leí por primera vez creí que era una broma.
Lo cierto es que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner consideró necesario aleccionar a Ricardo Darín. El actor había cometido una falta grave: rompió con la monotonía de la colonia de artistas y se atrevió a señalar en público las dudas que le despierta el notable crecimiento patrimonial registrado por la pareja desde que Néstor Kirchner inauguró su presidencia en el año 2003.
Desde El Calafate, la presidenta escribió una larga carta abierta a Darín, que comienza con elogios para el actor y comentarios de cine, en tono coloquial, porque no se si sabe que soy una cinéfila total.
Pero bueno, como usted imaginará no le envío la presente sólo para comentarle la cartelera cinematográfica. Si. Acertó. (...) 'Que alguien me explique el crecimiento patrimonial de los Kirchner”, titula hoy Clarín en página 24. (...) Es obvio que, por razones de público, notorio y doloroso conocimiento, - esto último por lo menos para algunos argentinos -, la única que le puede responder soy yo, Cristina. Y es precisamente una de las razones que más me movilizaron y decidieron a hacerlo. Es tan difícil que alguien que no está pueda defenderse que usted entenderá los motivos por los que le escribo.
Primer reproche: la presidenta consideró de mal gusto que las declaraciones de Darín incluyeran también a Néstor Kirchner, aún cuando su última declaración de bienes, que revela una fortuna acumulada de 70.5 millones de peso, proviene de la sociedad conyugal.
Ricardo, permítame llamarlo por su nombre de pila como usted lo hace conmigo en su entrevista en la revista Brando, porque es más amigable y aleja toda posibilidad de pelea y confrontación que tanto parecen afectarlo. No quiero imaginar cómo se sentiría usted si alguien llevara carteles escritos por la calle insultándolo, deseando su muerte o festejando la de su compañero de toda la vida como me ocurre a mi en algunas manifestaciones opositoras. ¿Nunca vio alguna? Seguro que sus múltiples ocupaciones y compromisos propios de un artista exitoso le restan tiempo para una observación más completa de la realidad, pero no se preocupe, tampoco es culpa suya, seguramente los medios que usted lee no publican esa información.
Segundo reproche: fue demasiado confianzudo al mencionar a la presidenta por su nombre, aunque todos los medios oficiales lo hacen también, y hablando de medios de comunicación, Cristina Fernández de Kirchner presume que Darín lee demasiado Clarín, La Nación o Perfil. Debería ver un poco más de 678.
Pero sigamos con el tema del crecimiento patrimonial. Quiero decirle que no ha habido funcionarios públicos, sean políticos, gobernadores, legisladores, intendentes, jueces o jefes de gobierno más denunciados penalmente e investigados por la justicia argentina en materia de enriquecimiento, que quien fuera mi esposo y compañero de toda la vida, y quien le escribe. No sólo se investigó a fondo sino que también se designó al cuerpo de peritos de la Corte Suprema de la Nación para que realizara pericias contables, que duraron meses, y concluyeron que no se había cometido ningún acto ilícito, lo que obligó al juez a desestimar las denuncias.
Cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia, el matrimonio declaraba una fortuna de 6 millones de pesos. Ocho años más tarde, período durante el cual ambos ocuparon cargos públicos, el monto ascendía a 70.5 millones de pesos, gracias a una serie de muy buenos negocios con hoteles y terrenos.
No es que los hoteles propiedad de los Kirchner batan récord en materia de rentabilidad en el mundo, sino que han encontrado empresarios dispuestos a pagar alquileres suculentos, empresarios que son además contratistas del Estado en obra pública; y otras formas de garantizar el negocio, como los acuerdos con Aerolíneas Argentinas para hospedar a la tripulación en El Calafate. Todo esto sin contar con la generosidad del intendente de El Calafate, que les entregó a valor fiscal unas tierras que luego el matrimonio Kirchner revendió a la empresa chilena Cencosud, dueña de la cadena Jumbo, con una ganancia de dos millones de dólares.
En cuanto a la investigación judicial, el matrimonio Kirchner fue denunciado en tres oportunidades por enriquecimiento ilícito (dato que no significa demasiado: es tan sencillo como presentar un escrito en los tribunales); los fiscales y los jueces que tuvieron las causas en sus manos estimaron que no había elementos para seguir indagando. Manuel Garrido, mientras ocupó la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA), luchó contra el archivo de la causas, que consideró apresurado. Garrido, que hoy ocupa una banca como diputado radical, renunció a la fiscalía especializada en investigaciones de corrupción porque habían acotado sus funciones y desde entonces la FIA perdió interés en la evolución patrimonial de cualquier funcionario de este Gobierno.
De todas maneras, si los Kirchner pueden justificar el incremento de su patrimonio con los negocios que hicieron mientras ejercieron nada menos que la presidencia de la Nación, la pregunta es otra, y resulta demasiado evidente: ¿cómo lograron aumentar tanto su dinero mientras ejercían el trabajo más demandante que puede tener un argentino? ¿no es demasiado obvio que un presidente no debe hacer negocios personales con contratistas del Estado? ¿son negociaciones compatibles con la función pública?.
En su carta a Darín, Cristina Kirchner anota como mérito propio el cumplimiento de una obligación legal: la publicidad de las declaraciones juradas de bienes. La obligación deriva de la Ley de Etica Pública sancionada en tiempos de Fernando De la Rúa; desde entonces, se pueden consultar en la Oficina Anticorrupción las declaraciones de todo integrante del Poder Ejecutivo Nacional.
Nunca en toda la historia política de la Argentina se ha podido acceder a las Declaraciones Juradas de un funcionario público con mayor facilidad, frecuencia y publicidad que a las de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. (...) Ríos de tinta, fotografías, y todo lo que uno pueda imaginar en torno a una Declaración Jurada. Lo desafío a que intente encontrar lo mismo de algún funcionario público opositor ma non troppo, juez, gobernador, legislador o intendente. Mire Ricardo, sin ir más lejos hoy otro diario, La Nación, propietario de la revista Brando donde usted formuló las declaraciones que llamaron mi atención, publica en su página 16 un reportaje al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. No sólo me enteré de que mantiene sus ahorros en dólares (está en todo su derecho a hacerlo) sino que cuando el periodista le preguntó por el monto de sus divisas, se rehusó a contestar y declaró que el monto figura en su Declaración Jurada, que es pública. En un apartado de la nota los periodistas se se muestran luego sorprendidos porque además, cuando pretendieron acceder a la información, no se les permitió hacerlo. (...) Nadie parece preocuparse por ninguna otra Declaración Jurada que no sea la de “Los Kirchner” (sic). Sólo se conocen fotos de las casas en que vivíamos nosotros, y ahora habito solamente con mi hija. (...) ¿No le parece raro, Ricardo? Ni hablar de mi casa de El Calafate. Vio que los medios nunca van al Delta, Punta del Este, Miami. ¿Es extraño verdad? (...) Sería bueno, sano y transparente para el sistema democrático si todas las Declaraciones Juradas de gobernadores, intendentes, jueces, magistrados, ministros de la corte, estuvieran a disposición de toda la sociedad, publicadas, analizadas y publicitadas como siempre lo son las de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
De acuerdo. Los gobernadores, los legisladores, los intendentes, y también los jueces deberían hacer públicas sus declaraciones juradas, empezando por Daniel Scioli. Sí se han publicado fotos de casas de funcionarios con otras responsabilidades. Muchas veces se publican en el diario Perfil o en alguna revista de esa misma editorial. En cuanto a los lugares geográficos de interés, convengamos que durante la presidencia de Carlos Menem, su casa en Anillaco, en La Rioja, fue bastante fotografiada.
Usted quería que alguien le explicara. Ya se lo hemos explicado a la Justicia y a peritos de la Corte. Descarto, Ricardo, que usted confía en la Justicia. Usted mismo fue acusado y detenido por un juez en marzo de 1991, por el delito de contrabando de una camioneta que ingresó al país con una franquicia especial para discapacitados. (...) ¿Lo recuerda? La verdad yo lo había olvidado, con tantas cosas en la cabeza, pero hoy entré a clarín.com y leí la nota “Un fallo benefició a Darín”, algunos de cuyos párrafos le transcribo: Los jueces de la Sala A de la Cámara, Nicanor Repetto y Edmundo Gendler, consideraron que por el paso del tiempo la acusación contra el actor está prescripta. Pero se preocuparon por aclarar que el actor sabía que estaba comprando la camioneta en forma irregular. "Debe descartarse bajo todo punto de vista la buena fe de la compra", apuntaron los jueces. Y advirtieron que el actor "tuvo una actitud claramente responsable".
Mensaje: quien se encuentre libre de pecado, que tire la primera piedra, o que se atenga a las consecuencias de subir al ring. Darín, incómodo con su repentino protagonismo como contendiente número uno de la presidenta, sólo intentó aclarar que él fue estafado, que se siente víctima, y no parte, de la maniobra fraudulenta de importación de autos con franquicias para discapacitados, y que terminó sobreseído en la causa. Dijo que, en todo caso, seguiría la conversación en privado con la presidenta. Para Cristina Kirchner y sus seguidores, objetivo cumplido.
Darín, que había hace pocas semanas sido caracterizado (¿o escrachado?) por los medios oficialistas y paraestatales como un "tibio" -porque decía que no le gustaban las dicotomías, el mundo en blanco y negro- ha recibido su lección. La agencia oficial de noticias lo ha celebrado con un cable que titula: "Darín agradece la carta de Cristina y pide hablar con ella". Porque a los tibios los vomita Cristina.