Maria O´Donnell

Sobre el autor

Maria O'Donnell. Periodista, licenciada en Ciencia Política, trabajó en dos diarios a lo largo de 15 años, fue corresponsal en Washington, y publicó dos libros políticos de actualidad (El Aparato y Propaganda K) Conduce La Vuelta por las tardes en Radio Continental.

El Gobierno de los intendentes (del conurbano)

Por: | 30 de septiembre de 2013

 

Massayaliados

 

Antes, los intendentes de la provincia de Buenos Aires se conformaban con ser amos y señores en sus territorios, los municipios. 

Procuraban mantener bajo control al Concejo Deliberante, acceder al mayor numero posible de reelecciones y colocar a un pariente o aliado como legislador provincial; los más ambiciosos soñaban, tal vez, con pasar una temporada en La Plata como ministro del gabinete del gobernador.

Cuando digo antes no refiero un tiempo tan lejano, sino al tipo de liderazgo que construyeron los intendentes bonaerenses a partir de 1983, y a un modelo que funcionó a lo largo de dos décadas. 

La reforma de la Constitución en 1994 inoculó las condiciones que iban a terminar con la era de los caudillos sin ambiciones más allá del terruño, pero su efecto en la dinámica de la política no se hizo sentir de manera inmediata.

Los convencionales constituyentes eliminaron la intermediación del colegio electoral, un sistema que moderaba el peso de la provincia de Buenos Aires en el resultado final de una elección presidencial (muchas veces me he preguntado por qué aceptaron los gobernadores una reforma que debilitó tanto al federalismo, y encuentro la respuesta en el rol de las provincias con riquezas mineras y petroleras, que obtuvieron a cambio la titularidad sobre los recursos naturales).

Con la introducción del voto directo por distrito único, los intendentes del conurbano -el anillo que rodea a la ciudad de Buenos Aires, el territorio mas poblado del país- pasarían a ser los grandes electores de la escena nacional.

Porque además del cambio en el sistema electoral se produjo un fenómeno creciente de "peronización" del conurbano, y el Partido Justicialista ya nunca más dirimió sus internas con el voto popular, como había ocurrido cuando Carlos Menem le ganó a Antonio Cafiero, en el preludio de las presidenciales de 1989. Todo contribuyó para potenciar el poder de los intendentes de distritos populosos, que antes se veían relegados en las grandes ligas por los gobernadores de provincia. Al resolver la interna peronista en su territorio, terminaron siendo ellos quienes inclinan la balanza general a un lado o al otro. 

El rol creciente de los caudillos del conurbano resultó evidente en la elección que Nestor Kirchner le ganó a Menem, en 2003. Kirchner, un patagónico desconocido en el resto del país, se impuso en distritos muy poco poblados, insignificantes para la cuenta general, y sacó la diferencia que lo colocaría en la segunda ronda (de la cual Menem iba a desertar) gracias a Eduardo Duhalde, quien le ofreció los votos del conurbano.

(Ironías del destino: Duhalde había creído que, después de la reelección de Menem, él seria el primer beneficiario del voto con distrito único en todo el país, porque había sido pionero en la estrategia de proyectar el potencial electoral de los barones del conurbano más allá de sus fronteras.)

Kirchner entendió que debía su triunfo a la provincia de Buenos Aires y actuó en consecuencia. En 2005 colocó a su mejor carta, Cristina Fernandez de Kirchner, como candidata a senadora para borrar la influencia de Duhalde de una vez por todas; en 2009, él mismo se mudó de distrito para encabezar (con mucho menos éxito) la boleta de diputados nacionales.

Ahora estamos frente a una etapa más avanzada del mismo proceso: los intendentes ya no se conforman con ser electores. 

Quieren ser protagonistas con la fuerza de los números: el 26 por ciento del total del padrón del país vota en el conurbano. Uno de cada cuatro electores.

El salto en sus ambiciones coincide, además, con una renovación generacional. 

A los nuevos, ya los interesa trabajar para otros. La vieja guardia, la que nació con esta etapa de la democracia -formada por los "viejos" como Hugo Curto (Tres de Febrero), Raul Othacehé (Merlo), o Alejandro Granados (de Ezeiza, recién nombrado ministro de Seguridad)- está en retirada.

Los que llegan tienen otro juego: basta con echar un vistazo a las elecciones de octubre próximo. 

La irrupción del Frente Renovador de Sergio Massa, intendente de Tigre, se impuso como la gran novedad de las primarias. El Frente, según Massa, resultó de una suma de voluntades de intendentes de la provincia de Buenos Aires, del interior y del conurbano, con representación en las principales secciones electorales. 

Massa armó el tablero partiendo de su fortaleza en el conurbano norte (con su municipio como bastión de la primera sección electoral); Dario Giustozzi, intendente de Almirante Brown y segundo de la lista, con área de influencia en el sur (y en la tercera sección electoral, la más poblada); en alianza con los distritos que en otro tiempo fueron los únicos radicales del conurbano, con Gustavo Posse (San Isidro) y Jorge Macri con la pata PRO (Vicente López) y con un grupo con influencia en la franja media, con Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas), Joaquín De la Torre (San Miguel) y Gabriel Katopodis (San Martín), todos ellos con la misión de achicar la diferencia que descontaban obtendría el oficialismo en La Matanza, el más populoso entre los populosos. 

Cristina Fernandez de Kirchner respondió al armado de Massa con su misma lógica, una señal temprana de su error de lectura del escenario que se abría en octubre en la provincia de Buenos Aires de cara al 2005. La presidenta eligió para ubicar al frente de la boleta del Frente para la Victoria a un intendente joven, de un distrito grande, con una historia de vida de superación de un cáncer. Así nació Martin Insaurralde desde Lomas de Zamora como candidato.

En los últimos días, desde el campo de Massa e Insaurralde, se acusaron unos a otros de ser candidatos a un cargo que no pretenden asumir, porque -si pudiesen elegir- preferirían permanecer en el terruño que perderse entre 257 diputados nacionales en un Congreso que no ofrece nada muy apasionante para un político sin pasión por la práctica legislativa. 

Pero aquel tiempo ya pasó: los intendentes podían ser candidatos testimoniales, como lo fue Massa de Kirchner en el 2009, cuando se integraban a la boleta por indicación de un tercero (que creía prevenir de esa manera posibles traiciones). Ahora sienten que arriesgan capital propio si defraudan al electorado. Porque juegan por voluntad propia y ponen en riesgo ambiciones propias, las que van mas allá de octubre.

Ezeiza SRL

Por: | 13 de septiembre de 2013

Granados

 

Alejandro Granados pidió licencia en su cargo de intendente de Ezeiza y asumió esta mañana como ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Hasta ahí, nada excepcional.

A menos que nos pongamos a discutir sobre el tino del gobernador Daniel Scioli de ubicar al frente de las fuerzas de seguridad a un intendente que en 1999 resistió un asalto a los tiros y declaró:

     - Lamentablemente tuve mala puntería.

Pero quisiera detenerme en otro punto.

En lugar de respetar la sucesión que fija la ley, Granados decidió que las suplencias son un asunto familiar. Un tema que se resuelve en su casa.

     - Le he pedido a Dulce que en este tiempo que estoy a préstamo en la provincia se ocupe de estar al frente de la Municipalidad- anunció.

Dulce es su esposa, Dulce Granados. Dulce es diputada nacional, candidata a la reelección en el mismo cargo en las elecciones de octubre. No detenta ningún cargo formal en Ezeiza.

Dulce y cfk

Según la ley de municipios, cuando el intendente pide licencia o renuncia, asume en su reemplazo quien lo haya acompañado como primer candidato a concejal. En este caso, el cargo, con todos sus atributos, le correspondería a Oscar Cicco, médico, director de un hospital en Ezeiza. Granados tiene reservado para Cicco un papel menor, aunque decoroso:

      - No dudo de que él también va a hacer un esfuerzo grande

A Dulce, una mujer delgada y siempre rubia con el pelo largo que anda por la vida maquillada y de tacos, Granados le legó el poder real y un consejo para que lo ejerza:

      - Que se pinte los bigotes

Porque está por ingresar en un club de hombres.

Ezeiza integra el conurbano de la provincia de Buenos Aires -el cordón que rodea a la ciudad capital, el de mayor densidad poblacional del país-, territorio que no conoce de alcaldesas en ninguno de sus 24 municipios. 

Granados responde al modelo del típico barón del conurbano: asumió por primera vez en 1995 y lleva cinco reelecciones consecutivas en un municipio que desde su creación (como un desprendimiento de Esteban Echeverría) no ha tenido otro intendente. Dulce también lleva cinco períodos como legisladora, alternando entre la provincia de Buenos Aires y el Congreso nacional (es frecuente, como contamos en una entrada anterior en este blog que las esposas figuren en las listas con el apellido de casadas).

En la geografía de Ezeiza, poblada por 160 mil habitantes, resaltan los contrastes entre los countries de la zona de Canning y las barriadas. El aeropuerto internacional que alberga, el más importante del país, representa para Granados una fuente de recaudación que es la envidia de intendentes vecinos. 

Los Granados también han sabido aprovechar la cercanía del aeropuerto para los negocios familiares.

Arrancaron con El Mangrullo, una parrilla de grandes dimensiones y techo de tejas ubicada junto a la autopista, sede de las celebraciones del poder en los tiempos de Carlos Menem. Más acá en el tiempo, los Granados se asociaron con la cadena internacional Holiday Inn y levantaron juntos un hotel cuatro estrellas, de nueve pisos y más de cien habitaciones, pegadito al Mangrullo.

Hotelmangrullo

La construcción del hotel, inaugurado el año pasado, demandó una inversión de 18 millones de pesos. Nunca nadie preguntó por el origen de los fondos que aportó Granados Hermanos SRL, una sociedad integrada por Bárbara, de 20 años, y los otros hijos del matrimonio, que han encontrado ya sus espacios propios de poder, siempre con asiento o vínculos con Ezeiza o el aeropuerto.

Gastón Granados preside el club más importante de la zona, Tristán Suarez, que pelea en la categoría del ascenso con una camiseta a la que en un partido le imprimieron el rostro de Néstor Kirchner, un homenaje reñido con las normas de la AFA, aunque nadie protestó.

Alejandro, el hijo homónimo del intendente, es titular de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), la máxima autoridad nacional en la materia, nombrado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Los Granados han rodeado al aeropuerto de Ezeiza: cobran las tasas que le corresponden al municipio, controlan la aviación y los negocios adyacentes a través de Granados Hermanos SRL. 

Abordar los asuntos de la intendencia como un bien familiar es algo que les resulta natural.

Turbulencias en el relato

Por: | 02 de septiembre de 2013

Los domingos de Cristina Fernández de Kirchner en Río Gallegos o en El Calafate -lejos del centro del poder, con ratos de soledad y algo tiempo libre- suelen inspirar ráfagas de comentarios en su cuenta de Twitter.

En las últimas horas contó que había pasado gran parte del fin de semana con su nieto de 4 kilos en brazos y repasó algunos temas de la semana. Entre otros, el conflicto desatado con LAN, empresa aérea de origen chileno, a la que un organismo de control intervenido por el Poder Ejecutivo -que subsidia con más de dos millones de dólares diarios a Aerolíneas Argentinas- intimó para que abandone en un plazo de diez días el hangar que alquila en Aeroparque para operar sus vuelos domésticos.

La intimación del organismo regulador de aeropuertos, el ORSNA, quedó en suspenso por una decisión de un juez que aceptó un recurso de amparo de la compañía aérea. Pero la bronca de la presidenta no cede, por lo que pudimos apreciar en su cuenta de Twitter:

"Lo de LAN merece párrafo aparte. ¿Alguien imagina si Aerolíneas Argentinas en lugar de ser línea de bandera recuperada… hubiera sido una empresa de mi propiedad y cuando me eligen presidenta la hubiera “vendido”?…"

Sebastián Piñera, su colega chileno, debió vender el 26 por ciento del paquete accionario de LAN antes de asumir la presidencia en Chile, por las normas que buscan prevenir conflictos de interés. Como en Argentina no existen leyes que impidan el ejercicio simultáneo del poder con la gestión de negocios, Néstor y Cristina Fernández de Kirchner aumentaron su patrimonio declarado, entre el año 2003 y el 2012, de 7 millones a 82 millones de pesos.

El dato surge de las declaraciones que fueron presentando en la Oficina Anticorrupción (práctica que este se verá interrumpida gracias a la reforma judicial en la que el Poder Ejecutivo coló una norma que convierte en reservados los datos relevantes de la economía de los funcionarios públicos). Hablando de compañías aéreas, una de las fuentes de ingreso de la familia Kirchner ha sido el alquiler de hoteles que tienen convenios con Aerolíneas Argentinas para alojar a las tripulaciones en El Calafate.

Antes que la presidenta, el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, había vinculado a su principal competidora en el mercado interno con la dictadura de Augusto Pinochet. En un video que tiene tres años de antigüedad, pero mucha actualidad por su circulación en redes sociales, un Recalde sin saco, con el primer botón de la camisa desabrochado, afirma que su principal obstáculo no son los medios, que siempre todo lo tergiversan, tampoco los gremios, que en su gran mayoría cumplen el rol que les toca. Nada de eso.

 

El verdadero problema -dijo- es su competencia. Porque "no son pichones ni nenes de pecho los que llevaron a la derecha a la presidencia de chilena, estamos compitiendo con la derecha pichonetista instalada en la Argentina".

La aerolínea es controlada por Juan Cueto, un inmigrante cuyo padre republicano fue asesinado durante la guerra civil en España, y sus cuatro hijos, un clan familiar con las lazos con todas las fuerzas políticas, devenido en poderoso grupo empresario chileno. Los Cueto explotaron LAN en sociedad con Piñera hasta que el presidente se vio obligado a vender el 26% del paquete accionario y ellos le compraron su parte hace tres años.

La operación de LAN en Argentina, con más de mil empleados locales, es la tercera en importancia para la aerolínea, ahora LANTAM, surgida de un proceso de fusión compleja y costosa con la brasilera TAM (propiedad de otra familia, brasilera en este caso, los Amaro). Para conocer la estructura de LAN y sus lazos con el presidente de Chile, recomiendo consultar Poderopedia.org, uno de los proyectos periodísticos más interesantes, basado en periodismo de datos, que han surgido en Internet.

Como dice en su página web a modo de presentación, "Poderopedia es una plataforma colaborativa de periodismo de datos que mapea quién es quién en los negocios y la política en Chile. Usando información pública, visualizaciones de datos y tecnología semántica, te ayuda a entender las relaciones entre las personas, empresas y organizaciones de interés público, para reflejar eventuales conflictos de interés y promover una mayor transparencia para todos". Con una simple búsqueda, Recalde se podría haber informado mejor sobre LAN y sus accionistas, a los que ha declarado sus grandes enemigos.

En el video que ahora trascendió, grabado durante un encuentro con militantes de una agrupación kirchnerista, Recalde cuenta que fue a pedirle a Fernández de Kirchner que suspendiera la autorización de LAN para volar ciertas rutas dentro del país, pero que a la presidenta le pareció una medida demasiado arbitraria. La compañía viene denunciando, con mayor o menor intensidad, que trabaja en un clima de mucha hostilidad, porque le cancelaron los vuelos internacionales que salían desde Aeroparque, porque no le autorizan nuevas frecuencias ni charters especiales, a lo que sumó un conflicto con la empresa que proveía el servicio de mangas y que le provocó importantes demoras en su servicio a una compañía que se preciaba de tener mejor puntualidad que Aerolíneas.

Hasta que Gustavo Lipovich -geógrafo, militante de agrupación juvenil La Cámpora, igual que Recalde, y titular del ORSNA- ordenó el desalojo del hangar que LAN alquila, mediante un contrato que tiene unos cuantos años más de vigencia. Los directivos de LAN sostienen que dejar el hangar en Aeroparque, ubicado en plena ciudad, los obligaría a cancelar todos los vuelos de cabotaje.

Aunque el Gobierno afirma que es mentira, LAN alega que, si trasladara las operaciones a Ezeiza (el aeropuerto internacional ubicado a unos 35 kilómetros de la ciudad) perdería toda capacidad de competir con Aerolíneas Argentinas en vuelos domésticos. La respuesta del Gobierno ha sido que Aerolíneas Argentinas es nuestra compañía de bandera, que cubre rutas que LAN ignora porque son deficitarias (aunque los vuelos más deficitarios de Aerolíneas han sido los de Australia) y entonces resulta razonable que el Estado nacional la apoye.

En ese contexto, el tramo más revelador del video de Recalde, que pasó inadvertido, es aquel en el que admite que a pesar de la supuesta recuperación para el patrimonio nacional, después del desastre que fue la administración de Marsans, Aerolíneas en verdad no es una empresa nacional.

"Todavía, técnicamente, es una sociedad anónima privada, conducida por el Estado, pero en su estructura es una sociedad anónima que no se rige por la ley de administración financiera del Estado, ni por ninguna norma que establezca y transparencia y control como que hay en el Estado", se lo escucha decir a Recalde.

Después ocurre algo increíble: tras admitir que maneja más de dos millones de dólares al día sin los controles que tendría si fuese realmente una empresa estatal, habla con desparpajo de su enorme desprecio por los legisladores, diputados nacionales que integran la Comsión de Transporte que, en ausencia de otros mecanismos, debieran acceder a los balances de la compañía, que son un verdadero misterio.

"La verdad es que rendir cuentas ante esa manga de zánganos no es muy satisfactorio, a uno le gusta rendir cuentas y contar ante los compañeros", se sincera sobre el final un Recalde exaltado.

El País

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